HACIA UN NUEVO NIVEL CON LA ALABANZA Y ADORACIÓN

Por Ritchie Pugliese

La adoración en el Espíritu y el canto profético

“Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.” 1 Corintios 14:15

La Palabra nos dice que existen dos maneras de cantar: Una es con el espíritu y la otra es con el entendimiento. No dice que tenemos que elegir una u otra sino que podemos utilizar las dos. Son dos canales disponibles que tenemos dados por Dios.

Para poder comprender lo que el pasaje dice, es necesario primero y principal hacer una distinción entre las frases “en el Espíritu “y“con el Espíritu

La vida cristiana es un camino de fe y se la transita toda “en el Espíritu”. Uno ora en el espíritu, obedece, camina en el espíritu y también alaba y adora en el espíritu, entre otras cosas. Por ejemplo: Judas v. 20; Apocalipsis 1:10

Cuando la Biblia menciona “con el espíritu” (en este contexto) se está refiriendo al fluir del Espíritu Santo en un lenguaje sobrenatural, es decir en lenguas. Cuando alabamos a Dios lo comenzamos a hacer en nuestro lenguaje natural (por ejemplo: Español), lo cual es por cierto “en el Espíritu”, pero cuando llegamos a un clímax en la adoración ya las palabras en nuestro lenguaje natural no alcanzan….y comienza a desbordar de nuestros labios los ríos de Agua Viva que nos conducen a una adoración con el Espíritu o en lenguas que el mismo Espíritu provee.

Este cantar con el Espíritu, o en lenguas, es una melodía inspirada del mismo cielo, que fluye de nuestro interior y ya sea en nuestra adoración privada o comunitaria es un cántico espiritual que, por así decirlo, armoniza al cielo con la tierra. Pareciera en ese momento como si los ángeles del cielo se unieran en coro unido con nosotros, los adoradores en la tierra (he escuchado varios testimonios acerca de esto).

Este nivel de adoración hoy día se ha perdido bastante y no se ve mucho en nuestras congregaciones locales, pero eso no significa que haya desaparecido. 

La adoración con el Espíritu, o el canto en lenguas, va dirigido a Dios y es el resultado de verlo con los ojos de la fe sentado en su trono reinando con poder. Cuando eso sucede, la adoración natural con el entendimiento, da lugar a una dimensión más profunda que da lugar a fluir con un lenguaje sobrenatural. La inmensidad de la grandeza de Dios es tan majestuosa, similar a un éxtasis, que de nuestro ser fluyen los ríos desbordantes del Espíritu con cánticos espirituales en lenguas, donde Dios es glorificado y exaltado.

Esta clase de cántico profético o adoración en lenguas no necesita de su interpretación porque va dirigida hacia Dios. Con el tema del hablar en lenguas públicamente, lo cual es diferente a adorar en lenguas, la Palabra nos anima a interpretar lo que hablemos para que todos puedan ser edificados (1 Corintios 14:26-28). Las lenguas que fluyen de nuestro ser en la nuestra adoración no necesitan de su interpretación pues van directamente a Dios (1 Corintios 14:2).

En los últimos años se ha hablado mucho y bien sobre la alabanza y adoración, aunque creo necesario en este artículo enfatizar la necesidad de dar un lugar más predominante a la presencia del Espíritu en nuestras comunidades (y por cierto en forma individual privada) y al fluir profético en la adoración a Dios.

La alabanza y adoración implica mucho más que entonar bella canciones y con buena melodía. En el Reino del Espíritu todo lo que hacemos tiene un impacto espiritual, hacia Dios, contra el enemigo y en favor del pueblo.

La música y el fluir profético

Recién mencioné la hermosa posibilidad que tenemos de cantar en el Espíritu o adorar en lenguas celestiales a nuestro Dios, pero existe por así decirlo otra vertiente importante y es la relación estrecha que existe entre la música y la profecía.

En la Palabra de Dios hay una estrecha asociación entre la música y la profecía. En la historia de los libros de Crónicas, se relata que cuando el Rey Josafat de Judá estaba buscando la guía de Dios en relación con la victoria de los ejércitos de Amón, Moab y el Monte Seir, fue por medio de un músico que el Señor le dio su dirección. Había un manto profético sobre él cuando alababa al Señor. En la Biblia hay una relación entre la música y la profecía.

Muchos de los Salmos se consideran proféticos. Y ese libro es una colección de canciones escritas durante un largo período de tiempo, extendiéndose desde la época de Moisés hasta la era del Exilio, posterior al segundo templo. Setenta y tres canciones fueron escritas por David, doce por Asaf, diez por los hijos de Korah y dos por Salomón; Moisés, Heman y Ethan escribieron uno cada uno. Estas canciones fueron registradas como parte de las Sagradas Escrituras por el contenido profético que poseían.

El Rey David y los otros que cantaron estas canciones fueron motivados y utilizados por el Espíritu Santo.

El mismo manto profético que cubrió a esos escritores bíblicos de entonces, puede estar sobre los músicos y escritores de canciones de hoy.

Es bueno aclarar que las canciones proféticas no tienen nada que ver con tener un estilo más moderno de adoración. He visto congregaciones cambiar su estilo “antiguo” por uno “nuevo” sin que nada nuevo espiritual sucediera.

La alabanza y adoración no es cuestión de formas sino de fondo. Uno puede escuchar un himno escrito hace más de doscientos años con la unción del Espíritu Santo y experimentar un tiempo glorioso de adoración. La adoración profunda no tiene nada que ver con la moda sino con un corazón rendido a Dios y la devoción hacia Su persona.

La adoración profética tampoco tiene que ver con las letras de las canciones solamente sino de lo que fluye espiritualmente a través de la canción y melodía. Puede suceder en un momento que luego de comenzar a adorar, la adoración avance hasta que lleguemos a un punto de “éxtasis” espiritual (esto por supuesto no significa esta inconsciente sino más consciente del mundo espiritual) donde lo que sigue a continuación es un cántico en un lenguaje que no conocemos que fluye de nuestros labios, un lenguaje que crea una armonía similar o diferente a la canción inicial pero que se expresa como un cántico suave, que un observador pudiera decir: – ¡Qué melodía gloriosa se ha gestado! ¡Esto se asemeja mucho al cielo! -.

Llega el momento donde lo único que se escucha es la melodía, y el sonar de la melodía hace que la presencia del Espíritu Santo “baje” y comience a recorrer las bancas de la Iglesia. Allí es donde la gente es ministrada, saciada espiritualmente, tocada físicamente, sanada emocionalmente. Dios se hace “más” real y comienza a repartir de sus regalos a su pueblo… es en medio de ese momento que Dios puede hablar a través de alguna palabra profética específica (palabra de ciencia o conocimiento y palabra de sabiduría), donde la gente es exhortada, consolada, edificada e impartida espiritualmente. ¡Es glorioso experimentar esto!

David fue un músico que conocía las profundidades de la alabanza y adoración. Él sabía el lugar que el ministerio de la música tenía en la Casa del Señor. El apartó familias enteras para que fueran músicos y adoradores delante del Arca las veinticuatro horas del día. El trabajo de estos ministros era profetizar aún con sus instrumentos, como lo describe 1 Crónicas 25:1Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos;…”

Estos músicos no solo acompañaban al coro o a la congregación cantando, sino que eran parte del ministerio profético de la iglesia profetizando con sus instrumentos. El instrumento, así como el músico, ministraba la profecía: “De los hijos de Jedutún: Gedalías, Zeri, Jesaías, Hasabías, Matatías y Simei; seis, bajo la dirección de su padre Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová.”(1 Crónicas 25:3)

El número total de músicos que David escogió para profetizar con instrumentos fue doscientos ochenta y ocho (1 Crónicas 25:7).

Hay varias declaraciones en la Palabra de Dios que relacionan la música con la profecía. En el primer libro de Samuel, se nos relata como este ungió a Saúl, lo besó y le dijo que iba sucederle después que se marchara: “y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.” (1 Samuel 10:5-6)

Este grupo de profetas que Saúl conoció tenía instrumentos musicales. Eran profetas que hablaban la palabra profética de Dios mientras el Espíritu Santo se movía en ellos. ¿Por qué tenían instrumentos musicales? Porque la música preparaba el corazón para recibir la Palabra del Señor. La alabanza y la adoración a Dios con los instrumentos musicales atraían la presencia de Dios. También disponía los corazones de los que se preparaban para recibir la palabra del Señor.

Hubo otro profeta en el Antiguo Testamento que hacía tocar música antes de profetizar: ”Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo, quien dijo: Así ha dicho Jehová:…”(2 Reyes 3:15)

Eliseo también conocía la importancia que la música tiene en la recepción y fluir de la unción. El tañedor tocaba y la música creaba una atmósfera de alabanza y adoración en la cual Dios podía morar y hacer maravillas. Dios habita entre las alabanzas de su pueblo (Salmo 22:3). Lo que permite que el ministerio de la música sea tan poderoso es que Dios no solo mora en la alabanza, sino que también por ese medio envía la palabra profética y le habla a su pueblo.

El ministerio de la música en la iglesia puede ser utilizado gloriosamente para alabar y adorar a Dios. El Señor anhela que los músicos profeticen con sus instrumentos y toquen una nueva canción para conducir al pueblo de Dios a una adoración con el espíritu, donde fluyan las lenguas como expresión desbordante y se origine una manifestación del cielo en la tierra.

¡Es tiempo de entrar en un nuevo nivel en la alabanza y adoración ya sea que ministremos a Dios con nuestras voces e instrumentos desde la plataforma o que lo hagamos adorando desde las bancas en las reuniones de la iglesia! ¡Experimentaremos un poco de cielo en la tierra!

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