LA VERDAD SOBRE LA PROVISIÓN SOBRENATURAL DE DIOS

Por Ritchie Pugliese

Existen dos perspectivas para comprender la provisión de nuestro Dios:

  1. La perspectiva natural y

  2. La perspectiva sobrenatural.

A simple vista parecen diferentes; por eso considero conveniente analizarlas individualmente.


La perspectiva natural

En términos humanos, vivimos bajo el patrón de la siembra y la cosecha en todas las áreas de la vida, incluso en lo económico. Generalmente, para prosperar de manera honrada y legítima, la persona se capacita, estudia, obtiene algún título y, con ello, la posibilidad de alcanzar un buen trabajo. Otros deciden emprender negocios o empresas y, con esfuerzo, avanzan en la vida. Algunos, quizás sin formación académica, trabajan duramente de sol a sol para llevar el pan a sus hogares.

Todas estas acciones son valiosas y necesarias para prosperar y alcanzar bienestar, pero lo natural tiene límites. Muchas veces, a pesar de hacer todo lo posible humanamente hablando, la economía personal se deteriora, ya sea por malos gobiernos o por problemas particulares.

Hoy, con la crisis mundial que enfrentamos (y que, según los críticos, empeorará), vemos a muchos perder sus negocios o empresas; la inestabilidad de la bolsa hace que personas acaudaladas lo pierdan todo en un instante; otros ven mermadas las ganancias de sus emprendimientos hasta llegar al cierre o la quiebra, endeudándose y empobreciéndose rápidamente.

¡Definitivamente vivimos en tiempos financieramente complicados!

Por eso, el Salmo 62:10 (NTV) nos aconseja con razón:
“No te ganes la vida mediante la extorsión ni pongas tu esperanza en el robo. Y si tus riquezas aumentan, no las hagas el centro de tu vida”.

El consejo bíblico es claro: no debemos aferrarnos a lo natural, porque las riquezas obtenidas pueden perderse en un instante. No son seguras.


La perspectiva sobrenatural

Aquí entramos en otro terreno: el de la fe. En este ámbito se hace necesario creer las promesas de la Palabra de Dios para entrar en una dimensión de milagros. A esta clase de prosperidad la llamamos provisión divina sobrenatural.

Es provisión divina, porque proviene del único y verdadero Dios; y sobrenatural, porque parte de lo invisible hacia lo visible y tangible. En este nivel, nada podemos hacer por nuestras propias fuerzas, salvo tener fe y creer para recibir de parte de Dios.

Para la mente natural y atea, esto puede parecer una locura (1 Corintios 1:18). Sin embargo, la Biblia afirma, en palabras del mismo Jesús:
“Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).

De eso trata este artículo: de desafiarnos, en medio de los oscuros pronósticos financieros, a creer de todo corazón en el Señor y en su Palabra, que es la fuente más segura.


Pasajes básicos de las Sagradas Escrituras que necesitamos creer

Hay textos fundamentales en la Palabra que demuestran el favor y la gracia de Dios para bendecir a su pueblo. Veamos algunos:

• “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8).
Esta es una declaración inalterable: todo le pertenece al Señor, lo reconozcamos o no. Como Creador, es dueño absoluto de todo. Este es el primer concepto a tener en cuenta si deseamos experimentar provisión sobrenatural: aquel en quien creemos es dueño de todo y nada le falta.

• “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8:18).
Esta palabra fue dada al pueblo de Dios como recordatorio. Cuando arrecia la pobreza, la escasez, la deuda y la carencia de lo mínimo, si no estamos firmes en la Palabra podemos olvidar que Dios es el dueño de todo y caer en turbación o incredulidad.

La gracia del Señor es tan grande que Él puede otorgarnos el poder para hacer riquezas. Así como nos da poder para sanar enfermos y echar fuera demonios, también existe poder espiritual para producir riquezas mediante la presencia del Espíritu Santo. Esto se trata de algo sobrenatural.

No se trata necesariamente de hacerse millonario (aunque Dios podría hacerlo si forma parte de su plan divino y contribuye al avance de su Reino), sino de tener provisión suficiente, abundante y multiplicada en lo que emprendamos.

Tras más de cuarenta años de ministerio hemos aprendido que “un toque” de Dios puede cambiar radicalmente personas y situaciones en un instante. ¡Aleluya! ¡Así es nuestro Dios!

• “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Creer que nuestro Dios es dueño de todo nos asegura que Él siempre tendrá recursos para cuando los necesitemos. La palabra suplir significa “abastecer”: como si en el cielo existieran graneros ilimitados listos para proveer a la tierra.

• “Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán” (Éxodo 16:35).
• “Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año” (Josué 5:12).

La Biblia muestra dos tipos de provisión: la del desierto y la de la tierra. Ambas provienen de Dios, pero responden a distintas circunstancias.

  • La provisión del desierto es milagrosa y directa, para quienes atraviesan necesidades que no pueden resolver por sí mismos.

  • La provisión de la tierra es la norma: fruto del trabajo, el esfuerzo y la labor diaria, que Dios bendice con multiplicación y abundancia.

Cuando esta última se ve afectada por crisis o malas economías, Dios interviene sobrenaturalmente para sostener a su pueblo.

• “La riqueza del pecador está guardada para el justo” (Proverbios 13:22).
• “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios” (Eclesiastés 2:26).

Estos pasajes revelan una realidad asombrosa: Dios puede realizar “transferencias de riquezas”. En su justicia, redistribuye lo que los impíos han acumulado y lo pone en manos de sus hijos para bendecirlos. Solo con fe podemos creer que Dios es capaz de hacer esto.


Para finalizar

Todo lo expuesto en este artículo seguramente desafiará tu fe y tu manera de pensar, pues humanamente parece imposible. Sin embargo, la verdad inalterable es que Dios sigue siendo el mismo por los siglos de los siglos. Su poder no ha menguado y siempre está dispuesto a obrar en aquellos que creen.

Hoy abundan los pronósticos negativos sobre la economía mundial, por eso más que nunca necesitamos al Gran Prosperador y Proveedor que es nuestro Dios. Él recompensa a quienes creen en Él y lo buscan con fe (Hebreos 11:6). ¡Aleluya!

“Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Salmos 34:10).


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