Por Ritchie Pugliese
La Palabra de Dios dice lo siguiente en Proverbios 22:1 “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro”
Según el concepto general, una persona vale por lo que tiene pero según lo que enseña la Biblia, lo que importa de una persona es su buen nombre y su buena fama.
El pasaje aquí no enfatiza la propaganda de nuestro nombre para que todos lo conozcan sino más bien la clase de vida que llevamos, nuestra reputación.
Dondequiera que vayamos y nos movamos vamos a ser conocidos y caratulados por la gente. Muchas personas hablarán bien de nosotros, otros (vaya a saber cuál es su motivación) hablarán no tan bien de nosotros, difamando y calumniando nuestro buen nombre. Sea cualquiera la situación en que nos encontremos, nuestra decisión siempre debe ser aprender a ser personas caracterizadas por la integridad. Una persona tiene un buen nombre y buena fama cuando es una persona que vive en integridad a los ojos de Dios y ante los demás.
La integridad no es algo que se hace, produce o una persona obtiene, sino lo que una persona es; tiene que ver primordialmente con ser. La integridad define la clase de persona que uno es.
Una cosa es dar imagen, pero otra muy diferente es ser personas caracterizadas por la integridad.
¿Qué dice la Biblia sobre la integridad? ¿Se puede ser íntegro en medio de una sociedad carente de integridad?
Veamos algunos puntos interesantes que aparecen en la poderosa Palabra de Dios:
1. LA INTEGRIDAD ES UN RAZGO DE CARACTER A LARGO PLAZO
Aprender a caminar en integridad no es algo inmediato que uno lo hace de un día para el otro, sino más bien una característica que se va desarrollando cuando se la practica todos los días.
En el libro de Josué 14:6-14 encontramos a Caleb, que tenía ochenta y cinco años de edad. Caleb siempre había sido una persona de espíritu fiel, caracterizada por la integridad. Él fue uno de los doce espías enviados para observar la tierra prometida (Números 13:30-33). La Biblia dice que sólo Caleb, junto con Josué, trajeron un informe positivo, de fe, y Dios por esa actitud los recompensó grandemente (Números 14:24; Deuteronomio 1:34-36).
Ahora, cuarenta y cinco años después de aquel evento, la fe de Caleb aún estaba firme sin dudar. La integridad que tenía desde hacía años, todavía se mantenía fresca y activa en su vida. Como Caleb, nosotros también debemos ser fieles a Dios, no sólo un tiempo sino durante toda nuestra vida. Nunca olvidemos que la integridad de ayer no me sirve para ser íntegro hoy. Cada día, al despertarnos, debemos decidir si vamos o no a caminar en integridad.
2. INTEGRIDAD ES SER LO QUE DECIMOS QUE SOMOS.
El Salmo 25:21 dice: “Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado”.
El ser íntegro es lo que nos guarda de decir que somos honestos mientras vivimos como si no conociéramos a Dios. Existen muchos hoy que se llaman a sí mismos cristianos pero viven como les da la gana, carentes de integridad en su vida personal, laboral y aún ministerial.
3. LA INTEGRIDAD TIENE QUE VER CON LO QUE HACEMOS CON LO POCO QUE TENEMOS
Lucas 16:10 dice: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”
A menos que decidamos ser fieles e íntegros en los asuntos pequeños de la vida, no seremos fieles en las cosas más grandes. Si hacemos trampas en lo poco e insignificante, no seremos honestos en las grandes responsabilidades.
Para terminar, veamos cómo edificar y mantener la integridad:
A. 1 Reyes 9:4 dice “anduvieres delante de mí”
La integridad se desarrolla por tener una constante y diaria intimidad y comunión con el Señor (sea a través de la meditación, la oración, adoración, dependencia continua, etc.). Este estilo de vida desarrolla sensibilidad espiritual y una conciencia alerta que produce el deseo de hacer lo correcto y no lo incorrecto.
B. Tome la determinación de vivir en integridad.
La integridad comienza con una decisión interior y una determinación personal. La integridad requiere fuerza de voluntad para decidir no perder nuestra integridad. Job 2:3 dice que debemos mantener nuestra integridad aun cuando las cosas no salen bien; Job 2:9 dice que la integridad es una decisión personal; Job 27:5 dice que es una decisión que no cambia por nada.
C. Abrace el temor del Señor (Salmo 7:8; 25:21)
El temor de Dios, no del hombre, es lo que nos ayuda a mantener nuestra integridad. No es el temor de ser sorprendido por alguien en alguna falla o error, sino el saber que Dios me está viendo y vigilando en todo momento (Proverbios 15:33).
En los tiempos difíciles que vivimos, dentro y fuera de la iglesia, se hace muchas veces difícil caminar en integridad, pero seamos aquellos que desean agradar a Dios y, si fuera necesario, pagar el precio por vivir en integridad. En definitivas, es lo que le agrada al Señor y es para eso que hemos sido hechos hijos de Dios. No lo olvide, para vivir y pregonar la verdad debemos primero caminar en integridad.