Por Ritchie Pugliese
Hace varios años fui invitado a ministrar la Palabra de Dios a una reunión distrital para Pastores y Ministros. Minutos antes de darme lugar para predicar, uno de los líderes principales ocupó la plataforma para saludar y hacer un comentario.
En un momento determinado dijo algo que me sorprendió: – Amados ministros, tengo que darles con dolor una mala noticia: El Rev. “XX” ha caído en pecado y dejado el ministerio -. Ese comentario trajo un murmullo general entre los presentes, pero lo que iba a decir a continuación seria aún más sorprendente, al menos para mí en ese tiempo: – Además, debo decirles con profundo dolor y vergüenza que esa mala noticia era esperada y deseada por mucha gente –
En ese instante ya no pensé más en el siervo que había caído sino en la frase “esa mala noticia era esperada y deseada por mucha gente”. Me aseguré de haber escuchado bien y me hice la pregunta que me llevó posteriormente a investigar en la Palabra de Dios: ¿Cómo es posible que hermanos en Cristo y ministros del Señor estuvieran deseando y esperando la caída de otro hermano en la fe y siervo del Dios Altísimo? Más adelante me enteré que el hermano “caído” en realidad había sido falsamente acusado, y removido injustamente de su posición en la fraternidad. Todos esos falsos comentarios hicieron que luego de más de treinta años intachables, tuviera que irse de la denominación como escapando por la puerta trasera. Existieron falsos comentarios, acusaciones falsas y calumnias que fueron esparcidas y tomadas como verdaderas, perjudicando a este santo varón de Dios. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Acaso no era un hombre honesto, santo e irreprensible? ¿Cómo Dios permite que eso le suceda a un hombre de integridad?
Los años han pasado y la experiencia ministerial, sumada a la sabiduría de Dios, me ha llevado a entender que esto sucede muchas veces. La mayoría de los que estamos en el ministerio generalmente hemos sido alertados para cuidarnos de la tres “F” (faldas, fama, finanzas) pero no le hemos dado importancia, para cuidarnos y protegernos, de lo que yo he llamado las tres “D” destructoras que operan contra los siervos de Dios de Efesios 4:11.
Antes de compartir cuáles son las “tres D”, debemos decir que no es la primera vez (y lamentablemente no será la última) en la que los siervos de Dios, fieles y santos, son falsamente acusados por personas utilizadas por el diablo, para eliminarlos de su carrera espiritual e imposibilitar que causen daño al reino de las tinieblas y cumplan su destino en Dios. La Biblia nos enseña a que no debemos estar ciegos a las maquinaciones del enemigo, por eso, preste atención a lo que sigue.
¿Cuáles son las tres “D” destructoras?
Estas tres palabras son ramificaciones del espíritu destructor que viene contra los siervos del Señor: Difamación, Descrédito y Defenestrar. Analicemos brevemente cada una de ellas:
1. DIFAMAR
Esta palabra significa “desacreditar a una persona”. En el idioma original griego esta palabra tiene dos acepciones:
a) “blasfeméo” (En 2 Pedro 2:12 dice “hablando mal de cosas” y 1 Timoteo 1:20 dice “para que no aprendan a blasfemar”)
b) “Dusfeméo” (Esta palabra aparece en 2 Corintios 6:8 donde dice: “mala fama”)
Difamar, entonces significa hablar mal, blasfemar (o maldecir) y crearle mala fama a un siervo irreprensible del Señor, a través de comentarios mentirosos y falsas acusaciones.
2. DESCRÉDITO
Esta palabra significa “perdida de la (buena) reputación”. En el idioma original griego esta palabra es “oneidismós” y se la traduce como “vituperios”. A su vez esta palabra deriva de “oneidizo” que significa “injuriar”.
Estas palabras aparecen el pasaje de Romanos 15:3: “los vituperios (o injurias) de los que te vituperaban (o injuriaban), cayeron sobre mi”; en 1 Timoteo 4:10 leemos; “sufrimos oprobio (o injurias)”; en Hebreos 10:32-33: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios (o injurias) y tribulaciones…”
Descrédito, entonces significa hablar mal de un santo siervo de Dios, para injuriarle a fin de que pierda su buen testimonio ministerial.
3. DEFENESTRAR
Esta palabra significa: “arrojar al vacío a una persona a través de un balcón o ventana”. Esta palabra no la encontramos en la Biblia directamente pero si su efecto destructor. Es similar a la palabra calumnia, por la cual una persona es bajada de su pedestal o lugar de autoridad debido al efecto negativo de tales palabras acusatorias.
En 3 Juan vv. 9-10 leemos acerca de esto: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros…” ¿Qué hacia Diótrefes? Defenestraba malignamente con calumnias a Juan, fiel siervo de Dios. Es por eso que en el v.11 el Apóstol Juan le da un consejo a Gayo, el amado, diciéndole: “Amado, no imitéis lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.” En este contexto, lo malo es defenestrar a los siervos de Dios. Por cierto, jamás Dios aprueba tal comportamiento.
Contra quiénes va dirigido este ataque del enemigo:
Aquí es bueno hacer una aclaración: Esta clase de ataque no es para cualquier persona que dice servir a Dios, es para aquellos que caminan en santidad y hacen la obra que Dios aprueba. Esta clase de siervos son los que causan estragos en el reino de las tinieblas, por lo cual hace movilizar al enemigo para intentar detenerlos, frenarlos y hacerlos desaparecer si fuera posible. Cuando un siervo de Dios abiertamente está en pecado y desobediencia, el mismo ha dejado la puerta abierta para ser destruido por el enemigo y no hace falta que sea acusado de nada, pues con lo que ha hecho alcanza y sobra para quedar descalificado espiritualmente, aunque siga activo en el ministerio.
Alguien dijo en verdad que hay que ser una verdadera amenaza para la obra de satanás para que él se moleste en señalarnos y ser víctima de sus infames ataques. Por eso usted verá a muchos que “sirven” y nunca les pasó ni pasará nada de lo que estamos hablando, pero usted verá a alguien seriamente comprometido con la causa de Dios, ungido y equipado contra las fuerzas de maldad, y verá a alguien severamente atacado por el enemigo en diversas etapas ministeriales.
En 1 Timoteo 4:10 leemos: “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios.”; en Hebreos 10:32-33 leemos: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos, por una parte, y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante”. Note las palabras del escritor, habla de un “gran combate” que es familiar para todos los que hacen la obra de Dios. Bajo el punto de vista bíblico, lo normal es el ser atacado por el enemigo para descalificarnos de la batalla espiritual. Usted debe vivir cada día armado de ese pensamiento y tomar las precauciones necesarias.
La voluntad de Dios es que todos sus ministros tengan buen testimonio dentro y fuera de la iglesia, para no caer en descrédito y en lazo del diablo (1 Timoteo 3:7). El enemigo, conocedor de ésta Palabra, lanza sus ataques para lograr el descrédito y enlazar a los siervos del Señor.
Como vienen los ataques del enemigo sobre los fieles siervos de Dios:
Los ataques más feroces no vienen de afuera sino de adentro, de lo que llamamos “la Iglesia”. La carne no quebrada, las envidias, los celos, la competencia y el dejar puertas abiertas por heridas interiores no sanadas, son las vías por donde el enemigo lanza su ataque. El diablo utiliza la carnalidad del creyente para entrometerse y lanzar sus ataques contra los siervos de Dios.
A través de los años, muchos santos varones y mujeres de Dios han sido falsamente acusados por comentarios que llegaron a oídos de la gente, en forma de chisme, originando una infección espiritual, que hizo levantar a la gente con un dedo acusador, para desprestigiar la integridad ministerial de los siervos del Señor y rechazar su ministerio. Muchas iglesias se han dividido y cerrado por esta causa; muchos ministros han tenido que dejar ministerios, ciudades y huir como si hubieran sido realmente culpables.
Santiago 4:1 dice: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? “En el v.2 dice cuáles son las pasiones: “codicia y envidia”. En Gálatas 5:20-21, también se habla de las obras de la carne que fluyen en el creyente no quebrantado ni lleno del Espíritu Santo: “enemistades, pleitos, celos, contiendas, envidias”.
En 1 Corintios 3:1-3 Pablo le dice a los Corintos que nos les puede hablar como a personas maduras en la fe sino como a carnales, como a niños en Cristo. ¿Por qué les dijo así? “porque aun sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y divisiones; ¿no sois carnales, y andáis como hombres (que no tienen a Cristo)?”
Santiago 3:6 dice acerca de la lengua: “la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua esta puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” Aquí claramente la Palabra dice que el diablo utiliza la lengua del creyente carnal para lanzar su feroz ataque contra los santos siervos del Señor.
Existe gente que frecuenta nuestras iglesias y luego de un tiempo se van desparramando veneno contra los pastores o autoridades espirituales, haciendo que muchos otros dejen esa congregación; a otros quizás el pastor les ha dado lugar para desarrollarse y comienzan a sentirse celosos y a envidiarle, por eso hablan detrás de él para dividir la iglesia. Otros, aún luego de haberse ido a otra congregación siguen hablando y calumniando injustamente originando un descrédito sobre la vida y ministerio de ese ministro.
¿Qué podemos hacer los siervos del Señor ante estos ataques?:
Algunos consejos útiles para tener en cuenta:
1. La crítica, calumnia, etc., vienen por ser una autoridad espiritual de parte de Dios. Es parte del ministerio público. A Jesucristo le sucedió, a los apóstoles de la iglesia primitiva también. Recuerde que el estar al frente de una congregación, ministerio, lo hace estar más expuesto al ataque difamador del diablo. Usted será criticado haga lo bueno o lo malo.
2. Tome lo que el enemigo envió para destruirlo, para ser usted mismo edificado. Tome todo ese espíritu de falsa acusación para mantenerse siempre en el sendero de la humildad y dependencia de Dios. La crítica nos mantiene humildes o nos hace levantar con soberbia. Elija lo primero y Dios le va a exaltar.
3. Aprendamos a reconocer nuestros errores cuando fallamos. Examine la crítica que recibe para examinar su corazón ante Dios. Pregúntese: – Señor, ¿Yo he hecho algo que dio lugar para ser criticado? – Recuerde que el único infalible es el Señor y muchas veces podemos ser nosotros los causantes de las críticas.
4. Trabaje espiritualmente para que esos ataques no le hagan retroceder en su llamado ni lastimen su corazón. Decida perdonar a aquellos que, sin saberlo o premeditadamente, son utilizados por el enemigo. Bendígales en Nombre del Señor. No tome represalias humanas. La venganza le corresponde al Señor.
5. Pida al Señor que sane sus heridas interiores y deje que el Espíritu Santo produzca el fruto de Gálatas 5:22-23.
6. Ante los ataques difamatorios, no se defienda ante los hombres sino reprenda al diablo, causante central del problema. Tenga un grupo de fieles intercesores que puedan batallar junto a usted para atar, reprender y cancelar todo espíritu de calumnia y difamación contra su vida y ministerio.
7. Aférrese a la Palabra que Dios le ha dado a sus siervos en Isaías 54:17 “Ninguna arma forjada (del diablo) contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mi vendrá, dijo Jehová.”
8. Siga haciendo lo que estaba haciendo, es decir, servir a Dios con integridad y fidelidad.
9. Si por causa de la difamación o algún ataque espiritual usted ha perdido alguna posición espiritual, ministerio, recuerde que Dios es justo y fiel para restaurar lo que el enemigo intentó devorar. Créale a Dios que Él le va a levantar y colocar en una nueva y mejor posición espiritual. ¡Dios es fiel y justo con los fieles!
Termino este artículo como debe ser: en forma triunfante. Muchas veces hablar de un tema que pareciera no ser muy “positivo”, puede hacer que nos quedemos con lo malo en vez de lo bueno. Por eso, lea con fe las Palabras del Apóstol Pablo a su hijo espiritual Timoteo. Inspírese, llénese de fe y siga adelante con gozo sirviendo al Señor, en medio de los ataques injustos que está recibiendo. 2 Timoteo 3:10: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquia, en Iconio, en Listra, persecuciones que he sufrido y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.”
¿Qué podemos hacer con la gente que ha sido utilizada por el enemigo para intentar destruirnos?:
Dijimos anteriormente que la clave aquí es mantener nuestro corazón limpio y además sanado. La otra gran trampa del enemigo es que nos sintamos, con razones por cierto, doloridos, con resentimiento o falta de perdón contra aquellos que nos han difamado, y calumniado.
El enemigo sabe muy bien que alguien con un corazón impuro queda imposibilitado de ministrar la Gracia y el Amor del Señor. Por eso aquí la clave es decidir perdonar y aún orar para bendecir en el Nombre del Señor a los que nos han maldecido.
Dios es un Dios que agenda cada cosas que sucede en la tierra y contra sus fieles siervos; Dios es un Dios de recompensa, que premia la fidelidad de sus siervos. Muchas de las personas que en algún momento de nuestro ministerio nos han difamado, calumniado y abandonado injustamente es probable que, con el tiempo, vuelvan a congregarse en nuestra iglesia. La gente que se retira de esta manera incorrecta, de una congregación, si no se ha arrepentido posteriormente, vivirá mal espiritualmente dondequiera que vayan y nunca lograrán plenitud espiritual.
Algunos creen que cambiando de iglesia, Dios olvida lo malo que hicieron. Todo lo que el hombre siembra, cosechará, pero aún ellos, sabiendo esto, seguirán viviendo el resto de sus vidas como si nada hubiera pasado, sin arrepentirse. Otros, y gloria a Dios por esto, vendrán arrepentidos a confesar su pecado y pedirnos perdón. ¿Qué podemos hacer los siervos de Dios ante esta situación?
Aquí van algunas sugerencias:
1. Este es su tiempo de victoria o revancha, usted decide. Cuando alguien venga arrepentido a pedirle perdón, por haberlo difamado tiempo atrás, si usted se quedó resentido y dolorido por años, tomará represalias y no los recibirá en la iglesia nuevamente y les tratará duramente; pero si usted quiere ver la victoria de Dios en todo esto, trátela con misericordia, muéstrele el carácter de Cristo, libérele por fe perdón en el Nombre de Jesús luego de escuchar su confesión.
2. Aproveche la oportunidad para explicarle lo que pasó.
• Explíquele que decida nunca más prestar oídos a lo que no es de buen nombre.
• Segundo, de ahora en más, cuando alguien le hable mal de alguien, que busque la oportunidad para que la persona acusadora pueda decir lo que dijo frente al ministro o la persona acusada.
• Tercero, si anhela vivir una vida llena del Espíritu Santo, que decida no recibir chismes ni comentarios negativos de nadie. Cuando alguien comience a decirle: – ¿Te enteraste de…? – responderle: – Mira, si la persona no está aquí presente prefiero que no me digas nada -. De esa manera se guardará de ser contaminada.
• Cuarto, si escuchó palabras difamatorias, antes de tomarlas como ciertas, ir directamente a la persona afectada para que nos diga cómo fueron las cosas, para saber cabalmente la realidad de la situación.
3. Minístrele espiritualmente para que renuncie a esa influencia negativa
• Cuando una persona escuchó y aprobó como cierto un chisme o calumnia contra un siervo del Señor (o cualquier persona) es necesario guiarla al arrepentimiento, pues ha pecado a los ojos de Dios y ha quedado influenciada por un mal espíritu.
• Ayudarle a que renuncie al espíritu que la ha influenciado a ponerse del lado del enemigo, y orar para cortar dicha influencia de ahora en más en el Nombre de Jesús.
• Estas cosas la persona misma puede hacerlo, pero si fuera necesario usted como ministro puede guiarlos y hacer una oración de autoridad.
Es tiempo que de la Casa de Dios extirpemos todo espíritu o influencia que no sea la del precioso Espíritu Santo. Es tiempo que en la Casa de Dios haya respeto, amor genuino y temor de Dios. Es tiempo que dejemos de colaborar, con nuestra carne no quebrantada con el enemigo y decidamos en todo momento presentar nuestras vidas para servir en pos de Cristo y el Reino de Dios. ¿No le parece que ya es tiempo?
¿Quieres saber más acerca de los ataques del enemigo sobre los creyentes en Cristo? Entra en el siguiente enlace: