Recopilado por Ritchie Pugliese
A pesar de que en los últimos años Dios ha venido equipando a su Iglesia con el tema de la guerra espiritual contra las fuerzas espirituales de maldad, todavía existen conceptos que pueden desequilibrarnos espiritualmente e impedirnos actuar eficazmente en este punto tan importante.
Uno de los términos más comunes que se han escuchado entre aquellos que se han involucrado en la dimensión del conflicto espiritual es: “tengo un ministerio de liberación”.
Hay muchos que se oponen a la existencia de tal ministerio diciendo que en la Biblia no se detalla en ningún lado el “ministerio de liberación” y por el otro lado están aquellos que directamente no creen que hoy exista tal ministerio de liberación ya que es algo para los tiempos antiguos. ¿Qué dice la Biblia al respecto?
Para comenzar debemos decir que si bien en la Palabra de Dios no aparece literalmente, en la definición de los cinco ministerios de Efesios 4:11, un “sexto ministerio con el nombre “liberación”, ni en los pasajes donde se detallan los dones del Espíritu tampoco aparece el “don de liberación”, cuando uno recorre los Evangelios y el libro de los Hechos, vemos a Jesucristo primero derrotar al diablo en las tres tentaciones en el desierto, luego echar fuera a los demonios durante su ministerio público y posteriormente derrotar definitivamente al diablo por medio de su obra expiatoria en la cruz del calvario, y luego vemos a la Iglesia, llena del Espíritu Santo, batallar contras las fuerzas de maldad y vencerlas en el Nombre de Jesús.
Por más que en la Palabra de Dios no aparezca escrita literalmente la frase “ministerio de liberación” es evidente que tanto Jesús como la iglesia primitiva lo ejercían. Es más, por lo que leemos vemos que echar fuera a los demonios de la gente y de las regiones era algo cotidiano y no excepcional en la Iglesia.
Por eso es importante que no nos distraigamos con cosas secundarias o terminologías y nos enfoquemos en la realidad espiritual y en la importancia de saber que en los tiempos difíciles y peligrosos que vivimos, necesitamos ministrar liberación en el Nombre de Jesús a todos aquellos que están atados, enlazados, dominados por el diablo y sus demonios. ¡Necesitamos del ministerio de liberación para extender el Reino de Dios!
Cuando examinamos lo que dicen las Sagradas Escrituras sobre Jesús, sus discípulos y la Iglesia Primitiva, vemos que se menciona una y otra vez la realidad del conflicto espiritual:
Antes del comienzo de su ministerio público, Jesucristo fue llevado al desierto para enfrentarse cara a cara contra el diablo (Lucas 4:2) donde lo venció como aviso previo de la victoria total que el ganaría posteriormente, y para siempre, al ir a la cruz del calvario, morir y resucitar al tercer día.
Al comenzar su ministerio público Jesús dijo en Lucas 4:16-21 “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo[a] entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”
Este anuncio fue dicho para que se cumpliera la profecía dicha sobre él alrededor de 700 años atrás. En Isaías 61: 1-3 leemos: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”
Durante el ministerio terrenal de Jesucristo leemos varios pasajes donde él ejerció el ministerio de liberación al ministrar libertad a aquellos que estaban cautivos por los demonios. En Mateo 8:16 leemos: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;”; Marcos 1:34 dice también: “Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.”
Jesús mismo dijo en Mateo 12:28 que el ministerio de liberación que tenía significaba algo importante: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.” Jesús expresó que una de las señales de que el Reino de Dios avanzaba sobre la tierra era que los demonios eran echados fuera.
En su entrenamiento espiritual a sus 12 discípulos les dio autoridad sobre toda fuerza de maldad como lo dice Mateo 10:1 “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.”
En Lucas 10:17 vemos que cuando volvieron los 70 discípulos que él había enviado, ellos dijeron asombrados: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.”
Como respuesta a eso Jesús les dice en el vv.18-20 “Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.”
Cuando Jesús comisionó a sus discípulos a predicar el Evangelio les dijo en Marcos 16: 15-18: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”
Cuando comenzó la Era de la Iglesia, también llamada la Era del Espíritu Santo, la cual comenzó en Hechos capítulo 2 y continuará hasta el final de los tiempos, vemos una y otra vez consejos y advertencias en las Epístolas acerca del enemigo. (Ya en el libro de los Hechos vemos a la Iglesia utilizar el ministerio de liberación):
Santiago 4:7 dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
1 Pedro 5:8-9 dice: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.”
Efesios 6:10-13 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”
Efesios 6:16 dice: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”
Efesios 4:27 “ni deis lugar al diablo”
2 Corintios 2:11 “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.”
1 Timoteo 3:7 dice: “También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”
La clave de la victoria
Por lo que hemos leído vimos que Jesucristo siempre venció durante su ministerio terrenal al diablo y sus demonios, y luego posteriormente al ir a la cruz del calvario, resucitar y ascender a la diestra de Dios el Padre selló para siempre su victoria sobre el diablo. A partir de ese momento el diablo es un enemigo vencido, el cual cuando llegue el momento será lanzado al lago de fuego y azufre para ser atormentando eternamente (Apocalipsis 20:10).
Una vez que Jesucristo fue exaltado a la Diestra del Padre, recibió un nombre sobre todo nombre (Filipenses 2:5-11) y derramó el poder del Espíritu Santo en Hechos 2 para fundar Su Iglesia y dotarla de autoridad para batallar contra las fuerzas de maldad.
A partir de allí la Iglesia, sabiendo que Jesucristo ha vencido al diablo, sumado al poder del Espíritu Santo derramado sobre ella, comenzó a desarrollar su ministerio de liberación echando fuera a los demonios hasta hoy.
El diablo sabiendo de la autoridad que tiene la Iglesia, y cada cristiano nacido de nuevo, trata de estorbar al creyente para si fuera posible apartarlo de Cristo y destruirlo.
Antes al vivir lejos de Cristo y en el reino de las tinieblas, estábamos dominados totalmente por el diablo. Ahora al convertirnos a Jesucristo, cambiar de reino y transformarnos en hijos de Dios, tenemos la autoridad de Cristo para echar fuera y a los demonios y no permitirle al diablo que nos moleste y estorbe.
Que el Señor nos ayude a abrir nuestros ojos espirituales para darnos cuenta que estamos del lado del Vencedor, Jesucristo, y que con Su autoridad hoy como iglesia, e individualmente, podemos tener victoria continua sobre las fuerzas de maldad, y que si bien no aparece escrito el “ministerio de liberación” en la Palabra de Dios, lo vital e importante es que seamos como Jesús, los discípulos y la Iglesia Primitiva, y ejerzamos la autoridad de Cristo con el poder del Espíritu Santo para liberar a los cautivos y oprimidos por el diablo en nuestras naciones, ciudades y pueblos.
¡Iglesia de Cristo, avanza utilizando el ministerio de liberación y que se pueda decir de nosotros lo que dice Apocalipsis 12:10-11: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”! ¡Amén!