Recopilado por Ritchie Pugliese
2 Corintios 5:17-20 dice:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
Efesios 1:7 dice también:
“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,”
Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador sucedieron en el ámbito espiritual varios cambios simultáneos. Ellos son:
1. CAMBIO DE POSICIÓN: Fuimos redimidos, rescatados y libertados del reino de las tinieblas por medio de un pago por nuestro rescate (la sangre de Cristo derramada en la cruz del calvario);
2. CAMBIO DE IDENTIDAD: Llegamos a ser parte de algo nuevo proveniente de Dios. Nos transformamos en hijos e hijas de Dios;
3. CAMBIO DE FUNCIÓN: Nos transformamos en embajadores o representantes de Dios en la tierra.
Lejos de Cristo, nunca podríamos disfrutar lo que ahora podemos gozar viviendo con Cristo, y una de las cosas que Dios dice que somos aquí en la tierra es que somos sus embajadores o embajadores del Reino de Dios.
Un embajador es el representante de un país ante el mundo. Es el que tiene amplios poderes y actúa en nombre del presidente y el gobierno. Es el representante en el exterior de su país. Tiene la capacidad de firmar un tratado de paz o declarar una guerra.
Así como es en el ámbito natural, de manera similar sucede en lo espiritual. Dios tiene su propio Reino, el reino de los cielos. Él es el rey o presidente de ese reino y nosotros, los ciudadanos del reino, estamos viviendo en tierras lejanas (la tierra) donde lo representamos dondequiera que vayamos.
Todo embajador tiene responsabilidades y a la vez privilegios por su función. No es una persona común sino alguien especial con una asignación especial.
Detallaré a continuación aquellos privilegios que ahora gozamos por ser embajadores del Reino de Dios:
PRIVILEGIOS POR SER EMBAJADORES DE DIOS:
1. Satanás ya no tiene más autoridad sobre nosotros
Colosenses 1:3 dice: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”
a) Pasamos de ser dominados a no solo ser librados, sino que gracias a la obra de Cristo podemos ahora enfrentar a nuestro antiguo dominador, y vencerlo en el Nombre de Jesús.
b) Pasamos de temer al Diablo a que el enemigo ahora nos tema a nosotros. Santiago 4:7 dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”; Apocalipsis 12:11 dice también: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
2. El pecado ya no tiene autoridad sobre nosotros
Romanos 6:14 dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”
Antes vivíamos absolutamente controlados y sometidos bajo el pecado (desobediencia continua), ahora estamos aprendiendo a controlar y eliminar el pecado de nuestras vidas (1 Juan 1:9; Proverbios 28:13). Antes vivíamos sumergidos en el pecado, ahora estamos aprendiendo a vivir cada vez más lejos del pecado.
(Aclaración:el pecado del ser humano no consiste en una lista de “cosas malas”. El pecado de la humanidad es el de vivir alejados de Dios. Como consecuencia de ese estilo de vida sin Dios, su vida es un reflejo del reino de las tinieblas, hundido en el fango del pecado, con sus malas acciones correspondientes)
3. Tenemos autoridad en el Nombre de Jesucristo
Juan 14:12-14 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
4. Tenemos acceso directo a Dios a través del Señor Jesucristo
Hebreos 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Antes vivíamos lejos de Dios, ahora podemos acercarnos a él, para desarrollar amistad íntima con él. Podemos ponernos de acuerdo con Dios para ejecutar aquí en la tierra su propósito, su voluntad.
5. Tenemos autoridad a través de la Palabra de Dios
Utilizar el nombre de Cristo y su poder no es algo “mágico” sino que es el resultado de respetar, obedecer y aplicar los principios de la Palabra de Dios. Juan 15:7 dice: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.”
6. Tenemos la presencia del Espíritu Santo residiendo en nuestro interior
a) Al convertirnos a Cristo recibimos las arras o el sello identificatorio de que somos verdaderos hijos de Dios. 2 Corintios 1:22 dice: “el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.”
b) Podemos recibir el poder o la unción del Espíritu Santo. Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
¿Puede darse cuenta lo qué significa ser un hijo de Dios en la tierra? ¡Usted es un representante de Dios, un embajador del Reino dondequiera que vaya, y puede utilizar todos los privilegios que el Rey del Reino (el Señor) le ha dado!
¡Esto sí que es realmente vivir una vida nueva, la cual solo puede ser posible gracias a la obra de Jesucristo en la cruz del calvario, la cual está disponible para cualquiera que la acepte por fe (Juan 3:16)!