LOS SIETE BENEFICIOS DE LA CRUCIFIXIÓN DE JESUCRISTO

Recopilado por Ritchie Pugliese

En el tiempo de Pascua, los cristianos recordamos la obra poderosa de Jesucristo, cuando voluntariamente fue a la cruz del calvario para ser crucificado, morir y resucitar al tercer día.

La obra de Jesucristo tiene un alcance poderoso y efectivo para todos aquellos que creen en él (Juan 3:16). Hechos 4:12 dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” La obra de Jesucristo en la cruz del calvario nos provee no solo el acceso a Dios para ser sus hijos (Juan 1:12) sino el regalo hermoso de la salvación y vida eterna.

Los padecimientos de Jesús en la cruz fueron el precio pagado para que nosotros hoy podamos disfrutar esta gloriosa salvación y además gozar de siete beneficios que se detallan a continuación:

1. Mateo 26:39

“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.”

Jesucristo hizo la voluntad de Dios al ir por su propia decisión a la cruz del calvario a sufrir y padecer para que pudiéramos recibir el PRIMER BENEFICIO: Recuperar la fuerza de voluntad para poder cambiar, intentar y empezar otra vez.

2. Isaías 53:5

“Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

Jesucristo fue golpeado y flagelado físicamente en la cruz del calvario para que pudiéramos recibir el SEGUNDO BENEFICIO: Recibir sanidad física

3. 2 Corintios 8:9

“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”

Jesucristo voluntariamente, siendo dueño de todo se hizo pobre por amor a nosotros para que pudiéramos recibir el TERCER BENEFICIO: Poder ser prosperados

4. Juan 19:17-18

“él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron”

Cuando Jesucristo fue crucificado le perforaron sus manos para que pudiéramos recibir el CUARTO BENEFICIO: Para que donde pongamos nuestras manos, podamos tener victoria y dominio.

5. Juan 19:17-18

“él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron”

Cuando Jesucristo fue crucificado le perforaron sus pies para que pudiéramos recibir el QUINTO BENEFICIO: Ya no soy más pisoteado por el diablo, sino que ahora yo pisoteo al enemigo en el Nombre de Jesucristo (Dt. 11:24 dice “todo lo que pisare la planta de vuestro pie será vuestro”).

6. Juan 19:32-34

“Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Más cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.”

Los médicos modernos afirman que cuando del cuerpo de Jesús salió sangre y agua fue porque estalló su corazón para que pudiéramos recibir el SEXTO BENEFICIO: Las heridas y dolores del corazón (alma) pueden ser sanados.

7. Isaías 53:5

“Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

En el proceso de la crucifixión el cuerpo de Jesús fue molido o magullado. Las magulladuras revelan que una persona recibió golpes que afectaron su parte interior y existe un sangramiento interior. Lo que sucedía en el interior de su cuerpo se reflejaba en su apariencia exterior para que pudiéramos recibir el SÉPTIMO BENEFICIO: Recibir poder interior para vivir una vida transformada.

¡Alabemos y glorifiquemos al Señor por los siete beneficios que hoy disfrutamos como consecuencia de su sufrimiento voluntario en la cruz del calvario y porque nosotros hemos creído en él y le hemos recibido como nuestro Salvador (Juan 1:12)! ¡Gracias Señor Jesús, por tu obra en la cruz en favor nuestro!

“Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Salmos 103:2 NVI)

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