Recopilado y ampliado por Ritchie Pugliese
Una de las cosas más preocupantes para los pastores y líderes espirituales de las congregaciones de hoy es el crecimiento numérico.
Este en sí es una sana preocupación, pero lo que quiero tratar en éste artículo es que los ministros de hoy vivimos “bombardeados” por todos lados sobre el tema del crecimiento numérico como si fuera lo más importante.
Los pastores parecieran más que nunca estar enfrentados a un “dilema numérico”. Existe una idea entre los ministros, de que si un pastor tiene una congregación pequeña, es porque ese ministerio es inefectivo y “no tiene o le falta unción”.
Los ministros de la la Iglesia actual viven bajo la presión de que para ser un pastor exitoso y de impacto espiritual es necesario tener una congregación numerosa.
Es por todo eso que en la mayoría de las reuniones de pastores en algún momento siempre alguien nos pregunta: – ¿Cuánta gente tienes en la iglesia? – ¡Usted ya sabe lo que se siente interiormente si usted es pastor de una congregación pequeña!
Pareciera que la Iglesia moderna padeciera de “numerólisis” y haya caído en la “numerolatría”, donde lo único que importa es la cantidad de gente que se pueda reunir en un lugar. ¿Debe esto ser así?
Cada uno de nosotros podemos tener diferentes opiniones sobre el tema del crecimiento, pero como ministros del Señor necesitamos definir si deseamos tener una congregación que agrada a los hombres o una que agrada a Dios y sea sensible al mover del Espíritu Santo.
Por cierto, si nos preguntaran, la mayoría diríamos que asistimos a una congregación del agrado de Dios, pero… ¿es esto realmente así?
A continuación quiero detallar los diferentes estilos de congregaciones que hoy existen, con el propósito de ganar más adeptos:
1. La iglesia “sensible”
Es aquella que busca ajustar su estilo para hacerla parecer más confortable a aquellos que no están acostumbrados a ir a una iglesia. La idea es evitar todo lo que sea confrontar a la gente para que ellos se sientan cómodos. Algunas características de éstas Iglesias son una limitada expresión en la adoración, se remueven algunas cosas que requieren explicación (una palabra profética, hablar en lenguas, etc.); hacen sus reuniones más cortas, con música contemporánea y sermones breves para no cansar a la gente Evitan el llamado para pasar al frente, al altar, para no hacer sentir mal a la gente.
2. La iglesia que “siente”
Es la que se enfoca en la principal necesidad o problema de la gente (ejemplo: personas afectadas por la drogadicción, víctimas de abuso, etc.) y en base a esa necesidad desarrollan una reunión. El mensaje está enfocado exclusivamente en el gran amor de Dios, su perdón, su gracia sanadora. Este estilo es muy similar al anterior pero enfocados en la principal necesidad de esa clase de gente.
3. La iglesia “marketinera” o la que es administrada como si fuera una empresa
Aquí se utilizan todos los recursos tecnológicos posibles, estrategias de mercadotecnia (todos los medios masivos, radio, TV, Internet). A menudo se enfocan en un segmento de gente y desarrollan las estrategias para captarlos.
La idea de todos estos estilos es hacer algo que capte la atención de la mayor cantidad de gente para que nuestras congregaciones crezcan. Por cierto, todo lo que hemos mencionado tiene su lado positivo y negativo. El lado positivo es que la iglesia puede cambiar o alterar sus formas o programas para intentar alguna estrategia nueva. Por supuesto que los estilos y métodos deben ser analizados a la luz de la Palabra de Dios y la visión de los pastores de cada congregación.
Del lado negativo, se puede caer en el problema de llegar a substituir los principios bíblicos y todo lo referido al trabajo pastoral que una iglesia necesita hacer. La iglesia puede convertirse en un auditorio donde la gente entra y sale luego de ver un show.
También, se puede caer en el error de ver a la iglesia como un negocio terrenal donde la idea solo es captar gente que aporte su asistencia y su ofrenda, y no como un “negocio” espiritual del Padre celestial que es cambiar las vidas.
No debemos olvidar que la idea de Dios para cada congregación local es que la gente se acerque a Dios y comience a tener una relación personal con él. En ese proceso la persona debe ser sanada en su interior y transformarse en un cristiano disciplinado que avanza como ejército del Señor para recuperar el territorio que el enemigo ha robado y cumplir el total propósito de Dios.
En todo lo que estamos hablando, existe una palabra fácil de escribir pero difícil de practicar: balance. Cada congregación debe buscar ese equilibrio que sólo Dios puede dar, pues existen varios desequilibrios en las cuales una congregación local puede caer en la búsqueda del crecimiento numérico:
1. Muchas Iglesias son influenciadas por la cultura del mundo en vez del mundo ser influenciado por la cultura del reino de Dios. Esta lamentable realidad ha sido una constante a través de los siglos. La iglesia ha sido llamada a ser una voz profética al mundo y no que el mundo le diga a la iglesia lo que ella tiene que hacer.
En muchos lugares de nuestros días gradualmente se ha bajado las demandas de lo que significa ser un creyente en Cristo. Es por eso que hemos oído de algunas denominaciones que están “redefiniendo” nuevas (¿o antiguas formas de pecar?) maneras de pensar para “modernizar” a la iglesia (Ej.: Aceptar la homosexualidad en el ministerio, casar matrimonios del mismo sexo, etc.). La pregunta aquí es: ¿Quién está influenciando a quién? ¿Quién está guiando y quién está siguiendo? ¡La iglesia de Cristo ha sido puesta para estar como cabeza y no cola!
2. Otra de las cosas que se ven en nuestros días es lo que se conoce como “licuar” o “aguar” las demandas del Evangelio para presentarlo lo “mejor” posible a la gente. No nos gusta confrontar a la gente con temas como el pecado, arrepentimiento, el señorío de Cristo y la obediencia a Dios. Lo increíble es que estos ministros, luego de licuar las demandas del Reino de Dios, ¡todavía se preguntan porque la gente no cambia y no vive en santidad!
3. Otra de las cosas es ver como hoy fácilmente se puede substituir con la tecnología los “ruidos” o la forma de un avivamiento. Con modernos instrumentos y buena tecnología se puede reproducir el ruido de un avivamiento pero no la esencia o sustancia de un avivamiento. Se preparan reuniones para que sucedan cosas en determinado momento, haciendo perder la sensibilidad del Espíritu para hacer lo que él quiera y cuando quiera en un momento de la reunión. En lugares así, no hay lugar para que Dios se mueva libremente con su poder. Hoy se puede reemplazar fácilmente la sustancia genuina por el ruido superficial atractivo
4. La otra cosa es hacer lo que sea para que la gente se sienta “cómoda” en nuestras congregaciones. Cuando miramos a Jesús, vemos que él no siempre trataba de hacer que la gente se sintiera cómoda. El llamó a una mujer que le estaba pidiendo ayuda de una manera no muy popular (Marcos 7:27-28); él le dijo a un hombre que si quería la vida eterna tenía que vender todo lo que tenía y darlo a los pobres (Marcos 10:21). También le dijo a otro hombre que dejara a su padre y que los muertos enterraran a sus muertos (Mateo 8:22).
Jesús nunca trató de hacer sentir cómoda a la gente que vivía “cómodamente” en el pecado. El las confrontaba y las llamaba a vivir de una manera diferente, hacia un nuevo nivel superior de vida con Dios.
5. La otra cosa para comentar es referido a la metodología para transmitir la Palabra de Dios. Muchas veces la metodología puede minimizar la verdad de la teología (1 Timoteo 3:15). La Biblia enseña que la Palabra de Dios es poderosa y activa para traer liberación a nuestras vidas. Enseña que el Evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquél que cree. El problema es que muchos pastores prefieren predicar sobre algo popular, que entretenga o haga reír a la gente. La gente sale de allí alegre (no gozosa que es otra cosa) pero no edificada espiritualmente.
Debido a esto es que hoy tenemos muchos cristianos que no conocen la Biblia, las promesas de Dios, ni quién es Dios realmente. ¡Aún con ese estilo de predicación ni hace falta llevar la Biblia a la reunión!
Para tener más asistentes se “licúa” o “aliviana” la Palabra de Dios. Por supuesto, ésta gente nunca recibe lo que necesita para ser equipados espiritualmente y viven en la miseria espiritual a pesar de ser cristianos.
Agradar a Dios es lo que verdaderamente importa…
Si queremos edificar una iglesia que agrada a Dios debemos estar principalmente enfocados en lo que agrada a Dios. Sería bueno preguntarnos en este momento, para evaluarnos ante el Señor: ¿Nuestro mensaje agrada a Dios? ¿Nuestra adoración toca el corazón de Dios? ¿Nuestro programa refleja la agenda de Dios? El funcionamiento de la iglesia, ¿respeta los patrones de las Sagradas Escrituras? ¿Nos interesa el crecimiento numérico por simplemente ver mucha gente, o por ver a muchos redimidos por la sangre de Cristo y transformados en nuevas criaturas?
Si queremos agradar a Dios debemos hacer las cosas como Dios quiere. Necesitamos transmitir su Palabra para que el ser humano pueda dejar el reino de tinieblas y sea trasladado al reino de Dios a través de Jesucristo.
Si vamos a agradar a Dios estaremos enfocados principalmente en las vidas de las personas y no solamente en una reunión o programa atractivo de la iglesia; si vamos a agradar a Dios debemos trabajar para que la gente que ha nacido de nuevo espiritualmente pueda crecer hasta transformare en un verdadero guerrero espiritual y más que vencedor en Cristo.
Termino con una frase que ha bendecido mi ministerio, y que el Señor nos ayude a reflexionar en lo que hoy hemos tratado: “Si anhelamos agradar a Dios no podemos acomodar las verdades bíblicas para complacer a los hombres”