Por Ritchie Pugliese
Cuando recorremos los Evangelios, vemos que el ministerio de Jesús estuvo siempre acompañado de lo milagroso y sobrenatural. Mateo 9:35 dice que su ministerio consistía en predicar, enseñar y sanar.
La manera de hablar y predicar del Señor no era como la de los demás eruditos judíos de su época sino con autoridad divina, con unción de lo alto, como dice Mateo 7:29 y Marcos 1:22: “porque (Jesús) les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.”. Cuando Jesús hablaba las cosas sucedían para expresar la voluntad de Dios y dar la gloria a Dios el Padre.
Sumado a eso, la sobrenaturalidad en Jesús se manifestó en el ámbito espiritual. La Palabra nos dice que él vino: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (1 Juan3:8).
La sobrenaturalidad divina, ¿solo para Jesús?
La sobrenaturalidad del Reino de Dios no solo sería para Jesús. El dejó establecido un legado para sus discípulos, el cual creo que sigue vigente para la Iglesia hoy, revelado en Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.” Sumado a eso, Jesús subió la apuesta para con su pueblo al decirles: “estas señales (manifestación de la sobrenaturalidad) seguirán a los que creen” (Marcos 16:17).
Los discípulos inicialmente, y la Iglesia Primitiva posteriormente, tomaron muy en cuenta las palabras del Señor. La Iglesia de Jesucristo era una comunidad de fe donde el accionar sobrenatural y la manifestación del poder de Dios era lo cotidiano y normal. La simple lectura del libro de Hechos lo confirma.
Para que la Iglesia de Cristo cumpla su misión sobrenatural en la tierra, Dios la revistió del poder de lo Alto desde el comienzo el día de Pentecostés (Hechos 2), porque sabía que sin la presencia y el poder del Espíritu Santo no existía manera alguna de expresar la sobrenaturalidad del Reino de Dios.
En función de lo que hemos mencionado, surgen algunas preguntas que nos ayudarán a analizar los tiempos que vivimos:
¿Por qué hoy no vemos con frecuencia la manifestación de la sobrenaturalidad del Reino de Dios como sucedía con la Iglesia Primitiva?
¿Por qué hoy día hasta en algunos sectores de la Iglesia, y aun los considerados denominacionalmente como “pentecostales”, existe una merma de la manifestación sobrenatural del poder de Dios o directamente ya no se enfatiza la presencia y el poder del Espíritu Santo?
¿Acaso el poder de Dios ha menguado?
¿Acaso la sobrenaturalidad divina ha quedado limitada al tiempo de la Iglesia Primitiva?
Dos situaciones que atentan contra la manifestación de la sobrenaturalidad divina
Existen dos situaciones que atentan contra la manifestación de la sobrenaturalidad divina en nuestras congregaciones locales el día de hoy:
- La incredulidad de los creyentes y el liderazgo
He notado que hoy día en gran parte de la Iglesia moderna se manifiesta una preocupante contradicción. Existen fieles que son incrédulos.
El diccionario de la RAE define la palabra “fiel” como: “Creyente de una religión; alguien “Que guarda (conserva) (la) fe”.
Por la simple definición del diccionario deberíamos deducir que no puede existir una persona fiel que no tenga fe, pero luego de más de cuarenta años de ministerio, recorrer lugares y relacionarme con creyentes y líderes, he observado que existe una alarmante falta de fe e incredulidad en ambos lados.
Los creyentes incrédulos son aquellos que si bien reconocen a Jesús como su salvador y se consideran cristianos, parecieran vivir la vida cristiana con una carencia absoluta de la sobrenaturalidad divina. Son personas carentes de fe que viven dominados por la incredulidad. Son personas naturales a pesar de ser creyentes. ¿Las causas? No han descubierto la vida cristiana victoriosa sobrenatural, no quieren ser caratulados como “creyentes extremistas o fanáticos”, o directamente se han criado en un ambiente carente de todo lo referido a la presencia y el poder de Dios. Generalmente son los grandes críticos y detractores de lo sobrenatural en la iglesia, racionalizando todo, señalando errores y exageraciones que se cometen en otros lugares.
Por otro lado, los líderes incrédulos son aquellos que predican y enseñan la Palabra sin problemas, pero omiten o evaden hablar de la presencia y el poder del Espíritu, del fluir de los dones, de las manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios y todo lo referido a tener una fe conquistadora. Justifican su accionar diciendo que son “defensores de la sana doctrina”; que “mejor es el fruto que el poder”; afirmando que “debemos buscar más a Dios que a su poder” (aunque la Biblia diga completamente lo contrario en 1 Crónicas 16:11 y Salmos 105:4: “Buscad a Jehová y (además) su poder; Buscad su rostro continuamente.”) y que “lo sobrenatural no es lo más importante”.
Aclaración importante: Esto que he mencionado no tiene la intención de juzgar ni acusar a nadie, sino simplemente reflejar la preocupante realidad que existe en gran parte de la Iglesia hoy.
Podríamos seguir hablando sobre esto, pero lo central de lo que estamos tratando es que a la luz de las Sagradas Escrituras es una gran contradicción que en la Iglesia existan creyentes y líderes incrédulos, cuando Dios nos ha dado todas las herramientas para ser personas de fe que se muevan en lo sobrenatural y experimenten la sobrenaturalidad divina.
Jesús no se agradó de la incredulidad de los suyos
Acerca de la incredulidad, es interesante destacar que cuando Jesús hizo las dos explosivas declaraciones de Juan 14:12 y Marcos 16:17 dijo algo para tener muy en cuenta:
- a) En Juan 14:12, dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”
Aquí Jesús expresa que las obras que el hizo las harán los que creen, no los que dudan o son incrédulos.
- b) En Marcos 16:17, dijo: “estas señales seguirán a los que creen”
Aquí Jesús expresa que las señales del poder de Dios seguirán los que creen, no a los que dudan por falta de fe o incredulidad.
Jesús expresó eso porque anteriormente había mencionado algo referido a la incredulidad en Marcos 16:14: “Finalmente (Jesús) se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad (falta de fe) y dureza de corazón, porque no habían creído (no tuvieron fe)”
¿Por qué Jesús les reprochó su incredulidad? Porque a pesar de ser sus discípulos, no le creían, y esa incredulidad les impediría experimentar la “normalidad” del Reino de Dios, que es la sobrenaturalidad divina. Jesús les reprochó, además, porque su propuesta de traer el Reino de Dios a la tierra estaba íntimamente relacionada con lo sobrenatural, lo cual requería tener una comunidad de personas que creyeran en él y tuvieran fe para hacer la obra de Dios.
Los tiempos que vivimos se han transformado cada vez más desafiantes y peligrosos, donde el enemigo de nuestras almas ha desatado su odio contra la humanidad y principalmente contra el pueblo de Dios. No tengo ninguna duda que para prevalecer en los tiempos que atravesamos y los que vienen, necesitaremos de la manifestación gloriosa del Espíritu Santo y de la sobrenaturalidad del Reino de Dios.
Veamos por un instante el segundo motivo:
- Se ha “inventado” una forma de hacer la iglesia:
No me refiero a poner luces en una gran plataforma, tener buenos cantantes con excelente música y sonido, ni a los personajes carismáticos de congregaciones grandes, sino a la forma o estilo de una reunión típica de iglesia local.
Con toda la tecnología que hoy existe y los recursos al alcance de la mano que la mayoría tiene, es posible tener un estilo de reunión carente de la manifestación del poder de Dios y de la sobrenaturalidad divina y hacer que la gente salga de esos lugares contentos (pero no bendecidos, edificados ni ministrados); la gente sale espiritualmente de la reunión igual que como habían entrado y lo peor de todo es que no fueron partícipes ni testigos del obrar sobrenatural de Dios.
Cuando cotejamos nuestra “forma evangélica” con lo que sucedía en las reuniones de la iglesia primitiva vemos un gran contraste y diferencia. Quizás podamos decir livianamente “Dios está con nosotros” pero a la luz de la manifestación de la sobrenaturalidad divina, ¿Realmente se ha movido Dios entre nosotros? ¿Hemos palpado un poco de cielo, de lo eterno?
Veamos un par de ejemplos de la Iglesia Primitiva para compararlo con nuestras reuniones:
1 Corintios 14:26-33 dice por un lado: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.” Como en todas las iglesias de los santos…”
Aquí se daba por descontado que eso sucedía en todas las iglesias. ¿Es así con nosotros hoy?
En Hechos 4:31 leemos además: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”
Aquí se demuestra la manifestación de la sobrenaturalidad divina que vino sobre la congregación. Ellos no buscaron ni forzaron nada, simplemente oraron y el Señor se manifestó.
1 Corintios 14:25. El contexto del capítulo trata sobre la manifestación del poder de Dios en una reunión, lo cual produciría una reacción entre los asistentes: “…postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros”
Esto es glorioso, no quedaba ninguna duda ¡la gente podía “palpar” literalmente la presencia de Dios en esa reunión y caían postrados reconociendo la presencia y poder del Señor!
Podría seguir agregando pasajes de las Escrituras para mostrar que la sobrenaturalidad era algo normal en la Iglesia Primitiva. (Sugiero la lectura del libro de Hechos, y cotejar lo que allí sucedía con lo que hacemos en nuestras reuniones habituales de iglesia).
Algo tiene que suceder
Si somos sinceros en nuestro análisis, llegaremos a la conclusión que estamos muy alejados de la sobrenaturalidad que experimentó la Iglesia Primitiva. Esa carencia de la demostración de la sobrenaturalidad divina nos ha hecho perder peso y respeto en la sociedad, nos ha hecho el objeto de burla y menosprecio de los enemigos de Dios. Nos consideran una religión y ni nos temen porque no hemos demostrado la contundencia de un Dios vivo como lo hizo la Iglesia Primitiva y quedó registrado en Hechos 2:43: “Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.”
Por eso, es tiempo de volver al patrón inicial de la Iglesia Primitiva para que se restaure la sobrenaturalidad divina en la Iglesia hoy. Ahora es el tiempo de corregir el rumbo, buscar a Dios de todo corazón para alinearse espiritualmente y decidir ser parte del mover del Espíritu Santo que viene. Es tiempo que las cosas se pongan en su debido lugar; es tiempo que la Iglesia decida darle el control absoluto al Espíritu Santo para que ella sea levantada con autoridad a fin de prevalecer y que la sobrenaturalidad divina se manifieste en nuestra sociedad, para la gloria de Dios.
2 Crónicas 7:14
“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
¿Anhelas experimentar la sobrenaturalidad divina en tu vida y ministerio?
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