EL CAMINO DIRECTO HACIA LA TIERRA DE BENDICIONES

Por Ritchie Pugliese

1 Pedro 3:9 dice:

“Fuisteis llamados para que heredaseis bendición”

La Biblia habla mucho y bien sobre las bendiciones de Dios y cómo su pueblo puede recibirlas. Las bendiciones de Dios están reservadas exclusivamente para los hijos obedientes del Señor. Los únicos que pierden las bendiciones siempre son los desobedientes. ¡Por eso vale la pena ser obedientes al Señor!

Deuteronomio 28:1-2 dice:

“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones y te alcanzarán”

Muchos hacen promesas a Dios y le dicen: – Señor, el día que tú me otorgues lo que te pido, voy a ser fiel como nunca antes lo he hecho – . El deseo de Dios es precisamente al revés. Él quiere que seamos primero obedientes para luego recibir sus bendiciones. El Señor nos da la libertad de que podamos escoger el camino de la obediencia o el de la desobediencia. Cada uno de ellos tiene su recompensa.

Al mirar la historia del Pueblo de Israel vemos que en el pasado Dios llevó a su pueblo bajo el mandato de Josué a la tierra prometida y hoy nosotros bajo el mandato de Jesús somos llevados a una tierra de promesas. Si hacemos un recorrido del pueblo de Dios luego de salir del yugo de esclavitud de Egipto y Faraón, obtenemos una preciosa enseñanza espiritual para nuestras vidas:

EGIPTO representa el mundo lleno de pecado y esclavitud;

La LIBERACION del yugo de esclavitud representa a Cristo dándonos libertad;

El DESIERTO es el lapso de tiempo donde el Espíritu Santo nos moldea;

La TIERRA PROMETIDA es el lugar donde Cristo nos bendice con toda bendición.

Si usted lee detenidamente notará que entre el proceso de liberación y la llegada a la tierra prometida, ESTA LA TRAVESIA POR EL DESIERTO. No se puede llegar a la tierra de bendición si primero no aprendemos las lecciones en la tierra del desierto.

Esto lo vemos en la historia del pueblo de Israel. Dios los llevaría un tiempo determinado por el desierto para darles algunas lecciones espirituales para ellos y las generaciones siguientes y permitirles entrar en la tierra prometida… pero un viaje de sólo 40 días se transformó en un pesado peregrinaje de 40 años (Núm. 14:34).

Así como un viaje de 40 días se transformó en uno de 40 años, aprendemos que depende de nuestra capacidad de obediencia acortar o alargar la llegada a la tierra de bendiciones.

El pueblo de Israel atravesó siete desiertos antes de entrar en la tierra prometida. El número 7 en la tipología bíblica significa: “perfección, “consumación”. Esto nos enseña que parte del trato de Dios es que atravesemos por el desierto para la consumación de su preciosa voluntad en nuestras vidas. Los desiertos fueron:

1. Desierto de Shur (Ex. 15:22)

2. Desierto de Sin (Ex. 16:1)

3. Desierto de Sinaí (Ex. 19:1)

4. Desierto de Paran (Núm. 12:16)

5. Desierto de Zin (Núm. 20:1)

6. Desierto de Ijeabarim (Núm. 21:11)

7. Desierto de Arnon (Núm. 21:13)

Aquí aprendemos también que dentro del desierto existen diversos lugares, para nosotros hoy la lección es que durante el desierto debemos atravesar diferentes etapas de pruebas. Pareciera que cuando atravesamos tiempos de desiertos las pruebas se nos vinieran todas encima. Dios ha preparado eso para formarnos y capacitarnos para disfrutar sus bendiciones posteriormente. Si caminamos con fidelidad avanzaremos al siguiente paso hasta entrar en la tierra de bendición. Para muchos el desierto fue un final, para otros un comienzo (Núm. 14:29-35).

¿Para qué sirven los tiempos de desiertos en la vida del creyente hoy? Deuteronomio 8:2 dice: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”

Note que dice “todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios”. Quizás usted estuvo pensando que todo lo que le pasó en el desierto era del diablo, ha invertido tiempo reprendiendo y reprendiendo, ¡y la situación no cambió sino que empeoró! ¡Pensar que era la mano del Gran Alfarero trabajando sobre su vida para prepárala para llegar a la tierra de bendición, la tierra que Él le había prometido y usted no se había dado cuenta!

¿Cuál és el propósito de los tiempos de desierto en nuestras vidas?

1. “Para afligirte”. Es fácil alabar a Dios y serle fiel cuando todo sale de maravillas, pero ¿qué pasa en la adversidad y cuando todo sale mal? ¿Seguimos fieles en medio de los problemas? Allí Dios prueba la CALIDAD de la vida espiritual que tenemos. Muchas veces pensamos o decimos con un tono de orgullo y soberbia que somos los “invencibles” y Dios nos aflige para mostrar nuestra realidad carnal que debe ser tratada y quebrada por el Señor.

2. “Para probarte” ¿Probar qué? El NIVEL de nuestra espiritualidad. Aquí el Señor mide nuestra madurez y crecimiento espiritual. Tener años de creyente no significa alcanzar madurez.

3. “Para saber lo que había en tu corazón”. Aquí el Señor prueba nuestra INTENCION interior de obedecer o desobedecerle. Podemos engañar a todos los que nos rodean con una fachada de “fieles y llenos de obediencia” pero el Señor siempre mira la intención del corazón.

Los tiempos de desiertos siempre nos muestran LO QUE EN REALIDAD SOMOS ANTE DIOS. Por cierto él ya lo sabe de antemano pero quiere que nosotros los sepamos para que nos humillemos, arrepintamos y volvamos al sendero de la obediencia.

¿Qué fluye de su ser en los tiempos de desiertos? ¿Fluye la presencia de Dios o su naturaleza carnal no quebrada? Dios siempre mira nuestras actitudes pues ellas revelan lo que hay oculto en el corazón. El pueblo de Israel en el desierto reveló su rebeldía, queja, desobediencia, incredulidad, tibieza, murmuración e idolatría. A ellos no les interesaban las lecciones de Dios en el desierto sino que querían solamente la bendición de Dios en la tierra prometida.

Muchos de nosotros también somos así, somos tan necios de corazón y egoístas que en vez de tomar los tiempos de desiertos como un tiempo necesario de formación y crecimiento espiritual para llegar posteriormente a la tierra bendecida, nos rebelamos y lo único que nos importa es tener en nuestros brazos lo que habíamos pedido. Debido a nuestra rebeldía y por no interpretar el obrar del Señor es posible que Dios nos dé lo que queremos pero SIN SU BENDICION. Esto mismo le sucedió al pueblo rebelde de Israel. Números 11:19-20 dice: “No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él diciendo: ¿Por qué salimos acá de Egipto?”

Números 11:31-34 dice también:

“Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquél día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso”

Allí no todos murieron en el desierto, solo perecieron los codiciosos. La palabra “codicia” significa: “Apetito desordenado por la riqueza, deseo desesperado por las cosas”. Hoy día hay mucho pueblo de Dios que en vez de desear más del Señor, desear ser enseñados y corregidos por El, lo único que les interesa es su bienestar material. Nunca lo olvide: La bendición sin la bendición de Dios se transforma en maldición. Si nosotros hoy somos tan desobedientes de no aceptar lo que Dios nos da en el desierto, es probable que recibamos lo que pedimos pero con maldición.

El Salmo 106:13-15 dice: “Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; Y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que Pidieron; mas envió mortandad sobre ellos”

Dios nos llama en este tiempo a que aprendamos sus lecciones en el desierto y las aprobemos. Cuando eso suceda estaremos calificados para llegar a la tierra de bendición. Sin obediencia no hay bendición, pues Dios siempre bendice a los fieles.

Deuteronomio 8:3 nos dice cuál es otra importante lección que debemos aprender y aprobar en el desierto: “Para hacerte saber que no solo de pan (representa las cosas materiales) vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”

Dios quiere enseñarle a su pueblo a vivir dependiendo siempre ciento por ciento de Él y no de lo que podemos ver, sentir o palpar. Como pueblo de Dios debemos ser sustentados por la Palabra de Dios, pues ella es creativa. Dios ha dado promesas para que nosotros las tomemos por la fe y la confesión. A menos que hagamos eso nunca las recibiremos.

Las promesas de Dios son legalmente nuestras, pero serán prácticamente nuestras luego que las tomemos invisiblemente por la fe y la confesión de la Palabra de Dios. Al creer con fe y confesar las promesas de Dios, algo sucede en el mundo espiritual y hace que se cristalicen en nuestro mundo terrenal. ¡La palabra de Dios es creativa! (Lea Génesis 1).

El Señor también ha decidido que pasemos primero por el desierto para luego entrar en la tierra de bendición para recordarnos que si recibimos sus bendiciones ha sido por Su Gracia y Misericordia, no por nuestros méritos.

Pareciera que cuando estamos con problemas y tiempos de desiertos buscamos a Dios con ahínco, pero cuando Él nos responde y da lo que esperábamos, ya dejamos de buscarle y nos vamos contentos con la bendición pero sin El que bendice. Tenemos una tendencia a la soberbia y arrogancia espiritual cuando alcanzamos el éxito por eso Dios nos recuerda en Deuteronomio 8:7-10: “Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas, y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás obre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.”

El Señor nos recuerda todo esto porque entrar en la tierra prometida, la tierra buena de bendiciones tiene sus peligros, que debemos evitar:

a) Deut. 8:11 “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios. Significa el peligro de olvidarse de Dios

b) Deut 8:14 “y se enorgullezca tu corazón”. Significa el peligro de llenarnos de orgullo y soberbia.

c) Deut 8:17 “y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”. Eso significa el peligro de caer en la Altivez y soberbia intentando robarle la gloria y el mérito a Dios.

Por eso el v. 18 dice: “sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto…”

Si usted quiere ser un cristiano fiel que disfruta de las bendiciones de Dios con un corazón humilde y agradecido, interprete el tiempo de desiertos que hoy está atravesando como un tiempo determinado por Dios para prepararlo para la buena tierra que Él le ha prometido. Humíllese sin reservas bajo su poderosa mano para que Él lo exalte cuando sea Su tiempo, ¡y no tenga dudas que usted verá la Gloria de Dios!

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