Por Ritchie Pugliese
Pasos prácticos para evitar ser confundidos y ser bendecidos
En 1 Corintios 14:3 la Biblia dice “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.” y 1 Tesalonicenses 5:19-21 dice: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno.”
No existe nada malo en examinar las palabras proféticas que recibimos de algún pastor, profeta o hermano en Cristo, para saber si son de Dios. En realidad es sabio hacerlo.
Probar o examinar una palabra no significa dudar del Señor y del que nos dio la palabra, sino que simplemente estamos buscando la confirmación.
Por eso es necesario formularse las siguientes preguntas, basadas en lo que dice la Palabra de Dios:
1. ¿La palabra profética que he recibido, cumple los requisitos de 1 Corintios 14:3? ¿Es de edificación, exhortación y consolación?
Las profecías no deben ser utilizadas para controlar ni para condenar a otros. Romanos 8:1 dice “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. La Palabra de Dios nos trae esperanza, como lo afirma Jeremías 29:11”Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
2. ¿La palabra profética que he recibido, está alineada con las verdades de Dios expresadas en Su Palabra, la Biblia?
Dios no se contradice a sí mismo. Números 23:19 dice: “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”
3. ¿La Palabra profética que recibí me da paz y confirmación interior del Espíritu o hay algo que me inquieta, intranquiliza y no me da paz ni certeza interior?
1 Juan 4:1 dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.”
En el Nuevo Testamento el modelo de profecía es utilizado para confirmar lo que uno previamente ya ha recibido y oído de parte de Dios. Leemos en Hechos 13:1-2 “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” Aquí claramente se ve cómo el Espíritu Santo da confirmación pública de lo que seguramente Bernabé y Pablo antes recibieron de parte de Dios privadamente.
El Señor no espera que realicemos grandes cambios en la vida basados solamente por una palabra profética que hemos recibido. Aún en el Antiguo Testamento el Señor confirmaba sus palabras (Lea sobre Abraham en Génesis 15 y 17; Moisés en Éxodo 3-4; en Gedeón en Jueces 6-7. Todos ellos recibieron varias confirmaciones de Dios.
4. ¿La Palabra profética que he recibido exalta o glorifica a una persona, un grupo o exalta y glorifica a Jesucristo y me anima a caminar más cerca de Dios?
Dijimos antes que “edificación, exhortación y consolación” son elementos claves en la profecía. Rechace las palabras que son manipuladoras. Dios desea que caminemos en confianza, alejados de toda condenación y altivez.
En Romanos 12:3 leemos: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
Si ha hecho todas estas preguntas y ha avanzado, pues todo coincide con el sentir de las Sagradas Escrituras, entonces reclame, declare, crea en fe esa palabra, además de descansar en la verdad y fidelidad del Señor (Lamentaciones 3:22-23), pues la palabra de Dios se cumplirá en su debido tiempo (Lucas 1:20, Habacuc 2:3)