Por Ritchie Pugliese
Salmos 115:11-14 dice:
“Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; Él es vuestra ayuda y vuestro escudo. Jehová se acordó de nosotros, nos bendecirá; bendecirá a la casa de Israel; bendecirá a la casa de Aarón; bendecirá a los que temen a Jehová, a pequeños y grandes. Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos.”
El pasaje dice que Dios no sólo quiere revelarse a Su pueblo como Dios de bendición, ¡sino que su intención también es revelarse o darse a conocer como el que aumenta o incrementa sus bendiciones sobre nuestras vidas!
Una cosa es recibir bendición de Dios, otra diferente es el incremento o aumento de esa bendición. Lo que estamos hablando aquí es de un caudal o “cataratas” de bendiciones sobre nuestras vidas.
La llegada de la bendición de Dios en un área específica de nuestras vidas, no es el final sino el comienzo de mayores que vendrán. Generalmente pensamos al hablar de “bendición” de algo que viene y “ya está”, pero la Biblia enseña mucho más.
Para poder comprender éste concepto podemos tomar el ejemplo de una semilla. Cuando la tenemos en la mano, ya tenemos la bendición, pero únicamente cuando la sembremos en la tierra, se transformará en su tiempo en una planta que da su fruto. Este proceso, semilla-planta-fruto, representa el aumento o el incremento de la bendición inicial recibida. Esto mismo es lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas hoy.
La mayoría de nosotros seguramente conocemos a alguien que en algún momento resultó bendecido por Dios, pero por un motivo u otro no logró conservar esa bendición ni hacer que se le incrementara o aumentara.
Dios en este tiempo quiere no sólo bendecirnos, sino también aumentar sus bendiciones sobre nosotros. Es por eso que necesitamos saber cómo éste proceso opera para no perdernos la bendición recibida ni desaprovechar la posibilidad de recibir el aumento o incremento del Señor.
Antes de continuar, es bueno destacar que las bendiciones son el privilegio de Dios para Su pueblo y que la obediencia al Señor es un requisito fundamental e indispensable para poder recibirlas, conservarlas y verlas aumentadas.
En Deuteronomio 28:1 leemos “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” Las palabras “guardar”, “poner por obra”, “oír la voz de Jehová” se resumen en una sola palabra: Obediencia.
Muy bien, veamos entonces la secuencia o dinámica espiritual de cómo se incrementan las bendiciones de Dios:
1. El incremento o aumento no es algo inmediato, de un día para el otro, sino un proceso gradual
Job 8:5-7 dice: “Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al todopoderoso, si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti; y hará prosperar la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande”
Este punto es muy importante poder comprenderlo, pues ha confundido a más de un creyente sincero. Muchas veces clamamos a Dios por una bendición y nos imaginamos que llegará algo “grande” cuando recibimos, en cambio, algo pequeño e insignificante ante nuestros ojos. Estábamos, por ejemplo, enfermos todos los días de la semana, y luego de orar sólo comenzamos a sentirnos bien dos días a la semana; estábamos en problemas económicos, y luego de orar sólo recibimos en el trabajo un aumento insignificante. Situaciones como éstas nos confunden y nos hace sentir como que Dios estuviera jugando con nosotros. ¿Le ha pasado alguna vez? Si no comprendemos este punto, podemos llegar a frustrarnos espiritualmente y perder nuestra fe y confianza en el Señor.
Cuando uno clama a Dios por su bendición y comienza a recibir “lo poco” o algo pequeño, entienda que Dios empezó a obrar con el proceso del incremento gradual, que opera poco a poco en su vida. No es que usted ya recibió todo lo que iba a recibir, sino que ha sido sólo un adelanto del total por venir. Con el paso del tiempo todo irá creciendo gradualmente. Por eso, es de vital importancia asegurarse que lo poco que uno ha recibido ha provenido del Señor y ha sido sostenido por nuestra vida de obediencia.
¿Cómo saber con seguridad que el Señor le ha provisto y desea aún aumentar su bendición sobre su vida? Si sus comienzos fueron o son pequeños. Esta es la matemática del Espíritu, incomprensible por cierto para la mente natural, donde lo pequeño inicial garantiza la llegada posterior de lo muy grande. Para ser sinceros debemos decir que todos queremos recibir sólo “lo grande”, “lo macro”, “lo súper”, “lo mega” y no nos interesa recibir lo pequeño de parte de Dios.
Debemos tener cuidado de no ser como aquellos, como dice Zacarías 4:10, que menosprecian el día de las pequeñeces. Los que menosprecian o se rebelan contra los tiempos de pequeñeces de parte de Dios, no sólo se les esfumará de las manos la bendición de Dios sino que tampoco podrán verla incrementada o aumentada en sus vidas. ¡Ayúdanos Señor a comprender tu dinámica espiritual!
Debemos proceder con cuidado y con entendimiento espiritual en nuestro andar cristiano. Nosotros mismos podemos llegar a ser los “abortadores” o destructores de la bendición que hemos recibido. Necesitamos aprender a ver las cosas con los ojos del Espíritu, tal como Dios las ve.
Cuando Elías estaba orando por una gran lluvia, y le informaron que se veía en el cielo una pequeña nube como de la palma de una mano, él supo interpretar el mover de Dios y no quedar confundido. Imagine usted lo insignificante que se vería en la inmensidad del cielo. Elías no dudo ni se quejó por lo que vio naturalmente sino que para él fue suficiente indicio para motivarse en fe y actuar creyendo que la gran lluvia estaba llegando (Lea 1 Reyes 18:41-46).
Existe algo glorioso y sobrenatural de Dios con este concepto del aumento o incremento gradual, de comienzos pequeños. Isaías 60:22 dice “El pequeño vendrá a ser mil, el menor un pueblo fuerte”; Lucas 16:10 dice: “El que es fiel en lo muy poco, (es decir, menos que poco) también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”.
A Dios no le asustan ni le intimidan los tiempos de pequeñeces, ¡pero a nosotros sí!, es por eso que debemos pedir a Dios que sane nuestra visión y mente para poder ver e interpretar el lenguaje del mundo del Espíritu, el cual opera diametralmente opuesto al mundo natural.
Leímos en Job 8:7 “aunque tu principio haya sido pequeño”y al leer esta frase surge una pregunta inmediata: – Señor, ¿Cuánto duran los tiempos de principios pequeños? – En Génesis 1:1 leemos “en el principio creó Dios…” Note aquí que la palabra “principio” es la misma de Job 8:7 ¿Qué hizo Dios en el tiempo del principio?: Derramó su poder creativo. ¿Dónde creaba Dios? Génesis 1:2 dice que lo hacía sobre lo desordenado y vacío.
Los tiempos de principios pequeños son tiempos en los cuales Dios trabaja en lo invisible para luego manifestarlo grandemente en lo visible. En la creación, Dios tomó lo desordenado y vacío y le dio forma y plenitud.
La creación fue un proceso, no algo creado rápidamente por arte de magia e instantáneo. Cuando estudiamos el libro de Génesis vemos que existe una relación entre los días 1 y 4; 2 y 5; 3 y 6. El primer día Dios creó la forma de la luz y las tinieblas, pero recién en el cuarto día les dio plenitud a las luces del día y la noche; en el segundo día creó la forma del mar y el cielo pero recién en el quinto día le dio plenitud con las criaturas del mar y aire; en el día tercero creo la forma de la tierra fértil pero recién en el día sexto le dio plenitud con las criaturas animales y el ser humano En el séptimo día, Dios descansó.
Estas dos palabras “forma y plenitud” nos enseñan claramente lo que Dios hizo al principio. Aquí aprendemos que todo tiempo de principios es un tiempo de “forma” donde todo es difícil, luchado, lento y pareciera que fuera pequeño para siempre, pero si entendemos como Dios trabaja y seguimos fieles creyendo en la fidelidad de Dios, veremos ante nuestros ojos como lo que es pequeño se aumentará e incrementará, Dios impartirá de Su plenitud.
2. Siempre habrá algo o alguien que intentará detenernos en el camino, para que no alcancemos lo muy grande o el incremento, aumento de Dios
El enemigo conoce la Palabra de Dios, más que muchos cristianos, y él sabe que el creyente fiel en el tiempo de principios pequeños, será posteriormente bendecido grandemente, entonces hará lo imposible para que no sea aumentado sino reducido.
El diablo siempre quiere que nos reduzcamos y no crezcamos. Deuteronomio 27:17 dice: “Maldito el que redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo el pueblo: Amén” Dios llama maldito a todo aquel que intente reducir o achicar. La Biblia dice en Juan 10:10ª que el diablo es un ladrón que viene para hurtar, matar y destruir.
Todas estas palabras se pueden resumir en dos palabras: Reducir y achicar. El enemigo siempre, en el tiempo de pequeñeces, quiere frenar o abortar el proceso hacia el avance o incremento de Dios. Por eso nos ataca una y otra vez para que nos empequeñezcamos, reduzcamos. Su plan es desintegrarnos totalmente si fuera posible. ¿Qué podemos hacer? Deuteronomio 19:14 dice: “En la heredad que poseas en la tierra que Jehová tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu prójimo, que fijaron los antiguos”
Aquí hay una orden de Dios “No te reducirás sino que te aumentarás”. Estas palabras implican:
a) Por un lado, defender lo que Dios me ha dado por más pequeño que parezca, no creyendo las mentiras del enemigo y resistiéndole en el Nombre de Jesús y
b) por otro lado, extenderme en fe, creyendo que Dios va a darme lo más grande.
No se frustre con lo poco que usted tiene ahora, sino comience a hacer lo opuesto que hizo hasta ahora. No crea las mentiras del diablo, que le dicen que usted se va a reducir o achicar. Abra sus ojos espirituales y vea la realidad de fe de Dios, que le dice: ¡No te reducirás! Tome esta palabra por fe para su negocio, empresa, ministerio, economía, salud, etc.
Empiece a darle gracias a Dios por lo poco que tiene, y declare su confianza en el Señor diciéndole: – Te agradezco Señor porque si fuiste fiel para darme lo pequeño, también serás fiel para darme lo muy grande. Tú lo dijiste, y lo creo. Perdóname Señor por quejarme por lo poco que he tenido hasta ahora, pensando que me habías fallado y no respondido a mi clamor. Ahora me doy cuenta que lo poco que tengo es Tu señal segura e indubitable de que lo más grande está en camino. Señor, no quiero perder lo poco que tengo. Por eso decido en este momento levantarme con fe y defenderlo de los ataques del maligno. En tu nombre, Jesús, declaro que soy más que vencedor. ¡Amén! –