Smith Wigglesworth nació en 1859 en una familia muy pobre. Su padre hacía trabajos manuales por muy poco dinero. El propio Smith se puso a trabajar a la edad de seis años para ayudar con los ingresos familiares. A las seis de la mañana comenzaba arrancando cebollas, y a las siete trabajaba en un molino de lana durante doce horas al día. Sus padres no conocían a Dios, pero Smith tenía hambre en su corazón por conocerlo. Incluso de joven oraba en el campo. Su abuela fue una cristiana decisiva en su vida. Ella era una metodista wesleyana y llevaba a Smith a las reuniones con ella. En una de esas reuniones se cantaba una canción sobre Jesús como el Cordero y Smith comprendió el amor de Dios por él y ese día tomó la decisión de creer en Cristo para su salvación. Inmediatamente se llenó del deseo de evangelizar y llevó a su propia madre a Cristo.
Smith tuvo varias experiencias en la Iglesia mientras crecía. Primero fue a una iglesia Episcopal y luego a los trece años a una iglesia Metodista Wesleyana. Cuando tenía dieciséis años se involucró en el Ejército de Salvación. Se sintió profundamente llamado a ayunar y orar por las almas perdidas. Allí el vio a mucha gente venir a Cristo. A los diecisiete años, un mentor le habló del bautismo en agua y decidió bautizarse. El Ejército de Salvación en aquellos días estaba experimentando un tremendo mover del poder de Dios. El describe a las reuniones donde “muchos se postraban bajo el poder del Espíritu, a veces hasta veinticuatro horas seguidas”. Oraban, ayunaban y clamaban por la salvación de cincuenta o cien personas durante la semana y posteriormente veían concretado lo qué habían orado.
A los dieciocho años Smith dejó la fábrica y se convirtió en plomero. Se mudó a Liverpool cuando tenía veinte años y continuó trabajando durante el día y ministrando durante su tiempo libre. Se sintió llamado a ministrar a los jóvenes a los cuales invitó a las reuniones. Ellos eran indigentes y harapientos, a quienes a menudo los alimentaba y cuidaba. Cientos de ellos fueron salvos. A Smith a menudo se le pedía que hablara en las reuniones donde se predicaba sobre la salvación y el se quebraba y lloraba bajo el poder de Dios. En dichas reuniones muchos fueron conducidos al arrepentimiento a través de este hombre inexperto. A los veintitrés años regresó a Bradford y continuó su trabajo con el Ejército de Salvación.
En Bradford, Smith conoció a Mary Jane Featherstone, conocida como Polly, la hija de un conferencista que hablaba sobre la abstinencia. Ella se fue de su casa y fue a Bradford a trabajar como sirvienta. Una noche se sintió atraída por una reunión del Ejército de Salvación. Escuchó a una mujer evangelista llamada Gipsy Tillie Smith, y le entregó su corazón a Cristo. Smith estaba en esa reunión y vio el corazón de Polly por Dios. Polly se convirtió en una entusiasta salvacionista y el general Booth le concedió un cargo. Con el tiempo desarrollaron una amistad, aunque Polly fue a Escocia para ayudar con un nuevo trabajo del Ejército de Salvación. Con el tiempo se mudó a Bradford y se casó con Smith, quien estaba muy enamorado de ella.
La pareja trabajó junta para evangelizar a los perdidos. Abrieron una pequeña iglesia en una zona pobre de la ciudad. Polly predicaba y Smith hacía los llamados al altar. Sin embargo, durante una temporada, Smith estuvo tan ocupado con su trabajo de plomería que su fervor evangelístico comenzó a menguar. Polly continuó de todas maneras, lo que llevó a Smith a la convicción de decidir servir a Dios.
Un día, mientras Smith trabajaba en la ciudad de Leeds, se enteró de una reunión de sanidad divina. Se lo contó a Polly que estaba enferma. Así que fueron a esa reunión y Polly fue sanada.
Smith luchó con la realidad de la sanidad divina, mientras él mismo estaba enfermo. Decidió dejar la medicina que estaba tomando y confiar en Dios. ¡El fue sanado! Tuvieron cinco hijos, una niña y cuatro varones. Una mañana, dos de los niños estaban enfermos. El poder de Dios se manifestó, oraron por los niños y fueron sanados instantáneamente. Smith luchó con la idea de que Dios quería usarlo para sanar a los enfermos en general. El juntaba un grupo de personas en Leeds y las llevaba a la oración. Los líderes de las reuniónes que se hacían se fueron a una convención y dejaron a Smith a cargo. El estaba horrorizado. ¿Cómo podría dirigir una reunión sobre sanidad divina? Trató de pasarle la responsabilidad a otra persona, pero no pudo. Finalmente dirigió la reunión y varias personas fueron sanadas. A partir de ese momento, Smith comenzó a orar por la sanidad de las personas.
Smith tenía que dar otro salto en su vida espiritual. Había oído hablar que los pentecostales estaban siendo bautizados en el Espíritu Santo. Fue a las reuniones y estaba tan hambriento de Dios que creó un alboroto y los miembros de la iglesia le pidieron que se detuviera. El se fue a orar y oró durante cuatro días. Finalmente se estaba preparando para regresar a casa cuando la esposa del Vicario oró por él y Smith cayó bajo el poder de Dios y habló en lenguas. Todo cambió después de eso. El caminaba junto a la gente y ellos caían bajo la convicción del Espíritu Santo y eran salvos. Comenzó a ver milagros y sanidades y la gloria de Dios caía cuando oraba y predicaba.
Smith tuvo que responder a las muchas llamadas que recibió para predicar y por eso dejó su negocio por el ministerio. Polly murió inesperadamente en 1913, y esto fue un verdadero golpe para Smith. Fue allí que oró por ella y ordenó que la muerte la liberara. Ella resucitó pero le dijo: – Smith, el Señor me quiere -. Su respuesta desconsolada fue: – Si el Señor te quiere, no te voy a retener -. Ella había sido su luz y alegría durante todos los años de su matrimonio, y estaba profundamente afligido por la pérdida. Después de que enterraron a su esposa, él fue a la tumba, sintiendo que quería morir. Cuando Dios le dijo que se levantara y se fuera, Smith le dijo que sólo lo haría si – me das una doble porción del Espíritu, la de mi esposa y la mía. Entonces iré y predicaré el Evangelio. – Dios fue misericordioso conmigo y respondió a mi pedido dijo Smith. Su hija Alice y su yerno James Salter comenzaron a viajar con él para manejar los asuntos del ministerio.
Smith oraba y los ciegos veían, los sordos eran sanados, la gente salía de las sillas de ruedas y los cánceres fueron destruidos. Una historia notable es cuando oró por una mujer en un hospital. Mientras él y un amigo oraban, ella murió. La sacó de la cama, la puso contra la pared y dijo: – en el nombre de Jesús reprendo esta muerte -. Todo el cuerpo de la mujer comenzó a temblar. El le dijo: – en el nombre de Jesús anda -, y ella caminó. Dondequiera que iba, enseñaba y luego demostraba el poder de Dios. Comenzó a recibir solicitudes de todo el mundo. Enseñó en Europa, Asia, Nueva Zelanda y muchas otras áreas. Cuando la multitud que iba a sus reuniones se hizo muy grande, comenzó una “sanidad total”. Él hacía que todos los que necesitaran sanidad se impusieran las manos sobre sí mismos y luego él oraría. De esa manera cientos eran curados al mismo tiempo.
Durante el ministerio de Smith se confirmó que 14 personas fueron levantadas de entre los muertos. Miles fueron salvos y sanados y él impactó continentes enteros para Cristo. Smith murió el 12 de marzo de 1947. Su ministerio se basó en cuatro principios: “Primero, lee la Palabra de Dios. Segundo, consume la Palabra de Dios hasta que te consuma. Tercero, cree en la Palabra de Dios. Cuarto, actúa de acuerdo con la Palabra”.