EL PATRÓN DE PENSAMIENTO DE LA POBREZA, CLASE MEDIA Y ABUNDANCIA

Recopilado por Ritchie Pugliese

Todos en mayor o menor grado nos vemos limitados por el punto de vista que hemos recibido de nuestra casa paterna donde nos hemos criado. Todas esas vivencias y experiencias forman en nuestra mente lo que se conoce como “patrón de pensamiento.”

Para poder identificar estas limitaciones existen tres clases de pensamientos que demuestran diferentes realidades socio-económicas.  Por así decirlo, todos tenemos un lente que nos da una visión o patrón de pensamiento para ver todas las cosas, inclusive la espiritual, de una manera específica.

La clase social con la que nos identifiquemos será nuestra óptica de la vida. La doctora Ruby Payne escribió el libro “Un marco de referencia para comprender la pobreza” (*) donde ilustra con gran precisión cómo las diferentes clases sociales experimentan la vida, ven el mundo y valoran las cosas.

Veremos a continuación diferentes puntos que nos enseñarán si tenemos un patrón de pensamiento de pobreza, de clase media o de abundancia, y posteriormente lo aplicaremos a nuestra percepción de la vida espiritual y la relación que tenemos con el Señor:

1. Posesiones

Mentalidad de pobreza: Valora la gente.

Mentalidad de clase media: Valora las cosas.

Mentalidad de abundancia: Valora los objetos únicos en su tipo. Pedigrí, legados.

2. Dinero                        

Mentalidad de pobreza: El dinero es para gastarlo.                      

Mentalidad de clase media: El dinero es para administrarlo.    

Mentalidad de abundancia: El dinero es para conservarlo e invertirlo.

3. Personalidad          

Mentalidad de pobreza: Enfatiza la diversión, humor.                  

Mentalidad de clase media: Enfatiza adquirir y tener. Los logros son altamente valorados.

Mentalidad de abundancia: Las conexiones (financieras, políticas y sociales) son muy valoradas.

4. Énfasis social

Mentalidad de pobreza: El énfasis está en la inclusión social de la gente que les agrada.

Mentalidad de clase media: El énfasis está en la autonomía y la autosuficiencia.

Mentalidad de abundancia: Énfasis en la exclusión social.

5. Comida

Mentalidad de pobreza: La cantidad es lo más importante.

Mentalidad de clase media: La calidad es lo más importante.

Mentalidad de abundancia: La presentación es lo más importante.

6. Vestimenta

Mentalidad de pobreza: Estilo individual y expresión de su personalidad.

Mentalidad de clase media: Calidad y la aceptación de los del mismo nivel. La etiqueta es importante.

Mentalidad de abundancia: El sentido artístico y la expresión del diseñador es lo importante.

7. Tiempo

Mentalidad de pobreza: El presente es lo más importante.

Mentalidad de clase media: El futuro es lo más importante.

Mentalidad de abundancia: Las tradiciones y la historia.

8. Educación

Mentalidad de pobreza: Es valorada como un abstracto, pero no como una realidad.

Mentalidad de clase media: Es crucial para escalar hacia el éxito y hacer dinero.

Mentalidad de abundancia: Es una tradición necesaria para hacer y mantener conexiones.

9. Destino

Mentalidad de pobreza: Creen que la suerte está echada.

Mentalidad de clase media: Creen en las opciones. En el poder de cambiar el futuro con buenas decisiones.

Mentalidad de abundancia: Noblesse oblige (explicaremos luego este término).

10. Lenguaje

Mentalidad de pobreza: Para sobrevivir.

Mentalidad de clase media: Para negociar.

Mentalidad de abundancia: Para establecer contactos.

11. Estructura familiar

Mentalidad de pobreza: Matriarcal

Mentalidad de clase media: Patriarcal

Mentalidad de abundancia: El que tenga el dinero manda.

12. Visión del mundo

Mentalidad de pobreza: Local

Mentalidad de clase media: Nacional

Mentalidad de abundancia: Internacional

13. Amor

Mentalidad de pobreza: Condicionado a ser aceptado.

Mentalidad de clase media: Condicionado a los logros.

Mentalidad de abundancia: Condicionado a una posición social y conexiones.

14. La fuerza motora – ¿Qué es lo que más te preocupa o interesa?

Mentalidad de pobreza: Sobrevivir, relaciones, diversión.

Mentalidad de clase media: Trabajo y logros.

Mentalidad de abundancia: Conexiones financieras, políticas y sociales

(*) Tomado de Ruby K. Payne, PhD; A Framework for Understanding Poverty (Highland, TX: aha! Process, Inc), 2005, 59)

De todos estos puntos, analizaremos específicamente los siguientes: <strong>comida, destino, visión del mundo que nos rodea y fuerza motora de la vida</strong>, no solo para ver las diferencias que existen sino para que como creyentes en Cristo podamos evaluarnos y trabajar en el proceso de renovar nuestra mente a fin de tener una mentalidad de Reino que esté de acuerdo con el cielo.

Comida

La manera como nos relacionamos con la comida es un gran indicativo de la manera en que nos relacionamos con todos los recursos con los que suplimos nuestras necesidades diarias.

Cuando tenemos una mentalidad de pobreza y vamos a un restaurante esperaremos algo en particular: Que nos den toneladas de comida. La idea es comer hasta explotar. El buffet libre y lugares similares generalmente son los elegidos porque “se come mucho y es barato”.

Cuando tenemos una mentalidad de pobreza nuestra preocupación primordial es sobrevivir, por eso nuestra relación con la comida consiste en acaparar la mayor cantidad posible. Con esta clase de pensamiento se tiene instalado el concepto de no saber cuándo se volverá a comer, por eso determina comer todo lo que se pueda ahora. Cuando nuestro sistema de valores está basado solo en sobrevivir vivimos con la necesidad de obtener cantidad.

Cuando alojamos en la mente la idea de acaparar todo lo que se puede, sea comida u otra cosa, eso hace que uno no sea generoso, excepto con aquellos que uno piensa que están peor.

Esta mentalidad de pobreza se ve en muchas de nuestras congregaciones donde para que la gente pueda dar una ofrenda misionera es necesario mostrarle videos de niños muriéndose de hambre en África y poner música melancólica de adoración para hacerlos sentir culpables si no dan algo.

La clase media se siente más libre y puede comer afuera cuando quiere. Sus recursos le dan más opciones. La cantidad no es lo que le motiva a la hora de escoger qué van a comer. La clase media recomienda un restaurante enfatizando la calidad de la comida y la limpieza del lugar.

El valor que se le da a la comida está determinado por su calidad. Si no sabe bien, la clase media no la comerá, pero si está deliciosa, la próxima vez volverán al mismo lugar y hasta pagarán dinero extra. Esta clase de mentalidad prefiere obtener calidad tanto en la comida y el servicio.

Este punto de vista de clase media es similar a como los creyentes escogen una iglesia donde congregarse. Saben que tienen la opción de poder ir a cualquier lugar. Por lo tanto si no hay calidad en la experiencia, ellos no van. Dicen: ¿Cómo fue la enseñanza? ¿Qué tal fue el cuidado de los niños? ¿Tienen un buen programa para jóvenes? ¿Hay lugar suficiente para estacionar?

Los ricos en cambio difieren de muchos de nosotros. Pueden comer cosas de la más alta calidad cada vez que quieran. Por lo tanto ven a la comida como una obra de arte, algo que siempre debe tener una buena presentación. Si no les impresiona la imagen de cómo está representada la comida no es lugar apropiado para ellos. La elegancia, el estilo, y la belleza es lo que hace que un lugar sea digno de ir a visitarlo. Cuando llega la hora de comer, siempre buscan un lugar que les impresione.

Ahora bien, si una persona pobre va a un restaurante para gente rica, se va a asombrar de la pequeña porción de comida cubierta con hierbas y otras yerbas que le sirven y seguramente se enojará cuando le digan lo que tiene que pagar por ese plato insignificante.

Cuando tenemos poco (mentalidad de pobreza), no esperamos mucho más que lo mínimo y que nos suplan nuestras necesidades más básicas, pero si tenemos más que suficiente esperamos que hasta la experiencia cotidiana de comer se revista de belleza.

Los creyentes que tienen un punto de vista de clase alta o abundancia, esperan mucho más de su experiencia con Dios que la mera salvación. No se conforman solo con el cielo futuro sino que anhelan experimentar en la tierra todo lo que Dios promete en su palabra.

Destino

La carencia de poder es uno de las realidades primordiales de la pobreza. Cuando la gente vive en una atmósfera de falta de recursos, ellos se sienten afectados por la restricción de vivir limitados. La falta de opciones y posibilidades hace que se sientan como víctimas, como si sus vidas estuvieran predestinadas por causas externas más poderosas. Por eso viven de manera supersticiosa. Creen en el destino que les ha tocado y que la vida es algo que sucede. Por eso la idea es tratar de adaptarse y resignarse lo mejor posible a lo que les sucede. El destino es algo opresivo para los pobres porque la fuerza exterior tiene todo el poder y ellos ninguno. Los pobres son esclavos de sus vidas y del sentimiento de la falta de poder. Eso les crea una ansiedad que les lleva a buscar consuelo en la esperanza de tener alguna racha positiva, o mejor suerte.

Los ricos no son los que compran los boletos de lotería y juego. Son los pobres los que anhelan salvarse milagrosamente de una situación que ellos no pueden cambiar. La vida para ellos consiste en sobrevivir. Quizás conozcan a algunos privilegiados con talentos o más “bendecidos” que pudieron escapar de tal opresión, pero la mayoría está atrapada por una serie de limitaciones que les ha mantenido cautivos por generaciones.

Cuando los creyentes ven su destino en Dios con una mentalidad de clase pobre, viven una vida natural, no sobrenatural donde se encuentran atrapados en los problemas naturales sin esperanzas de que haya alguna intervención celestial. Culpan a Dios de sus desdichas y que él no hizo nada por ellos. Son creyentes que al experimentar un evangelio sin poder “crean” una teología donde el cielo es parecido a la tierra. El gran boleto de lotería para ellos es el “rapto o arrebatamiento”. Como aquí nada cambia, viven pensando en el momento en que sean rescatados de sus miserias para que todo se acabe de una buena vez.

La clase media tienen una interacción mucho más poderosa con la vida. Creen que su destino y la calidad de su vida están influenciados por el hecho de que tienen opciones. Eso les crea una perspectiva de libertad que les ayuda a creer que se tiene poder para cambiar las cosas para mejor. La clase media cree que los sueños se pueden hacer realidad. Creen que se puede progresar si se toman decisiones sabias y viven de una manera sana y moral, pero… la clase media también tiene sus limitaciones. Hay un techo sobre la cantidad de dinero a la que tienen acceso, y tienen una limitación de poder.

Los ricos en cambio viven en una existencia sin límites donde no existe la necesidad. Nadie puede evitar que obtengan lo que desean y quieren. Los ricos están acostumbrados a salirse con la suya. Pidan lo que pidan, lo obtienen. Estas posibilidades crea en ellos una mentalidad que no muchos pueden experimentar: Una mentalidad de abundancia. Tener más de lo que se pueda utilizar es una obligación en la clase rica. La vida es como el término francés: Noblesse oblige, que significa que debes vivir de acuerdo a tu nivel.

La mentalidad del rico es de generosidad. Ven el favor y el privilegio que tienen como una responsabilidad para proveer sustento y fuerza al medio que los rodea. Ellos les dan trabajo a otros en las empresas que tienen. El destino para los ricos implica invertir sus vidas para obtener un beneficio a largo plazo para la sociedad y la generación en la que viven. Ellos viven para honrar el impulso de sus antecesores y para incrementar la herencia familiar para sus propios descendientes. Los ricos entienden que la prosperidad debe ampliarse para que sea duradera.

Cuando como creyentes comenzamos a cultivar el punto de vista de la abundancia empezaremos a ver las cosas como la ven los apóstoles y profetas, donde podemos conectarnos a los recursos ilimitados del Cielo para manifestarlos aquí en la tierra. También veremos que esos recursos son una herencia, algo a lo que tenemos acceso porque hemos sido injertados en el linaje de la familia real de Dios. Esta identidad es la que define nuestra responsabilidad de usar esos inmensos recursos para beneficiar a los que nos rodean. Cuando empecemos a creer en lo ilimitado de lo que tenemos en Dios, y en el peso de gloria que conlleva nuestro llamado de utilizar esos recursos, lo sobrenatural invadirá nuestras vidas.

¿Nos damos cuenta la importancia de dejar los patrones de pensamiento de nuestra casa paterna y renovar la mente para vivir con la mentalidad de la Casa del Padre (Dios)?

Visión del mundo que nos rodea

Todos tenemos una visión del mundo. Los medios masivos como la televisión y la Internet nos han ayudado a expandir nuestra perspectiva sobre los asuntos globales, pero cuando nos ponemos a hablar sobre un tema desde el punto de vista mundial, cada clase social lo hace de acuerdo a sus prioridades.

La clase pobre ve la vida de manera local. Debido a que sus recursos son escasos, eso no les permite preocuparse por otras cosas que no sea su necesidad. El vecindario, el pueblo, la ciudad es el límite de la preocupación de aquél que tiene una mentalidad pobre. La iglesia que tiene esta mentalidad ve el mundo en el contexto de su propia congregación, su edificio, su denominación o programa.

La clase media tiene la tendencia a preocuparse más por su nación, ir a votar, y se ven más afectados por el clima político y económico de su nación. Sus preocupaciones a la hora de orar están dirigidas al clima político y social de su nación.

La clase rica piensa de manera internacional. Invierten sus vidas de manera global. La mentalidad rica entiende el cuadro general. Los creyentes que tienen una mentalidad rica sobre el mundo, viajan, invierten su vida en la macro-influencia. Ir a otras naciones, juntarse con otros creyentes y ver como el cielo toca la tierra es importante para ellos. Tener esta visión ayuda a conectarte con el hecho de que el Evangelio de Jesucristo, la Iglesia y el Reino de Dios son realidades globales. Jesús nos dijo que vayamos por todo el mundo y prediquemos el evangelio a toda criatura. Tu punto de vista sobre el mundo se amplía al ver los planes del cielo y los recursos que hay en Dios para hacer un impacto global y ver que hemos sido llamados a formar parte de ese cuadro global.

La fuerza motora de la vida o lo que nos impulsa a vivir

¿Qué es lo que nos motiva e impulsa a vivir? ¿Por qué te levantas cada mañana? Encontramos una variedad de motivaciones en las distintas clases sociales. Cada patrón de pensamiento tiene su propia escala de valores sobre lo que impulsa a vivir o seguir hacia adelante a lo largo de sus vidas.

La fuerza motora de cada clase está arraigada en cómo ve el mundo en el que viven y como eso se relaciona con los recursos que existen.

Para la clase pobre, la preocupación diaria por sobrevivir crea una brújula para sus decisiones, y debido a que su convicción de su falta de poder es tan fuerte, estas decisiones normalmente intentan encontrar el camino que ofrece menos resistencia para evitar el dolor. La búsqueda del placer (fiestas, diversión) y de la posibilidad de escapar (escapismos, como el alcohol, drogas, etc.) es una salida porque la vida ya tiene demasiado dolor.

Para el pobre, el valor de las relaciones radica en la experiencia de amor y de conexión social que ofrece. Crear relaciones con los vecinos es algo natural y esas relaciones son vitales porque a menudo ofrecen una manera de conseguir los recursos necesarios para sobrevivir.

El ocio y entretenimiento ofrece un método para escapar de la dureza de la realidad que hay en la pobreza. Esta clase social le da un gran  valor al entretenimiento y a los que entretienen.

Cuando la fuerza para vivir está centrada en la necesidad de sobrevivir junto con el anhelo de escapar del dolor, se vive en un fracaso continuo. Los divorcios, adolescentes rebeldes, violencia doméstica y los altibajos financieros son la cultura del hogar. La ansiedad y el temor amenazan con devorar cualquier cosa que intente crecer en este ambiente.

Las iglesias con esta clase de fuerza motora luchan por crear un ambiente de crecimiento y de avance pero tienden a construir un legado de conflicto y lucha. Normalmente los recursos son la fuente de lucha. Su énfasis está en sobrevivir.

La habilidad de alcanzar logros es la fuerza motora de la clase media, grupo conocido como la “clase trabajadora”. La clase media valora a aquellos que contribuyen a mejorar la sociedad. Trabajar duro para poder llegar a la cumbre es el sistema de valores de esta clase porque valoran las cosas, la planificación del futuro y los logros. La educación, la personalidad y aun el lenguaje se ven impulsados por la necesidad de esta clase a triunfar a medida que suben por la escalera del éxito.

En una familia de clase media, los padres trabajan para crear oportunidades para sus hijos, a fin de que estos obtengan educación y puedan tener un buen empleo. Estos hijos trabajan para tener éxito y así posteriormente harán lo mismo con sus hijos.

Al estar motivados por sus logros, los creyentes de la clase media tienen un evangelio de obras que les pone a trabajar para Dios. Ellos creen que como Dios les ha provisto de una buena educación en la iglesia ahora se espera que sean trabajadores en su Reino. Los planes y metas en la iglesia de la clase media están llenos de trabajos y logros. Cuanto más se consigue para Dios, más exitoso será nuestro ministerio.

La iglesia de clase media parece ser muy eficiente e impulsa a las personas que son buenas en los negocios o a los que son ganadores. Normalmente siguen al triunfador. Siguen a una persona porque tiene títulos. Sin quererlo se desarrolla una iglesia del evangelio de amor condicional. Todos entienden que Dios nos ama a todos, pero un poco más a los que cosechan logros.

Los ricos tienen una fuerza motora que para las otras clases no tiene mucho sentido. Se levantan por la mañana para establecer y fortalecer sus conexiones con otras personas que se dedican a cambiar el mundo. Los ricos saben que hay pocos poderosos capaces de hacer que las cosas cambien. Se preocupan por tener contactos con esa clase de personas y tratan de estar cerca de ellas.

Los ricos no están toda su vida trabajando ni están educando a sus hijos para que obtengan un empleo. En vez de eso, envían a sus hijos a escuelas donde otros poderosos envían a sus hijos. Los contactos son la fuerza motriz de la clase rica. Creen que no es lo que sabes, sino a quién conoces y quién conoce lo que haces, lo que te lleva a tener éxito.

Sabiendo que ellos tienen o dirigen la mayor parte de los recursos del mundo, intentan proteger el impulso de la clase gobernante y de sus miembros. Viven vidas que no tienen límite y saben lo que se necesita tanto en carácter como en responsabilidad para mantener la libertad viva durante su generación y al siguiente. Los ricos hacen todo lo posible para enseñar a sus hijos a manejar, proteger y pasar los secretos de la vida en una libertad sin límites.

Los creyentes con mentalidad de abundancia que se aferran a la prioridad y al poder de las conexiones invierten su tiempo y energía en construir relaciones con otras personas que quieren un avivamiento e invierten en la educación de sus hijos para que estos hagan lo mismo. Hacen sacrificios para estar donde se está derramando la unción del Espíritu Santo. Se capacitan y experimentan las obras y maravillas de Dios a medida que estas suceden en el mundo.

No se sienten satisfechos de simplemente “trabajar para Dios” sino más bien no cesan en sus tareas hasta ver cómo él Señor derrama de sus recursos ilimitados sobre sus vidas para ministrar a los que les rodean.

Los creyentes con una mentalidad de abundancia unen sus corazones a líderes de todo el mundo con visión apostólica y profética. Dirigen la energía, recursos y tiempo de sus vidas para que estos líderes avancen y hagan la obra del Reino. Aquellos que tienen recursos ilimitados no se centran en esos recursos como un fin en sí mismos sino se deleitan en invertirlos en las cosas que verdaderamente importan: la gente, los legados culturales.  Buscan causas dignas que merezcan honor. Es por eso que los creyentes que tienen una mentalidad de riqueza crean una cultura de honor.

El honor no es una idea sino una práctica, una práctica de dar. Los creyentes que tienen una mentalidad de abundancia no practican actos de amabilidad sino que se aferran a un estilo de vida en el que se convierten en benefactores. Consideran una causa digna darle honor a cada persona con la que se encuentran. Esto, después de todo, es lo que hizo la obra de Cristo en la cruz del calvario, la cual liberó los recursos del cielo para nosotros lo cual nos hace ver y dar honor a los demás.

La motivación de la clase pobre y la clase media para dar no puede apreciar lo que Dios hizo por nosotros al enviar a su Hijo, porque él no envió a Jesús por lástima o porque quisiera obtener algo de nosotros a cambio y ni tampoco porque lo mereciéramos. Dios le dio a la raza humana el mayor honor de convertirse en uno de nosotros. Después nos dio un honor aún mayor, en su muerte y resurrección, donde abrió un camino para que pudiéramos ser uno con El. Para aquellos de nosotros que hemos recibió semejante regalo de Dios, es nuestro supremo honor imitar a aquél que nos ha honrado e invitar a los que nos rodean a entrar en la generosidad de Dios.

Para terminar, podemos decir que el creyente con una mentalidad de abundancia es uno de los elementos más importantes a la hora de traer el cielo a la tierra. Esta mentalidad no solo nos enseña a ver nuestras circunstancias inmediatas desde una posibilidad ilimitada, sino que también nos cimenta en nuestras relacione tanto con el Cuerpo de Cristo mundial como con las generaciones que nos preceden y nos siguen.

Que Dios trabaje en nuestras vidas para que el proceso de cambio de la casa paterna natural hacia la Casa del Padre Celestial sea una realidad y podamos experimentar todo lo que el Señor ha preparado para nuestras vidas.

Génesis 12:1-3 lo podemos tomar para hoy como una promesa: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y hare de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré, y sean benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Los conceptos de este artículo fueron tomados del libro “Cultura de honor” de Danny Silk, capítulo 5, páginas 125-143 publicado por lovingOnPurpose.com

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