Por Ritchie Pugliese
Leamos atentamente el siguiente relato de la poderosa palabra de Dios en 2 Reyes 4:8-37 y 8:1-6:
“Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él. Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho. Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; y dijo a su padre: !!Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió. Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. Él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz. Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien. Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí? Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño. Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta. Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.”
El capítulo 8:1-6 dice:
“Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años. Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años. Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo. Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir. Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.”
De estos episodios sucedidos a una mujer piadosa veremos que Dios tiene un plan para llevarnos a experimentar su bendición y suplir los deseos más profundos de nuestro corazón. La historia del profeta Eliseo con la sunamita habla precisamente de eso.
Por lo que dice el pasaje, no sabemos mucho de ella. Se la llama la sunamita porque vivía en un lugar llamado Sunem, pero ni sabemos su nombre. Sí sabemos que ella era diferente al caso de la mujer viuda de la multiplicación de aceite. Esta mujer no tenía necesidades. Cuando Eliseo le preguntó “¿Qué puedo hacer por ti?”, ella le respondió que vivía feliz entre su gente. Ella le estaba diciendo que estaba todo bien. La Biblia la llama una mujer “importante”, eso significaba que era acaudalada y respetada. Tenía un buen esposo y amigos cercanos. Su único dolor era que no tenía un hijo. Ella era estéril.
¡Lo que esta mujer no sabía era que el diablo había trazado un plan paralelo para traer gran destrucción a su vida! Satanás quería ponerla en un espiral descendente que la condujera a una desolación total. La buena noticia era que cada plan del enemigo fracasaría gracias a la intervención divina.
Esta mujer tenía un buen fundamento en su vida que le permitiría quebrar el ciclo destructivo del diablo y experimentar una restauración y bendición total.
Una de las cosas más importantes que un cristiano necesita entender es el concepto de los ciclos.
Un ciclo es como un espiral que nos conduce hacia arriba para que experimentemos las bendiciones de Dios o hacia abajo, para experimentar pobreza, enfermedad, abandono y muerte. Dios utiliza los ciclos ascendentes para edificarnos. Dios nos dará un poco de revelación y si uno la recibe, se encontrará un poco más arriba vez tras vez, cada día, cada semana, cada año. Es lo que la Biblia dice, que vamos de fe en fe, de gloria en gloria (en la salud, prosperidad, cumplimiento del destino trazado por Dios)… pero el enemigo utiliza los ciclos descendentes también.
Satanás utiliza los ciclos destructivos descendentes para desgastar a los santos y robarles las bendiciones de Dios (Daniel 7:25).
El enemigo nos quiere poner en ciclos que nos conduzcan cada vez más abajo, cada vez peor (temor, duda, enfermedad, pobreza, muerte) Esto es lo que el enemigo había planeado para esta mujer.
Dios en cambio tenía un plan ascendente para esta mujer a fin de llevarla hacia Su bendición y suplir los deseos más profundos de su corazón, pero al mismo tiempo satanás tenía trazado otro plan.
Del relato de la vida de esta mujer, vemos que satanás había trazado un plan descendente para que ella viviese en tristeza, pobreza y destrucción total.
El plan del enemigo era así:
4:14 Su plan comenzó con muchos años de esterilidad. Ella no tenía hijos.
4:20 Una vez que tuvo un hijo, se le muere de repente.
8:1 Luego de que muriera su esposo, ella soportó siete años de hambre atroz.
8:5 Su casa y tierras fueron robadas. Había perdido todo.
Su vida parecía destinada a terminar en pobreza, pérdida y tristeza total. Satanás siempre tiene un plan de destrucción para nosotros, pero esta mujer tenía el buen fundamento para salir airosa de esa situación y tener un futuro mejor. Ella tenía un “seguro” para prevalecer contra los ataques del enemigo.
Debido a ese buen fundamento que la mujer tenía, cada estrategia del enemigo sería quebrada. Ella pudo experimentar paz, gozo, provisión y restauración total. ¡Esto es lo que Dios quiere para nuestras vidas también!
El buen fundamento que esta mujer tenía, constaba de tres piedras fundamentales:
1. Ella aprendió a obedecer los impulsos o insinuaciones del Espíritu Santo
El profeta Eliseo viajaba a menudo y pasaba por el pueblo de Sunam. Un día cuando el pasaba, el Espíritu le insinuó que le pidiera que se quedara a comer con ellos. Ella demostró tal hospitalidad que Eliseo hizo de ese hogar un lugar regular de descanso en sus viajes.
Invitar a comer al profeta parecía algo insignificante… pero obedecer al Espíritu es la clave para el futuro. La palaba “éxito” tiene una connotación de “estar en el lugar correcto y en el tiempo correcto”. El Espíritu a menudo nos da “asignaciones” que nos posicionan para tener citas divinas, que posteriormente se transforman en bendiciones. Podemos aprender a reconocer el impulso del Espíritu. Si tú tienes a Jesús y eres lleno del Espíritu Santo, este es uno de los grandes recursos de tu vida. Pídele al Espíritu que te haga sensible a Su voz.
Hubo una segunda piedra en el buen fundamento de esta mujer:
2. Ella hizo lugar para lo profético
Ella sintió en su espíritu que deseaba tener una conexión espiritual con el profeta, por eso ella le dijo a su esposo de construirle una habitación.
Las bendiciones vienen siempre cuando hacemos lugar para lo profético en nuestras vidas. 2 Crónicas 20:20 dice…“Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados.”
En Mateo 10 leemos que el que recibe a un profeta recibirá recompensa de profeta. Mateo 10:41 ”El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá;..”
Valorar lo profético fue parte de la vida de esta mujer. Cuando se le murió de repente su hijo, y ella quiso ver a Eliseo, su esposo le dijo: – ¿Pero si no es sábado ni luna llena?. Esto nos da una indicación de que ella iba a oir lo que el profeta decía como algo cotidiano en su vida. Ella iba a verlo el fin de semana (sábado) y al comienzo del mes (luna llena).
Esta mujer quería oir la palabra profética que Dios estaba hablando para los tiempos que venían. ¡Esto es una clave para el éxito en Dios!
En 2 Crónicas 20:20 leemos que tendremos éxito si escuchamos a los profetas. Ella estaba alertada del hambre que vendría y pudo proteger a su familia. El Nuevo Testamento exhorta a hacer lugar a lo profético en 1 Tesalonicenses 5:20 dice: “No menospreciéis las profecías.”. 1 Corintios 14:21 dice también: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.” Debemos siempre examinar la profecía pero nunca debemos rechazar lo profético. La profecía nos abre la puerta del Espíritu de vida y poder para el cumplimiento de todo lo glorioso que Dios tiene para nuestra vida.
3. Ella sabía cómo caminar en una relación de pacto
Cuando este matrimonio invitó a Eliseo a su hogar para comer no era solamente un acto de hospitalidad, era establecer una relación de pacto. En la Biblia leemos “a comer” pero en el hebreo es “a comer pan”.
En el mundo antiguo, una manera de hacer un pacto era comer pan juntos (por eso nosotros cuando tomamos la cena del Señor comemos el pan). El pan representa vida. Compartir el pan es compartir vida.
Cuando el matrimonio construyó un lugar para el profeta, ellos estaban en realidad fortaleciendo el pacto “familiar”.
Cuando los problemas se levantaron contra ella, esta mujer sabía con quién estaba en una relación de pacto. Ella era una mujer de pacto. No estaba sola. Tenía al Señor de su lado.
Uno de los más grandes problemas de muchos cristianos es que ellos no han entendido lo que es el pacto. Vivimos en una sociedad que no entiende lo que significa un pacto. Hoy no hacemos pactos, tenemos contratos. El único pacto que todavía tenemos es el del matrimonio y para decir verdad muchos no entienden lo que esto significa.
Un pacto es un compromiso con otra persona. Mientras avanzamos en la vida, Habrá personas a las que sabemos que Dios nos ha llamado a conectarnos con ellas en una relación de pacto espiritual.
Un pacto significa reconocer que Dios nos ha llamado a estar conectados espiritualmente, y permanecer en esa relación de pacto sin importar lo que pueda pasar. Un pacto significa: “siento que Dios nos ha ligado para que estemos juntos y debido a eso estaré contigo”. Esto significa no cortar la relación cuando las cosas se ponen difíciles.
Los pactos eran muy comunes en el mundo antiguo, ¡y todavía siguen vigentes! Implica compartir nuestras vidas con alguien más, hacerlo feliz, más exitoso y aún ayudarlo a que viva mucho más.
Los estudios han mostrado que aquellos que contraen matrimonio tienden a vivir más que los que estan solteros. Las personas casadas no solo viven más felices y más saludables que los solteros. Ellos viven un promedio de diez años más.
Por cierto, hay algunos a los cuales Dios los llama a permanecer solteros y él los bendice, pero para la mayoría de nosotros, el plan de Dios es el pacto matrimonial. Por eso la Biblia dice que no es bueno que el hombre esté solo.
Los estudios también muestran que tanto los hombres como mujeres que están conectados con una congregación viven un promedio de siete años más. La iglesia es el lugar de pacto familiar espiritual. A través de Internet, por ejemplo, también uno puede estar conectado espiritualmente con algún ministerio. Estar conectado en relación de pacto con un grupo de gente que conoce a Jesús, puede extender tu vida. ¡No es bueno estar solo!
Dios quiere entretejernos en una relación de pacto con hermanos en Cristo específicos aquí en la tierra. Dios no quiere que andemos flotando por la vida. Él quiere que estemos conectados. ¡Esta es la clave para el avance espiritual!
Elías y Eliseo estaban unidos en una relación de pacto, Pablo y Timoteo, Jesús y los discípulos también. ¿Sabemos nosotros a quién unirnos en una relación de pacto? ¿Dios te ha mostrado a quien unirte espiritualmente para los tiempos que vienen?
Cuando esta mujer y su esposo conocieron a Eliseo, ellos sintieron en su espíritu que Dios los estaba conectando en una relación de pacto. Cuando uno encuentra a una persona para entablar una relación de pacto, invierte su vida en ella (esto es aplicable para entablar una relación de matrimonio, comercial y para el ministerio).
El aislamiento y la independencia le darán lugar al enemigo para derrotarnos. Si no tenemos personas cerca donde uno pueda entablar una relación de pacto, es mejor pedirle a Dios que nos muestre con quién debemos unirnos.
Nuestro futuro estará determinado por las conexiones de pacto que tengamos. La sunamita estableció una relación de pacto entre su casa y el profeta Eliseo. ¡Cuando los problemas vinieron, ella supo a quién ir a buscar! Pensemos en esto:
1. Durante su tiempo de esterilidad, el profeta Eliseo oró y ella fue sanada.
2. Cuando su hijo murió, ella le dijo a su esposo “todo estará bien” y corrió a buscar el profeta. El resultado fue que su hijo fue resucitado, y Dios utilizó como canal al profeta.
3. Cuando llegó el tiempo de hambre, Eliseo fue a ella y le advirtió del peligro.
4. Cuando su casa y tierras fueron tomadas, Eliseo envió a su siervo a ver al rey, y al compartirle un testimonio del profeta, eso originó una restauración total.
¡Cada plan del enemigo fue frustrado! El pacto edificó el fundamento para su futuro. La sunamita estableció un pacto entre su casa y Eliseo. Su vida entró en un espiral ascendente con milagros y bendiciones.
Dios quiere que crucemos al otro lado, del lado de la bendición… es un año para romper los ciclos destructivos del enemigo y ser restaurados, pero para que eso suceda necesitamos tener un buen fundamento para el futuro. ¿Lo tenemos?
Aprendamos a obedecer el impulso del Espíritu Santo, hagamos lugar en nuestras vidas para lo profético y aprendamos a vivir en relación de pacto con otros. Pidámosle a Dios cómo podemos comenzar a edificar estas cosas en nuestras vidas. Es tiempo de prepararnos para el futuro. ¡Permite a Dios que rompa todo ciclo destructivo descendente y determina caminar por fe y cruza hacia el otro lado hacia tu futuro bendecido!