INFORME ESPECIAL: LA CRÍTICA DESPIADADA CONTRA LOS SIERVOS DE DIOS

Por Ritchie Pugliese

¿Cuál debe ser la actitud espiritual de un cristiano para con los siervos de Dios?

Una de las actitudes más nocivas que encontramos dentro de la Iglesia hoy es el hablar mal de los siervos de Dios, de aquellos que están en los ministerios de Efesios 4:11 (Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros).

Muchos justifican tal actitud de diferentes maneras y con gran cantidad de argumentos, pero, ¿qué dice la Palabra de Dios?

Hay dos pasajes que tratan este tema:         

En 1 Crónicas 16:22 leemos: “No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.”

Salmos 105:14-16: “No consintió que nadie los agraviase, Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas. Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan.”

Basados en el concepto de que “el Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo Testamento y que el Antiguo Testamento está revelado en el Nuevo Testamento”, podemos decir que estos pasajes siguen vigentes para la Iglesia de Cristo.

Si leemos el contexto de los pasajes, notaremos que es Dios mismo el que está hablando y no es la opinión de una persona. Dios enfáticamente dice en su Palabra que no toquemos a sus ungidos y les hagamos daño a sus siervos, y por lo que leemos en el Salmo 105 habla de “hambre y escasez” para los que lo desobedecen. La contrapartida neo-testamentaria de estos pasajes del Antiguo Testamento sería el de 1 Timoteo 5:17: “Los ancianos (se refiere a los pastores, líderes) que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”.

Ante estas demandas de la Palabra de Dios (las demandas de Dios son en realidad una orden espiritual) quedan dos alternativas: Obedecer o desobedecer. Todos bien sabemos que para agradar al Señor y honrarle debemos obedecer sus preceptos.

La problemática que vemos hoy es que muchos creyentes parecieran arrastrar todavía de la vieja vida sin Cristo, la falta de respeto y rebeldía hacia cualquier autoridad (sea espiritual, gubernamental,escolar, etc), donde criticaban, insultaban, calumniaban y hablaban toda clase de injurias sin importarles nada.

Ellos creen tener el derecho de hablar mal, criticar, juzgar, generalmente avalando su posición diciendo que tienen razón y mencionando cosas negativas de los siervos de Dios.

Tocar a los ungidos de Dios tiene un significado que no muchos cristianos entienden: Significa oponerse a Dios. Los ungidos de Dios son aquellos que están en el ministerio de Dios y ocupan un lugar de liderazgo en Dios, por eso uno debe ser muy cuidadoso lo que piensa y habla de ellos. Es probable que algunos de ellos no sea de nuestro agrado, pero… ¡Dios los defiende con uñas y dientes! Esto lo vemos reflejado en Isaías 54:17: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová….” Aquí hay una promesa de protección para los siervos ungidos del Señor cuando son atacados verbalmente.

Tenemos que ser sinceros y reconocer que no todos los siervos de Dios son de nuestro agrado y que no nos identificamos con ellos, sea por su manera de ser, predicar o desarrollar un ministerio, pero eso no nos da el derecho de criticar o hablar mal de ellos.   

Solo Dios es perfecto, por eso debemos saber que debajo del cielo aún los siervos santos y ungidos de Dios muchas veces cometen errores y faltas, pero eso no significa que debamos hablar mal de ellos.

La crítica, calumnia la reciben practicamente todos aquellos que están en autoridad espiritual. En realidad, no hace falta que un siervo de Dios caiga en pecado o haga algo malo para que lo critiquen, ¡muchas veces la gente critica despiadadamente aún a los siervos ungidos que caminan en santidad e integridad!

Hace muchos años hablando con un pastor experimentado me preguntó: – Ritchie, ¿no han empezado a hablar mal de ti todavía? – Yo lo mire asombrado y le dije: – No, pastor, no he hecho nada malo para que la gente hable mal de mí.- Entonces el pastor me respondió: – Cuando comiences a sobresalir de los demás por tu posición ministerial o ministerio, hagas lo bueno o lo malo, van a hablar mal de ti. ¡Así que prepárate! –

La lengua no domesticada por el Espíritu Santo es un arma peligrosa. Es como un cuchillo al cual podemos utilizar para cortar los alimentos o matar a alguien, y es precisamente con la lengua que generalmente lanzamos palabras (inflamadas del mismo infierno) para hablar mal de los siervos de Dios.

Ahora bien, ¿Cuál debe ser la actitud espiritual de un cristiano para con los siervos de Dios?

Podemos subdividirla en dos situaciones:

1. Cuando nos enteramos que un siervo ungido de Dios ha caído en algún pecado de índole moral o predica algo de lo que no estamos de acuerdo

La actitud espiritual de un cristiano, cuando descubre que alguna autoridad espiritual ha errado el camino moralmente, o ha hecho algo que no corresponde, no debe ser el de ponerse en juez para acusarlo, flagelarlo y hundirlo aún más con palabras de condenación y mucho menos ir a contarle a todos lo sucedido.

La actitud correcta espiritual es la que el Señor tendría: Experimentar un gran dolor porque un hijo suyo se ha desviado y porque el nombre de Dios y de Su Iglesia ha sido desprestigiado, y un anhelo sincero de que este siervo ungido caído sea sanado, restaurado lo antes posible por sus autoridades espirituales.

A lo largo de mis años de creyente he visto una y otra vez la horrible conducta de aquellos que parecieran no solo gozarse cuando se enteran que un siervo cayó en pecado o hizo algo desagradable a los ojos de Dios, sino que además se suman a otros para “expandir” la noticia hablando mal de ese siervo y desprestigiarlo ante todo aquél que se le cruce por el camino. Si les preguntamos por qué lo hacen, ellos responden con una actitud condenatoria: – ¡Se lo merece! –

¿Usted cree que esta actitud representa la compasión que un cristiano debe tener ante un general del Reino de Dios que ha caído y está herido? Lo más increíble de todo esto es que esta misma gente es la que luego va a la iglesia, levanta las manos alabando a Dios como si nada hubiera pasado. No sienten ningún compungimiento por lo que han dicho, revelando una gran dureza en sus corazones.

Más allá de que algunos consideren que existen “razones justificadas” para hablar mal de un siervo de Dios, la actitud correcta del creyente maduro espiritual seguir es lo que dice la Biblia: “no tocar a los ungidos de Dios ni hacerles daño”, ya sea de hecho o en palabras.

2. Cuando escuchamos que otros hablan mal de algún siervo de Dios y les prestamos atención, creyendo en lo que han dicho

Aquí la situación es diferente pero el concepto bíblico es el mismo. En la mayoría de los casos los siervos de Dios viven agradando a Dios y desarrollando su ministerio con fidelidad, pero suele suceder que a ciertos creyentes a veces no le gusta “algo” de ese pastor, puede ser su prédica, algún comentario que dijo, el estilo de congregación que desarrolla, o directamente no les cae bien su personalidad o porqué pasó a las apuradas sin saludar. Entonces, comienzan a hablar mal de él.

La mayoría de la gente cuando habla mal de un siervo de Dios, generalmente lo hace a sus espaldas. Esparce el veneno calumniador llamando a otros para infectarlos y “contarles a verdad” y esparcir rumores, pero nunca se atreven a hablar directamente con el siervo de Dios. Esta misma gente es la que cuando está frente a frente con el siervo de Dios le dice: “Mi pastor, ¡usted es una bendición!”, pero luego a sus espaldas dice lo contrario.

Aquí estamos ante otra situación, donde el espíritu de rebelión comienza a moverse dentro de la congregación e infecta a aquellos que viven vidas mediocres o carnales. Cuando alguien comienza a poner dudas en el corazón de la gente hablando comentarios negativos sobre los siervos de Dios, lo que está haciendo en realidad es poner semillas de descrédito y a la vez semilla de división.

El espíritu de rebelión siempre promueve al espíritu de división. Cuando esto sucede, el diablo comienza a hacer estragos en la congregación local y a menos que se la enfrente, y detenga, directamente puede destruir una congregación.

En el Antiguo Testamento tenemos dos pasajes donde opera la rebelión. Uno fue la rebelión de Coré y los 250 líderes de Israel que se rebelaron contra Moisés (Números 16). Piense un instante: ¿Había hecho algo malo o había caído en pecado Moisés? En absoluto. Él era un varón de santidad e integridad pero aún así se levantaron contra él aquellos que estaban infectados con un espíritu de rebeldía. Todos sabemos cómo termino la historia: Dios defendió a su siervo y exterminó a todos los rebeldes.

El otro pasaje es cuando María, la hermana de Moisés, criticó a su hermano por haberse casado con una mujer cusita (Africana) (Números 12). María era mayor de edad en la familia pero en la congregación Moisés era una autoridad espiritual sobre ella. ¿Había hecho algo malo Moisés? En absoluto. María se creyó que tenía el derecho de hablarle así y se olvidó de la investidura espiritual que el ungido de Dios tenía. ¿Qué sucedió? Dios defendió a Moisés y María se llenó de lepra (figura del pecado) y tuvo que ser echada del campamento por varios días.

En ambos casos Dios siempre defendió a sus siervos y los rebeldes fueron castigados y destruidos. Si esto fue “bajo la ley”, ¿usted cree que puede ser menor ahora que vivimos “bajo la Gracia”?

Cuando alguien habla contra un ungido de Dios se mete en problemas con Dios, ¡y siempre es mejor tenerlo al Señor a favor y no en contra! ¿No le parece?

Ahora bien ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano lleno del Espíritu Santo para con los ungidos de Dios?

1. Respetar con su actitud, pensamiento, palabras y acciones a los siervos de Dios, a todos los siervos de Dios.

2. Decidir no involucrarse en comentarios, criticas, calumnias que se hacen a espaldas de los siervos de Dios. Evite relacionarse con personas que siempre tienen un chisme o comentario negativo sobre los pastores.

3. Nunca participar ni dar su apoyo a personas o grupos que pretenden dividir una congregación local, argumentando “que el pastor está equivocado”. Los grupos rebeldes que se dividen, seguirán siempre con ese “espíritu divisor” y continuarán de división en división, dando lugar al enemigo.

4. Si usted ve algo que le desagrada de su pastor, pida una entrevista y dígaselo personalmente siempre con respeto y sin un espíritu condenatorio. Si no puede hablar con él o el no desea recibirlo, decida no hablar del tema con otra persona, y busque otro lugar donde congregarse.

5. Detrás de las críticas, calumnias a un siervo de Dios siempre está el espíritu de rebelión operando. Los creyentes espirituales cubren espiritualmente a los siervos de Dios e interceden por ellos si ven algo malo o se han enterado de que algo malo les ha sucedido.

6. El creyente lleno del Espíritu Santo siempre se goza en la verdad de Dios, nunca en la crítica despiadada contra un siervo de Dios.

7. Recuerde que un comentario desacreditando a los siervos de Dios puede lesionar y aun destruir la fe de los nuevos e inmaduros espirituales que lo escuchan. Si ellos se apartan del camino por lo que usted les dijo, ¡usted está en problemas con Dios por haber sido la piedra de tropiezo para ellos! ¡Cuidado!

8. Cuando usted vea algo que no le agrada de su pastor (ya sea por algo moral o doctrinal), no se quede en esa congregación hablando mal de este pastor a todos, sino decida retirarse sin causar ningún problema o división. Decida no ser parte de una división bajo ningún punto de vista y nunca más con nadie hable del tema.

9. Nunca olvide, que a los que están en el ministerio, los que los supervisan son los que tienen la autoridad espiritual para corregirlos o disciplinarlos cuando fuera necesario. Nunca los que están debajo de una autoridad espiritual pueden juzgar ni corregir a un superior. Cuando hacen eso, por mejor intención que tengan, originan una división en la congregación. Es como pretender que el empleado de los mandados de una fábrica vaya a la oficina del director y le diga que está equivocado con lo que hace. ¡Usted bien sabe lo que sucederá! Al director de la empresa lo corrige el dueño de la empresa y nunca los empleados.

10. Recuerde que Dios tiene un trato especial con sus siervos para corregirlos y disciplinarlos. Eso lo vemos en la vida de David cuando cayó en adulterio con Betsabé. Dios envió un profeta para corregirle y restaurarle y no el copero u otro sirviente. Dios trata muchas veces directamente con el siervo ungido de Dios que se ha deslizado y pecado para intentar restaurarlo.

11 Cuando se entere de la caída de algún pastor o ministro (sea de su iglesia local o de algún otro lugar) abra la boca únicamente para interceder por ellos y para que el Señor los restaure, pues cuando una autoridad espiritual cae (y cuanto más conocida sea) causará un gran escándalo el cual será utilizado por el diablo para enfriar la vida espiritual de muchos, hacer que otros apostaten aún de la fe y que el nombre y la Iglesia de Dios sean menospreciados y desacreditados.

En esta hora yo le invito a usted, si ha participado en conversaciones contra algún siervo de Dios o ha hablado directamente contra un (o muchos) siervo de Dios, a que se arrepienta ante el Señor y decida a partir de hoy a ser un creyente fiel.

Si tiene la posibilidad de ir a hablar con el pastor al cual usted habló o difamó injustamente, hágalo y su vida espiritual jamás será la misma. Experimentará vergüenza, pero es preferible eso y experimentar la paz de Dios que callar y quedarse contaminado.

Si no tiene la posibilidad de hablar directamente con ese pastor por causa de la distancia, haga una oración de arrepentimiento. Por ejemplo:

“Dios mío, me doy cuenta hoy el daño que he hecho contra ti, contra tu Iglesia y contra el pastor (mencione su nombre) por haber hablado mal de él, por calumniarlo y esparcir comentarios negativos sobre su persona y ministerio. Me doy cuenta ahora que he pecado contra ti y contra tu siervo, tu ungido. Te confieso ahora mi pecado y te pido que me limpies de toda maldad y me perdones (1 Juan 1:9). Limpia mi corazón y guarda mis labios para que puedan ellos sentir y expresar lo que conviene, lo santo y lo puro de tu Palabra. Gracias Jesús. Amen”

Decidamos ser de aquellos que suman y no dividen, que juntan y no desparraman. Decidamos ser hombres y mujeres de Dios obedientes a los preceptos de Dios en cuanto al trato con sus ungidos, sus siervos. Si hacemos esto, nuestra vida espiritual crecerá, nuestra madurez se desarrollará y el reino de Dios avanzará.

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