¿PUEDE UN CRISTIANO ESTAR ENDEMONIADO?

Recopilado por Ritchie Pugliese

La demonización de los creyentes, ¿mito o realidad?

La posible demonización de los creyentes es un aspecto polémico que data alrededor de los años setenta, cuando se comenzó a hablar sobre este tema candente. Desde entonces, la controversia ha sido grande y aún persiste.

A través de los años, el Espíritu Santo ha hecho resurgir conceptos bíblicos que por años estuvieron olvidados. Uno de ellos fue el tema de la guerra espiritual contra las fuerzas del mal y uno de los subtemas fue la demonización de los creyentes o si un cristiano verdadero puede estar endemoniado.

En medio de este tema, la Iglesia a nivel general ha sido invadida por conceptos humanos, que de una u otra manera empobrecieron la solidez escritural y el actuar sobrenatural del Espíritu Santo, pero este es un tema para hablar en otra oportunidad.

Sobre el tema de la demonización de un creyente (o si un creyente puede estar endemoniado), debemos comenzar a decir que tanto las Escrituras como la historia de la Iglesia, sumada a la experiencia contemporánea, demuestran que bajo ciertas condiciones los cristianos pueden llegar a estar demonizados.

La Iglesia tradicional ha rechazado de manera categórica esta posibilidad y muchos de nosotros opinábamos lo mismo, pero la realidad de la iglesia actual nos ha llevado a volver a examinar la Palabra de Dios para ver que hacían nuestros padres apostólicos de la Iglesia Primitiva.

Si recorremos el libro de Hechos y las Epístolas notaremos que los padres de la Iglesia Primitiva comprendían que los creyentes endemoniados o demonizados ANTES de convertirse a Cristo, no quedaban automáticamente liberados de los demonios que vivían dentro de ellos cuando el Espíritu Santo entraba en sus vidas en el momento de la conversión.

Los apóstoles sabían que la liberación completa sería más bien un proceso que una crisis. Los nuevos creyentes eran edificados en la verdad de Cristo para asegurarse de su plena liberación de los espíritus malos antes de ser bautizados.

Muchos hoy a pesar de que este tema se viene tratando desde hace varios años, todavía se oponen al ministerio de liberación dirigido a los creyentes. Ellos afirman que un cristiano no puede estar habitado a la vez por un demonio y el Espíritu Santo, y que una vez que uno recibe a Cristo todo lo malo sale automáticamente. Ellos dicen que lo que estos creyentes padecen se debe a la carnalidad que tienen que aprender a dejar, y que Jesús ni los primeros creyentes echaron jamás demonios de la vida de un creyente.

En este estudio no estaremos tratando esta controversia, ni de los versículos que ellos mencionan para tirar por debajo la posibilidad de que un creyente necesite liberación, sino qué podemos hacer con aquellos que son verdaderos creyentes y necesitan liberación en la Iglesia hoy.

Cuando analizamos los versículos que ellos mencionan uno puede ver el ideal de Dios, pero lo que nos olvidamos de ver es la realidad de nuestro cristianismo actual, donde la mayoría de los que se dicen cristianos o creyentes no viven de acuerdo a ese ideal divino.

Todos somos conscientes que los creyentes se pueden llenar de ira, rabia, lujuria, envidia, celos, y que pueden mentir, robar y ser rudos con los demás. Vivimos inmersos dentro de esta realidad y es necesario ministrar dentro de ese mundo real de fracaso cristiano, con la idea de ayudar a nuestros maltrechos y pecaminosos hermanos para que se encaminen hacia el ideal, que es su herencia en Cristo.

El problema que surge es: ¿Qué hacer cuando los demonios se manifiestan en estas vidas? ¿Acaso vamos a dejarlos abandonados y sin ayuda por nuestros “conceptos teológicos” y dejar que el maligno se los devore? ¿Acaso vamos a flagelarles y acusarles, y aún echarlos fuera de la iglesia, para que vuelvan al mundo? ¿No parece este accionar una extraña manera de ministrar a los que sufren?

Existe una realidad y es que hay creyentes verdaderos que por una causa u otra pueden estar demonizados o endemoniados y eso va de un nivel leve hasta uno más grave. No estamos diciendo que los cristianos fieles y firmes puedan estar endemoniados, lo que si queremos tratar en esta enseñanza es que bajo ciertas circunstancias de pecado, algunos creyentes llegan a estar demonizados. Ciertas áreas de sus vidas pueden quedar bajo la influencia directa de satanás, a través de los demonios, que operan desde afuera y desde adentro de la vida del creyente.

Aquellos que rechazan la posible demonización de los cristianos afirman que el Espíritu Santo no puede cohabitar en un mismo cuerpo con los demonios. Esta es una presuposición teológica, no una certeza bíblica basada en la exégesis. No hay ni siquiera un versículo de la Biblia que afirme que el Espíritu Santo no pueda morar en un cuerpo humano, o en algún área donde estén presentes los demonios.

Este argumento se basa en un silogismo de la lógica. Los silogismos tienen una premisa mayor, que se desprende luego en la premisa menor y luego se obtiene la conclusión, pero si alguna de las premisas no es correcta, la conclusión será incorrecto también.

Veamos este ejemplo:

Premisa Mayor: Todo Cristiano está habitado por el Espíritu Santo.

Premisa Menor: El Espíritu Santo no puede morar con los demonios.

Conclusión: Los Cristianos no pueden tener demonios.

Entre los argumentos que se utilizan para decir que no es posible que un creyente pueda estar endemoniado están:

1. El argumento lógico que recién vimos (silogismos)

2. El argumento negativo mencionando pasajes fuera de su contexto y dando una conclusión equivocada.

Por otro lado están los argumentos que dicen lo opuesto:

3. El argumento positivo, donde se presentan ejemplos de creyentes demonizados, así como principios bíblicos o enseñanzas.

4. El argumento histórico donde hay experiencias que demuestran que bajo ciertas circunstancias, un creyente puede llegar a estar endemoniado.

Como ya dijimos, los padres de la Iglesia Primitiva reconocían que los verdaderos creyentes que habían participado o participaban en la idolatría, ocultismo, el culto a los espíritus y la magia podían hallarse demonizados incluso después de recibir a Cristo como Salvador.

¿Qué dice la Biblia?

Veamos unos ejemplos:

1. El caso del Rey Saúl (1 Samuel 9-31). Era un creyente verdadero del Antiguo Testamento, que fue lleno del Espíritu Santo en más de una ocación (ej: Capítulo 35), sin embargo tres veces un espíritu malo entró en su vida, originando cambios dramáticos en su personalidad.

2. La nación rebelde de Israel. La historia nos dice que la mayoría se había entregado a una adoración desenfrenada a los ídolos y espíritus y es muy posible que ellos estuvieran demonizados cuando Dios los envió al cautiverio. Israel fusionó el culto a Baal con la adoración a Jehová (Oseas 2:13, 17), lo que originó un sincretismo que les condujo a desechar la ley de Dios. Israel de esta manera quedó atrapada por el diablo, llegando a estar tan demonizada como los adoradores a Baal (Oseas 9:1, 7; 10, 15-10:2 con 1 Corintios 19:19-22; 1 Timoteo 3:6-7; 2 Timoteo 2:26).

3. En el Nuevo Testamento tenemos ejemplos de judíos, que eran habituales asistentes a la sinagoga, que estaban gravemente demonizados (Marcos 1:21-28; 39).

4. Luego está el caso de la hija de Abraham (Lucas 13:10-17; Juan 8:33-35; Gálatas 3:29). Esta era una verdadera creyente judía (v.16), pero su enfermedad estaba causada por un espíritu malo (v.11) del que Jesús la liberó (v.12).

5. El caso de la familia demonizada en la iglesia, Ananías y Safira (Hechos 5:1-10). Eran creyentes, sin embargo, satanás había llenado el corazón de Ananías (v.3). La palabra “llenar” significa “controlar”, y es la misma expresión que se utiliza para la plenitud del Espíritu Santo.

¿Cómo se explica entonces la promesa de 1 Juan 5:18, según la cual el maligno no toca a los creyentes?

La respuesta es que satanás no puede atacar al creyente para cortar la unión vital entre Cristo y el creyente. Sin embargo, decir que el verbo “tocar” signifique que el diablo no pueda afligir a un creyente es contradecir la Escritura. Si los creyentes dan lugar al diablo (Efesios 4:27), enseña el Nuevo Testamento (1 Timoteo 3:6-7; 5:15; 2 Timoteo 2:26), el enemigo puede esclavizarlos e incluso destruir su vida física (1 Corintios 5:5; 11:30-31; 1 Timoteo 1:20).

Las advertencias del Nuevo Testamento en cuanto a que los cristianos pueden llegar a estar atados o controlados (en forma parcial) por satanás son muy claras. Pablo previene contra la potencial demonización de obispos, ancianos y pastores (1 Timoteo 3:6-7); maestros de la Biblia, predicadores y profetas (2 Corintios 11:3, 4 13-15; 1 Timoteo 1:19-20 con 2 Timoteo 2:14-26; 1 Timoteo 4:1 y siguientes; 1 Juan 4:1-4). Está también el enigma de las diaconizas influenciadas por demonios (1 Timoteo 5:9-15) y el peligro de dirigentes cristianos con talento y de los hacedores de milagros demonizados (1 Juan 4:1-4 con Mateo 7:13-29; 2 Tesalonicenses 2:1-17; Apocalipsis 13). En Santiago 3:9-15 se habla de creyentes demonizados resentidos, envidiosos, egoístas, ambiciosos, altivos, mentirosos y maldicientes. También se nos previene contra las posibilidades de que los cristianos reciban otro espíritu (2 Corintios 11:3-4).

Por último tenemos advertencia acerca de que los creyentes pueden entregar un área de sus vidas a la ocupación de satanás a conciencia o por descuido (Etesios 4:27): “Ni deis lugar al diablo”. La palabra “lugar” en el griego es “topos”, de donde deriva la palabra “topografía” y se utilizaba para mencionar una región o localidad, de un lugar que ocupa alguien o algo. Indica un área de ocupación.

Dos explicaciones acerca de los creyentes demonizados

Tenemos dos posibilidades:

1. Dichos cristianos quedaron bajo la influencia de los demonios antes de su conversión y que no todos los espíritus inmundos abandonan de inmediato el cuerpo de los inconversos demonizados cuando se entregan a Cristo;

2. La segunda explicación es que los creyentes llegan a estar demonizados después de su conversión debido a sus graves pecados cometidos contra ellos o contra otros.

Casi la totalidad de los creyentes afligidos por demonios pelean en cuatro áreas primarias de pecado:

1. Prácticas o fantasías sexuales ilícitas fuera de control.

2. Ira, amargura, odio, rabia y rebelión muy arraigadas, que a menudo dan como resultado impulsos destructivos, autodestructivos o ambos.

3. Una sensación de rechazo, culpabilidad, falta de autoestima, indignidad y vergüenza.

4. Una extraña atención por el ocultismo y el mundo de los espíritus, con frecuencia, pero no siempre acompañada de un deseo de poder ilícito sobre las circunstancias o las demás personas.

Es bueno decir que si confesamos nuestros pecados y renunciamos a todo lo oculto la sangre de Cristo nos limpia. Como alguien dijo: El único pecado que Dios no perdona es el que no lo hemos confesado. (1 Juan 1:9).

Los tres niveles de protección que el creyente tiene:

Como creyentes no debemos vivir bajo temor sino seguros en Dios, mientras caminemos en obediencia y tengamos todos nuestros pecados confesados y nos hayamos arrepentido y cambiado de actitud.

En la fidelidad a Dios existe seguridad y protección:

1. El cerco de Dios (Job 1-2)

2. Los ángeles de Dios (Salmos 34:7; 91:11; Hebreos 1:14)

3. El escudo de la fe (Efesios 6:16)

¡Qué bueno es saber que estamos del lado de nuestro Gran Libertador: Jesucristo y que él en la cruz del calvario, derrotó una vez y para siempre al diablo y sus demonios!

¡Vivamos cada día con esta gloriosa certeza y sin temores, porque ante cada intento del enemigo de atacarnos y molestarnos, el Señor tiene mayores y poderosos recursos superiores para anularlos y cancelarlos! ¡Aleluya!

¿Quiere saber más sobre los conceptos bíblicos de la guerra espiritual contra las fuerzas del mal? hacer clic aquí

Recomendamos la lectura del “Manual de Guerra Espiritual”, escrito hace muchos años por el Dr. Ed Murphy, una autoridad mundial en el campo de la guerra espiritual. Las enseñanzas vertidas provienen de este manual publicado hace más de veinte años por Editorial Caribe.

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