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Tomado del capítulo 14 del libro digital escrito por Ritchie Pugliese, “Determinado a prevalecer” @2023
En este último tiempo, el Espíritu Santo me ha inquietado a escribir sobre la necesidad de desarrollar un espíritu fuerte para prevalecer.
Si hacemos un recuento de los acontecimientos negativos que sacudieron nuestro mundo últimamente (pandemia, pérdida de la salud y muerte, crisis financiera, rumores de guerra), vemos la importancia de valorar el hecho de estar vivos cada día y la fragilidad de la vida, tal como lo refleja el Salmo 103:15-16 “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más”.
Sin embargo, no hay crisis global ni adversidad personal que tome por sorpresa a Dios. Precisamente, en Juan 16:33 Jesús dijo (o predijo): “En el mundo tendréis aflicción…”.
Es interesante notar que la palabra “aflicción”, en el original griego, es “dslípsis”, que significa “presión” y a la vez deriva de la palabra “dslíbo” que significa “oprimir”. Es decir, que Jesús afirmó que en el mundo tendremos presión y opresión. A simple vista, pareciera que su declaración fuera negativa, pero deberíamos verla como un aviso o llamado de advertencia para estar alertas y preparados.
Existe una diferencia entre la presión y la opresión. La primera es la fuerza de las circunstancias naturales negativas contra nosotros. La segunda es el aprovechamiento del enemigo de esas fuerzas naturales negativas para oprimir al creyente en Cristo.
Entonces, a la luz de lo que Jesús dijo y ante la realidad de lo que estamos viviendo en este mundo, es imprescindible desarrollar un espíritu fuerte para prevalecer sobre las presiones y opresiones de la vida, tal como leemos en Proverbios 18:14 “El ánimo [o espíritu, del hebreo ‘Ruach’] del hombre soportará su enfermedad; mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?”.
Es interesante destacar que la palabra hebrea “Ruach” se utiliza también para describir la presencia del Espíritu Santo. Así lo encontramos en Génesis 1:2 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu [Ruach] de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
Ahora bien, ¿qué significa tener un espíritu fuerte?
Tener un espíritu fuerte es mucho más que ser una persona de carácter duro y resistente. Antes bien, yo lo defino de la siguiente manera: “El espíritu fuerte es la capacidad interior que desarrolla una persona que camina con Dios, vive en comunión íntima con la presencia del Espíritu Santo y su vida está afirmada en los principios de las Sagradas Escrituras”.
Tener un espíritu fuerte es lo que nos permite soportar las presiones de la vida y las opresiones del enemigo. Nos ayuda a vivir por sobre las circunstancias negativas y nunca por debajo, aprisionados y asfixiados por ellas.
El “espíritu fuerte” se distingue de la simple fuerza de voluntad humana porque su esencia y procedencia vienen del Dios Todopoderoso, y se caracteriza por:
1) firmeza y estabilidad ante los ataques del enemigo, los problemas y desafíos de la vida
2) valentía espiritual que otorga autoridad para soportar, prevalecer y triunfar sobre las presiones y opresiones.
¿Cómo se puede desarrollar un espíritu fuerte?
Ante todo, debemos saber que desarrollar un espíritu fuerte solo es posible si tenemos a Dios como la fuerza principal de nuestra vida. El Salmo 84:5 llama bienaventurados a aquellos que solo dependen del Señor: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti [en Dios] sus fuerzas…”.
Además, debemos tomar la decisión consciente de vivir de esta manera para que Dios imparta sobre nosotros su fortaleza sobrenatural y podamos desarrollar un espíritu fuerte en nuestro interior.
En la comunión íntima con el Señor existe lo que yo denomino “una transferencia de poder”, que fluye del Señor hacia el creyente y que Isaías 40:29 y 31 describe muy bien:
“Él [el Señor] da esfuerzo al cansado, y [el Señor] multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” .
Es lo que yo suelo llamar “matemática sobrenatural”, porque en lo natural, cuando no hay nada (cero), no se puede obtener nada (cero), ¡pero con Dios no es así! ¡Donde no existe nada (cero), Él tiene el poder de dar y aun multiplicar las fuerzas!
“Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; seré ungido con aceite fresco” (Salmos 92:10).
El espíritu fuerte se desarrolla enfrentando adversidades. Para cada nuevo desafío de la vida existe un nivel superior de fuerzas que el Señor nos quiere impartir como lo hizo con los grandes hombres de fe que se mencionan en Hebreos 11:34 “… sacaron fuerzas [del griego dunamóo, que deriva de la palabra dunamis que significa ‘poder’] de debilidad, se hicieron fuertes [poderosos] en [medio de las] batallas”.
Por último, tener un espíritu fuerte no solo es necesario para resistir la adversidad, sino también para seguir creyendo a pesar de la adversidad sin perder la fe en las promesas de Dios. Lo podemos leer en Hebreos 11:11 “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza [dunamis] para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” .
Sara era estéril y tenía noventa años cuando quedó embarazada. Para poder recibir semejante bendición ‘fuera de tiempo’ tuvo que aprender a desarrollar un espíritu fuerte para poder batallar contra las circunstancias y seguir creyendo que Dios era fiel para cumplir sus promesas. ¡Glorioso!
Desarrollar un espíritu fuerte está al alcance de todos, pero depende de la decisión personal de buscar a Dios y su poder.
“Buscad a Jehová y su poder [del hebreo ‘oz’ = fuerza]; buscad su rostro continuamente” (1 Crónicas 16:11).
“Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro” (Salmos 105:4).
¡Trabajemos en nuestras vidas para desarrollar un espíritu fuerte!
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