Por Ritchie Pugliese
La Palabra de Dios, en Isaías 60:1-5 dice lo siguiente:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.”
Los tiempos que vivimos son tiempos difíciles y peligrosos, donde pareciera que la maldad, las enfermedades, la injusticia, la violencia crecieran sin límites. Esto por cierto al creyente, que vive alerta en el Espíritu, no lo toma por sorpresa pues este pasaje nos habla que las tinieblas y la oscuridad cubrirán la tierra.
En medio de semejante caos, Dios quiere hacer algo grandioso en Su iglesia para que la Gloria de Dios se manifieste. ¡Para el creyente fiel y lleno del Espíritu Santo, los mejores días están por venir!
Ahora bien, es conveniente aclarar sobre quienes amanecerá Jehova y será vista su Gloria. La idea de Dios es que toda su Iglesia experimente esto, pero para ser sinceros hoy día en un gran sector de lo que nosotros llamamos “La Iglesia” se viven tiempos de gran calamidad espiritual con una mengua muy significante de los patrones básicos de santidad entre el pueblo de Dios, lo cual está transformando a la iglesia de Cristo en una iglesia quizás “bien vista” por la sociedad, con muchas luces y espectacularidad pero con poco peso espiritual y menos manifestación de la contundente presencia del Espíritu Santo.
¿Por qué todo esto está sucediendo dentro de la Iglesia? Porque muchos creyentes han perdido su primer amor por el Señor. En el mensaje profético dado a la iglesia de Efeso en Apocalipsis 2:1-7 se menciona la pérdida del primer amor por el Señor: “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”
¿A qué se refiere el pasaje cuando dice que la Iglesia ha dejado su primer amor? La frase “has dejado tu primer amor” nos da lugar a pensar que existe un “segundo, tercer nivel de amor”. Según el Señor: ¿A quién debería ir dirigido nuestro primer amor? La respuesta es sencilla y todos la sabemos muy bien: Nuestro primer amor tiene que ser el Señor solamente y todo lo demás viene después.
Tenemos hoy muchos creyentes que dicen ser cristianos, van a la iglesia, sirven en algún ministerio pero el Señor no ocupa el primer lugar en sus corazones. Dios no está en el primer lugar de sus vidas.
Pareciera que hoy se podría vivir un cristianismo sin tener a Cristo en primer lugar. Por cierto esto no es la vida Cristiana abundante prometida en las Escrituras ni la voluntad de Dios, sino el “cristianismo” que nosotros hemos inventado.
Mateo 24:12 dice algo muy fuerte: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” Como dijimos al principio, debido las densas tinieblas que están cubriendo la tierra, si el creyente en Cristo no vela, sino que se descuida, puede caer en la frialdad espiritual, en la pérdida del primer amor por Cristo, donde todo se hará por obligación y no con pasión.
La buena noticia es que en medio de semejante caos sí se puede vivir teniendo al Señor como nuestro primer amor.
Muchos hoy están pagando precios muy altos por ser fieles a Dios y lo aman con todas sus fuerzas y mantienen avivada la llama ardiente del primer amor por el Señor. Ellos son testimonios vivientes de lo que es mantener viva la llama del primer amor por el Señor.
Creo también que ha llegado el momento de evaluarnos, y examinarnos individualmente para saber si estamos perdiendo el primer amor por el Señor o, si directamente lo hemos perdido y no nos hemos dado cuenta.
¿Cómo saber prácticamente si hemos perdido el primer amor?
Si nos hicieran esta pregunta, generalmente diríamos que no hemos perdido nuestro primer amor por el Señor, pero yo quiero que en este día usted, a solas con Dios, en la presencia del Espíritu Santo y a la luz de la poderosa Palabra del Señor, vuelva a examinarse. La Palabra de Dios dice en Apocalipsis 22:11 “el que es santo, santifíquese todavía”. ¡Ahora es el tiempo para volver a examinarnos y santificarnos aún más! ¿No le parece?
A continuación voy a mencionar doce evidencias que nos mostrarán si hemos perdido el primer amor hacia el Señor.
1. Marcos 12:30
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.”
Cuando mi deleite en el Señor ya no es lo que más anhelo por sobre todas las demás cosas de la vida, he perdido mi primer amor. El Salmo 37:4 dice “deléitate… en Jehová”.
2. Salmo 42:1-2
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
Cuando mi alma ya no anhela desesperadamente desarrollar comunión con el Señor, a través de la oración y la meditación diaria de la Palabra de Dios sumada a la comunión con el Espíritu Santo, he perdido mi primer amor.
3. Salmo 10:4
“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.”
Cuando mis pensamientos no están enfocados en todo tiempo en el Señor, he perdido mi primer amor.
4. Juan 14:15
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
Cuando me excuso diciendo que “soy humano”, para fácilmente rendirme ante aquellas cosas que desagradan a Dios, he perdido mi primer amor.
5. 1 Juan 3:17
“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”
Cuando voluntariamente, no invierto mis recursos en la obra de Dios y en ayudar a otros hermanos en Cristo, he perdido mi primer amor.
6. Juan 13:34
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.”
Cuando dejo de tratar a mis hermanos en Cristo como agrada a Dios (practicando el chisme, la calumnia, el menosprecio, etc.) he perdido mi primer amor.
7. Juan 14:21
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”
Cuando veo a los mandamientos del Señor, sus demandas, como las que me impiden
“disfrutar de la vida”, más que obedecerlos como expresiones a su amor, he perdido el primer amor.
8. Juan 15:19
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”
Cuando busco principalmente la aprobación de lo que dicen los demás, más que la aprobación del Señor, he perdido mi primer amor.
9. Juan 15:20
“Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.”
Cuando dejo de predicar el Evangelio de Cristo por temor a ser rechazado por mis familiares, amigos, compañeros de trabajo, he perdido mi primer amor.
10. Romanos 14:15
“Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.”
Cuando rehusó dejar de hacer algo que pueda perjudicar el crecimiento y/o la salud espiritual de mi hermano, he perdido mi primer amor.
11. Mateo 24:12
“y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”
Cuando llego a ser complaciente con las condiciones pecaminosas que me rodean, he perdido mi primer amor.
12. 1 Juan 4:20
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”
Cuando me niego a perdonar a los que me han ofendido, he perdido mi primer amor.
En aquél tiempo, la invitación de Dios a la iglesia de Efeso en Apocalipsis 2:5 fue: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”
Hoy, el Señor nos hace la misma invitación para hacer las primeras obras, es decir, volver al primer amor por El. Su mano redentora está disponible hoy para cada uno de nosotros, pues su misericordia es para siempre.
Por eso, para posicionarnos en la línea espiritual de lo que Dios quiere, debemos hacer nuestras las palabras de Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,”Si hemos perdido nuestro primer amor por el Señor, no es necesario que nos quedemos tristes y abatidos. Existe una solución. Podemos cambiar esta situación y volver a amar a Dios con todas nuestras fuerzas. ¡Actuemos ahora mismo! Ahora es el momento de humillarnos bajo la poderosa mano del Señor para que nos restaure y nos restablezca. Si hacemos esto, ¡Experimentaremos nuevos tiempos de gloria espiritual que vienen de la presencia de Dios!