Por Ritchie Pugliese
En el Salmo 24:1 leemos que “del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (NVI)
Según la Biblia, Dios es el creador y dueño de todas las cosas, tanto espirituales como materiales. Leemos en la creación que cuando Dios finalizó su obra en la creación dijo que todo era bueno, y bueno en gran manera. El no dijo que lo creado, lo material, era malo (Génesis 1:31).
Basados en este pensamiento de la Palabra de Dios, ¿De dónde hemos sacado, entonces, la idea de que todo lo material es malo? ¿Acaso no sería mejor pensar que cuando algo creado por Dios (como ser, el sexo, las cosas, etc), no se lo administra como Dios dice en Su Palabra, se desvía del propósito para lo cual fue creado (glorificar a Dios) y se transforma en algo malo?
Existe una idea anti bíblica y agnóstica (influenciada seguramente por el mismo diablo) que se ha metido en la Iglesia, la cual dice que obtener cosas materiales es algo mundano, “carnal” y que no tiene nada de “espiritual”.
Si fuéramos a creer este concepto, entonces, y lo digo con respeto, ¡Dios sería el más grande de los pecadores, y el más “carnal” de todos, pues él es el dueño y poseedor de todas las cosas materiales que existen!
El Cristianismo moderno, ha sido catastróficamente afectado por creer tres mentiras, entre otras:
1. Que la verdadera espiritualidad sólo puede existir en la pobreza;
2. Que la verdadera espiritualidad debe rechazar el mundo material.
3. La separación entre lo “secular” y lo “ministerial”.
El resultado de creer estos tres conceptos erróneos ha hecho que:
A. la Iglesia no haya podido impactar ni transformar a la sociedad para Cristo,
B. La Iglesia, al ceder el terreno en la sociedad que debía ocupar, lo dejó vacante;
C. El diablo ha ocupado esas posiciones “vacantes” financieras para financiar sus proyectos destructivos (terrorismo, drogas, prostitución, etc);
D. El diablo ha cegado el entendimiento de muchos cristianos para que no le den importancia a tema de la prosperidad bíblica, para que ellos estén sumergidos en la pobreza y en escasez de recursos, incapaces de financiar el sostenimiento de la obra de Dios y la predicación del Evangelio.
¿Puede ver el engaño del enemigo detrás de todo esto? ¡Mientras la Iglesia discute y critica el tema de la prosperidad bíblica y la unción de riqueza, el enemigo se roba todo lo financiero que le pertenece a la Iglesia!
Es tiempo de empezar a ver las cosas, incluidas las materiales, como Dios las ve y las registra en Su Palabra. ¿No le parece?
Como Pablo nos dice en Filipenses 2, Jesús se despojó a si mismo de todo lo que poseía para agradar al Padre y mostrar su humildad. El renunció a todo Su poder celestial por amor, no porque lo que él poseía fuera algo malo. Si hubiera sido algo malo, ¿Por qué en Juan 17:5, le pidió al Padre que le regresara todo? El triunfó sobre todas las cosas al despojarse a sí mismo de su derecho inherente a ellas como Creador.
Jesús se hizo pobre por un tiempo y por una razón (2 Corintios 8:9). Luego de cumplir su propósito en su primera venida en la cruz del calvario, resucitar y ascender a la diestra del Padre, fue revestido nuevamente de toda su majestad, poder y posición que siempre tuvo.
Es importante entender que Dios en vez de rechazar al mundo material y su administración, lo establece. Por eso creó la tierra. Dios encarna sus ideas espirituales dentro del mundo material. Jesucristo es la evidencia material del Padre. La Biblia dice “Y aquél Verbo (Jesús) fue hecho carne, y habitó (es decir hizo morada física) entre nosotros (y vimos su gloria, Gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y verdad” (Juan 1:14). Cuando Dios tiene una idea, la encarna en el cosmos.
El Señor operó en dirección opuesta a los falsos maestros que pretenden eliminar todo de lo material y llevarlo “al espíritu”. Dios se está moviendo para que Su Espíritu guíe a su pueblo, a fin de que ellos establezcan su orden en su creación y sean buenos administradores materiales de todo lo que Dios les ha dado, a fin de que ellos no solo vivan bien sino que por sobre todo sean canales inversores en la extensión de Su Reino en la tierra para la gloria de su santo nombre.
En cuanto al tercer punto, muchos cuando hablan de lo que hacen, dicen: – en lo secular me dedico a…. y en lo ministerial soy… –, como marcando una diferencia entre una cosa y la otra. Esto lo hemos heredado del patrón pagano griego donde se marcaba una diferencia dualista de las cosas, pero bajo la óptica divina, no existe tal división pues se nos anima a hacer todo para la Gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Es decir, lo que haga tanto dentro o fuera de la Iglesia es lo mismo para Dios, pues en todo debo honrarle y glorificarle; es decir que en realidad “nuestro ministerio” va mucho más allá de estar arriba en una plataforma predicando o dando clases a los niños los domingos por la mañana. Cuando uno trabaja o estudia debe hacerlo entendiendo que es un ministerio, pues lo que uno hace “ministra a Dios”, por eso debemos hacerlo para Su Gloria.
Así que, entonces, el problema no está en poseer bienes materiales, ni en tener buenos trabajos o negocios donde podamos prosperar. Bajo la perspectiva divina todo lo que hagamos y emprendamos en la vida debe estar enfocado para extender el Reino de Dios. El problema no consiste en tener bienes materiales sino que el problema comienza cuando los bienes materiales nos poseen a nosotros.
Gloria a Dios, que esto no nos sucede cuando tenemos a Jesucristo como nuestro Señor. Él nos da el verdadero equilibrio para administrar las cosas materiales para Su Gloria y para ser activos inversores en favor de la extensión de Su reino hasta lo último de la tierra.
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