Recopilado y ampliado por Ritchie Pugliese
La vida cristiana ademas de tener un sinfin de privilegios y bendiciones, tiene también desafíos. Uno de ellos, quizás el más determinante para tener una vida equilibrada y victoriosa, es decidir quien dominará o gobernará nuestra mente.
Espiritualmente hablando, la mente es un campo de batalla debido a que prácticamente a cada instante ella recibe infinidad de insinuaciones que nos llevan a producir pensamientos. Es un campo de batalla porque no todos los pensamientos que recibimos son buenos, edificantes, positivos. Están también aquellos que son maliciosos y negativos.
De eso se trata la lucha diaria, en decidir cuáles pensamientos se asentarán en nuestra mente. Por eso nuestra tarea es aprender a discernir la procedencia de los pensamientos que llegan a nuestra mente.
Para discernir y diferenciar los pensamientos que llegan a nuestra mente, necesitamos saber que existen tres fuentes o clases de los pensamientos:
1. Nuestros propios pensamientos, que son naturales;
2. Los pensamientos de Dios, que son espirituales;
3. Los pensamientos del enemigo de nuestras almas, el diablo, que son sobrenaturales.
Antes de seguir avanzando con el tema, considero indispensable recordar algunos conceptos sobre la mente y la manera de pensar.
Se ha comprobado científicamente que lo que domine nuestra mente dominará nuestros pensamientos, y lo que domine nuestros pensamientos dominará toda nuestra vida. La psicosomatología estudia la relación que existe entre el cuerpo y la mente y la influencia que ésta ejerce sobre el cuerpo.
Está comprobado, además, que una mente que aloja, por ejemplo, constantes pensamientos de enfermades puede crear un cuerpo enfermo. Los pensamientos negativos tienen la capacidad de debilitar el sistema inmunológico y dejan la puerta abierta para la llegada de cualquier enfermedad.
La psicosomatología parte del alma (ella está compuesta por la mente, voluntad, intlecto, emociones y sentimientos) para tratar sus efectos en el ser humano, y si bien tiene su lado positivo, existe una perspectiva superior y más completa de la que quiero hablar hoy.
En la Palabra de Dios vemos que Dios creó al ser humano como una unidad tripartita: Espíritu, alma y cuerpo como lo afirma 1 Tesalonicenses 5:23. Me llama la atención como el Espíritu Santo permitió que se escribiera la secuencia, que no parte desde el alma sino del Espíritu. La palabra dice “todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo”.
Esto tiene una gran enseñanza y es que como creyentes en Cristo, para entender las cosas, necesitamos verlas desde la perspectiva divina, es decir, partiendo del Espíritu. Por eso se nos alienta a buscar las cosas de arriba como dice Colosenses 3:1-2: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba (del Espíritu), donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba (del Espíritu), no en las de la tierra.”
La perspectiva bíblica correcta no es ver las cosas a partir del alma sino desde el Espíritu. Por eso la propuesta de Dios es la pneumopsicosomatología (pneumo (Espíritu); psico (Alma); soma (cuerpo). Dios desea que desarrollemos una mente de fe, sujeta al Espíritu.
Entonces, cuando partimos del Espíritu, tratamos las cosas de acuerdo a lo que dice la Palabra de Dios. Proverbios 23:7 dice “cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Esto significa que cada pensamiento que viene a nuestra mente desarrolla una imagen que da lugar a una creencia, a un sentimiento y a una acción.
Por eso es necesario renovar la mente. Si no entendemos el concepto de renovar la mente, para pensar bajo el control del Espíritu y lo que dice la Palabra del Señor, nos transformaremos en creyentes almáticos, controlados por culquier pensamiento y sentimiento negativo. La mente se transformará como una pista de aterrizaje donde “aterrizarán” (y se quedarán) toda clase de pensamientos nocivos y negativos.
Existen ocho formas básicas de pensamiento almático que necesitamos aprender a desechar de nuestras vidas, ya que el enemigo de nuestras almas las utiliza para limitarnos. Ellas son:
1. La mentalidad del fracasado: Es aquél que piensa que nunca nada le saldrá bien en la vida.
2. La mentalidad del frustrado: Es aquél que falló en algo y a partir de ese momento cree que todo será igual.
3. La mentalidad del negativo: Es aquél que llena su mente de pensamientos destructivos y derrota. No puede ver nada positivo.
4. La mentalidad del pesimista: Es aquél que es superado fácilmente por los problemas y adversidades de la vida.
5. La mentalidad del débil: Es aquel que no tiene fuerza de carácter y es vulnerable a cualquier otra forma de pensamiento. Sigue lo que dice la mayoría.
6. La mentalidad del acomplejado: Es aquel que en el pasado recibió la burla y el menosprecio de los demás y ha quedado “marcado” para toda la vida. Se cree inferior a todos.
7. La mentalidad del atormentado: Es aquel que inventa imágenes de situaciones trágicas o de desgracia continua.
8. La mentalidad del temeroso: Es aquel que le tiene miedo a todo, hasta a su misma sombra.
Debemos reconocer que ser cristianos no impide que seamos atacados por toda clase de pensamiento mentiroso, mas bien deberíamos considerarnos el blanco del enemigo, ya que nuestras vidas le pertenecen ahora al Señor.
Para ganar esta batalla, una buena cosa para hacer sería detenernos a pensar lo que estamos pensando, tomarnos el trabajo para examinar cada pensamiento para ver si es un pensamiento negativo o proveniente de Dios.
¿Cuáles son los pensamientos que te abruman y arrecian constantemente contra tu mente en este tiempo?
Un serio riesgo
El peligro de no hacer esto es que corremos el serio riesgo de que se forme en nuestra mente lo que se conoce como una “fortaleza” del enemigo. ¿Que es una fortaleza espiritual? Es un espacio en la mente, accesible a todo pensamiento negativo, similiar a una pista de aterrizaje, donde los pensamientos negativos aterrizan y se quedan sin problemas.
En la antigüedad las fortalezas o castillos eran aquellas edificaciones hechas de paredes protectoras anchas y sólidas, construidas piedra sobre piedra. Las fortalezas espirituales del diablo se forman en la mente de manera similar: Se forman por la reiteración (piedra sobre piedra) continua de sus mentiras y se va formando alrededor de la mente una muralla.
Esas mismas murallas son las que tienen las personas que no tienen a Cristo como su salvador. El diablo les ha puesto un velo y cegado el entendimiento para que no se conviertan al Señor como dice 2 Corintios 4:4. Ese velo necesita ser removido con autoridad espiritual para que la persona se convierta a Cristo.
El objetivo de Satanás es la conquista de nuestra mente y su estrategia es colocar en nuestros pensamientos sus mentiras disfrazadas para que no nos demos cuenta que son y provienen de él. ¿Va entendiendo como opera la secuencia destructora del enemigo? Viene primero a nuestra mente un pensamiento contrario a la Palabra de Dios, este da lugar a una idea (el pensamiento se asienta en lamente), luego se transforma en un concepto (creo la mentira) que da lugar a un argumento (es el pensamiento expresado para refutar la verdad de Dios) y se transforma en una fortaleza donde el enemigo prácticamente gobierna la mente.
Gracias a Dios todo esto puede impedirse si tomamos en cuenta lo que dice la Palabra de Dios en 2 Corintios 10:4-5 “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia en Cristo”.
La solucion a esto no es ser positivos ni almáticos, sino desarrollar una mente de fe, enfocada en el Espíritu y la palabra.
Es por eso que la Palabra de Dios y dice que debemos renovar la mente haciendo tres cosas:
1) Rechazar, eliminar de nuestra mente aquellos pensamientos que no coinciden con el sentir de la Palabra de Dios;
2) Atar y echar fuera todos los pensamientos destructivos malignos;
3) Adaptar a nuestra manera de pensar la manera de pensar del Señor y su palabra.
Este es el proceso para la renovación de la mente. Romanos 12:2 dice algo referido a esto: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Lamentablemente muchos cristianos viven atormentados por pensamientos mentirosos del diablo y nunca han aprendido a extirparlos y a cambiar su manera de pensar. La propuesta de Dios en cambio es darnos paz mental para que vivamos en victoria continua. Isaías 26:3 dice “tu guardarás en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”.
Cuando nuestros pensamientos perseveran en el Señor experimentamos completa paz. Note que dice “en ti persevera”. No es cuestión de pensar unos minutos sino mantenerse constantemente pensando en las promesas de la Palabra de Dios. Cuando aprendemos hacer esto, el enemigo ya no puede torturarnos ni engañarnos y se retira vencido porque hemos desarrollado una mentalidad de fe.
Por eso, en este día toma el tiempo para reflexionar y pensar: ¿En cuáles pensamientos me encuentro pensando en estos momentos? ¿Cuáles son los pensamientos que me abruman en este tiempo? ¿De dónde provienen? ¿Cuál es la procedencia de cada uno de ellos?
¡Decide en esta hora dejar de ser un cristiano almático, y transfórmate en un creyente del Espíritu con una mentalidad de fe!
¿Quieres leer sobre los diferentes tipos de mente que existen?
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Los conceptos generales de este artículo fueron tomados del libro originalmente publicado en inglés bajo el título Battlefield of the Mind por Joyce Meyer, publicado en 1995 por Harrison House, Inc.