Por Ritchie Pugliese
En las Sagradas Escrituras, existen términos que tienen más de un significado. A medida que vamos madurando en el camino de la fe y leyendo la Biblia, se van incorporando a nuestro “vocabulario espiritual” palabras que cualquier persona le daría solo un sentido, pero para nosotros tienen un doble sentido espiritual. Entre tantos términos, la palabra “tormenta” es una de ellas. Para cualquier persona sólo representa un problema climático, pero para nosotros tiene un significado más profundo además del general.
Durante nuestra travesía espiritual por la vida, como cristianos muchas veces tenemos que atravesar situaciones problemáticas de todo tipo a las que llamamos “tormentas”. Estas tormentas arrecian y afectan nuestra salud, economía, familia, ministerio, relaciones con amigos, familiares y hermanos en la iglesia, etc., y muchas veces confundidos no sabemos de donde provienen y nos preguntamos: ¿De dónde proviene esta tormenta? ¿Proviene de Dios o del diablo? Nos quedamos confundidos y sin entender porqué las tormentas que vienen de repente y tardan en retirarse. ¿Le ha pasado esto alguna vez? Por todo esto, se hace necesario obtener una respuesta para evitar ser confundidos.
En la Palabra de Dios encontramos dos tipos de tormentas. La que proviene de Dios y la que proviene del diablo. Necesitamos aprender a diferenciarlas. Por eso veamos cuáles son sus diferencias
1. La tormenta de Dios
La tormenta que proviene del Señor no tiene carácter destructivo, pues Dios es autor de edificación. Ellas tienen un carácter disciplinario, para enseñarnos alguna lección especifica. Si usted es de carne y hueso como el resto de los mortales que tienen a Cristo en el corazón, se dará cuenta que no somos obedientes todo el tiempo. Nuestra vieja naturaleza muchas veces nos traiciona y gana algunas batallas. Nuestra naturaleza caída nos hace desobedecer al Señor y hacer nuestra propia voluntad.
La desobediencia opera en la vida del creyente cuando este, sabiendo lo que Dios quiere, voluntariamente elige lo contrario. Este fue el caso de Jonás.
Si leemos el libro de Jonás vamos a ver con claridad al comienzo del libro (1:1) que Jehová le había dado una palabra directiva. Dios le había expresado su voluntad a Jonás y esperaba que este voluntariamente le obedeciera… pero no fue así. Jonás empezó a huir de la voluntad de Dios, escapando. Jonás desobedeció deliberadamente la Palabra de Dios. Entonces vemos al Señor tomar cartas en el asunto. En el v.4 leemos que Jehová hizo levantar un gran viento… tempestad. Dios envió una tempestad para que Jonás se arrepintiera, no que muriera. Siempre la idea de Dios con esa clase de tormenta es conducir a la persona al arrepentimiento. Nunca olvidemos que el arrepentimiento es el principio del camino hacia la restauración de Dios (Hechos 3:19). Si seguimos la lectura en el relato vemos que Dios dejo a Jonás un tiempo en la incubadora (el vientre del pez), como diríamos hoy, en “stand by” (detenimiento, pausa), hasta que se arrepintió. Una vez hecho eso, fue devuelto a tierra para hacer voluntariamente la voluntad de Dios….y así fue… Jonás aprendió la lección de la obediencia.
La tormenta del diablo
En los Evangelios encontramos registradas dos clases de tormentas provenientes del enemigo:
1. En Marcos 4:35-38 se detalla la primera tormenta que no proviene del Señor.
En Marcos 4:35 Jesús “les dijo pasemos al otro lado”, Aquí vemos que el Señor da una palabra directiva proveyendo dirección y sentido espiritual. Así lo hace con nosotros cuando le buscamos en oración y tenemos comunión íntima con él. Él nos dirige, nos da dirección. Es maravilloso recibir una palabra de Dios, a través de la oración, la meditación en la Palabra, una palabra profética de parte de un siervo del Señor, pero a veces olvidamos que siempre el enemigo intentara desafiar la palabra dada por Dios. Cada vez que Dios da la palabra, el enemigo intentara destruirla, demorarla.
En el v. 37 dice: “se levantó una gran tormenta”. Es evidente que esta tormenta no provenía de Dios, era una tormenta de muerte para destruir la vida de los que estaban en la barca. Las palabra de Jesús “pasemos al otro lado” eran palabras de vida (Juan 6:63). En 4:40 Jesús les dijo: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” La respuesta del Señor no parece muy amistosa ¿Por qué les respondió así? Todo tiene un porque. Unos cuantos versículos atrás esta la conocida parábola del sembrador (Mr. 4:15) donde dice lo siguiente: “Después que la oyen, en seguida viene satanás y quita la palabra” Con seguridad Jesús les transmitió esta enseñanza para aplicarla en medio de la tormenta. En 4:39 vemos a Jesús que “reprendió al viento y dijo al mar: calla enmudece” Ante la autoridad de Cristo la tormenta tuvo que rendirse. Fue callada por Jesús porque se oponía a la orden inicial de “pasemos al otro lado” (v.35).
2. El otro pasaje se encuentra en Marcos 6:45-52. Si leemos el contexto de este pasaje, especialmente los vv. 30-48 vemos al Señor alimentando a una multitud. En el v.37 Jesús les había dicho: “dadles vosotros de comer” y luego les dice: “¿Cuántos panes tenéis?” (v.38) para mostrarles que era una situación imposible que solo Él podía solucionar. Posteriormente a este episodio espectacular viene el pasaje de la tormenta. ¿Cómo era esta tormenta? El v. 48 dice: “El viento les era contrario” La palabra “contrario” significa “opuesto, adversario, hostil” como dice Tito 2:8 “de modo que el adversario se avergüence y no tengan nada malo que decir a vosotros.”. Este viento era contrario porque soplaba contra en contra de la Palabra de Dios. Sigue diciendo el v. 48 que Jesús desde lejos “viéndoles remar con gran fatiga porque el viento les era contrario.” Esta tormenta no provenía de Dios pues soplaba contra la barca que llevaba a hombres que iban a cumplir u obedecer la palabra del Señor. Cuando alguien decide obedecer la Palabra del Señor, el enemigo envía tormenta para que no se cumpla. Las tormentas del diablo se desatan solo sobre aquellos que han decidido obedecer a Dios e ir hacia el otro lado. Ahora bien, quizás usted se esté preguntando ¿Por qué el enemigo intenta detener al cristiano fiel con estas tormentas?
Si volvemos a mirar el primer pasaje de Marcos 4:35-41 vemos que luego comienza el capítulo 5 donde dice en el v.1 que “vinieron al otro lado del mar” Mire lo que paso después cuando llegaron al otro lado. El v. 2 dice “en seguida vino a su encuentro un hombre con espíritu inmundo” Jesús no les dijo que cruzasen al otro lado por azar o pura coincidencia. Recuerde siempre que Dios es Dios sabio que tiene todo bajo control y bien planificado. Él les dio la palabra no solo para cruzar sino para enfrentar al espíritu inmundo y vencerlo. Note la oposición leyendo el v.9 y vemos que este hombre tenía una legión de espíritus inmundos que dominaba la región (v.10). Este hombre fue liberado por la autoridad del Señor y leemos en el v. 20 que este hombre totalmente liberado “se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grande cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. Decápolis no era el nombre de una ciudad sino al conjunto de un mínimo de diez ciudades ubicada al Sudeste del Mar de Galilea. Era una confederación de las siguientes ciudades: Damasco, Filadelfia, Rafaná, Escitópolis, Gadar, Hipo, Dión, Pela, Gerasa y Canatá. El diablo bien sabía que si este hombre era libertado llevaría el evangelio por muchas ciudades. ¿Comprende ahora la magnitud del ataque del enemigo utilizando las tormentas?
Entonces, no lo olvidemos. Cuando nos enfrentemos a una tormenta de Dios, lo que necesitamos hacer es arrepentirnos para cambiar el rumbo; pero cuando enfrentemos una tormenta diabólica, tenemos que mantenernos creyendo con fe, tomar autoridad en el nombre de Cristo, y seguir hacia delante sin temor porque Dios está con nosotros y será fiel para hacernos llegar al otro lado sanos y salvos para cumplir Su propósito de bendición.