Por Ritchie Pugliese
La desviación y la perversión sexual es uno de los pecados más predominantes de nuestra sociedad. Ellos son aceptados por muchos como algo normal y “cosa de todos los días”. Es por eso que como cristianos que creemos en la Biblia como la Palabra de Dios necesitamos tener una clara orientación y aprender a diferenciar lo bueno de lo malo.
Dios creó al hombre y a la mujer y es el autor del sexo (Gen. 2:20-25; 1:27,28) y estipuló para que el ser humano alcanzara plenitud sexual que el hombre y la mujer lo practicaran dentro de los límites del matrimonio y no antes. Por lo tanto la vida íntima sexual matrimonial entre el hombre y la mujer es parte normal de la vida y cumple el propósito de Dios: Felicidad y satisfacción para cada cónyuge y procreación para la extensión de la raza.
Dios es el autor de la monogamia al formar el primer matrimonio (Adán y Eva) y dentro de este marco la relación sexual es pura, normal, placentera, legitima y no es sucia (1 Co. 7:2-5, 10-17), y ella deber ser limpiada de impurezas, actitudes abusivas y egoísmos anormales.
La Biblia enseña que toda relación sexual fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer (fornicación y adulterio) está prohibida y será juzgada por Dios (1 Co. 6:9; Gal. 5:19; Ef. 5:3,5; Col. 3:5; 1 Tes. 4:1-7; Heb. 13:4; Mat. 19:9, etc.)
También la Biblia no aprueba ninguna clase de perversión sexual, uso anormal o abuso del sexo (Ro.1:18-32 y leer especialmente los vv. 24, 26, 27, 29, 31, 32)
La Palabra de Dios menciona algunas perversiones sexuales que por cierto Dios NO aprueba porque no son parte de su plan de bendición para la plenitud sexual del ser humano:
De estos pecados generales “antiguos” se desprenden todo tipo de perversiones sexuales:
• Incesto: Contacto sexual entre parientes cercanos (Deut. 27:22; Lev. 20:17, 19; 18:6-17)
• Homosexualismo: Pecado sexual entre personas del mismo sexo. Entre las mujeres se le llama lesbianismo (Lev. 18:22; 20:13; Ro. 1:26, 27; 1 Co. 6:9)
• Afeminado: Conducta de un hombre que parece de mujer (1 Co. 6:9)
• Relación sexual entre un ser humano y un animal (Ex. 22:19; Lev. 18:23, 24; 20:15,16; Deut. 27:21)
• Masturbación: Es la autoexcitación con el fin de producir el orgasmo. Se basa en el egoísmo y la morbosidad. No cumple el propósito puro del sexo, por lo tanto es impuro y perverso y origina consecuencias sexuales en la vida matrimonial.
• Sodomía: Relación sexual perversa y antinatural de distintas formas (Gen. 18:20; 19:5-13)
Aclaración: De estas perversiones, se ramifican todas las “tendencias sexuales modernas” que se promueven hoy, tales como tener relaciones con dos, tres o más personas a la vez del mismo sexo u opuesto, intercambio sexual con otros matrimonios y toda otra forma de sexo que degrada y rebaja al ser humano.
Los límites de Dios son saludables
La impureza sexual corrompe al ser humano más rápido que cualquier otro pecado, por eso Dios ha puesto límites, no para reprimir al ser humano, sino para cuidar la vida del ser humano. Dios bien sabe que aquellos que se involucran sexualmente fuera de sus límites (el matrimonio entre un hombre y una mujer) quedan expuestos a las enfermedades sexuales y a ser atados por los demonios causando opresión y hasta posesión. En este punto la persona puede ser libre únicamente cuando viene a los pies de Cristo para arrepentirse de sus pecados, y es ayudado por líderes espirituales a ser libres de todo espíritu de inmundicia y perversión sexual.
Gracias a Dios es posible mantenerse puro sexualmente en medio de una sociedad corrompida sexualmente y sin valores morales. Si eres de aquellos que al leer este artículo, se dan cuenta que han ido más allá de los límites establecidos por Dios para la vida sexual, y se sienten atrapados por algún desvío sexual, queremos decirte que hay para ti una salida.
CÓMO RENUNCIAR A TODA ADICCIÓN Y PERVERSIÓN SEXUAL
1. Recibir a Cristo como su Salvador personal (Jn. 1:12)
2. La sangre de Cristo nos puede limpiar de todo pecado sexual cuando este es confesado y abandonado (1 Co. 6:9-11; 2 Co. 2:5-11; 1 Jn. 1:9)
3. Renunciar específicamente a toda clase de perversión que se haya practicado en el pasado, en el Nombre de Jesús, para cerrar toda puerta abierta hacia el pecado.
4. Pedir la llenura del Espíritu Santo para que la presencia de Dios inunde cada área de su vida. Consagrar la vida sexual al Señor para que El la purifique (Ef. 5:18)
5. Decidir vivir de acuerdo a los principios de pureza de la Palabra de Dios (Josué 1:8)
6. Desarrollar el hábito de aprender a resistir toda tentación sexual en el Nombre de Jesús.
7. Ser ayudado por los pastores o líderes espirituales de la congregación, a ser liberado de todo espíritu inmundo de inmundicia y perversión sexual.
SUGERENCIAS ÚTILES PARA MANTENER LA PUREZA SEXUAL
1. Tener siempre presente que nuestro cuerpo es del Señor, no nuestro (1 Co. 6:13)
2. Mantener distancia prudencial (o alejarse directamente) con personas del sexo opuesto y con personas de tendencias sexuales pervertidas. Eso no significa rechazarlos como personas, sino respetuosamente no participar ni aprobar su estilo de vida sexual contrario a Dios. Recuerde que detrás de estas personas, están los demonios de perversión buscando devorar “a los distraídos”.
3. Cuidar los ojos, lo que miramos, leemos, donde prestamos atención con la vista.
4. Cuidar la mente, la imaginación, lo que uno ve por televisión, el celular o la computadora.
5. Cuidar las palabras sugestivas, de doble sentido que recibimos o les damos a los demás.
6. Cuidar los gestos. Existen maneras de caminar, mover el cuerpo que pueden excitar a otros.
7. No alimentar los deseos carnales sino controlarlos con la obediencia a la Palabra y además trabajar duro, hacer deportes. Una mente y un cuerpo activo son factores importantes para mantener la pureza sexual.
8. Rodearse de aquellos que aman al Señor, practican la vida cristiana y viven en pureza sexual.
9. Decidir ser personas que cuidan su vida sexual y la consagran a Cristo en el marco de la santidad y pureza.
10. No sentir vergüenza sino con valentía decidir cuidar la vida sexual y ajustarla a los parámetros de Dios, el Creador del sexo.
Demos gracias a Dios que él nos advierte en Su Palabra de los peligros y consecuencias que existen por desobedecer sus preceptos. No importa si alguien se burla o nos menosprecia por pensar como Dios piensa. ¡En definitiva bien sabemos que cuando le hacemos caso a Dios y a los principios de Su Palabra, ellos nos conducirán a tener una vida sexual plena y saludable!
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