Por Rosa Pugliese
Tal vez hace mucho que estás orando por tu esposo y por tu vida matrimonial, pero nada ha cambiado. Quizás estás esperando un milagro en tu vida o en la vida de un ser amado, pero nada ha sucedido. O tal vez se trate de un pozo financiero del que no puedes salir por más que lo intentas. Cuando estás esperando una respuesta que no llega es fácil desanimarse y perder la fe. Sin embargo, no eres la única persona que está atravesando o ha atravesado esta situación.
El profeta Elías también fue víctima de la depresión y el desánimo incluso después de haber logrado su gran hazaña espiritual al vencer a los profetas de Baal en el Monte Carmelo (1 Reyes 18:20-40). Dice la Palabra que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Santiago 5:17). Sin embargo, el mismo Elías que hizo grandes milagros al invocar el nombre de Jehová Dios tuvo tanto temor ante la amenaza de la malvada Jezabel, que cayó en una profunda depresión. Fue tal su desesperación que imploró a Dios que le quitara la vida, pero Dios no tomó en cuenta sus palabras; sino que envió un ángel para que lo alimentara dos veces con un poco de pan recién cocido y agua.
Leemos que el ángel despierta a Elías que se había quedado dormido debajo de un arbusto y le dice: “Levántate y come, porque largo camino te resta” (1 Reyes 19:7). El Señor tenía planes aún para la vida de Elías, por eso lo alimentó con pan y agua y lo consoló con sus palabras. Tenemos un Dios que nos conoce mejor que nosotras mismas. Él conoce nuestro corazón y también nuestras limitaciones. Sin embargo, no nos juzga mal ni nos rechaza, sino que nos comprende y nos alimenta con su Palabra para que recibamos fuerzas del cielo.
Aunque las presiones y las dificultades de la vida te hayan llevado a desear la muerte, el Señor tiene planes para ti todavía. No dejes de leer su Palabra, porque allí está el alimento que te fortalece y te ayuda a seguir adelante hasta obtener la victoria. Quizás estés tan desanimada y deprimida que no tienes fuerzas ni para levantarte de tu cama, pero el ángel del Señor te dice: “Levántate y come, porque largo camino te resta”.
Dios te bendiga.