Recopliado por Ritchie Pugliese
En su palabra Dios ofrece la promesa de la prosperidad para aquellos que caminan en obediencia a él. El pasaje de Deuteronomio 8:18 dice: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”
Aunque Dios promete abundancia, la prosperidad bíblica no está exclusivamente limitada al dinero.
En realidad, cuando hemos aceptado y recibido a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor personal, llegamos a ser personas enriquecidas más allá de toda medida, ¡porque Dios, el creador y dueño de todo, en la presencia del Espíritu Santo ahora vive dentro nuestro! ¡Mayor riqueza que esa es imposible de encontrar!
En la medida que vayamos creciendo y madurando en nuestra relación con el Señor, descubriremos que el potencial para la riqueza sobrenatural en nosotros es ilimitado. Como ninguna otra persona (las que no tienen a Cristo en su corazón ni viven de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios), llegamos a ser mejores administradores de lo que ya tenemos, y este acto de obediencia y fidelidad nos califica o posiciona para que Dios confíe en nosotros y nos provea más y más de las riquezas que hay en él y descubramos cuál es el alcance y profundidad de su unción de riqueza para desarrollar los talentos, las oportunidades, la sabiduría y aún las riquezas materiales.
Cualquier persona que desee tener un mejor entendimiento de lo que es la prosperidad bíblica tiene en la Palabra de Dios un increíble e inagotable tesoro de recursos disponibles.
Podemos crecer en la prosperidad sobrenatural de Dios en la medida que sigamos sus instrucciones. Veamos algunas de ellas:
1. Necesitamos creer que Dios quiere que prosperemos
En 3 Juan v. 2 leemos: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”
¿Deseamos realmente ser prosperados en todas las cosas? En la medida que nuestra alma crece y prospera con los principios de las Sagradas Escrituras, así sucederá con el resto de las cosas. Cuando estudiamos la Palabra de Dios y aplicamos sus principios, Dios nos dará aún mayor prosperidad.
2. Necesitamos entender que Dios es la fuente de nuestra prosperidad
Parece una repetición esto, pero es bueno enfatizarlo una y otra vez. En la vida de Jesús leemos muchas veces que el siempre mencionaba a su Padre celestial como su fuente. ¿Acaso nosotros podemos hacer menos? Solo Dios puede hacer que la riqueza sobrenatural fluya a través nuestro. Dichos de otra manera: Solo él puede enseñarnos como entrar en ese terreno milagroso de prosperidad sobrenatural. Isaías 48:17 dice: “Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.”
La palabra “provechosamente” se puede traducir también “hacer ganancia o dinero”.
3. Necesitamos adiestrarnos en la dinámica de darle al Señor diezmos y ofrendas
Malaquías 3:10 dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”
El diezmo es la décima parte de nuestra entrada, no más ni menos. En realidad nosotros no “damos” el diezmo, pues Dios ha dicho que todo es suyo, que todo le pertenece. En realidad le devolvemos algo a Dios al “dar” el diezmo y el resto es nuestra responsabilidad administrarlo.
Cuando un creyente reconoce que Dios es dueño de todo, no pone reparos y diezma. No cuestiona ni entra en pensamientos equívocos si el diezmo pertenece al Antiguo Testamento y no para el Nuevo Testamento, etc. Simplemente obedece.
Todo lo que demos, además del diezmo, son ofrendas. Ellas son las cuales nos catapultan a recibir lo sobrenatural y una prosperidad “más que suficiente”. Este fundamento es básico e inamovible.
4. Necesitamos tener un trabajo (empleo, negocio) para que podamos diezmar y ofrendar
Cuando tenemos un trabajo o desarrollamos nuestro negocio, recibimos una entrada financiera y de esa manera podemos darle a Dios lo que se merece. Por eso la desocupación, falta de empleo, debemos verlo como algo contrario a la voluntad de Dios.
Efesios 4:28 dice: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno (producir), para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.”
Existen muchos pasajes en la Biblia acerca de trabajar y no ser perezosos. En Proverbios 10:4-5 leemos: “La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.”
El trabajo nunca debe ser un fin en sí mismo sino un medio para glorificar a Dios y prosperar con su ayuda. Depender del sistema de prosperidad del mundo y no de la prosperidad del Señor puede ocasionarnos grandes pérdidas.
Cuando trabajamos podemos dar y sembrar en fe en la tierra ungida indicada por Dios pues eso, más lo que sembremos, nos dará una cosecha abundante.
5. A medida que nuestra fe se desarrolle, podemos hacer siembras o promesas de fe con la promesa de cumplirlas
Diezmamos y ofrendamos de lo que ya Dios nos ha dado, pero cuando hacemos siembras o promesas de fe lo hacemos creyendo que Dios nos respaldará posteriormente. El problema con esto es que muchos hacen promesas de darle algo a Dios, y cuando Dios hace el milagro se olvidan de dar lo que han prometido. Por eso Eclesiastés 5:4 dice: “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.”
En el original las palabras “cumplirla” y “cumple” se traducen como “pagarla” y “paga”. Deuteronomio 29:9 dice también: “Guardaréis, pues, las palabras de este pacto (la siembra o promesa de fe), y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis.”
6. Decidamos dar, además, a aquellos que están en necesidad
Lamentablemente, siempre tendremos pobres alrededor nuestro y como creyentes podemos utilizar el ayudar como una manera de mostrar el amor práctico de Dios. Proverbios 28:27 dice: “El que da al pobre no tendrá pobreza, Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.”
7. Necesitamos darnos cuenta que Dios tiene todo poder para enviar a su ángel hacia nosotros para que prosperemos
En Génesis 24:40 leemos: “Entonces él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino;”. Si el Señor nos ha llamado hacer algo, él hará próspero nuestro camino. Isaías 48:15 dice también: “Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino.”
8. Necesitamos darnos cuenta que la obediencia al Señor es la que trae las bendiciones de Dios
En Deuteronomio 28:2 leemos:”Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” Recibir las bendiciones de Dios a nuestras vidas está directamente conectado a nuestra obediencia al Señor. La obediencia a Dios es vital para nuestro éxito financiero, pues la Biblia dice en Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
9. Necesitamos pedirle a Dios que nos de sabiduría y entendimiento
Leemos en 1 Crónicas 22:12-13: “Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios. Entonces serás prosperado,…”
El Señor nos enseñará sobrenaturalmente lo que no sabemos en lo natural. Isaías 48:17 dice: “Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente,…”
La palabra “provechosamente” se puede traducir también “hacer ganancia o dinero”.
10. Vivamos con una expectativa santa continua para que la prosperidad venga a nuestra vida.
Esto es lo que quiere decir el pasaje de Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Necesitamos aprender del granjero sembrador, que luego de terminar su tarea, espera confiado recoger la cosecha. Dios responderá y recompensará nuestra fe indubitable hacia él.
11. Decidamos dar con un corazón alegre
En 2 Corintios 9:6-7 leemos: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
Dios derramará de sus abundantes bendiciones en nuestras vidas cuando demos alegremente y con un corazón generoso.
La prosperidad del Reino de Dios significa que Dios quiere bendecirnos en cada área de nuestra vida, incluida las finanzas. No existe límite en el suplir de Dios, pues sus recursos nunca se acaban. Por eso Filipenses 4:19 dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Para terminar….
Como una bendición especial, las promesas de incremento o prosperidad de Dios también se extienden no solo a nosotros sino también a nuestros hijos. El Salmo 115:14 dice: “Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos.”. En otras versiones se lee: “El Señor te incrementará más y más a ti y a tus hijos”.
Dios también bendecirá a nuestros hijos cuando nosotros caminemos en temor santo y obediencia a él, inclusive en el área de las finanzas: El Salmo 112:1-3 dice: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra. La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.”.
El Señor también puede usarnos a nosotros y a nuestra familia para edificar una poderosa herencia de profundo conocimiento y sabiduría. Deuteronomio 28:12 dice: “Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.”
Dios tiene un poderoso plan para nuestro presente y futuro financiero. La Biblia está llena de promesas reservadas para aquellos que decidan caminar en fidelidad y hacer lo que él dice en su Palabra. ¿Queremos ser esa clase de personas? ¡La decisión es nuestra!
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