Desde el principio Dios se ha manifestado como alguien en la búsqueda de comunicarse y estar cercano con el ser humano. Su idea no fue crear al ser humano para tener una relación distante, sino cercana. Génesis 3:8 dice que Dios se paseaba por el huerto donde estaba Adán y luego Eva, y allí hablaba con ellos.
Posteriormente (y lamentablemente) la desobediencia del ser humano reflejada en Génesis capítulo 3, produjo una ruptura que trajo separación y alejamiento, quedando el hombre incomunicado con Dios.
Al repasar la historia del Antiguo Testamento vemos que Dios utilizó muchas personas para sus propósitos. El no menguó en su deseo de relacionarse con el ser humano, así que cuando fue el tiempo indicado y preciso, él envió a su hijo Jesucristo para que dicha misión fuese cumplida.
La obra de Cristo en la cruz del calvario sirvió entre otras cosas para reestablecer la comunicación con Dios. A partir de ese glorioso evento, el ser humano podría entablar y desarrollar una relación cercana con el Señor, como fue su idea inicial en el Edén.
Según las Sagradas Escrituras, nuestra relación con Dios se inicia cuando recibimos a Cristo como nuestro salvador personal. Como afirma Juan 1:12, a partir de allí nos transformamos en hijos amados de Dios. La presencia del Espíritu ahora reside en nosotros y eso nos da la gloriosa oportunidad de desarrollar nuestra relación con el Señor.
Esa relación puede desarrollarse, es gradual y progresiva. El propósito de esa relación es como dice Filipenses 3:10: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él”.
La relación que podemos desarrollar con el Señor consta de varios niveles. No necesariamente uno lleva al otro y pueden entremezclarse entre sí. Veamos cuales son:
- Una relación de servidumbre
Podemos desarrollar con el Señor una relación de servidumbre. Aquí el creyente se acerca a Dios con una actitud de siervo ante su Señor, la cual implica SUMISIÓN Y OBEDIENCIA. El lema de esta relación es: – El Señor es mi jefe, mi dueño. Yo soy su posesión, así que obedezco lo que me ordena.
En las Epístolas, la palabra griega para siervo es “doulos” y significa: “esclavo”. Es interesante destacar que la relación que un siervo o esclavo tiene con su dueño o señor no es íntima sino más bien distante, debido al respeto que se le tiene al Señor.
Romanos 6:22 “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”
Gálatas 1:10 “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
En términos de una relación Amo-siervo, el siervo le teme a su Señor, por eso le obedece. Apocalipsis 19:5 dice: “Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.”
Aunque la relación de servidumbre sea distante, aun así el Señor revela y muestra cosas a sus siervos. Amós 3:7 “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Apocalipsis 22:6 “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Ananías, fue uno de los ejemplos de esta clase de relación. Hechos 9:10-17 dice: “Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.”
Ananías recibió una orden de su Señor y, como buen siervo, fue y obedeció.
- Una relación de amistad
En la amistad hay aceptación y aprecio mutuo. El vínculo se desarrolla basado en la CONFIANZA Y FAMILIARIDAD. “Soy su amigo, Tengo libertad y confianza con el Señor para mostrarme tal cual yo soy. Puedo contar con él en todo momento”. Proverbios 18:24 dice: “amigo hay más unido que un hermano”
Santiago 2:23 “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.” Juan 15:15 dice: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”
El Señor manifiesta su intención de ser nuestro amigo cuando nos asegura que está con nosotros todos los días como dice Mateo 28:20 “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
- Una relación para compartir secretos
En el secreto de Dios hay REVELACIÓN. “El Señor Me comparte lo que hay en su corazón”
En el secreto hay disposición a recibir y atención a escuchar detenidamente lo que nos dice para luego transmitirlo.
Jeremías 23:18 “Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?”
La palabra “secreto” en hebreo es “sod” y significa: intimidad, comunión, consejo secreto. Isaías 45:3 “y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.”
Uno de los ejemplos fue Noé, al cual el Señor le reveló el secreto del diluvio que vendría sobre la tierra y la construcción del arca. (Génesis 6:13-22). El otro fue Abraham cuando Dios le reveló la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 18:17-33).
Dios puede revelarnos cosas para nuestras vidas, y para ministrar a otros.
- Una relación de Intimidad.
En la relación de intimidad no son necesarias siempre las palabras. En la intimidad uno se muestra tal como es, sin tapujos ni mascaras. Es una relación basada en la ACEPTACIÓN, LIBERTAD Y DISFRUTE TOTAL.
Esa clase de relación no la tenemos con cualquiera. Es similar a la buena relación que podríamos tener con nuestro cónyuge. La verdadera intimidad se desarrolla con una sola persona. Está basada en el AMOR y ENTREGA. “Me deleito en su presencia, el Señor es mi satisfacción”
Jeremías 31:3 dice “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
Génesis 32:30 “Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”
Éxodo 33:11 “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”
Deuteronomio 34:10 “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”
Salmos 25:14 “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.” (Nota la relación que existe entre comunión íntima y pacto, similar al pacto matrimonial); Proverbios 3:32 “Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.
¿Cuál es la mejor manera de relacionarse con el Señor? En realidad, todas, ya que cada una tiene su lugar y las podemos experimentar en cada paso de nuestro andar cristiano.
Es glorioso todo lo que hemos visto, pero la mejor noticia es que relacionarnos con Dios no está reservado para ciertos creyentes especiales ni para algún grupo selecto, sino que ¡está disponible para todos sin excepción!