Por Ritchie Pugliese
Considero que este tiempo que estamos atravesando, por causa de la pandemia, es sin lugar a dudas un tiempo donde hemos entrado de una manera y saldremos de otra en muchos sentidos de la palabra. Si se tuviera que definir este tiempo con una sola palabra, considero que la indicada sería “metamorfosis”. Aunque no lo creamos, vivimos en un tiempo de metamorfosis.
La metamorfosis, como ya vamos a ver, es un proceso natural pero tiene implicancias para lo espiritual también.
En Romanos 12:2 encontramos la palabra “transformaos”, la cual deriva de la palabra griega μεταμορφόω (metamorfóo), que significa “transformar” (literalmente o figuradamente «metamorfosis»)
La palabra “transformaos” deriva de la palabra “transformación”, que en el original griego es “metamorfosis”. Esta palabra explica algo que sucede en lo natural:
a) Es la transformación que experimentan determinados animales en su desarrollo biológico y que afecta no solo a su forma sino también a sus funciones y su modo de vida; es típica de los poliquetos, equinodermos, insectos, crustáceos y anfibios.
b) Es el cambio o transformación de una cosa en otra, especialmente el que es sorprendente o extraordinario y afecta a la fortuna, el carácter o el estado de una persona.
El proceso de la metamorfosis, tiene cuatro etapas progresivas donde el gusano que se arrastra se transforma en una bella mariposa que va desplegando sus alas de flor en flor.
Se dice que entre los antiguos, la mariposa era el símbolo del renacer. Una mariposa es símbolo de transformación total, y representa la necesidad de cambio y mayor libertad. También es vista como símbolo de resurrección.
La metamorfosis es un proceso de avance y de cambio favorable que conduce al desarrollo y crecimiento.
De estos conceptos podemos aprender algunas cosas que considero que el Espíritu Santo nos quiere hablar en este tiempo.
Aunque el tiempo de pandemia y encierro se haya extendido demasiado, y pareciera que ha sido un tiempo intrascendente, negativo y de pérdida, si caminamos con el Señor este tiempo de metamorfosis se puede transformar en algo de bendición y propósito divino posteriormente. Es una oportunidad para encausarnos en su propósito.
Veamos algunos cambios posibles que vienen cuando atravesamos un tiempo de metamorfosis espiritual:
1. El proceso de metamorfosis nos cambia la forma, nos da una nueva apariencia.
Esto puede abarcar un sin fin de cosas, como ser, un cambio en la expresión de nuestro rostro (de angustia a alegría), un renovado andar espiritual, un cambio de dieta, adelgazar, entrenar o hacer ejercicio físico, cambio de look en la forma de vestir, corte de pelo. El énfasis del Señor es que saldremos con una nueva apariencia personal.
En la esfera ministerial, laboral puede significar hacer las cosas de otra manera, un cambio en la visión y en los énfasis espirituales de la iglesia, un cambio de estrategia de ventas en el negocio. Ya de por si nos hemos visto forzados a cambiar el estilo de nuestras reuniones, al hacerlo por internet, (esto a la vez demuestra la conquista de la iglesia sobre este medio masivo, utilizado lamentablemente para esparcir de todo lo malo). Los negocios se han visto forzados a comenzar a promocionar y vender sus servicios por internet. Saldremos con una nueva apariencia para lo ministerial, laboral o comercial.
2. La metamorfosis transforma las funciones (dones, ministerio, trabajo)
En lo personal puede significar comenzar a fluir con nuevos dones, reflotar un llamado para servir, un cambio de actividad, de rubro, una responsabilidad diferente en el trabajo.
En lo ministerial, laboral puede significar ocupar alguna nueva posición laboral, ministerial, caminar en un nivel de mayor gracia y favor en el servicio a Dios, Fluir con nuestros dones pero en un nuevo nivel espiritual.
3. La metamorfosis transforma el modo de vida (nuevo estilo de vida)
En lo personal, cambiar hábitos de años por otros mejores; hacer quizás las mismas cosas, pero de una manera renovada; un nuevo caminar espiritual, en un nivel superior de fe; vivir expectante rodeado de una atmósfera de milagros.
En lo ministerial, pudiera implicar sumergirse en las corrientes del Espíritu, lo cual produce una renovación, avivamiento a nivel ministerial y congregacional.
4. La metamorfosis transforma el carácter
En lo personal, implica el desarrollo del fruto del Espíritu, como la paciencia, perseverancia, paz interior. Vivir sin temores. Erradicar los ídolos de nuestro corazón.
En lo ministerial, laboral implica caminar en un nuevo nivel de fe, perseverante y triunfante en medios de las luchas y conflictos. Ejercer la autoridad espiritual que tenemos en Cristo.
5. La metamorfosis transforma la fortuna o la suerte (¿destino?)
En lo personal, implica un cambio de dirección de lo que veníamos haciendo; experimentar progreso y avance en medio del caos. Obtener un trabajo en medio de la crisis o recibir un aumento de sueldo.
En lo ministerial, laboral implica un re-direccionamiento de nuestro llamado y misión; nuevas puertas abiertas con posibilidades nuevas de avance y desarrollo.
6. La metamorfosis transforma el estado
En lo personal implica un cambio de atmosfera en lo espiritual, en el alma y el cuerpo, un cambio de atmosfera en el ámbito del hogar y las relaciones interpersonales.
En lo ministerial, laboral implica un cambio en la atmósfera espiritual en las reuniones. Cosecha de almas, gente nueva viniendo sola a la iglesia, fluir de sanidad dentro y fuera de la congregación.
2 Corintios 3:18
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados (del griego “metamorfóo”) de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
El propósito de la metamorfosis
Existen muchas cosas más que este proceso de metamorfosis pudiera hacer en nuestras vidas, pero lo más importante es entender el propósito de este proceso de metamorfosis que estamos atravesando.
Aquellos que me conocen, ya saben que he ministrado y me he expresado en otros artículos que así como comenzó la Iglesia, de la misma va a terminar, pero en sentido inverso. Permíteme explicarlo: Cuando se derramó el Espíritu Santo en Pentecostés hubo tres secuencias: 1) Viento; 2) El fuego y 3) El mosto o vino. Todas ellas son símbolos del Espíritu Santo, las cuales a la vez revelan lo que el Espíritu Santo quiere hacer.
Si la secuencia del comienzo de la Era de la Iglesia fue 1) Viento; 2) Fuego y 3) Mosto o vino, la secuencia hacia los tiempos finales será a la inversa. Es decir, Dios estará derramando primero el mosto o vino; luego el fuego y por último el viento.
Esto es lo que yo llamo la secuencia victoriosa (La “V”) de Dios:
Cada símbolo representa una cosa que el Espíritu Santo quiere hacer. Respecto al mosto o vino, se sabe que en aquellos tiempos no solo se utilizaba para beberlo. Era considerado también un agente sanador.
Entonces, lo que estoy diciendo es que en este tiempo Dios está soltando o derramando el Mosto o vino de Su Espíritu para sanar a la Iglesia primero y para que ella se transforme en lo que es su Señor: Sanador.
El alcance de la sanidad
El alcance de esta sanidad va mucho más allá de lo físico, lo cual considero que será una característica de estos tiempos. Las iglesias involucradas en el mover de Dios, al abrir sus puertas no solo el poder sanador fluirá dentro del templo, sino que será soltado hacia afuera, hacia la comunidad.
Este mover de sanidad incluye sanar a su Iglesia, para que esta vuelva al cauce de su Espíritu y cumpla su misión de expandir el Reino de Dios sobre la tierra.
La Iglesia a pesar de su modernidad, se ha transformado en muchos círculos en un lugar para edificar reinos propios, egoístas. La Iglesia lentamente se ha transformado en una organización religiosa, institucional como cualquier otra religión donde se ha reemplazado la presencia y el poder del Espíritu Santo con tecnología y habilidades humanas, que la hacen incompetente para batallar contra las fuerzas del mal. La Iglesia ha perdido su sentido de ser sal y luz de la tierra.
La buena noticia
La buena noticia es que podemos revertir esta situación y enrolarnos en lo que Dios ya está haciendo. Dios ya está derramando de su poder sanador sobre su Iglesia para posicionarla para lo que viene, porque luego del derramamiento del mosto (sanidad) se viene el fuego que despertará la pasión y un nuevo enamoramiento por Cristo, lo cual conducirá al derramamiento del viento recio, que es el mover de Dios fuera de las paredes de la Iglesia para ocasionar la gran cosecha de almas. ¡Glorioso!
Aprovechemos este tiempo de metamorfosis para ser realmente transformados y podamos ser la Iglesia que siempre tuvo que ser: ¡Una Iglesia conquistadora y vencedora para la gloria y la honra de nuestro Dios!
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;”
Colosenses 1:15-17
“Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.”
1 Corintios 15:24-25