Para poder comprender lo que el Señor nos está diciendo para este tiempo, considero indispensable analizar algunos principios de la Palabra de Dios referidos al tema “dominio”.
Vivimos en un tiempo en nuestro mundo donde todo está convulsionado, revuelto y confuso. Existen fuerzas de maldad rigiendo en nuestros días que pretenden directa e indirectamente dominarnos con la idea de que no promulguemos los principios del Reino de Dios. Por eso en este tiempo, y como nunca antes, es importante saber lo que la Palabra nos dice sobre el tema, porque la premisa de hoy es: Somos dominadores o seremos dominados.
Para comenzar, debemos decir que Dios es Dios de dominio por ser Creador de todo. Daniel 4:25 “… el Altísimo (Dios) tiene dominio en el reino de los hombres” y Daniel 4:32 “el Altísimo (Dios) tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.” Dios, es aquel que tiene todo el poder y la autoridad para ejercer dominio, y en su infinita misericordia decidió crear al ser humano para otorgarle la gracia del dominio para ejercerlo en la tierra.
En el libro de Génesis tenemos el detalle de la creación del ser humano donde se menciona específicamente lo siguiente sobre el tema en cuestión: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:26)
Luego, dos párrafos más abajo, agrega en Genesis 1:28:
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
En ambos pasajes se enfatiza que el ser humano fue creado para ejercer dominio. En ambos pasajes hay ciertas palabras que quiero analizar brevemente:
En el pasaje de Génesis 1:26 aparece la palabra “señoree”. En el Hebreo es “radah” y significa: tener dominio, dominar.
En el segundo pasaje (Génesis 1:28) aparecen dos palabras: 1) “Sojuzgadla” que en Hebreo es “Kabash” y significa; dominar; y 2) “señoread” que en hebreo es “radah” y significa: tener dominio, dominar.
Mucho tiempo después, Dios volvió a repetir este concepto a su pueblo escogido, Israel, en Deuteronomio 28:13, el cual tenía una condición:
“Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas”
Con lo que acabo de compartir quiero significar que Dios le dio originalmente al ser humano la capacidad de dominar para no ser dominado.
Es importante aclarar que en el lenguaje popular “dominar” tiene una connotación de oprimir y hacerlo con abuso y violencia, pero nunca esa fue la intención de Dios para el ser humano cuando le dio la gracia del dominio.
Dominar y no ser dominado fue el plan original de Dios para toda la humanidad, pero debido a la desobediencia del hombre y la mujer detallada en Génesis 3, ese plan se canceló. El ser humano pasó de dominador a ser dominado porque su desobediencia abrió la puerta y le dio el derecho al diablo, la serpiente antigua, a que se robara el dominio que originalmente le pertenecía, lo cual dio lugar a que el ser humano abusara y pervirtiera el concepto de dominio estipulado por Dios.
El enemigo comenzó a utilizar a las personas para ejercer su dominio maldito y ver cumplido su sueño, que es hurtar, matar y destruir como dice Juan 10:10ª. Su deleite es ver desintegrado el plan original de bendición que Dios trazó para la humanidad.
El ser humano, al perder la gracia del dominio que Dios le había dado, quedó a expensas de ser dominado por todo lo malo y negativo de este mundo. Quedó esclavizado bajo las garras del diablo y cuando ejerció el dominio lo hizo de manera contraria al sentir del Señor.
Gracias a Dios el plan original de dominio pudo ser recuperado a través de Jesucristo. Dios abrió el camino para que el principio de dominio sea restaurado y bien ejecutado por el ser humano.
Cuando una persona se acerca a Dios y reconoce a Jesús como su salvador personal, esa persona es parte del reino de Dios y automáticamente está calificada espiritualmente para ejercer dominio. A través de Cristo se restaura el plan original de Dios de dominio del comienzo.
Durante su ministerio terrenal, Jesucristo ejerció dominio sobre todas las cosas, y sobre las fuerzas espirituales de maldad, por eso dijo en Mateo 28:18 “Toda potestad (para ejercer dominio) me es dada en el cielo y en la tierra.”
El Señor tiene dominio tanto en el cielo como en la tierra, y esa autoridad la ha delegado a su Iglesia cuando dijo en Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras (de dominio) que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.”
El ser humano sin Dios vive en una condición de dominado por el enemigo. Además, el ser humano vive a merced de todo lo malo que existe alrededor, lo cual lo transforma literalmente en un esclavo. Vive potencialmente dominado por todo lo malo que existe a su alrededor.
Como creyentes en Cristo hemos sido llamados a ejercer dominio para que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra. Esa es la idea central de ejercer dominio.
Es importante saber el alcance del dominio que hemos recibido por gracia divina. Nos califica para ejercerlo en todo lo natural (nuestra vida personal y para todo lo general) y para el mundo espiritual.
Cuando hablamos de ejercer dominio para todo lo general, nos referimos a todo lo que nos rodea, y de eso quiero hablar. Basta observar lo que sucede en nuestro alrededor y en nuestras naciones, para darnos cuenta que precisamente no se está haciendo la voluntad de Dios, sino que pareciera prevalecer todo lo contrario. ¿no creen que es tiempo de hacer algo como hijos de Dios?
Creo que el tiempo está llegando de ejercer el dominio que nos has sido dado por ser hijos de Dios. Existe un gemido o clamor general para que las cosas se pongan en su lugar, en el lugar que Dios quiere. Romanos 8:19 dice “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”
¿No creen que ya es tiempo que las cosas se pongan en su lugar para darle lugar de preeminencia a Dios?
Pensemos por un instante que sucedería si ejerciéramos la autoridad de dominio como Iglesia: ¿Qué pasaría si ejerceríamos el dominio espiritual que nos ha sido conferido?
¿Seguiríamos viendo, por ejemplo, como la inseguridad avanza, como los índices de robos y asesinatos aumenta, como la droga sigue destruyendo las vidas, como el caos financiero aumenta, como las enfermedades o pestes siguen matando a la gente, como en los cargos de gobiernos siguen ocupando posiciones personas con ideas anti-Dios, como el sistema educativo le lava la cabeza de nuestros hijos con la nueva sexualidad, como los patrones creacionales de Dios están siendo menospreciados?
Para los tiempos que vivimos se necesita la manifestación de los hijos de Dios, para que ejerzan el dominio que se les ha dado.
Este dominio también lo podemos utilizar para nosotros mismos. ¿Hemos pensado qué pasaría si ejercemos el dominio que nos ha sido dado a nivel personal? ¿Seguiríamos, por ejemplo, padeciendo ese ciclo continuo de enfermedades que nos afecta? ¿Seguiríamos viendo como nuestras finanzas se resquebrajan y nos empobrecemos, como nuestras familias se desintegran de un día para el otro?
Quizás puedas estar pensando que ejercer dominio no es para ti y que otros lo pueden hacer mejor o con mayor autoridad que tú, pero Ester 4:14 dice: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
Si estamos vivos en esta hora, es porque tenemos algo que hacer y eso es ejercer dominio para no ser dominados en los lugares de influencia donde vivimos para poner las cosas en su lugar y experimentar la bendición que trae el practicar los principios infalibles de la Palabra de Dios. Tenemos una gloriosa oportunidad, ¡no la desperdiciemos!