Por Ritchie Pugliese
“Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento,…” (Números 11:31)
“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.” (Hechos 4:32-35)
“Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, Para que habite en tus atrios; Seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo.” (Salmos 65:4)
“… y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán.” (Ezequiel 34:26)
El pueblo de Dios durante su recorrido por el desierto experimentó la presencia de Dios de un modo vivo y real. Éxodo 13:21 nos dice que había sobre ellos una columna de nube de día y de noche una columna de fuego. A la luz del Nuevo Testamento podemos afirmar que la nube y el fuego son símbolos de la presencia del Espíritu Santo. Es decir, la presencia del Espíritu Santo actuaba sobre el campamento del pueblo de Dios de manera continua.
Todo lo que ellos necesitaban para vivir fue provisto sobrenaturalmente viviendo bajo la nube de la presencia del Espíritu. Dios les proveyó para sus necesidades básicas: Alimento, agua, vestido y calzado como dice Deuteronomio 29:5, además de salud y cobertura espiritual.
Ellos, al vivir bajo la presencia continua de Dios, experimentaron lo que he denominado la “gloria financiera”. Era el obrar sobrenatural del Gran Prosperador para suplir las necesidades de su pueblo. Lo interesante de notar es que en el contexto de la manifestación de la presencia de Dios esa “gloria financiera” se manifestaba.
Mucho tiempo después, vemos a la Iglesia Primitiva que también se movía bajo “la columna de nube y la columna de fuego”, es decir, bajo la presencia del Espíritu Santo, y en ese contexto ellos también experimentaron la “gloria financiera”.
Leemos en Hechos 4:32-35 “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.”
Aquí sucedía algo similar a lo que experimentaba el pueblo de Dios durante su travesía en el desierto, pero manifestado de otra manera para reflejar la multiforme gracia de Dios y las variadas maneras de obrar que él tiene para con su pueblo.
El pasaje de Hechos detalla lo que sucede luego que la gloria financiera se derramaba: “no había entre ellos ningún necesitado”. Es decir, entre el pueblo de Dios había un fluir financiero que hacía que ninguno estuviera necesitado de nada. Era un fluir sobrenatural que obraba ente ellos por la soberana obra del Espíritu Santo.
Hasta aquí, entonces, vemos que la gloria financiera se derramó tanto en el pueblo de Dios de la antigüedad como en la Iglesia Primitiva. En el caso del primero el obrar vino directo del cielo y en el segundo a través de los hermanos en Cristo. Todo esto era ideado, gestado y ejecutado por la misma presencia de Dios.
Ahora bien, analicemos el contexto del pasaje de Hechos para saber porque la gloria financiera se manifestaba en la Iglesia Primitiva:
1. No sucedía entre los paganos o la gente “del mundo”. El pasaje dice “los que habían creído”. Era algo que sucedía en y entre el pueblo de Dios exclusivamente.
2. En el pueblo de Dios existía un mismo sentir. Dice el relato que era de un corazón y un alma. Es decir, ellos estaban unidos en el mismo Espíritu y bajo la influencia del mismo Espíritu de Dios.
3. Luego el versículo menciona que ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía. Aquí se destacan dos cosas:
a) Los creyentes no eran pobres y desventurados que no tenían nada, sino que tenían posesiones.
b) Estos creyentes reconocían que todo lo que tenían no había sido obtenido por fuerza o capacidad propia sino por el obrar directo de Dios.
c) Eran canales disponibles por dónde del Espíritu Santo pudiera fluir con libertad.
4. También se menciona algo importante. El pasaje dice que tenían todas las cosas en común. Eso significa mucho más que todos tuvieran las mismas cosas. Principalmente significa que todos tenían acceso a las mismas cosas por la obra soberana del Espíritu Santo. Esto, por cierto, no tiene nada que ver con la idea comunista de distribución de la riqueza.
Entonces, la presencia del Espíritu Santo reinando en medio de la Iglesia Primitiva hacia que se derramara la gloria financiera y que todos tuvieran acceso a ser bendecidos y suplidos con el obrar tangible del Señor.
La gloria financiera en la iglesia hoy
Vivimos hoy y ahora en la llamada Era del Espíritu Santo donde Dios quiere continuar manifestando su gracia y poder. Junto con la restauración de los conceptos de prosperidad bíblica sobrenatural, entre otras cosas, Dios quiere ver manifestada en su Iglesia la “gloria financiera”.
El mismo Espíritu Santo que obró en la antigüedad con el pueblo de Dios y posteriormente en la Iglesia primitiva es el que está disponible para la Iglesia hoy.
La gloria financiera quiere derramarse para manifestar que el Gran Prosperador no duerme y sigue vigente; que él está atento a las necesidades de su pueblo. También Dios quiere restaurar esto para manifestar al mundo que las riquezas le pertenecen solo a él.
Cuando esta gloria se derrama el creyente comienza a ser suplido, para que se cumpla lo que dice el Salmo 65:4: “Seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo.” Es interesante destacar que la provisión o la saciedad fluia dentro de la casa, el santo templo. Me imagino que estaremos pensando que esto es glorioso, pero debemos ser completamente sinceros y saber que para que esto suceda debemos darle el control absoluto al Espíritu Santo para que se mueva cómo quiera y de la manera que mejor él considere. Nuestra realidad evangélica nos muestra que lamentablemente no todas las congregaciones locales le dan el control absoluto al Espíritu Santo. Cuando eso sucede Dios comienza a moverse con libertad y suple las necesidades de su pueblo (financieras, espirituales, emocionales, físicas, etc.).
Recuerde que la gloria financiera se manifiesta soberanamente por la presencia de Dios. Esto no podemos programarlo ni tampoco manipularlo. ¡Es la obra soberana de Dios en medio de su pueblo, cuando este lo alaba y adora!
El Salmo 22:3 dice: “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.” La palabra “habitar” en el hebreo significa hacer morada continua. Cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar y adorar a Dios se crea la atmósfera adecuada para que Dios se manifieste de muchas maneras, incluyendo con la gloria financiera.
Lo que estoy compartiendo para nada es algo nuevo o una moda nueva. Existen muchos testimonios de creyentes que han sido impactados por la gloria financiera.
Es probable que usted haya escuchado (o le han contado) testimonios de creyentes reunidos donde como resultado del obrar del Espíritu Santo literalmente cayó del cielo polvillo de oro.
Recuerdo especialmente lo que sucedió en una reunión donde ministramos con mi esposa sobre los conceptos financiero del Reino de Dios en México, donde el Espíritu Santo obró con libertad y al final de la reunión los hermanos nos mostraban asombrados las palmas de sus manos, las cuales tenían un color dorado, con un brillo especial. ¡Por cierto no era maquillaje sino oro celestial! ¡Era la presencia real y activa del Gran Prosperador! Para algunos esto puede ser irrelevante pero para los que estuvieron presentes fue una muestra tangible del amor de Dios diciéndoles: ¡Yo soy tu Prosperador y puedo hacer cualquier cosa para suplirles!
También, he recibido el testimonio fidedigno de una reunión entre cantantes y músicos en Argentina donde el Espíritu Santo comenzó a obrar en un momento de adoración, e hizo que los músicos necesitados de nuevos instrumentos fueran suplidos. Uno le regalaba su instrumento (en excelente estado por cierto) al otro necesitado y otro le daba dinero a otros para que pudiesen comprar teclados, guitarras etc. ¡Esto fue realizado por la obra soberana del Espíritu Santo!
Recuerdo, además, hace unos años que estuvimos con mi esposa en una conferencia carismática en Texas. Estábamos allí sentados esperando el comienzo de la reunión (Aquél tiempo para nosotros fue un tiempo donde necesitábamos el obrar financiero sobrenatural de Dios para la cristalización de algunos proyectos) y mientras la reunión empezaba estábamos adorando a Dios en silencio.
En un momento determinado un hombre sentado detrás tocó repentinamente el hombro de mi esposa pidiendo su atención. ¡Cuando nos dimos vuelta este hermano abrió su billetera y le dio cien dólares! Con mi esposa nos mirábamos atónitos y este hombre (al que no conocíamos pero por cierto fue muy sensible al Espíritu Santo) nos dijo que Dios le había dicho que “sembrara” en nosotros ese dinero.
Más allá del valor del dinero recibido en ese momento, para nosotros fue una señal de Dios diciendo: – Yo soy el proveedor de ustedes, así que estén tranquilos -.
Estoy seguro que existen miles de testimonio similares a estos, pero lo que quiero enfatizar en este artículo es que cuando la presencia del Espíritu Santo está activa, la gloria financiera se derramará de diversas maneras. ¿Se imagina usted entrar necesitado financieramente a una reunión de su iglesia local y salir suplido sobrenaturalmente por Dios?
¿Por qué no vemos regularmente la gloria financiera derramada en nuestras congregaciones?
1. Generalmente estamos acostumbrados a que cuando el Espíritu Santo se mueve en la Iglesia es solamente para sanar, hacer que la gente se caiga o alguna que otra manifestación genuina del “toque” del Señor o para recibir una palabra profética, pero no pensamos que el mismo Espíritu puede hacer algo sobrenatural en la necesidad financiera de la gente reunida.
2. No creemos que puede suceder en nuestro medio
Para ser sinceros cuando uno escucha o lee estos comentarios y testimonios podemos llegar a verlo como algo que le sucede a otros pero que nunca nos sucederá a nosotros, y mucho menos en nuestra congregación. El enemigo de nuestras almas nos ha hecho perder la expectativa espiritual de que “algo glorioso puede suceder en cualquier momento”, cuando nos reunimos con nuestros hermanos en la fe, y hacernos conformar con algo normal pero no sobrenatural.
3. Hemos racionalizado nuestra fe
A veces pienso que vamos a las reuniones de la iglesia como si fuéramos al cine: Entramos a un edificio, pagamos la entrada (diezmo, ofrenda) y vemos la película (lo que sucede arriba de la plataforma) y con solo eso salimos conformes. Hemos perdido la frescura espiritual para creer que lo increíble e imposible puede suceder “normalmente” en cualquier momento de la reunión. Hemos perdido la perspectiva del Espíritu Santo moviéndose con total libertad entre los asientos de la congregación repartiendo a cada uno conforme a su necesidad.
4. No le damos el control absoluto al Espíritu Santo en nuestras reuniones
En estos tiempos donde Dios está restaurando los conceptos de prosperidad bíblica sobrenatural, debemos por sobre todo ser personas sumergidas en las corrientes del Espíritu y dependientes de la guía y obrar del Espíritu Santo. Nuestras congregaciones con sus líderes incluidos necesitan estar atentos al mover de Dios y dispuestos a escuchar lo que él le está diciendo financieramente a la Iglesia. Se necesita un liderazgo que aprenda a ser flexible y sensible a lo que Dios quiere hacer en un momento determinado más que aferrarse a una previa programación. Cuando estos elementos se conjugan, la gloria financiera se derrama, el pueblo de Dios es suplido y todos le dan toda la gloria a Aquél que da el poder para hacer las riquezas con propósito como dice Deuteronomio 8:18.
Los tiempos espirituales están cambiando y hay una generación de creyentes y líderes sedientos, deseosos de experimentar el mover del Espíritu Santo como jamás se ha visto. Son aquellos que anhelan y creen que la gloria postrera será mayor que la primera… ¡son aquellos que quieren experimentar la gloria financiera!
El tiempo está llegando, y ahora es, para experimentar lo que Dios quiere hacer financieramente en su Iglesia. La “gloria financiera” se está manifestando para que podamos disfrutar literalmente lo que dice Ezequiel 34:26 “… y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán.” ¡Aleluya, te creemos, Señor!