EL PLAN GENERAL DE DIOS HASTA EL AÑO 2030

Por Ritchie Pugliese

Un llamado a la Iglesia de Dios a cumplir su misión y legado

Sin ninguna duda, lo que ha sucedido en los últimos, jamás hubiéramos imaginado que sucedería. Quién hubiera pensado que seríamos asolados por una pandemia de características letales y peligrosas para la salud, con sus consecuentes trastornos debido al encierro y la soledad del aislamiento social impuesto, y, no menos importante, las dificultades económicas que todo esto ha ocasionado a nivel mundial.

Lo que ha sucedido a nivel mundial con la pandemia dio lugar a un sinfin de opiniones y teorías, pero más allá de eso considero, considero que como Iglesia que debemos ir a la raíz para entender lo que se mueve detrás de estos acontecimientos. ¿Por qué digo esto?

Porque no debemos descartar que el enemigo de nuestras almas siempre está al acecho intentando aprovecharse de las circunstancias para hacer de las suyas, y lo que hemos atravesado bien podría calificarse como una oportunidad para ejecutar lo que dice Juan 10:10a, que “El ladrón (figura del diablo) no viene sino para hurtar y matar y destruir” a la humanidad.

Más allá de todo lo negativo que he mencionado, lo determinante y mas importante es que podamos vivir enfocados y creyendo que Dios no se detiene y sigue trabajando. El tiene un plan para su Iglesia para estos tiempos, y los que vienen, y su deseo es que estemos alistados y dispuestos a seguir su plan.

Dios desea hacer algo la década que comenzó en 2020 y finalizará en 2030. Para poder comprenderlo, necesitamos repasar primero en la historia para posteriormente entender dos cosas: 1) Lo que el enemigo está haciendo y 2) lo que el Señor está diciendo.

Revisando la historia desde el comienzo

Cuando estudiamos las Sagradas Escrituras, vemos que la propuesta general de Dios siempre ha sido hacer de este mundo un lugar floreciente, bendecido. Esto lo vemos revelado en la creación. Todo lo que Dios creó ha sido bueno y productivo para el beneficio del ser humano como lo expresa Génesis 1:31. Todo era “bueno en gran manera” en el Edén; pero, paralelamente, vemos que el diablo tuvo una agenda contraria a la de Dios con la firme intención de hacer de este mundo un desierto, un lugar maldecido.

En Isaías 14:17, capitulo que habla de la caída de Lucero —y su consecuente transformación en Lucifer o el diablo, adversario de Dios— se revela su intención. Allí leemos: “… puso el mundo como un desierto”.

Los estudiosos de las Escrituras coinciden en que entre el v. 1 y el v. 2 de Génesis 1 se originó la rebelión de Lucero, motivo por el cual fue expulsado del tercer cielo a la tierra. Por eso el v. 2 dice que la tierra estaba “desordenada y vacía”. La palabra “desordenada” en el hebreo es Tohuw”, que significa “desierto, confusión, estéril, una masa sin forma”.

Si hacemos un estudio detallado del capítulo 1 de Génesis, veremos que fue una tarea de reconstrucción de lo creado lo cual había sido previamente distorsionado y desfigurado por el diablo. Isaías 45:18 señala: “Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra el que la hizo y la compuso…” (énfasis añadido). Posteriormente, como resultado de la desobediencia del ser humano la tierra quedó “maldita…espinos y cardos te producirá…” (Génesis 3:17-18)

Para entender los tiempos que estamos viviendo es indispensable entender este trasfondo histórico de lucha espiritual. Todo gira alrededor de lo que Dios ha hecho y dicho para la bendición del ser humano, y el intento incansable del diablo de frenar, contradecir todo lo que Dios ha hecho y dicho para perjudicar a la humanidad.

Volviendo al tiempo actual y entrando en la dimensión espiritual

La mayoría de los profetas reconocidos y genuinos del pueblo de Dios coinciden que, en términos espirituales, la década 2020-2030 es una década caracterizada por la letra hebrea “Pey” que significa “boca” (la letra tiene la forma de una boca abierta). Esto significa que esta década tendría la característica de ser el tiempo de abrir nuestras bocas para hacer declaraciones y decretos proféticos, confesar por fe las promesas de Dios con mayor vehemencia para que sean cristalizadas, y, desde luego, continuar predicando y enseñando la Palabra de Dios.

Entonces, sabiendo que desde siempre el enemigo ha intentado contradecir a Dios ¿Qué intentaría hacer para contradecir el designio divino de abrir nuestra boca para anunciar la Palabra de Dios? Cerrar la boca del pueblo de Dios a fin de que la gente no reciba el mensaje divino.

De manera sutil, pero intimidante, el enemigo nos quiere recordar que no abramos nuestras bocas. Note que interesante o curioso que justo en este tiempo hayan impuesto el uso de “tapabocas”, “mascarilla” o “barbijo” como medida de protección para evitar contagiarse y contagiar a otros. Más allá de la utilidad que esto pudiera tener en lo sanitario, en el ámbito espiritual es una manera pública de intimidación al pueblo de Dios; una manera de decirles que se callen la boca y  cesen de anunciar la Palabra de Dios en todas sus formas. ¿Puedes entender espiritualmente lo que estoy señalando?

De manera sutil, el enemigo pretende colocarnos un “tapabocas” no para protegernos sino para que el pueblo de Dios enmudezca, no pueda hablar ni transmitir la Palabra de Dios.

Ahora bien, cuando me refiero a enmudecer o “no hablar” la Palabra de Dios me estoy refiriendo a tres cosas:

1) Acallar o menguar la predicación evangelística;

2) Desacreditar la Palabra general de Dios, los principios bíblicos  dados a través de predicaciones o estudios bíblicos;

3) Desautorizar y desacreditar la voz profética de los siervos genuinos de Dios.

Sumado a lo mencionado, la imposición al aislamiento y el distanciamiento social lo cual pareció como algo positivo para protegerse, ha causado posteriormente estragos en personas, familias y los congregaciones.  Como ya sabemos, las congregaciones han tenido que dejar de tener reuniones públicas y los creyentes no pudieron congregarse libremente. Tal reglamentación ha perjudicado inmensamente la vida de la iglesia en muchas de sus formas, debido a que muchos ya no regresaron a congregarse regularmente. Por cierto, paralelo a eso hubo un aspecto positivo, con las reuniones virtuales, ya que han impulsado a las congregaciones locales y ministerios a tomar dominio espiritual en las redes.

¿Se había puesto a pensar que detrás de lo natural y sanitario existe una agenda diabólica oculta contra la Iglesia de Cristo?

Si nuestras bocas permanecen cerradas, la Palabra logos y rhema dejará de predicarse y difundirse; si nuestras bocas permanecen cerradas, la palabra profética no puede ser transmitida. 

El desafío

Si bien en el ámbito natural este ha sido un tiempo de utilizar tapabocas, debemos decidir si vamos a quitarnos el “tapabocas espiritual”, si vamos a abrir nuestras bocas para transmitir, con mayor ahínco, todo el consejo de Dios y declarar proféticamente todo lo que Dios está diciendo. No podemos dejar de hacer lo que Dios ha decretado para esta década: Hablar, transmitir y declarar la Palabra de Dios.

Piensa por un instante: ¿Nos dejaremos intimidar por el enemigo? ¿Cerraremos nuestras bocas y dejaremos de proclamar la Palabra de Dios? El mismo Jesús dijo a sus discípulos: “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lucas 19:40).

La Palabra de Dios se propagará de cualquier manera, pero no permitamos que las piedras nos quiten el privilegio que tenemos los redimidos por la sangre de Cristo de hablar la Palabra de Dios a tiempo y fuera de tiempo como nos exhorta 2 Timoteo 4:2: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo…”

Ha llegado la hora de experimentar una renovación espiritual, ya sea individualmente y como Iglesia, que nos impulse a dejar la cobardía y el temor y nos quitemos el tapabocas espiritual para comenzar a hablar con denuedo la Palabra. Si ya lo veníamos haciendo, sigamos siendo fieles voceros de la Palabra de Dios a los inconversos y al pueblo del Señor con el fuego del Espíritu Santo.

En este tiempo, el Señor nos dice, como le dijo a Pablo en visión de noche: “No temas, sino habla, y no calles” (Hechos 18:9).

Iglesia, el Señor te dice, ¡no temas, sino habla y no calles!

¿Tienes un llamado y el deseo de servir al Señor con la unción del Espíritu Santo?

¿Anhelas capacitarte para ser parte del mover de Dios?

Si tu respuesta es afirmativa, entra en el enlace de abajo:

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