Por Ritchie Pugliese
Apocalipsis 3:7-8 dice lo siguiente:
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”
Este pasaje nos dice que Jesucristo es el que tiene en su poder la llave de David. Una llave es un objeto para abrir o para cerrar puertas. Es una herramienta que nos da acceso hacia el otro lado. Para cada puerta que necesita abrirse, se hace necesario tener la llave indicada. No se puede pretender abrir la puerta del auto, con la llave de la puerta de entrada de una casa.
Existen llaves tangibles como la llave del auto, de la casa, del negocio, de una caja, un cofre, etc. y las intangibles como las llaves del éxito, desarrollo, y aun las llaves de la ciudad, que generalmente se las otorgan a ciudadanos o personajes ilustres, pero principalmente están aquellas llaves espirituales que cuando son “colocadas” por fe en la cerradura, abren las puertas, para recibir las bendiciones del Señor en lo natural.
A pesar de que puedan existir muchas llaves en el mundo terrenal, Jesucristo es el Único que tiene la Llave Maestra o Principal en el mundo espiritual que abre las puertas de bendición hacia lo terrenal. Esta llave es diferente a cualquier otra llave, pues el v.7 dice que la llave que tiene Jesucristo “abre y ninguno cierra… cierra y ninguno abre”. Esto nos enseña que Cristo tiene una llave Única en su poder, la cual cuando Él abre en el cielo, ninguno puede cerrar en la tierra y que cuando Él cierra en el cielo, ninguno puede entrar en la tierra.
En nuestras vidas, como creyentes, las puertas hacia las bendiciones sólo pueden ser abiertas por el Señor. Sin El Señor, por más que forcemos, empujemos y probemos con llaves alternativas, nada sucederá y sólo quedaremos frustrados. Aquí aprendemos que siempre las puertas de Dios se abren con las llaves de Dios. El que ama a Dios nunca considera lo que recibe o logra en la vida como “una bendición”, a menos que El Señor le haya abierto la puerta previamente para poder recibirla. ¡Todo proviene de Dios!
Ahora bien, para entender la profundidad espiritual del pasaje de Apocalipsis, y su aplicación para nuestras vidas hoy, debemos mirar un pasaje profético del Antiguo Testamento que trata sobre la llave de David, la cual Cristo la tiene en su poder. Isaías 22:20-22 dice:
“En aquél día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcias, y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá. Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá.”
Este pasaje es una profecía acerca de Jesucristo, cientos de años antes de su nacimiento. Eliaquim es una figura del Señor. Note que el pasaje dice que la llave de David iba a ser puesta “sobre su hombro”. ¿No le suena extraña esta frase? Generalmente cuando alguien recibe una llave se la entrega en la mano. ¿Qué quiere decir el pasaje entonces?
Primero, como recién mencionamos, Eliaquim representa al Señor Jesucristo. La expresión “sobre su hombro” representa autoridad y poder para gobernar, sostener algo. El Rey David, en su momento, fue promovido por Dios para gobernar y tener autoridad. De allí procede el término la llave de David. Jesucristo, descendiente del linaje de David, tiene ahora la llave principal o maestra para regir y gobernar con poder y autoridad. ¡Gloria a Dios!, pero aún hay más, pues el nombre Eliaquim significa “el vengador” y “la resurrección”. Esto significa que Jesucristo tiene la llave o autoridad y poder para vengarse y desplegar su poder resucitador o vivificador.
Un vengador generalmente es aquel que quiere ejecutar justicia propia por haber sufrido previamente un agravio, una ofensa, un perjuicio o una pérdida. Jesucristo es Dios y Él siempre es vencedor, triunfador, Él nunca ha perdido ni perderá ninguna batalla, pero nosotros aquí en la tierra, como Iglesia del Señor, muchas veces sufrimos ataques del enemigo que vienen con el fin de desgastarnos y robarnos las bendiciones de Dios que nos corresponder legítimamente. Es por eso que el Señor, no ignorando las maquinaciones del perverso contra nosotros, se levanta como el Gran Eliaquim y con la llave de autoridad ejecuta venganza sobre el enemigo.
Es por eso que el pasaje inicial de Apocalipsis dice que Cristo es el que abre y ninguno cierra, el que cierra y ninguno abre. La palabra “ninguno” se refiere a una persona que se opone a lo que el Señor quiere hacer. No hace falta entrar en muchos detalles para darnos cuenta que cuando el Señor quiere abrir, el diablo y sus demonios quieren demorar a que la puerta se abra y hacen todo lo posible para cerrarla definitivamente. Ellos son los que siempre se oponen para que no se nos abran las puertas que nos corresponde como hijos e hijas de Dios. Nunca me olvidaré la vez que, ministrando liberación de demonios a una persona, el enemigo al ser confrontado y desenmascarado en el Nombre de Jesús gritaba ferozmente, refiriéndose a la mujer: – ¡La quiero pobre y sola toda la vida! – Así trabaja el enemigo, siempre pretendiendo matar y destruir (Juan 10:10ª).
Aquí aprendemos que para recibir las bendiciones de Dios se hace necesario emplear la llave maestra del Maestro, Jesucristo, y que el proceso de abrir es un proceso de lucha espiritual. Por cierto, aquí no estamos “buscando demonios por todas partes” sino diciendo lo que dice la Palabra, pues de los pasajes del Nuevo Testamento donde aparece la mención de las llaves del Señor, siempre están relacionadas de manera directa e indirecta con el diablo y sus demonios. Leamos cada uno de esos pasajes:
1. Mateo 16:18-19
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (muerte o infierno) no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares (abrir o cerrar) en la tierra, será atado (abierto o cerrado) en los cielos; y todo lo que desatares (abrir o cerrar) en la tierra será desatado (abierto o cerrado) en los cielos.”
2. Apocalipsis 1:17-18
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas, yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
3. Apocalipsis 9:1-11 (vv.1-2 y 11)
“El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tiene poder los escorpiones de la tierra…Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.”
4. Apocalipsis 20:1-2
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y satanás, y lo ató por mil años.”
¡Las llaves que Jesucristo tiene en Su poder son llaves poderosas de autoridad, sobre las fuerzas espirituales de maldad, para abrir aquellas puertas difíciles o imposibles que el enemigo ha estado intentando cerrar por largo tiempo!
Además del glorioso poder que tiene el Señor para abrir cualquier puerta cerrada, por más oposición que haya del enemigo, nuestro Dios es un Dios dador, no egoísta. El no sólo tiene la llave maestra en su poder, sino que también la quiere compartir con Su Iglesia, es decir, con todos aquellos que somos sus hijos, partes del Cuerpo de Cristo, a fin de que las utilicemos y podamos abrir puertas en lo natural.
En el pasaje que leímos anteriormente de Mateo 16:19 vemos reflejado lo que estamos hablando: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (muerte o infierno) no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares (abrir o cerrar) en la tierra, será atado (abierto o cerrado) en los cielos; y todo lo que desatares (abrir o cerrar) en la tierra será desatado (abierto o cerrado) en los cielos.”
Pedro es una figura del creyente que recibió las llaves de autoridad sobrenatural para abrir puertas en lo natural. Fue utilizado por Dios para abrir la puerta del Evangelio en el día de Pentecostés (Hechos 2) al pueblo Hebreo y más tarde para abrir la puerta del Evangelio a los gentiles, no judíos (Hechos 10).
Esto nos enseña también que muchas veces el Señor nos permite a nosotros, por ser sus embajadores en la tierra, utilizar la llave maestra para abrir puertas y glorificar Su nombre, pero existen otras veces donde el Señor, por Su gracia y misericordia, directamente intervendrá para abrir lo que estaba cerrado y clausurado por el enemigo. Aquí no me refiero a cualquier “puertita” que deba abrirse, sino aquellas puertas indispensables, decisivas, vitales, importantes, que necesitan abrirse ante nosotros para seguir cumpliendo nuestro destino y realizarnos en Dios.
Para concluir, y a la vez llenarnos de fe y confianza en nuestro Gran Señor, quiero compartirle tres pasajes proféticos del libro de Isaías que nos motivarán espiritualmente a seguir fieles en el Camino del Señor, porque para aquellos que son fieles y obedientes, tarde o temprano las puertas de bendición de Dios se les abren. No existe fuerza opositora superior a la fuerza Gloriosa de nuestro Señor. Cuando El Señor dice: – ¡Esa puerta se abre! -, todo enemigo es desplazado y removido de la entrada de esa puerta, por más resistencia que puede presentar. ¡Así es el poder vencedor de nuestro Dios! ¡Gloria sea a Su Santo Nombre!
Isaías 41:18
“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles. Abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en tierra seca”
Isaías 43:16-19
“Así dice Jehová el que abre camino en el mar, y sendas en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente par ano levantarse; fenecen como pabilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz ¿no la conoceréis? Otra vez, abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.”
Isaías 45:1-3
“Así dice Jehová a su ungido (aquí usted ponga su nombre en lugar de Ciro), a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de el puertas, y las puertas no se cerrarán. Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugres torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos, y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.”
Estos pasajes de la Palabra de Dios, mientras usted los lee, están soltando Unción profética milagrosa sobre su vida, para impartirle fe en el Señor y actuar en fe. ¡Crea en este momento, aunque no vea nada, que El Señor, que tiene las llaves, es fiel para abrirles las puertas a sus hijos! Comience a alabar y bendecir el nombre del Señor. ¡Con su fe rebosando a través de sus labios glorifique Su nombre, declare con fe y autoridad antes sus circunstancias “de puertas cerradas” que se abran ahora mismo en el Nombre de Jesús!
¡Usted está del lado de Aquél que abre las puertas imposibles, y que tiene la llave maestra para toda puerta! ¡Permítale al Espíritu Santo que fluya, a través de este artículo, con Poder vigoroso del cielo sobre su vida, para creer que el día ha llegado para que se le abran las puertas de par en par y usted comience a darle toda la gloria a Dios!