Levítico 19:18 dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová”
Amar al prójimo es uno de los mandatos más desafiantes de la Biblia y, para ser sinceros, pareciera algo difícil de practicar, pero no es este el tema que deseo tratar hoy, porque leyendo el mismo pasaje de Levítico, me llamó la atención la frase que posteriormente se repetiría varias veces en el Nuevo Testamento: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 19:19; 22:39; Marcos 12:31; Lucas 10:27; Romanos 13: 9; Gálatas 5:14 y Santiago 2:8). Lo interesante del pasaje de Levítico es que fue la primera vez que Dios lo compartió con su pueblo y a la vez fue la única dicha con la “firma” o el sello de Dios: “Yo Jehová”, lo cual le da una especial trascendencia.
Por lo que dice el pasaje, entendemos que necesitamos primero y/o paralelamente amarnos a nosotros mismos para cumplir el mandato de amar al prójimo.
Para algún lector descuidado el pasaje pareciera, animarnos a ser egoístas, pero esto debemos descartarlo completamente porque no proviene del sentir de la Palabra de Dios para nosotros.
Por eso considero que, para evitar confusiones y entender lo que el Señor nos quiere decir en este día, debemos diferenciar un egoísta de aquél que se ama a si mismo.
Según el diccionario de la RAE, “egoísmo” es: “el inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.”
Entonces, el “egoísta” es aquella persona que está centrada en si misma sin importarle nadie más, incluido Dios, pero “amarse a sí mismo” es otra cosa. ¿Por qué digo esto? Porque es un mandato proveniente de Dios. Él nos pide que nos amemos a nosotros mismos.
Si Dios nos pide que nos amemos a nosotros mismos, considero importante preguntarnos: ¿Te amas a ti mismo?
Antes de que puedas dar una respuesta, considero importante llegar al fondo de la cuestión, y entender lo que significa “no amarse a uno mismo”.
Podríamos definirlo de la siguiente manera: “Es la idea nociva que lleva a una persona a vivir con la decisión interior de no aceptarse, no respetarse, no cuidarse ni valorarse”.
El resultado de no amarse a uno mismo hace que tengamos una idea negativa de nosotros, y esto no es bueno ni saludable porque entre otras cosas, puede conducir a una persona a odiarse a si mismo, y hasta quitarse la vida.
Consecuencias por no amarse a sí mismo
Los peligros de no amarse a uno mismo, no implica solamente tener una baja autoestima sino también tener bajas las defensas para que las enfermedades invadan nuestro cuerpo.
En su libro A More Excellent Way to be in Health (Un camino más excelente, manténgase saludable) (1), su autor, Henry W. Wright menciona que las raíces principales espirituales detrás de las enfermedades son el rechazo y los espíritus carentes de amor o de amor frío.
- Página 135 del libro en inglés.
El enemigo de nuestras almas está muy interesado en que no nos amemos a nosotros mismos, pues al hacerlo nuestras defensas bajan y los espíritus de enfermedad pueden invadirnos fácilmente para deteriorar la salud.
Además, existen otras consecuencias por no amarse a uno mismo:
Cuando una persona no se acepta, respeta, cuida y valora a si misma siente desde lo más profundo de su ser que es un ser rechazado, degradado, descuidado, menospreciado.
- No aceptarse. La persona se siente rechazada en su totalidad. Esto puede dar lugar a la no aceptación de su sexualidad, de su figura o contextura física, a no aceptar sus debilidades o puntos débiles, su forma de hablar, caminar, su manera de vestir. Como consecuencia, buscará de diferentes maneras llamar la atención para sentirse aceptada por todos (cambios estéticos, tatuajes, etc.).
- No respetarse. La persona se siente degradada al máximo. Esto puede conducirla a tener una personalidad débil transformándola en una víctima fácil de un abusador físico o verbal. Hará que siempre se compare con otros y sienta inferior, por lo tanto hará lo que sea posible para destacarse. Vivirá una vida enfocada en obtener cosas y logros.
- No cuidarse, La persona se descuida en todo sentido, conduciéndola al abandono. Esto puede implicar descuidar su salud, su apariencia, tener la tendencia a desarrollar un estilo de vida destructivo.
- No valorarse. La persona se siente que no vale nada. Se considera un “trapo de piso”, una persona de segunda clase, inferior a los demás. Esto la lleva a exaltar el sufrimiento como “parte de la vida” y hasta lo considera una virtud espiritual.
La clave para amarse a uno mismo
La clave para amarse a sí mismo no es el egoísmo sino el “negarse a sí mismo” como dijo Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo…” (Mateo 16:24)
Negarse a sí mismo implica rechazar todo lo negativo que yo siento y opino de mí mismo y reemplazarlo por todo lo bueno que Dios dice de mí en su Palabra. Negarse a uno mismo, en este contexto, implica no aceptar la baja autoestima y vestirse de la nueva vida en Cristo. ¡Por eso es tan importante saber lo que Dios dice de mí!
Las cápsulas del amor de Dios
¿Sabemos lo que Dios dice de nosotros?
Esto es muy importante porque nos ayudarán a reemplazar y a contrarrestar todo lo negativo que el enemigo nos ha sugerido y quiere que creamos.
En Efesios 1:3-11 encontramos lo que he llamado “las cápsulas de amor de Dios”, las cuales nos llevan por sobre todo amar al Señor y también a amarnos a nosotros mismos como Dios quiere. El pasaje dice así:
“3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
Las cápsulas del amor de Dios son:
- El Señor me bendijo con toda bendición. (v.3) Cree y declara: Soy bendecido
- Fui escogido por Dios con un propósito (v.4). Cree y declara: Soy escogido
- Fui predestinado para ser un hijo de Dios (v.5). Cree y declara: Soy predestinado
- Fui aceptado tal como soy (v.6) Cree y declara: Soy aceptado
- Fui redimido por la sangre de Cristo. Cree y declara: Soy redimido
- Soy heredero de Dios (v.11) Cree y declara: Soy heredero legítimo de Dios.
- Fui sellado con el Espíritu Santo (v.13) Cree y declara: Fui sellado para siempre con el sello de aceptación de Dios. El me ama tal como soy.
Cuando todas estas cosas nos son reveladas por obra del Espíritu Santo, y se asientan en nuestro corazón, seremos impactados e invadidos por el gran amor de Dios. Resultado: comenzaremos no solo a amar por sobre todo al Señor sino que a la vez podremos amarnos a nosotros mismos como Dios nos pide.
Por eso, ¡Aprender a amarse a uno mismo no es egoísmo, sino una bendición!