Recopilado y ampliado por Ritchie Pugliese
La fe es un tema central en la Palabra de Dios, pero a la vez es un tema del cual no muchos lo conocen realmente. De lo que sí estamos seguros es que todos quisiéramos no solo tener fe sino también una fe poderosa para obtener respuestas a la oración, recibir milagros, etc, pero si somos sinceros, la mayoría de las veces nos sentimos frustrados ante nuestros desafíos diarios porque pareciera que nuestra fe fuera insuficiente. ¿Es posible desarrollar mi fe en un nuevo nivel? ¿Cómo hacer para desarrollar un nuevo nivel de fe?
Para comenzar, la Biblia dice en Romanos 1:17 “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela POR FE y PARA FE, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Cuando nos convertimos a Cristo y lo recibimos como nuestro Salvador personal, la fe tuvo mucho que ver. Esa fe que Dios nos dio, sirvió para que podamos creer y dar el paso para llegar a ser hijos de Dios. Esa fe sirvió para ser declarados justificados o justos por Dios (Romanos 5:1)
Así como la vida cristiana comienza por fe, debe continuar en fe. Es por eso que el pasaje recién mencionado menciona la frase: “PARA FE”, dando a entender que se refiere a todo el trayecto de la vida cristiana. Al nacer de nuevo hemos recibido una “medida de fe” (Romanos 12:3) de parte de Dios y él espera que sea desarrollada con el paso del tiempo. En 2 Tesalonicenses 1:3 leemos: “… por cuanto vuestra fe va creciendo“. La fe es como un músculo, que al ejercitarlo va a ir tonificándose y creciendo a la vez.
La fe verdadera está enfocada en Dios, en la persona de Jesucristo, pues Hebreos 12:2 dice: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Lo que el pasaje dice es que la fe comienza y termina (por así decirlo) en Jesús. Fuera de Jesús no existe fe genuina.
La fe es necesaria para agradar y complacer a Dios. Además, conlleva una recompensa para el creyente de parte del Señor. Hebreos 11:6 dice: “pero SIN FE es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan…”
La fe genuina no proviene de la mente sino del corazón. Romanos 10:10 dice que con el “corazón se cree (uno tiene fe)…” Muchos confunden fe con esperanza, cuando en realidad la esperanza es resultado de la fe. La esperanza proviene de la mente (1 Tesalonicenses 5:8). La fe proviene de Dios y fue depositada una medida en nuestro ser interior, para que la podamos desarrollar.
¿Hasta dónde se puede desarrollar nuestra fe? ¿Cuáles son los niveles de fe que existen?
En la Palabra de Dios se revelan diferentes clases o niveles de fe. Veamos cuáles son:
1. La fe de Tomás
La “fe de Tomás” es aquella que dice: “si no lo veo no creo”. Es una fe tangible, basada en lo que se ve no en lo que se cree. Cuando le dijeron que Jesús había resucitado, él dijo: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.” (Juan 20:25). Por eso Jesús, luego le dijo: “… Tomás… no seas incrédulo sino creyente… porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron (tuvieron fe)” (Juan 20; 27-29).
2. La fe débil
En Romanos 4:19 leemos acerca de Abraham, el padre de la fe, “… y no se debilitó en la fe”. La fe débil limita a Dios y limita los beneficios y privilegios de Dios debido a la falta o errónea enseñanza de las Sagradas Escrituras.
La fe débil considera lo natural, mas que mirar el poder de Dios o las cosas del Espíritu, no se da cuenta que Dios es poderoso para hacer las cosas más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20).
3. La fe temporal
Lucas 8:13 menciona esta clase de fe:“los de la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.”
Esta clase fe cree sólo de a ratos, por algún tiempo, pero se cae o falla cuando los problemas vienen. No tiene la fuerza divina para permanecer creyendo. Todos seguramente en algún momento hemos pasado por este nivel de fe, pero debemos entrenar a nuestro espíritu a no quedarse aquí, sino a crecer a nuevos niveles de fe.
4. La fe activa
En Santiago 2:17 y 26 dice; “Así también la fe, si no tiene obras (si no se la ejerce o practica), es muerta en si misma…la fe sin obras está muerta”. La fe debe ser activada y no dejarla estancada, sin utilizarla. Muchos han recibido de parte de Dios una medida de fe, pero la han guardado y no la están desarrollando. ¿Podemos darnos cuenta de lo que Dios nos ha dado para desarrollar y alcanzar lo increíble y conquistar lo imposible?
5. La fe no fingida
En 1 Timoteo 1:5 leemos acerca de la fe no fingida. Esta clase de fe no se jacta ni se burla de los más débiles espirituales. Esta fe no conoce la hipocresía ni la falsedad que a veces existe en nuestra iglesia moderna. Esta fe, la de Dios, es una fe caracterizada por la humidad y la santidad.
6. La fe fuerte
Romanos 4:20 menciona este tipo de fe: “… sino que se fortaleció en fe…”. Esta clase de fe es la que rehúsa darse por vencida y rehúsa desanimarse. Esta fue la fe que tuvo Abraham, cuando se mantuvo creyendo por muchos años que Dios era fiel para cumplir lo que le había prometido.
7. Gran fe
Los siguientes pasajes hablan de un nivel de gran fe. El primero es el centurión que se acercó a Jesús para pedir por la sanidad de su siervo. “De cierto te digo, que ni aún en Israel he hallado tanta (o gran) fe” (Lucas 7:1-10). La gran fe es la que se determina recibir algo de Dios. Esa determinación provee una gran fe. En Mateo 15:28 leemos acerca de la mujer cananea en busca de Jesús; “…mujer, grande es tu fe…”
8. La fe perfecta o divina
En Marcos 11:21-23 leemos: “Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.”
La fe perfecta o divina es la fe de Dios. En el pasaje de Marcos donde Jesús dice: “tened fe en Dios” en el original griego dice: “Tened la fe de Dios.”
Esta clase de fe es la que habla y las cosas suceden. Es interesante notar cuántas veces aparece la palabra “decir” en el pasaje. ¿Por qué aparecen cuatro veces la palabra “decir”? Para enseñarnos que la fe de Dios está íntimamente relacionada con decir o dar la palabra.
Nuestro forma de hablar es la señal de nuestro nivel de fe. Existe un dicho que dice: “dime cómo hablas y te diré cuánto crees”.
En 2 Reyes 4:26 leemos a la viuda que cuando su hijo murió repentinamente, ella fue a ver al profeta y cuando él le preguntó cómo estaba, le dijo: “Ella dijo: bien“. ¡Su hijo estaba muerto! ¿Cómo le dijo que todo estaba bien? Ella le dijo porque era una mujer de fe. Ella sabía lo que dice 2 Crónicas 20:20 “Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados.”
Esta mujer tenía la fe de Dios, pues si seguimos leyendo el pasaje veremos que su hijo fue resucitado y ella tuvo gran gozo y Dios fue glorificado.
¡Decidamos hoy crecer en un nuevo nivel de fe!
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