Por Ritchie Pugliese
(Tomado del capítulo 4, páginas 37-40 del libro “La cuarta ola del Espíritu Santo”)
Si tuviéramos que hacer un “cristianómetro” para medir la espiritualidad del creyente de la actualidad, bien podríamos usar los niveles que mencionaré a continuación. Los he identificado con un nombre para poder ubicarlos en los distintos niveles de vida espiritual. Ellos muestran básicamente sus características y estado espiritual, que puede ser ascendente o descendente:
1. Los “esclavos” en la gracia
Son los que tienen a Cristo como Salvador hace años, pero viven todavía con ataduras y ligaduras del pasado, lo que les hace vivir un cristianismo liviano. Son los niños espirituales eternos. En la vida cristiana existen dos clases de carnalidad, la que se puede evitar y la que no se puede evitar. El pasaje de 1 Corintios 3:1 y 3, con dos palabras griegas, muestran esta diferencia. El v. 1 dice: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales (sarkinos), como a niños en Cristo.” El v. 3 dice: “Porque aún sois carnales (sarkikos)…”
La palabra “sarkinos” es la carnalidad típica del recién convertido, del niño en Cristo, la cual es inevitable, pues está en el proceso de crecimiento hacia la madurez. La otra palabra, “sarkikos,” es la carnalidad que, luego de años de “creyente,” no se quiere abandonar. Esta es la que da lugar a un estado descendente y decadente espiritual.
2. Los “adormecidos” en la gracia
Son aquellos que teniendo a Cristo en su corazón y todo lo necesario para vivir en victoria, permanecen adormecidos por su pereza espiritual lo cual les impide desarrollarse. El adormecimiento espiritual es una característica de muchos cristianos. Es por eso que Efesios 5:14 dice: “despiértate tú que duermes…”; 1 Tesalonicenses 5:6 dice también: “por tanto, no durmamos, como los demás, sino velemos y seamos sobrios.” Esta clase de vida le impide al creyente madurar y lo transforma en un adolescente espiritual eterno.
3. Los “despiertos o avivados” en la gracia
Son aquellos que caminan y sirven a Dios con fidelidad. Son aquellos que han sido tocados por el Espíritu Santo, han vencido la pereza espiritual y se han levantado para vencer al pecado, al mundo y al enemigo. Son hombres y mujeres que maduran espiritualmente en forma gradual, con un mayor anhelo de seguir creciendo. Son personas llenas del Espíritu Santo (Ef. 5:18) que caminan en un constante fervor espiritual (Ro. 12:11). Es conveniente aclarar, que aun en este nivel es posible caer en un estado de conformismo que le impida a Dios llevarnos a mayores alturas espirituales. La decisión de continuar avanzando o de detenerse le pertenece al creyente. Éste llegará espiritualmente hasta donde quiera llegar con Dios.
4. Los “desesperados” en la gracia
Estos son los que serán utilizados por Dios en la cuarta ola del Espíritu Santo. Ellos tienen ciertas características principales en común:
- Son continuos buscadores de Dios, que nunca se conforman con lo que han recibido (Sal. 27:8; Prov. 8:17)
- Desarrollan intimidad con Dios, por medio de la oración en la cámara secreta, no por rutina u obligación sino por devoción. La oración es su oxigeno espiritual cotidiano (Sal. 25:14)
- A medida que su hambre y sed espiritual son saciados, se incrementa más y más su anhelo por el Señor. Viven con una santa insatisfacción espiritual (Sal. 42:2; 63:1).
- Viven apasionados y enamorados de Dios, y como resultado de esa relación, sus vidas manifiestan la santidad de Cristo (Sal. 29:2).
- Han descubierto el poder de la oración de autoridad, la intercesión profética y la autoridad que hay en el Nombre de Cristo (Ef. 6:18).
- Son aquellos que, durante mucho tiempo, estuvieron escondidos en la “fragua” de Dios siendo formados en la casa del Gran Alfarero y moldeados en el desierto, y aprendiendo las lecciones espirituales (Deut. 8:2).
- Son aquellos que han permanecido fieles en la adversidad, venciendo los feroces ataques del diablo sobre sus vidas, familia, salud, economía y ministerio. Su fe ha sido probada con fuego y fue hallada aprobada ante los ojos de Dios (1 Pedro 5:8-11).
- Son los que han aprendido, en ese proceso, a sentir verdadera repulsión y odio santo contra las fuerzas de maldad (Ef.5:11).
- Son los que continuarán aquí en la tierra, la victoria que Cristo ganó primero en el cielo. Son aquellos que, en el tiempo señalado, serán ungidos con la unción de valentía y promovidos públicamente por Dios, para pelear la buena batalla de la fe contra el diablo y sus demonios, y para reconquistar todo el terreno cedido por la debilidad de la Iglesia y/o robado por el diablo (Stgo 4:7).
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