EDIFICAR PARA LA GLORIA DE DIOS

Por Ritchie Pugliese

La vida cristiana es una vida caracterizada por la edificación. Hemos sido rescatados del reino de tinieblas donde el diablo se especializaba en “hurtar, matar y destruir” (Juan 10:10b). Ahora en cambio, tomados de la mano del Señor y por el poder de su Santo Espíritu, podamos edificar y reconstruir todo lo que fue destruido en nuestra vida por causa del pecado y vivir lejos de Dios.

El Señor nos ha rescatado con un propósito definido: Edificar para la Gloria de Dios. Cada cosa que emprendamos, hagamos, vivamos debe estar dentro de ese propósito divino. 1 Corintios 10:31 nos dice: “Si pues, coméis o bebéis, o haced otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. El pasaje nos dice que debemos “hacer”, es decir edificar, para la gloria de Dios.

Edificar con la intención de buscar cualquier otra gloria significa edificar sin el favor del Señor. 1 Pedro 1:24-25 nos recuerda algo importante: “Toda carne es como hierba, y toda gloria del hombre como flor de hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”. Ya sea en nuestra vida personal, familiar, el trabajo, los negocios o el ministerio hemos sido llamados a edificar para la gloria de Dios y nunca para nuestra propia gloria.

Muchas veces decimos que estamos haciendo o emprendiendo algo “para la gloria de Dios” cuando en realidad lo que estamos haciendo es edificar algo para gratificar nuestro ego no quebrantado. Edificamos con una mixtura desagradable a los ojos de Dios.

En Números 11 encontramos el relato de la torre de Babel, que fue edificada para que los constructores tuvieran un nombre y se hicieran famosos. Fue un proyecto con “olor” a gloria humana y vemos como intervino el Señor para detener la obra.

Esto nos enseña que lo que no edificamos para la gloria de Dios quedará a medio camino, pues Dios no bendecirá algo donde él no sea totalmente glorificado, aunque digamos que es “en su nombre”.

Aún como cristianos muchas veces nuestras intenciones están mezcladas con nuestra propia carnalidad vanagloriosa. Le pedimos a Dios que nos prospere y perdemos de vista que si el Señor lo hace no es principalmente para que yo sea bendecido sino para bendecir Su Nombre e invertir en su Reino. Esto puede suceder en cualquier área de la vida donde deseamos edificar y avanzar.

Estoy seguro que tanto tú como yo queremos edificar para la gloria del Señor. Es por eso que quiero compartirte a continuación una serie de puntos importantes para que en todo lo que emprendas, puedas darle la gloria absoluta al Señor.

Presta atención a los siguientes pasos y realiza una evaluación de tu propia vida, pero antes de eso, la primera cosa que debemos entender es conocer el proceso de la edificación. La Palabra de Dios habla mucho y bien sobre el tema. 1 Corintios 3:10 dice: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire como sobreedifica”.

El proceso de edificación consta de tres pasos:

a) Poner el fundamento;        

b) Edificar sobre el fundamento;

c) Sobreedificar sobre el fundamento

Con esto en mente podemos pasar al primer punto:

1) Para edificar para la gloria de Dios debemos tener el fundamento correcto que es Cristo.

1 Corintios 3:11 dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.

Cuando nos convertimos a Cristo, Él se transforma en nuestro seguro y permanente fundamento. Él es la roca firme de nuestra salvación y edificación. Con Cristo como nuestro fundamento se acaban las “arenas movedizas” de la vida.

Por eso lo más importante es tener El fundamento para poder continuar edificando eficazmente para la gloria de Dios.

2) Para edificar para la gloria de Dios debo utilizar los materiales correctos y adecuados.

No basta con tener el mejor fundamento para edificar bien, sino que debo ser muy cuidadoso los materiales con los que edificamos sobre el fundamento.

Es posible que hayamos puesto el mejor fundamento pero los peores materiales para edificar sobre el fundamento. 1 Corintios 3:12-13 dice: “Y si sobre este fundamento (Cristo) alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca”.

Este pasaje nos enseña la clase de los materiales que podemos utilizar para edificar. Los materiales NO combustibles y que resisten el fuego son el oro, la plata y las piedras preciosas; en cambio los materiales que son combustibles son la madera, heno, hojarasca. ¿Qué representan estos materiales? La motivación del edificador al edificar. Muchos queremos hacer grandes cosas para Dios pero con una motivación incorrecta.

Existe una sabia manera de evaluar nuestra motivación cuando estamos por empezar algo, o edificar algo que queremos que sea para la gloria de Dios. En Mateo 22:37-39 encontramos a Jesús diciendo: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tú Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Note la secuencia o el orden de prioridades: 1) El Señor 2) mi prójimo y 3) ti mismo. Esta conjugación verbal espiritual es al revés de la terrenal pues primero es “El”, segundo “tú” y tercero “yo”.

Antes de emprender algo o empezar a edificar una familia, un negocio, trabajo nuevo, ministerio o lo que sea debemos preguntarnos ¿Será para la gloria de Dios? ¿Bendecirá a otros? ¿Me bendecirá a mí y me acercará más al Señor?

Generalmente pensamos primero en nosotros mismos y luego le damos la gloria al Señor y pensamos en bendecir a otros. Como mencioné antes, hay personas que tienen varios trabajos para progresar pero nunca tienen en cuenta que si reciben progreso económico no es principalmente para invertir en mejores casas, autos, ropas, confort. En este caso la secuencia que agrada al Señor es que primero será necesario darle la gloria a Dios decidiendo obedecer en diezmar y ofrendar como enseña la Palabra. Luego entregar los diezmos y ofrendas en la iglesia local donde se congrega para que otros sean bendecidos (ministerio de la iglesia y toda tarea realizada para la extensión del Reino). Lo tercero será recién empezar a pensar que voy a invertir para mi beneficio personal-familiar. ¿Entiende cómo se edifica para la gloria de Dios? ¡La mayoría de nosotros hacemos todo lo contrario!

Es por eso que cuando intentemos edificar para la gloria de Dios vamos a tener que atravesar el tercer paso:

3) Para edificar para la gloria de Dios debemos permitir que el fuego de la prueba pase y deje solo en pie lo que sea de Dios.

1 Corintios 3:13-15 dice: “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cual sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida…”

El fuego consume, derrite, purifica y deja lo que resistió su llama ardiente. Cuando viene el fuego de Dios para probar los materiales de la edificación muchos bajan los brazos y detienen la edificación.

El fuego de la prueba es algo necesario para que Dios filtre lo santo de lo humano; lo carnal de lo espiritual, lo que trae gloria a Su Nombre o lo que quiere traer gloria humana. ¡Así que no tema si se reduce su negocio, trabajo, ministerio! Si pasó el fuego de la prueba y quedó con menos, lo que ha quedado tiene verdadero peso espiritual a los ojos de Dios y lo que se quemó y desapareció era algo que no traía gloria para Dios.

4) Edificar para la gloria de Dios lleva su tiempo

Proverbios 20:21 dice: “Los bienes que se adquieren de prisa al principio no serán al final bendecidos”. La Biblia no dice que es un pecado adquirir algo de prisa, lo que enfatiza es que es peligroso cuando lo hacemos al principio de nuestro edificación.

Cuando uno está en el comienzo o al principio de una edificación debe cuidarse más que nunca porque un error puede pagarse caro después. El éxito rápido a muchos les hace subir el orgullo y la soberbia oculta que tenían. Es por eso que Dios hace pasar su fuego, para quemar todo lo impuro y quede en nosotros un corazón vacío de gloria humana y lleno de la gloria de Dios.

Hebreos 6:12 también nos habla que para heredar las promesas de Dios debemos ser “imitadores de aquellos que por la fe, y la paciencia heredan las promesas”. Note que entre la fe (acción) y la posesión de las promesas de Dios está la palabra que a muchos de nosotros no nos gusta: Paciencia, es decir tiempo de espera. Si queremos edificar para la gloria de Dios debemos aprender a esperar, pues si nos apuramos podemos edificar otra torre de Babel que no glorifique a Dios.

5) Edificar para la gloria de Dios trae también sus luchas

En el libro de Nehemías encontramos un caudal de enseñanza muy importante sobre como edificar para la gloria de Dios. En el pasaje de 4:1 leemos “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos”.

La figura de Sanbalat representa para nosotros hoy al enemigo de la edificación, el diablo. Él se enoja y enfurece cuando se entera que alguien quiere edificar para la gloria de Dios. Si queremos edificar para gloria del Señor tendremos que pelear contra el enemigo pues el hará todo lo posible para que usted no edifique. ¿Por qué se opone el diablo a que edifiquemos? El v.2 dice “¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios?” El diablo sabe que si el cristiano edifica volverá a ofrecerle al Señor un sacrificio de gratitud y alabanza, dándole toda la gloria a Él. Por eso es que el diablo se opone tenazmente a todo lo que intentamos edificar.

Luego el pasaje de 4:3 dice la segunda lucha que tendremos que enfrentar al edificar: “una zorra lo derribará” ¿Por qué el diablo mencionó a las zorras en el proceso de edificar? Cantar de los Cantares 2:15 dice que “las zorras pequeñas echan a perder las viñas” y Proverbios 25:28 dice: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”.

Las zorras son aquellas cosas de nuestras vidas que no están bajo el señorío de Cristo y que impiden que manifestemos el fruto del Espíritu en nuestras vidas. Cuando las “zorras” de nuestras vidas se meten en la edificación hace que “nuestra ciudad” sea derribada. ¿Entiende la relación de estas figuras con el proceso de edificación? La frase “espíritu sin rienda” es aquel que tiene un carácter no controlado por el Espíritu Santo.

Nosotros somos un gran problema para edificar para la gloria de Dios pues anhelamos reconocimiento, gloria de hombres, etc en vez de la gloria de Dios. Pablo le dijo a Timoteo “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”. ¿Por qué le dijo primero que se cuidase de sí mismo? Porque dones y ministerio (doctrina) sin el fruto del Espíritu no trae gloria a Dios sino gratificación personal y humana. ¡El Señor nos guarde de esto!

Generalmente en todo le echamos la culpa al diablo, cuando muchas veces son cosas originados por nuestra falta de carácter espiritual, por tener un espíritu sin rienda. Debemos cuidarnos de las zorras pequeñas pues ellas pueden destruir lo que edifiquemos.

6) Edificar para la gloria de Dios requiere perseverancia

Generalmente cuando las luchas y problemas vienen, tenemos la tendencia a bajar los brazos y detener al edificación sin darnos cuenta que eso generalmente nos pasa por hacer precisamente la voluntad de Dios.

Muchas veces estar en el centro de la voluntad de Dios puede requerir que atravesemos momentos difíciles para formarnos y entrenarnos en paciencia y perseverancia. Por eso el 4:6 dice: “edificamos pues…”, es decir, – “con todos los problemas y luchas que tenemos, seguimos hacia adelante edificando para la gloria del Señor” -.

Al diablo le encantan los cristianos que dejan las “edificaciones” a medio terminar porque de esa manera Dios no es glorificado. Por eso es que nosotros debemos ser entrenados para desarrollar paciencia y perseverancia, que son las claves del éxito en la vida.

7) Edificar para la gloria de Dios requiere oración y estar alertas

En 4:9 leemos “…oramos… pusimos guarda”. La oración es necesaria para depender de Dios, recibir nuevas fuerzas y dirección para edificar bien. Estar en guardia es necesario para evitar los dardos de fuego del enemigo que intentan debilitar nuestra fe y perseverancia. Necesitamos aprender a buscar el rostro de Dios para que todo lo que edifiquemos este bien empapado de la presencia del Espíritu Santo y estar alertas en todo tiempo.

8) Edificar para la gloria de Dios requiere de un gran esfuerzo

En 4:10 leemos “las fuerzas se han debilitado”. Edificar debilita, desgasta nuestras energías, por eso debemos vivir colgados del Señor para que renueve nuestras fuerzas como las del búfalo. También es sabio de tanto en tanto, tomar un descanso para renovar las fuerzas, tanto físicas como espirituales; apartarnos unos días, por ejemplo en la playa u otro lugar, para descansar y a la vez buscar al Señor. Para edificar para la gloria de Dios necesitamos la Fuerza de Dios (Zac. 4:6), que es su Espíritu Santo.

9) Edificar para la gloria de Dios requiere que estemos siempre armados

En 4:13 leemos que había “familias con espadas, lanzas y arcos”, en 4:17 leemos que “con una mano trabajaban y con la otra la espada” y el v.23 dice que estaban “vestidos”. Nunca se olvide que vivimos en guerra espiritual contra el diablo constantemente y especialmente cuando estamos edificando.

El diablo no molesta a los que no edifican, pues ellos son estériles. El enemigo, como destructor por excelencia (Juan 10:10a) se opone tenazmente a los que edifican y quieren ser fructíferos para la gloria de Dios, por eso debemos no solo defendernos sino atacarlo primero para que no nos moleste.

La lucha espiritual contra el mal no es una guerra defensiva sino ofensiva, pues el Señor nos ha puesto por cabeza y no por cola, nos ha dado dominio sobre el enemigo en el Nombre de Jesús. Debemos edificar armados y vestidos con toda la armadura de Dios, pues si dejamos una puerta abierta el hará de las suyas. En el mundo espiritual edificar siempre implica luchar para conquistar.

Si queremos llegar a buen término en lo que hemos empezado a edificar no olvidemos ninguno de estos puntos registrados en la Palabra de Dios. Ellos nos mantendrán en la línea de lo que el Señor quiere que hagamos. Si los tenemos en cuenta seremos lo que el Señor quiere que seamos: Edificadores del Reino de Dios y para la gloria de su Santo Nombre.

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