EL EFECTO DE NUESTRAS PALABRAS

Por Ritchie Pugliese

En las Sagradas Escrituras, vemos que Dios en el principio utilizó la palabra para crear. En Génesis capítulo uno se repite varias veces la frase: “dijo Dios”.  Posteriormente, al crear al ser humano, le dio la capacidad distintiva de hablar no solo para comunicarse sino también para crear. Este principio lo vemos reflejado cuando el Señor le trajo a Adán los animales para que les pusiera nombre. Génesis 2: 19 dice: “y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre”.

Para Dios las palabras que decimos tienen un efecto, que va mucho mas allá de simplemente poder hablar.

Para el Señor es tan importante lo que expresamos, decimos, que nos ha dado un marco de referencia y a la vez un límite para poder hacerlo. Romanos 12:14 dice “bendecid y no maldigáis”.

Aquí el concepto es claro: No hemos sido llamados a decir cualquier cosa descuidadamente con nuestras palabras sino que hemos sido llamados a hablar con propósito, es decir,  bendecir con nuestras palabras,… pero para ser sinceros muchas veces no lo hacemos.

Una aclaración importante para tener en cuenta es que “maldecir” no significa solamente decir palabras obscenas o malas palabras, implica mucho más, y de eso quiero hablar y enfocarme hoy.

Quiero mencionar brevemente algunos pasajes de la Palabra donde se nos muestra la importancia y efecto de nuestras palabras y la posibilidad que tenemos de bendecir o maldecir.

  1. Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama (le da rienda suelta, la complace) comerá de sus frutos.”
  2. Mateo 12:36-37 “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa (del hebreo Argon, significa: Hablar descuidadamente) que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
  3. Proverbios 12:18 “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.”

La palabra “golpes” en el hebreo es “madqara” y significa “perforar”. Las palabras que no bendicen perforan el alma.

  1. Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.”

Las palabras que no bendicen quebrantan el espíritu.

Cuando analizamos el alcance y efecto de las palabras, vemos que ellas se pueden expresar o transmitir en tres direcciones diferentes:

  1. Las palabras que nosotros decimos contra nosotros mismos
  2. Las palabras que nosotros les decimos a otras personas
  3. Las palabras que otros pueden decirnos a nosotros

Por ejemplo:

  1. Palabras de los padres hacia los hijos

Texto bíblico: Lamentaciones 5:7 “Nuestros padres pecaron, y han muerto, y nosotros llevamos su castigo”

Ejemplo de palabras ociosas:

“Eres un inútil; “eres un burro”; “Eres el más malo y rebelde de todos”; “No sabes hacer nada bien”;  “No tienes capacidad para nada”; “Eres muy torpe”; “Nunca harás nada bueno en la vida”; “Solo me ocasionas problemas” ; “Eres insoportable como tu madre”; “eres rebelde como tu padre”.

¡Estas palabras son golpes de espada que perforan el alma y quebrantan el espíritu de los hijos!

  1. Entre los cónyuges (esposo-esposa)

Texto bíblico: Génesis 31:32

Jacob estaba casado con Raquel y su suegro Labán lo había acusado de robarse unas imágenes religiosas. Entonces Jacob le dice: “Aquel en cuyo poder hallares sus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado”

¿Qué hizo Jacob? Invocó una maldición sobre el que se había robado el ídolo sin saber que había sido su esposa.

¿Cuál fue el resultado? ¿Qué pasó después?

Leamos Génesis 35:16-19 “Después partieron de Betel…cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto…asi murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén”

Las palabras negativas, de maldición del esposo afectaron a su esposa. (Se confirma lo que dice Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua).

Ejemplo de palabras ociosas:

“Nunca aprenderás a cocinar bien”; “Eres una mujer fría”; “Cada día estas más gorda”; “Por más que te arregles seguirás siendo fea”; “Un niño sabe manejar mejor el dinero que tu”; “Eres el/la culpable de mis desdichas”. “vivir contigo es un tormento”, etc.

Las palabras ociosas también pueden suceder en otros ámbitos, como ser:

  • entre maestro que le dice al alumno que es incapaz de hacer bien las tareas;
  • un jefe que le dice a su empleado que es un incapaz y que nunca progresara en ningún lugar…
  • y también lo menciono sin explayarme que esto también puede suceder entre un pastor y un miembro y entre hermanos en Cristo…

Deje para el final las palabras ociosas que nosotros decimos contra nosotros mismos

Proverbios 6:2 dice: “Te haz enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios”

Ejemplo de palabras negativas:

“¡Estoy cansado de vivir así!”; “De esta situación no me salva ni Dios”; “Nací para perder”; “mi destino es el fracaso”; “Me doy por vencido”; “Todas las puertas se me cierran a mí”; “Que me parta un rayo”; “Nací para vivir como un infeliz”; etc.

Como renunciar al efecto de las palabras ociosas, negativas que decimos y/o nos han dicho:

Job 22:28 dice: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz.”

El pasaje primero dice “determinarás“, o sea, “decidir, decretar”; luego dice “una cosa” (del hebreo “omer” que significa: “Una palabra, una orden, una promesa”) y posteriormente dice “y te será firme” (del hebreo “qum”, que significa: “surgir o levantar, como una planta crece).

Entonces, lo que necesitamos hacer es:

  1. Determinar detectar las palabras que decimos o nos dijeron.
  2. Luego haz una cosa: Cancelarlas en el nombre de Jesús para que no queden más en el asiento de nuestras emociones.
  3. Reemplazarlas por alguna palabra de Dios, que estimule nuestra y fe y nos dignifique.

El efecto de las palabras es algo poderoso, por eso, decidamos ser de aquellos que quieren ser canales de bendición con sus palabras. ¡Hemos sido llamados a bendecir!

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