Por Ritchie Pugliese
La Palabra de Dios dice en Santiago 5:13-18 lo siguiente:
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”.
Cuando el Señor Jesucristo retornó al cielo, él envió al Espíritu Santo para continuar su obra de salvación de los perdidos y sanidad de los enfermos. El pasaje de Santiago nos provee abundante información para llevar a cabo eficazmente el ministerio de sanidad en la Iglesia.
La primera intención del pasaje es proveer sanidad física y restauración espiritual para “alguno entre vosotros”, es decir, para aquellos que han aceptado a Cristo como su Salvador y son parte del pueblo de Dios. En Marcos 16:17-18 el ministerio de sanidad se extiende para aquellos que aún no tienen a Cristo en sus corazones.
Las dos palabras griegas para la palabra “enfermo” de los vv.14 y 15 de Santiago capítulo 5, indican una seria aflicción. En el v.14 es “asthemei”, cuya raíz se utiliza en la mayoría de las palabras del Nuevo Testamento referidas a la enfermedad.
Esta palabra denota debilidad como resultado de la enfermedad y es el término utilizado para describir al hombre imposibilitado de Juan 5:7. Esa persona no tenía la capacidad por si misma de recuperarse.
La otra palabra, que aparece en el v.15, es “kamnonta”, y sugiere a una persona que está agotada y desesperanzadamente enferma.
La idea de ministrar a los enfermos que aparece en la Biblia, no tiene nada que ver con un rito religioso que se le da a una persona cuando se está muriendo (extrema unción). ¡Los cristianos que enferman pueden pedir oración para ser sanados, no para morir!
A quién llamar primero cuando la persona está enferma
Cuando aplicamos las instrucciones del pasaje hoy, debemos tener en mente que por lo que dice Santiago, la responsabilidad recae sobre la persona enferma. Esta persona es la que tiene que llamar a los líderes de la congregación para que la unjan con aceite y oren por ella.
El v. 14 le da una orden a la persona enferma: “¿Está alguno enfermo entro vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia…” No es la tarea de los líderes de la iglesia buscar a los enfermos. Este llamado era la evidencia de que la persona afligida tiene la fe suficiente en el Señor para ser sanada y por eso llama a los líderes espirituales para que vayan y oren por él.
Si la persona enferma está imposibilitada de llamar, lo pueden hacer las personas que lo rodean, como familiares y amigos.
En cuanto al término “ancianos”, da la idea de que sean aquellas personas que lideran la iglesia, y que están calificadas espiritualmente para poder hacerlo de acuerdo a los patrones bíblicos.
Al ser ambos (el enfermo y el líder) partes de la misma congregación, permite, por un lado a los líderes, conocer a la persona enferma, la naturaleza de su enfermedad y si hubiera algún pecado en ese caso.
Por el lado de la parte enferma, conocerá el estilo de vida de los siervos de Dios, entendiendo que cuando la sanidad ocurra le dará solamente la gloria al Señor.
Qué hacer antes de orar por la persona enferma
Antes de orar, se le debiera dar oportunidad a la persona enferma de confesar todo pecado conocido. La palabra para “pecado” (v.15) y “ofensas” (v. 16) vienen de la misma palabra griega “hamartias”. La idea del Señor es perdonar todo pecado que sea confesado (1 Juan 1:9) para poder recibir la sanidad prometida.
La idea de Dios de confesar los pecados y olvidar los pecados que nos hacen, provee una fuente segura de sanidad en la congregación, además de traer salud y sanidad.
Luego de la confesión de pecados del paciente, los ancianos o líderes deben proceder a ungirlo con aceite. Esta era una práctica que los discípulos de Jesús utilizaban (Marcos 6:13).
El aceite es un símbolo del Espíritu Santo utilizado como señal visible, pero no tenía ningún poder para sanar, aunque algunos teólogos piensan que antiguamente el aceite se utilizaba para dar medicina básica a los enfermos (Isaías 1:6; Lucas 10:34).
Generalmente cuando los ancianos o líderes de la iglesia local oran por los enfermos, les tocan la frente o imponen sus manos sobre la cabeza, con un poco de aceite. En el nombre del Señor ellos reciben la autoridad para poder orar por el enfermo, aunque en realidad, el enfermo está en las manos del Señor.
La oración por los enfermos no se realiza para reemplazar la atención médica. El Apóstol Pablo no prohibió de los servicios de un doctor, pues él hablaba de Lucas como el médico amado (Colosenses 4:14).
Luego de orar por la persona enferma
Una vez que se ha orado y ungido a la persona, el v.15 dice que “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”. En el original griego dice literalmente “la oración de la fe”. El artículo aquí utilizado con la palabra “fe” puede implicar que las oraciones son inspiradas por la manifestación carismática del don de fe (1 Corintios 12:9).
Luego, Santiago agrega en el v.16: “La oración eficaz del justo puede mucho”. La palabra en el singular hebreo para la frase “oración eficaz” es “energoumene” y significa que la oración del anciano de la iglesia ha sido “energizada o vigorizada” (en términos modernos diríamos que el anciano oró bajo la “unción” del Espíritu Santo). Este tipo de oración es la que puede mucho, porque Dios es el “energizador o vigorizador”. Zacarías 4:6 dice: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Elías hizo este tipo de oración y Santiago nos recuerda que él era una persona como nosotros. Sus oraciones no fueron respondidas porque era un “súper santo” sino porque Dios era el que proveía el poder para orar de esa manera.
Junto con el don de fe, otros dones carismáticos pueden acompañarlo. Puede ser una palabra de conocimiento (1 Corintios 12:8), donde Dios puede revelar algo a los ancianos acerca de la naturaleza de la enfermedad o lo que hay detrás de ella, aún antes de que la persona los llame.
Esto puede proveerle a la persona que sufre, una seguridad y fe para recibir su sanidad. Aún mismo al lado de la cama, alguno de los ancianos puede recibir una palabra de conocimiento o de sabiduría para detectar algún pecado olvidado o alguna actitud inconsciente que podría bloquear la llegada de la sanidad. Por supuesto, los dones de sanidades pueden fluir mientras se está ungiendo con aceite al enfermo.
Una vez que el patrón bíblico se ha seguido, la promesa de sanidad es incondicional: “y el Señor lo levantará”. Toda sanidad proviene de Dios. Él puede hacerlo con o sin medicamentos, en forma instantánea o en un proceso. La frase no garantiza la rapidez de la sanidad sino la garantía de que Dios actuará.
No tenemos base Escritural para poder terminar la oración diciendo: “Si es tú voluntad”, porque ya sabemos que la voluntad de Dios es sanar. Donde la sanidad no ha ocurrido, es evidencia de que aquellos involucrados no siguieron el proceder divino indicado, que no hubo fe en la oración o que algún pecado oculto no ha sido confesado.
El propósito final de la oración por los enfermos en la Iglesia es para tratar con el pecado en la vida del creyente y ayudarlo a que éste alcance por medio del arrepentimiento y la confesión, la limpieza y el perdón de los pecados, a fin de poder vivir en la hermosura de la santidad.
¿Anhelas ser un canal de bendición hacia otros necesitados de sanidad y ministración espiritual?
Entra en el enlace de abajo: