¿HAY QUE SER POBRE PARA SER UN BUEN CRISTIANO?

Por Ritchie Pugliese

¡Jesucristo no vino a esta tierra para anular, abrogar, cancelar lo que el Padre Celestial dijo sino para  cumplir todo lo que su Padre dijo!

En Marcos 10:17-26 se detalla el relato del joven rico que fue a ver a Jesús. El pasaje dice lo siguiente: “Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.”

Muchos cristianos sinceros han tomado este pasaje para afirmar que para entrar al Reino de Dios hay que ser pobre. ¿Realmente dice eso el pasaje? Analicemos brevemente el relato.

Aquí nos encontramos con alguien que no era discípulo de Jesús, y ni siquiera se menciona su nombre. Solo sabemos que tenía muchas posesiones. El pasaje dice que era “uno” (v.17).

Jesús, ante la pregunta del joven, le respondió que es difícil que los que tienen riquezas entren al reino de Dios y pone el ejemplo del camello pasando por el ojo de una aguja.

El “ojo de una aguja” se refería a una puerta pequeña del muro. Para poder atravesar esa puerta tenían, tanto la persona como el animal, que hincarse, arrodillarse, arrastrarse, pues de otra manera no se podía entrar. Era algo muy difícil de lograr pero se podía hacer haciendo grandes esfuerzos.

Esta figura nos da la idea de la necesidad de humillarse, hincarse, postrarse, para pasar por la puerta que es Cristo, y entrar al Reino de Dios. ¡Para entrar había que bajarse del camello, agacharse y hacer que el camello hiciera lo mismo!

El camello es una figura de prosperidad, pues está asociada con los mercaderes que trasladaban bienes, riquezas de un lado al otro. ¡Cuando alguien viene a los pies de Cristo aún todo lo que tiene debe postrarse a sus pies!

Es verdad, para recibir a Cristo uno debe reconocer su necesidad espiritual y humillarse ante Dios. Por lo que dice el pasaje, pareciera que a la gente acaudalada o rica, al sentirse que son poderosos, les cuesta humillarse y buscar a Dios. Ellos piensan que su riqueza y posesiones les otorgan poderío sobre los demás.

La gente rica que no tiene a Cristo, viene “montada” sobre su prosperidad y eso es algo que puede llegar a ser una barrera, un impedimento para acercase a Dios. Como bien sabemos para acercarnos a Dios debemos venir a él humillados.

Es interesante notar que Jesús no dijo que era imposible que un rico entrara sino que era “difícil” (v.23). Por eso luego agrega “Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios”. ¿Qué quiere decir esto? Que Dios tiene el poder para hacer que alguien con riquezas se humille y venga a sus pies con todo lo que tiene.

Otra de las cosas que Jesús no le dijo al joven fue que para seguirle debía ser pobre. Lo que sí le dijo era que vendiera todo lo que tenía para darlo a los pobres y que lo siguiera. ¿Qué hizo el joven?: “… afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” Es muy probable que el joven haya pensado que para seguir a Jesús tenía que ser pobre y que tener posesiones lo descalificaba para ser un hijo de Dios.

El problema del joven fue que no interpretó lo que Jesús le proponía. ¿Qué le dijo Jesús?:

1. anda, vende todo lo que tienes,

2. y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo;

3. y ven, sígueme, tomando tu cruz.

Jesús quería enseñarle al joven un concepto del Reino de Dios, un concepto que se cumple entre los hijos de Dios: Que si decidimos renunciar a todo y seguir fieles al Señor, Dios nos recompensa devolviéndonos todo lo que previamente habíamos dejado. El joven solo se quedó pensando en lo primero que Jesús le dijo, no entendió lo que Jesús le dijo después.

Por eso en los versículos siguientes Jesús dice a sus discípulos, cuando ellos le dicen que habían dejado todo por su causa: (vv.28-31) “Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.”

Jesús les afirmó que si habían dejado cosas por causa de él y del evangelio, Dios se las devolvería una por una. ¡Esto es sin dudas restitución divina en acción!

Todo esto que hemos analizado es para que respondamos a lo siguiente: Si la propuesta de Dios en Su Palabra fuera la pobreza como un bien espiritual para los suyos, ¿Usted cree que Jesús no se lo hubiera dicho al joven? ¿Se imagina usted a Jesús contradiciendo al Padre (Aquél que dijo en Deuteronomio 8:18 que daba el poder para hacer las riquezas a los suyos), que había que vivir en la pobreza para entrar al Reino de Dios?

Jesucristo nunca contradijo al Padre. El no vino a abrogar, cancelar o anular lo que el Padre dijo, sino que vino a cumplir y afirmar la voluntad del Padre Celestial (Mateo 5:17). ¿Cuál era la voluntad del Padre? Prosperar a su pueblo de acuerdo al patrón de Deuteronomio 8:18.

Entonces, para ser un buen cristiano lo que tenemos que hacer, es vivir estrechamente ligados y conectados, a través de Jesucristo, con Aquél que da el poder para hacer las riquezas con propósito. ¿Cuál propósito? ¡Glorificar su nombre y además ser colaboradores en la extensión del Reino de Dios y financiadores de la gran cosecha de almas que viene! ¡Aleluya!

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