Por Ritchie Pugliese
En el mundo natural existe la conocida ley de la siembra y la cosecha. Esta ley consiste en el proceso de sembrar semillas en una parcela de tierra determinada y adecuada para posteriormente poder cosechar en la medida de lo sembrado.
Nunca se puede cosechar lo que antes no se haya sembrado. Es una ley terminante dada a los hombres bajo a la tierra. Dios es el único que puede cosechar sin haber sembrado pues Él es Señor sobre todo (ver Mateo 25:24) pero ha determinado que el hombre viva bajo esa ley. Es tarea del sembrador hacer primero el trabajo de la siembra y esperar el fruto de su trabajo después.
La ley de la siembra y la cosecha tiene un antes y un después. Lo que hagamos antes (bueno o malo) lo recibiremos después (bueno o malo).
El proceso de la siembra y la cosecha tiene sus ingredientes naturales pero en realidad es un milagro de Dios. Ninguna semilla sin el poder de Dios puede dar fruto. Hay semillas que no se reproducen y no dan el fruto adecuado.
En el mundo espiritual Dios también diseño la ley de la siembra y cosecha para que sus hijos experimenten sus bendiciones. Dios no se conforma con darnos sólo lo natural. El también quiere proveernos lo sobrenatural. En Génesis 26:12 leemos: “y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno, y le bendijo Jehová”. Así como sucedió en el pasado con Isaac, Dios quiere darnos no sólo una cosecha sino por sobre todo su bendición, que es la que nos enriquece (Prov. 10:22).
El Señor nos ha dado a cada uno una parcela de tierra o un terreno para que lo cuidemos. El terreno puede ser nuestra propia vida, la familia, la economía, la salud, el ministerio, etc. A cada instante de nuestras vidas sembramos semillas. Según como ellas hayan sido, así será nuestra cosecha. Dependerá de nuestra siembra lo que cosechemos.
En Génesis 2:15 vemos que al primer ser humano creado, Adán, le fue dado una tarea para hacer: “tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase”.
En este pasaje encontramos la clave para una siembra exitosa:
1. ANTES DE SEMBRAR HAY QUE LIMPIAR EL TERRENO
Si el terreno a sembrar está lleno de basura no podremos sembrar buenas semillas sin evitar que ellas se contaminen. Antes de sembrar debemos limpiar bien el terreno. Es quizás la etapa más difícil de realizar pues debe hacerse profundamente. Ningún sembrador diligente sembrará sin primero limpiar el terreno. En Jeremías 1:10 vemos esta secuencia: “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir; para arruinar y para derribar; para edificar y para plantar”. El proceso natural y espiritual de la ley de siembra y cosecha es el mismo.
Cómo limpiar nuestro terreno espiritual:
1) Reconocer que nuestro terreno está sucio y contaminado. Debemos ser honestos y sinceros con Dios y con nosotros mismos y darnos cuenta que hemos plantado semillas que han dado malos frutos.
2) Arrancar semilla por semilla por su nombre específico.
Por ejemplo: Si queremos experimentar la prosperidad de Dios debemos plantar semillas de “dar con fe y obediencia los diezmos al Señor” pero previo a eso debo arrancar la mala semilla de “avaricia”.
3) Confesión y arrepentimiento ante el Señor Jesucristo para que su sangre preciosa nos limpie de todo pecado y maldad (1 Juan 1:9).
2. DISPOSICIÓN A TRABAJAR
2 Timoteo 2:6 dice que “el labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero”. Es responsabilidad del sembrador trabajar sembrando la semilla correcta. Lucas 8:11 nos dice que la Palabra de Dios es la semilla. A menos que sembremos la Palabra de Dios en nuestro terreno nunca veremos la cosecha de Dios.
Muchos cristianos confunden pensando que las bendiciones de Dios vendrán sin hacer nosotros nada, como por arte de magia. Es nuestra responsabilidad accionar y movernos por fe y obediencia a la Palabra de Dios. Sin fe y obediencia no vienen nunca las bendiciones del Cielo. Trabajar implica absoluta obediencia a la Palabra de Dios para sembrar las semillas de Dios. Nuestro problema es que muchas veces sembramos nuestras propias semillas y luego nos asombramos y lloramos cuando cosechamos lo que no es de bendición. La “siembra” de la carne o el pecado nunca puede cosechar la bendición de Dios.
3. TRABAJAR GENEROSAMENTE
2 Corintios 9:6 dice que “el que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. No sólo es cuestión de sembrar sino también hacerlo generosamente. Esta palabra implica sembrar mucho. No debemos conformarnos con poco, pues el Señor nos ha llamado a lo mucho. Muchas veces debido al cansancio y tantas cosas, bajamos la intensidad de la siembra o nos detenemos totalmente. Nuestra siembra espiritual debe ser continua, día a día, hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo.
A continuación detallaré una serie de semillas excelentes que darán frutos excelentes en nuestro terreno. No se olvide que cada semilla buena debe ser colocada en el lugar donde se quita la mala semilla:
BUENA SEMILLA # 1: La verdad, en lugar de la mentira.
Efesios 4:25 dice: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…”. Debemos limpiar el terreno de nuestra vida de toda mentira, “medias” mentiras o “medias” verdades. Nuestro “si” debe ser “si” y nuestro “no” debe ser “no”. La verdad debe ser el patrón de nuestra vida.
Vivir con menos es vivir por debajo de lo que Dios quiere.
BUENA SEMILLA # 2: Buenas Palabras en lugar de palabras corrompidas.
Efesios 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. La Biblia es terminante: Ninguna palabra corrompida, es decir ni una sola palabra. Si nuestro lenguaje está mezclado con buenas y malas palabras no glorificará al Señor. Algunos cristianos no pronuncian insultos pero dicen palabras que no convienen tales como chismes, cuentos obscenos, calumnias, griteríos, etc. Todo esto corrompe apaga la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.
BUENA SEMILLA # 3: Luz en lugar de las obras de las tinieblas.
Efesios 5:11 y 8: “y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”… “porque en otro tiempo erais tinieblas, más ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.
Existen muchas obras de las tinieblas que parecen “inocentes”, tales como leer el horóscopo, el juego de la copa, tirar las cartas, tener talismanes o amuletos de la suerte. Todo eso abre las puertas al obrar diabólico. El cristiano obediente no debe practicar tales cosas sino que las debe reprender en el Nombre de Jesús para mantener lejos de su vida al enemigo.
BUENA SEMILLA # 4: Amor en lugar del temor
1 Juan 4:18 dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. El arma predilecta del enemigo es sembrar temor en nuestras vidas para que nos asustemos y no lo ataquemos. Cuando vivimos bajo el amor de Dios ya el temor no nos puede dominar sino que nosotros lo dominamos a él en el Nombre del Señor.
BUENA SEMILLA # 5: Paz y Armonía en lugar de contiendas
Efesios 4:31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Los hogares son los lugares más atacados por el diablo con toda esta clase de estas cosas. Lo que comienza con una conversación termina en un verdadero infierno. El espíritu de mala interpretación es algo promovido por el enemigo para que nos expresemos mal o no entendamos bien lo que nos dicen. Al enemigo le encanta la división y la falta de armonía.
BUENA SEMILLA # 6: Perdón en lugar de rencor
Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. El dicho “perdono pero no olvido” refleja el rencor que queda en el corazón luego de una discusión o peleas interpersonales. El rencor es un veneno que corrompe hasta el más santo. La manera rápida de cortarlo es actuando al revés de lo que sentimos y decidir por fe, perdonar y bendecir a los que nos han maldecido. ¡Solo con el poder de Cristo es posible!
BUENA SEMILLA # 7: Cuidar nuestra Salvación en lugar de descuidarla
Filipenses 2:12 dice: “… ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor”. Ocuparse de alguna actividad implica tiempo y esfuerzo, dedicación y atención. La vida cristiana se desarrolla y crece por la Gracia de Dios y el trabajo nuestro. En el pacto que Dios ha hecho con sus hijos, existe una parte inicial que nosotros debemos hacer primero para ver luego la bendición de Dios. Tenemos una tarea continua a realizar. Nuestra salvación la descuidamos cuando no oramos ni meditamos regularmente, no somos constantes en nuestra asistencia a las actividades de la iglesia, no somos fieles con los diezmos y ofrendas, etc. Todas estas cosas, no nos hacen ganar la salvación pero colaboran para que nos desarrollemos espiritualmente.
BUENA SEMILLA # 8: Fe en lugar de incredulidad
Marcos 11:22-23 dice: “Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”
La incredulidad impide el obrar de Dios y en la medida que nuestra incredulidad crezca, nuestra fe se debilitará más y más. El camino del Señor es por fe y para fe (Romanos 1:17). La incredulidad desagrada a Dios pues sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
BUENA SEMILLA # 9: Obediencia en lugar de desobediencia
Isaías 1:19-20 dice “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho”. Como hijos de Dios hemos sido llamados a ser fieles y obedientes por sobre todo, siguiendo la guía del Espíritu Santo. Muchos desean más ser bendecidos que ser fieles sin darse cuenta que las bendiciones de Dios están reservadas para los que caminan en obediencia. Tomar el sendero de la desobediencia nos puede costar mucho retroceso y hacernos perder de estar en el centro de la voluntad de Dios.
BUENA SEMILLA # 10: Paciencia en lugar de impaciencia
Hebreos 6:12 dice: “a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”
El apuro siempre nos guiará a tomar determinaciones equivocadas. La impaciencia se agigante en nuestras vidas cuando lo que estamos esperando se demora más de la cuenta. Para recibir las bendiciones de Dios no basta solo con tener fe sino que hay que agregarle paciencia. Por la fe tomamos las promesas de Dios y por la paciencia las esperamos a que lleguen visiblemente a nuestras vidas.
Si usted decide plantar estas semillas en el terreno que Dios le ha dado, no tenga ninguna duda que al cabo del tiempo verá en su vida el fruto de la Gloria de Dios. ¡Empiece hoy mismo a plantar las semillas de bendición en su terreno espiritual!