LA UNCIÓN DE VALENTÍA PARA ALCANZAR LO INCREÍBLE Y CONQUISTAR LO IMPOSIBLE

Ritchie Pugliese

Para comprender lo que el Espíritu Santo quiere hace en este tiempo debemos entender lo que significa la unción de valentía, pues éste será una de las características de la Iglesia en el tiempo final.

Para comenzar, podemos decir que en la Biblia, Dios se revela como un Dios de paz y a la vez como un Dios guerrero. Esto pareciera, a simple vista, una contradicción. ¿Cómo es posible que un Dios de paz instruya a su pueblo para la guerra?

Durante su ministerio terrenal, Jesús dejó bien en claro cuál era su misión. En Juan 18:36 dijo: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” Jesús dejó bien en claro que sus parámetros no eran como los del sistema del mundo, sino según las normas del Reino de Dios. Jesús vino a la tierra a traer paz a cada ser humano y hacer que esa paz se manifestara entre los hombres, pero a la vez vino para hacer guerra espiritual contra las fuerzas invisibles de maldad.

La historia de la humanidad nos muestra, a través de tantos episodios, que la paz muchas veces se ha obtenido por medio de guerras, y se la ha mantenido por medio de un ejército preparado para hacer frente a los posibles contraataques del enemigo. En el mundo espiritual, Cristo consiguió la paz por medio de un conflicto espiritual contra el diablo, venciéndolo en la cruz del calvario hace más de dos mil años y hoy, por medio de Su Iglesia, Él quiere demostrar visiblemente esa victoria. En el mundo espiritual se desató una guerra sin precedentes, que se vislumbró en la cruz. El resultado fue Cristo coronado como el Señor, recibiendo autoridad de Dios Padre sobre todo nombre que se mencione en el cielo, la tierra y debajo de la tierra.

En la Palabra de Dios se utilizan términos militares para presentar a la vida cristiana como una lucha espiritual constante. Efesios 6:12 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes;” Hebreos 11:34 dice: “Sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros;” 2 Corintios 10:3-4porque aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,” 1 Timoteo 6:12 “pelea la buena batalla de la fe.”

La lucha del cristiano es contra el diablo y sus demonios, los enemigos sobrenaturales, pero éstos tienen dos aliados incansables:

1. El enemigo interior, la carne descontrolada del que no tiene a Cristo y la carne no quebrantada de aquel que se dice cristiano;

2. El enemigo exterior, el sistema del mundo sin Cristo.

Estos dos, en forma independiente o conjunta, batallan todo el tiempo contra el cristiano a fin de hacerle perder su posición espiritual. Es una lucha constante y tediosa que, sin la ayuda de Dios, se hace imposible de sobrellevar y ganar.

Muchos cuestionan esto diciendo: ¿Por qué Dios no elimina, de una vez y para siempre, a cada uno de estos enemigos para vivir tranquilos? ¿Por qué tenemos que estar alertas todo el tiempo y en guardia para batallar contra el diablo?

Dios es un Dios de propósito y, a través de este entrenamiento constante, quiere enseñarnos lecciones que de otra manera no podríamos aprender. Estas son:

1. Dios gobierna espiritualmente sobre todo en el cielo, la tierra y debajo de la tierra y quiere tener un pueblo que reine aquí en la tierra.

2. Dios es un Dios de victoria y quiere tener un pueblo vencedor.

3. Dios se deleita en mantener a sus enemigos espirituales bajo sus pies hasta que llegue el tiempo de la derrota final, y anhela que esa misma autoridad se refleje en su Iglesia.

El Señor nos ha puesto en esta tierra para que con la unción de valentía:

1. Le ganemos a la carne crucificándola para que se imponga el carácter de Cristo;

2. Prevalezcamos sobre la corriente de este mundo imponiendo los principios del Reino de Dios;

3. Derrotemos al diablo atándolo y reprendiéndolo en el Nombre del Señor Jesucristo.

Es por eso que 1 Timoteo 6:12 dice: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuisteis llamados.” A los ojos de Dios, la batalla contra nuestros dos enemigos es buena porque Cristo la ganó totalmente en la cruz del calvario. Porque Cristo venció a todos sus enemigos ayer, nosotros podemos vencer con la unción de valentía hoy, y así glorificar al Señor.

Los enemigos del creyente tienen una sentencia de derrota y destrucción final de parte de Dios. Han sido vencidos totalmente por Cristo en la cruz del calvario pero, debido a que Dios así lo dispuso, todavía permanecen activos y latentes para que la Iglesia de Cristo pelee la buena batalla de la fe infringiéndoles derrota tras derrota. Este es el deleite del Señor: Ver derrotados una y otra vez a sus enemigos. Es por eso que la Biblia dice que el Señor reina en medio de sus enemigos. ¡Se necesita mucha autoridad para reinar en medio de enemigos merodeando alrededor! ¡Bendito sea nuestro Dios pues es Todopoderoso y tiene toda autoridad sobre el cielo y la tierra!

Es por todo esto que el cristiano debe hacer lo que dice la segunda parte de 1 Pedro 4:1 “Cristo ha padecido…armaos del mismo pensamiento.” Hemos sido diseñados para pelear espiritualmente en el Nombre de Cristo.

La tendencia natural es no querer luchar, pues esto implica esfuerzo, sacrificio, cansancio, etc., pero en el mundo espiritual sino luchamos y vencemos seremos vencidos. En la lucha espiritual no existe el empate o igualdad. El cristiano que es pasivo, es un cristiano destruido. Tenemos todo para vencer, pero si somos pasivos nuestro enemigo puede poner en nosotros un espíritu de cobardía que viene camuflado de dos maneras:

a) Ignorancia del alcance de la guerra espiritual en la vida cristiana.

Algunos han ideado una vida cristiana irreal sin guerra espiritual, cuando en realidad la Biblia nos enseña que no existe cristianismo sin conflicto espiritual.

b) Apatía, es decir, la negación a involucrarse en la lucha espiritual.

Muchos cristianos temerosos piensan que ignorando el tema de la guerra espiritual, el enemigo no se meterá con ellos. Otros, conociendo el tema, optan directamente por no involucrarse. Otros, argumentan los excesos que existen y los peligros de involucrarse en la lucha espiritual.

Tanto el creyente ignorante como el apático, de una manera u otra, son soldados derrotados e ineficientes para vencer en la guerra espiritual.

Lo opuesto a la unción de valentía es la cobardía espiritual. El espíritu de cobardía se origina cuando el creyente desobedece a Dios y Su Palabra, impidiéndole al Señor ungirlo con la unción de valentía. Levítico 26:36-39 dice algo muy importante sobre aquellos que viven atados por la cobardía espiritual:

“Y a los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga. Tropezarán los unos con los otros como si huyeran ante la espada, aunque nadie los persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos. Y pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá. Y los que queden de vosotros decaerán en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaerán con ellos.”

Dios considera la cobardía espiritual como desobediencia, la cual siempre trae sus consecuencias. La cobardía tiene un efecto paralizante sobre la persona. Joel 3:9 dice que aun los valientes pueden dormirse, si se descuidan. Es por eso que necesitamos ser equipados con la unción de valentía para despertarnos, atacar y vencer al enemigo. La cuarta ola del Espíritu Santo se caracterizará por hombres y mujeres que en todo tiempo se moverán con la unción de valentía.

Muchos creen que este estilo de vida es imposible de alcanzar y que sólo es para algunos pocos privilegiados. La cuarta ola del Espíritu Santo quiere derramarse sobre toda la Iglesia, sobre cada creyente. Sin embargo algunos creen que no califican para ser valientes ¿Qué dice la Biblia?

1 Samuel 22:2 “y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu y fue hecho jefe de ellos.”

El relato aquí habla de un grupo de hombres descalificados, despojados, gente perdedora y cobarde, que se juntaron con el valiente David. Estos mismos hombres se transformarían, en un proceso (lo veremos luego detalladamente) en los valientes de David. ¿Cómo pudo ser posible?

Es el Espíritu Santo el que puede transformar a un cobarde o a una persona descalificada en un valiente espiritual. El espíritu de poder es el espíritu de valentía, que dota al creyente de autoridad sobrenatural para realizar lo imposible para la gloria de Dios. 2 Timoteo 1:7 dice: “Dios no nos ha dado espíritu de cobardía sino de poder (o valentía);” Colosenses 1:29 dice: “Luchando según la potencia de Él,” (“Luchando”, del griego, “agonizomai”, significa: Lucha esforzada con perseverancia).

El Espíritu Santo es el que nos unge con la unción de valentía en un proceso. A todos nos gusta “el toque” instantáneo del Espíritu Santo más que el proceso del Espíritu Santo; pero Dios, en la cuarta ola, levantará una Iglesia totalmente equipada que no sólo manifestará Su poder sino también el carácter de Cristo.

Aquellos que anhelen con todo su ser la investidura del Espíritu de valentía estarán dispuestos a atravesar el proceso de entrenamiento previo, pues sin atravesar fielmente este proceso no podrán recibir tal investidura ni ser usados por Dios. Dios no se contenta solamente “con el toque” del Espíritu, Él quiere principalmente un cambio radical en la vida de sus guerreros, el cual se produce por medio de un proceso de formación. La vida de David es nuestro ejemplo de alguien que se movió con la unción de valentía. Al estudiar los sucesos de su vida, encontramos una secuencia que Dios sigue utilizando en la actualidad para transformar a simples hombres y mujeres, como nosotros, en soldados dotados con el espíritu de valentía.

Analicemos por un instante la vida de David:

1. FUE AL PRINCIPIO UN SER OLVIDADO Y DESCONOCIDO

a) Era el más insignificante, menos calificado entre todos los hermanos (1 Samuel 16:11) “el menor…el olvidado.” No era nadie especial. Como diríamos en nuestro vocablo, David era uno más del montón. Si usted se siente así, como David, es porque está en camino de transformarse en un valiente espiritual. Dios siempre toma lo que no es para avergonzar a lo que es (1 Co. 1:27-29).

b) Era pastor, cuidador de ovejas. Esa era una tarea común y rutinaria de la época (1 Samuel 16:11). No hacía nada especial, sólo lo rutinario. Las cosas que hacemos en la rutina de la vida forman nuestro carácter desafiándonos a vencer el aburrimiento y el desaliento. Si usted se encuentra, a la fecha, bajo las garras del aburrimiento y el desaliento que trae la rutina, deberá trabajar en su vida para vencer esta tendencia natural.

c) Cuidaba las ovejas y las defendía peleando contra el león y el oso (1 Samuel 17:37). Fue entrenado en la sencillez de la rutina diaria.

La rutina diaria en la cual hacemos cosas no rutilantes, donde no hay luces ni fama, es utilizada por Dios para probar la perseverancia en nuestro carácter.

Después veremos que la perseverancia es una señal segura de alguien que ha sido ungido con la unción de valentía.

2. FUE UN REY UNGIDO EN SILENCIO POR VARIOS AÑOS

a) Aceptó en privado y en silencio la unción de Rey, dispuesto a esperar el tiempo de Dios para ocupar esa posición de autoridad públicamente (1 Samuel 16:12-13). Aprendió a esperar el tiempo de promoción de Dios en silencio. Algunos ni bien reciben algo de Dios creen que ya están listos para conquistar el mundo y ser conocidos por todos. Jesús nos dejó su ejemplo para que sigamos sus pisadas. Cuando fue ungido con el poder del Espíritu Santo no salió inmediatamente a predicar, en cambio fue llevado al desierto donde experimentó un tiempo de severa prueba (Lucas 3:21-22 hasta 4:14-15).

b) Durante el proceso de espera, fluía en esa unción cada vez que se le presentaba la oportunidad (I Samuel 16:18-23). David estaba listo para aprovechar cualquier oportunidad que Dios le ofreciera. Debemos aprovechar cualquier oportunidad que tengamos pues siempre es un examen del Señor, para saber si puede continuar Su obra en nosotros hasta completarla.

c) Dios le dio una oportunidad de demostrar su potencial espiritual en un suceso especial venciendo al gigante Goliat en público (1 Samuel 17). David fue entrenado y equipado en el silencio, hasta que Dios le dio la oportunidad de demostrarlo en público. Allí aprobaría o perdería la oportunidad. Todos conocemos la historia de cómo David venció a Goliat. Esta clase de acontecimientos demuestran quién sucumbe ante el aplauso de la gente o aquel que sigue haciendo la obra de Dios con un espíritu humilde.

d) Fue promovido a jefe de guerreros (1 Samuel 18:13, 30). Fue promovido poco a poco, no de golpe. David fue fiel y por consecuencia fue promovido a un grado superior. Los fieles, tarde o temprano, son promovidos por Dios a lugares más altos.

e) Fue muy atacado por su unción (1 Samuel 18:10-11/ 19:9-10). Saúl fue su principal enemigo pues lo vio surgir. Aprendió a vivir asediado de gente que no lo quería, sin perder la unción y manteniendo un corazón perdonador. David tuvo que aprender a vivir con las loas y con la crítica vehemente de la gente. Los valientes espirituales deben aprender a seguir adelante, cualesquiera sean los comentarios de la gente, mientras sus vidas agraden a Dios.

f) Vivió en el silencio de la cueva de Adulam durante varios años (1 Samuel 23:1-2). Por ser muy atacado, tuvo que vivir aislado y sin amigos. David fue envidiado por muchos que lo querían eliminar de su carrera espiritual, pero él se fortaleció en Dios y no cedió terreno. Soportó el abandono de aquellos que no comprendían la dimensión de lo que Dios quería hacer en su vida. Esta es otra dura lección que necesitamos aprender para levantarnos con la unción de valentía. Es posible quedarse solo a causa de la unción.

g) Luego fue al desierto (1 Samuel 23) donde aprendió a perdonar a su enemigo (1 Samuel 24:4-5; 26:9-11). Fue entrenado en la escuela del desierto, aprobando las lecciones que Dios le dio. David fue al desierto. De la misma manera, así como sucedió en la vida del mismo Jesús (Lc. 4:1) el Espíritu nos introduce en tiempos de desiertos para formar el carácter y la perseverancia, distintivos esenciales de los valientes.

Para levantarse con la unción de valentía, David tuvo que soportar un largo proceso de entrenamiento espiritual, el cual seguramente fue muy desgastante, pero Dios fue fiel proveyéndole refrigerio espiritual en medio de esa travesía. Lo hizo por medio de Sus ángeles (Sal. 91:11-12; Heb. 1:13-14). Otros valientes experimentaron lo mismo: Eliseo fue protegido (2 Reyes 6:15-17); Elías fue alimentado y se le dio de beber (1 Reyes 19:6-8); Jesús fue servido (Mt. 4:11) y lo fortalecían (Lc. 22:41-44). Esto nos enseña que Dios siempre cuida la viña de los valientes (Isaías 27:2-3) ¡El Señor hará lo mismo con nosotros hasta ser completamente entrenados e investidos con la unción de valentía! ¡No estamos solos en esta travesía!

Si usted está pensando que no califica, piense en David que era un total desconocido y estaba envuelto en la rutina de la vida.

Quizás usted se identifique parcialmente o totalmente con la secuencia en la vida de David. Ha estado así durante años, quizás medio confundido en cuanto a su trayectoria espiritual, cuando en realidad todo lo que le ha sucedido ha sido precisamente preparado por Dios para su bien.

Dios quiere que usted sea parte de la Iglesia victoriosa de la cuarta ola del Espíritu Santo y que haga la obra de Dios con la unción de valentía. Si está dispuesto a ser equipado totalmente, continúe leyendo el próximo capítulo.

(Tomado del libro “La Cuarta ola del Espíritu Santo” escrito por Ritchie Pugliese y publicado por Editorial Vida)

 

 

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