CÓMO VIVIR SIN TEMOR EN UN MUNDO DE TERROR

Por Ritchie Pugliese

Los días que vivimos son complicados y peligrosos. A las noticias de nuestras propias naciones afectadas por la inseguridad, desempleo, corrupción, malos gobiernos, se le suman el flagelo del terrorismo, pestes y virus malignos en gran escala lo cual hace que ningún lugar del mundo sea absolutamente seguro.

Para los creyentes en Cristo Jesús, todas estas cosas no hacen más que certificar lo que dice la Biblia. En 2 Timoteo 3:1 la Palabra de Dios menciona que los últimos tiempos serán tiempos peligrosos, causando mucho temor en la gente. En Lucas 21:26 encontramos que por todos estos acontecimientos difíciles, la gente no solo tendrá temor sino que además desfallecerá por causa del temor.

El temor es una de las sensaciones más difíciles de controlar y afecta destructivamente a la persona, en su espíritu, alma y cuerpo, El temor tiene la capacidad de paralizar a la persona afectada y hasta puede matarla en un instante.

Gracias a Dios, como creyentes en Cristo podemos vivir sin temor en un mundo de terror. Por eso que se hace necesario, hoy más que nunca, aprender a controlar y vencer al temor.

En Proverbios 3:21-26 leemos lo siguiente: “Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo, y serán vida para tu alma, y gracia para tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezara. Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostaras, y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza y el preservara tu pie de quedar preso”

I. El temor tiene un efecto destructivo sobre el ser humano. Leamos lo que dice la Biblia:

1. En Génesis 32:7 leemos que “Jacob tuvo gran temor y se angustió”. El temor produce angustia.

2. En Deuteronomio 1:28 leemos que “nuestros hermanos han atemorizado vuestro corazón, diciendo…”. El temor afecta el corazón y a la vez es contagioso.

3. En Josué 10:25 leemos “No temáis ni os atemoricéis”. El temor nos hace desmayar y/o perder fuerzas para vivir.

4. En Job 3:25-26 leemos que “el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía”. El temor atrae lo malo a nuestra vida.

5. En el Salmo 112:7 leemos “no tendrás temor de malas noticias”. El temor nos hace esperar recibir lo malo o lo peor.

II. ¿Dónde se origina el temor?

Una buena pregunta para formularnos es: ¿De dónde se origina el temor? ¿Su origen es natural o espiritual?

(Aclaración importante: En este artículo no estoy hablando acerca del temor reverente a Dios, lo cual es otra cosa completamente diferente, ni acerca de los temores naturales que nos ayudan, como una alarma interior, a prevenir accidentes. Estamos tratando el tema del temor destructivo que pretende venir sobre nuestras vidas)

La Biblia enseña que:

A. En 1 Juan 4:18 leemos que el temor (destructor) no proviene de Dios.

B. El temor proviene del diablo, pues su origen es espiritual, pero del lado del mal.

En Efesios 6:16 se nos dice: “sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”. Uno de los dardos o flechas que el enemigo nos tira es el temor. El Salmo 18:4-5 dice; “Me rodearon ligaduras de muerte y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte”; el Salmo 55:5 dice: “temor y temblor vinieron sobre mi, y terror me ha cubierto” y Proverbios 29:25 dice: “el temor del hombre pondrá lazo” Si usted presta atención detenida a estos pasajes, podrá darse cuenta que el temor es un arma que el diablo utiliza para dañar y destruir al ser humano.

Entonces, el temor es el resultado de una fuerza negativa exterior (diablo) que ejerce su fuerza sobre nuestro interior para hacer que creamos y veamos un panorama con un futuro peor. El temor es un espíritu que viene para hacernos mal.

El espíritu de temor es el espíritu principal que a la vez se subdivide en otros espíritus menores. De allí la importancia de detectar al principal (espíritu de temor) para que cuando lo echemos fuera, huyan con el todos los otros espíritus menores. Algunos de ellos son:

* Fobia

* Pesadillas

* Ansiedad

* Tensión

* Tormento

* Horror/terror/Miedos

* Temor al hombre

* Desconfianza

* Incredulidad

Si usted últimamente ha padecido algunas de estas cosas, ahora sabe que todas ellas responden a un espíritu principal, llamado espíritu de temor.

III. Cómo opera el temor destructor

Si por un momento pensáramos acerca de al menos dos o tres cosas de las cuales tuviéramos temor, generalmente se relacionarían con:

a) algo que podemos perder;

b) algo que se nos puede quitar o

c) con la pérdida de alguna persona;

d) algo que nos puedan hacer.

Los temores nos hacen reaccionar de maneras diferentes, por ejemplo: El que tiene miedo a quedarse sin trabajo o a la pobreza, reaccionará acumulando con avaricia todo lo que pueda; el que le tiene miedo a alguna enfermedad, reaccionara cuidando desmedidamente su cuerpo con dietas, chequeos médicos, etc. Muchas de estas cosas tienen su lugar en la vida, pero cuando son reacciones debido al temor estamos frente a un problema: El temor nos dictará como será nuestra vida, como serán nuestros días….

IV. ¿Cómo hacer para vencer el temor destructor?

Existen dos cosas muy importantes que como cristianos podemos hacer para alejar el temor de nuestras vidas:

1. Buscar a Dios

La única solución siempre consiste en buscar primero al Señor. Todo lo demás que hagamos para intentar vencer al temor son paliativos momentáneos pero nunca quitaremos su raíz destructora para nuestro espíritu, alma y cuerpo. El Salmo 34:4 dice: “Busque a Jehová y el me oyó, y me libro de todos mis temores”

Como cristianos podemos enfrentar y vencer cualquier temor, todo temor con la ayuda del Señor. Para vencer a un enemigo espiritual (el temor proveniente del diablo) se necesita de Alguien superior, que es el Señor Jesucristo. Buscar a Dios es la única alternativa para todo aquél que quiere vivir libre de todo temor.

La búsqueda de Dios trae sus beneficios:

a) Nos da paz interior. Juan 14:27 dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”

b) Nos da fe. El Salmo 27:1 dice: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿De quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿De quien he de atemorizarme?”

c) Nos da una actitud diferente para enfrentar la vida diaria. Josué 10:25 dice: “No temáis, ni os amedrentéis, sed fuertes y valientes…”

El buscar a Dios nos ayudará a vivir en paz, con fe y confianza en el Señor y con una actitud diferente en medio de la atmósfera pesada de temor que cubre el mundo en que vivimos.

2. Tomar autoridad en el nombre de Jesucristo para atar, reprender y echar fuera al espíritu de temor

No tenemos por qué tolerar ni permitir que la atmósfera “pesada”, negativa, destructiva del temor nos haga ver la vida diferente de como Dios quiere que la veamos. Debemos hacer nuestra parte para impedir que todo espíritu de temor invada nuestra vida, familia, ambiente laboral, la escuela y aún la iglesia local.

Necesitamos utilizar la autoridad espiritual que tenemos en Cristo Jesús. En Efesios 5:11 leemos: “y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas sino más bien reprendedlas”. Cuando perciba espiritualmente que una “nube negra” de temor quiere invadir su vida, casa, lugar de trabajo o dondequiera se encuentre, no se quede pasivo sino actúe con valentía espiritual. Diga con fe: – Espíritu de temor que me quieres invadir, te ato, te reprendo y te impido en el Nombre de Jesús que me molestes, ¡Fuera de aquí en el Nombre de Jesucristo! Soy un/a hijo/a de Dios y yo vivo solamente bajo la mano poderosa de mi Dios – Luego ore diciendo: – Espíritu Santo llena en este momento mi corazón, mi cuarto, mi oficina, mi auto, etc. con tu presencia, para que pueda vivir con tu paz interior. ¡Lo declaro hecho en el Nombre de Jesús! – Manténgase luego alabando y adorando al Señor, porque El constantemente tiene cuidado de su vida.

Es posible vivir sin temor en un mundo de terror. Vivimos tiempos difíciles. Tomemos como cristianos los recaudos espirituales necesarios y experimentaremos el favor y la bendición de Dios.

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