Por Ritchie Pugliese
¿Te ha sucedido alguna vez?
Una mala noticia, una situación preocupante y desesperante, un acontecimiento repentino negativo que muchas veces nos dejan sin fuerzas ni aliento y lo peor de todo sin saber qué hacer…
¿Te ha sucedido alguna vez?
Como cristianos que creemos que Dios todo lo sabe y conoce, y transforma todas las cosas para bien, bien sabemos que para nuestras preocupaciones tenemos la posibilidad de utilizar la herramienta de la oración. … -, pero a pesar de contar con eso, ¿no le ha pasado, o le puede estar sucediendo en este tiempo de dificultades, que literalmente no sabe cómo orar?
Tú ya has intentado orar todas las clases de oraciones conocidas, ejercido tu fe y has dado aún decretos proféticos y nada ha sucedido…es como que te has quedado sin recursos para saber cómo orar…. ¿Te sientes identificado?
En tiempos así he descubierto algo que muchas veces lo leemos y a veces se nos olvida recordarlo y aplicarlo. Romanos 8:26-27 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”
¡La palabra misma nos dice que existen situaciones donde no sabremos como orar pero a la vez nos dice que Dios tiene una salida a esa situación!
No sabemos cómo hay que orar… pero…y aquí viene lo glorioso y es que “el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Esto que hace el Espíritu es completamente sobrenatural y por cierto efectivo porque luego agrega en el versículo siguiente: “…la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.”
En las dimensiones del Espíritu existe lo que se conoce como “gemidos indecibles”. Comúnmente esto se cree que se refiere al hablar en lenguas dadas por el Espíritu. Aquellos que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo de acuerdo a Hechos 1:5 entendemos de qué se trata.
Usted comienza a orar, y en un momento su lenguaje natural cambia al sobrenatural donde uno habla en otras lenguas que Dios conoce a la perfección aunque su intelecto no lo comprenda (a menos que reciba la interpretación por usted mismo o alguien allí presente). A pesar, en la mayoría de las veces, de no entender lo que hemos dicho, sabemos que hemos soltado una gran carga espiritual y que el señor nos ha escuchado.
Algo muy importante antes de continuar con la lectura:
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Para entender lo que estoy compartiendo en el justo equilibrio necesitamos remontarnos al pasaje de Judas v.20 se nos dice “orando en el Espíritu Santo”. Es necesario entender esto que estoy diciendo para comprender lo que viene.
Según la Palabra, toda oración sea en un lenguaje conocido, o “en lenguas”, son en el Espíritu Santo. Son dos canales disponibles e iguales para todos los creyentes.
Ahora bien, la Biblia en 1 Corintios 14:15 revela estas dos canales de oración: La primera es “orar con el Espíritu” que es hablar en lenguas desconocidas y el otro canal es “oraré con el entendimiento”. Entonces, orar “con” se refiere al orar en lenguas y orar “en” se refiere a toda forma de oración.
Existen momentos desesperantes y de tensión donde no sabemos qué hacer ni adonde ir, y en medio de todo eso aún no sabemos cómo orar… hasta que el mismo Espíritu nos impulsa a expresar los gemidos indecibles, donde Dios nos escucha y entiende la intención del Espíritu.
Es posible que orar en lenguas o con gemidos indecibles, quizás nos deje sin entender lo que estamos orando pero en definitivas sucederá lo más importante y es que Dios sí nos está escuchando y por sobre todo esa oración, por así decirlo, va de espíritu a Espíritu, directo al trono de Dios.
Los gemidos indecibles mayormente los expresamos al hablar en lenguas cuando oramos pero también muchas veces pueden ser literalmente gemidos indecibles. A veces pensamos que debemos dar un gran discurso cuando oramos y utilizar muchas palabras. Dios que conoce las intenciones del corazón, puede recibir de nosotros un simple gemido, un “ay”, o un clamor breve y entender todo lo que está sucediendo para enviar su respuesta.
Un caso breve relacionado con esto: Cuando Ana, que era estéril y estaba orando a Dios por un hijo, el v.10 del capítulo 1 de 1 Samuel dice: “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Sumado a eso leemos en el v. 12 “mientras ella oraba largamente…pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios y su voz no se oia…”
Ana estaba practicando los gemidos indecibles que fluyen del corazón. Sin la luz Neotestamentaria que nosotros tenemos hoy, pero moviéndose en la dimensión del Espíritu, ella oraba gimiendo y con gran dolor donde Dios la escuchaba pero algunos como Elí no lo entendieron pensando que estaba borracha (1:13-14). La historia nos dice que Dios escuchó sus gemidos y dio a luz su primer hijo Samuel.
Como mencioné anteriormente el Señor mira por sobre todo las intenciones del corazón, pero eso nos alertó que cuando oremos “no uséis vanas repeticiones… que piensan que por su palabrería serán oídos… porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:7-8).
Cuando no sepamos cómo orar, no nos olvidemos cómo podemos orar: ¡Con gemidos indecibles, sabiendo que Dios nos entiende! Dejemos que el Espíritu Santo nos dirija y nos ayude en nuestra debilidad. Démosle lugar al Espíritu para que fluye a través nuestro de la manera que él considere más adecuada en nuestra situación adecuada aunque no sea la más acostumbrada. Así como sucedió con Ana sucederá con nosotros: ¡Daremos a luz algo nuevo que estará en el propósito de Dios!