Recopilado y ampliado por Ritchie Pugliese
Cuando hablamos de dar un pronóstico, generalmente estamos diciendo algo que puede llegar a suceder. Como todos sabemos, muchas veces los pronósticos fallan y cuando se anuncia que habrá lluvias al día siguiente hay un sol radiante. Otras veces se pronostica buen tiempo y sucede todo lo contrario.
Esto también puede suceder en el mundo financiero donde se pronostican ciertas posibilidades para los años que vienen. Estos pronósticos intentan predecir un futuro determinado, pero muchas veces también fallan.
De una cosa podemos estar seguros y es que vivir dependiendo de los pronósticos es vivir inseguros porque ellos pueden fallar. En Jeremías 8:15 leemos “Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación.”
Como creyentes en Cristo debemos saber que no nos conviene vivir por pronósticos, los cuales son inestables o poco probables, sino vivir confiando en la seguridad del Señor, porque vivir por fe significa vivir siempre con la expectativa de esperar que Dios hará algo más, algo nuevo hoy. Es tiempo de que podamos vivir con nuestros ojos puestos solamente y totalmente en el Señor, es tiempo de que cambiemos nuestro pronóstico incierto por las promesas firmes y estables de Dios.
Debemos reconocer que en el mundo vivimos rodeados de pronósticos donde generalmente nos “predicen” lo que pudiera llegar a suceder. Existen pronósticos que nos presentan un oscuro porvenir. Ese pronóstico reservado o incierto es el que nos hace caer presas de la duda, incertidumbre, el temor y la desesperación.
Pronósticos reservados
Vienen a mi mente varios personajes de la Biblia en la cual el pronóstico para ellos era “muy reservado”.
¿Recuerda a Abraham? Él tenía una promesa de que iba a tener un hijo, pero el tiempo estaba pasando, ya era viejo y el pronóstico natural era reservado e incierto porque pasaba el tiempo y nada sucedía. El pronóstico natural era que seguiría envejeciendo lentamente hasta morir sin tener un hijo…. ¡hasta que Dios a los 75 años le dijo que iba a comenzar a hacer algo nuevo con el….y darle el hijo de la promesa!
Quizás usted en este tiempo de su vida se sienta como Abraham. Está pensando que se le han ido los años, que ya está viejo y “terminado” y que las promesas que había recibido de Dios nunca se van a cumplir. Dios en esta hora le dice: “¡Los años de tu vida no determinan ni frenan lo que yo puedo hacer en ti!”
¿Recuerda a Jacob?El pasó casi toda su vida mintiendo y engañando, cometiendo muchos errores. Debido a eso las promesas de Dios estaban congeladas en su vida. El pronóstico para él era que solo le esperaba vivir el resto de sus días lleno de frustración, angustia para luego morir. Humanamente hablando estaba terminado… ¡hasta que Dios irrumpió y le dijo: “a pesar de todos tus problemas y errores tengo algo más para hacer en ti!”
Quizás usted en esta etapa de su vida se sienta como Jacob y está pensando que debido a los errores cometidos y problemas en los que se ha involucrado, nada bueno podrá sucederle de ahora en más. En este momento de su vida usted se siente “descartado”. Usted piensa que está terminado… ¡¡pero Dios te dice en esta hora: Tengo algo más para ti!!
¿Recuerda a Caleb, el compañero de Josué? Cuando tuvo 85 años, Josué estaba repartiendo las tierras de la heredad y como lo vio a Caleb ya mayor, quiso darle por sorteo alguna tierra para evitar que peleara, pero Caleb fue a verlo y le dijo que se encontraba tan fuerte como hacia cuarenta años atrás. Le dijo que él no iba a vivir a merced de la “suerte que le tocara” sino que iba a tomar su porción prometida sin importar los enemigos que hubiera en ella.
Esta clase de fe es la que el Señor quiere soltar sobre nuestras vidas hoy. ¡La unción de fe de Caleb en esta hora está disponible para nosotros para que nos levantemos en fe y ya no pensemos más que vivimos a merced de “la buena suerte”!
Pronóstico declarado
Además del pronóstico reservado, existe lo que yo llamo el pronóstico declarado. Esto es más que una predicción. Para entenderlo veamos en Juan 11 donde encontramos el relato de la enfermedad, muerte y resurrección de Lázaro.
Si leemos el relato vemos a sus hermanas desesperadas y dubitativas acerca del futuro de su hermano enfermo, al ver que Jesús se demoraba en llegar para sanarle… luego cuando llegó Jesús y Lázaro había muerto, le recriminaron porque no había llegado a tiempo… la gente de alrededor lloraba al muerto y lo estaban despidiendo en un funeral.
Lázaro estaba muerto y en el cuarto día de su fallecimiento, su cuerpo ya estaba en un proceso de descomposición. El pronóstico declarado era “muerte irreversible”… pero Jesús en medio de ese pronóstico declarado de muerte, declara la promesa “el que cree en mí aunque esté muerto vivirá”. Ya sabemos lo que sucedió después: Jesús, con Su poder de resurrección, resucitó a Lázaro.
A lo mejor estamos atravesando situaciones donde todo parece empeorarse cada vez más o aún peor: todo ha muerto como Lázaro. El Señor te dice que cambies ese pronóstico declarado por su promesa: “el que cree en mi aunque este muerto vivirá”. ¡La vida de Dios viene sobre tus situaciones muertas y ellas son resucitadas! ¡¡Aleluya!!
El Señor nos está invitando en este tiempo a cambiar nuestro pronóstico reservado e incierto por una promesa de Dios.
En Hebreos 11:1 leemos: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
La fe se necesita para ver lo invisible, no lo visible. Cuando “vemos” por fe lo invisible (es decir, una promesa de Dios) nuestro espíritu la cree y obtenemos la certeza de lo que Dios promete… ¿qué estamos esperando?
La fe también es la convicción de lo que no se ve. Cuando vemos por fe la promesa de Dios, se origina en nuestro interior convicción, seguridad, de que esa promesa es verdadera. ¡Clamemos hoy al Señor que unja nuestros ojos para ver lo invisible!
Cuando se vive por fe, se vive creyendo en el Dios de las promesas. Dios no solo es Dios de promesas sino también cumplidor de promesas. ¿Cómo sabemos esto?
En Hebreos 6:13-15 leemos “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.”
Mucho creen que esa bendición fue dada solo para Abraham pero mire lo que dice la Biblia en Gálatas 3:13-14 “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”
La promesa del Espíritu en este contexto no se refiere a ninguna manifestación espiritual, sino a que recibiremos la promesa invisible de Dios, almacenada en el ámbito del Espíritu y registrada en Su Palabra.
Volviendo al pasaje de Hebreos 6:13-15, vemos que “(Dios) juró por sí mismo” ¿Puede entender el alcance de lo que esto significa? Porque Dios es fiel, el juramento es fiel; porque Dios es eterno, el juramento es eterno; porque Dios es santo el juramento es santo.
Si hay juramento eterno dado por Dios entonces, por así decirlo, significa que no moriremos sin que se cumplan las promesas de Dios en nuestras vidas, significa que uno es inmortal hasta que las promesas del juramento se cumplan todas en nuestra vida.
Mientras haya una promesa de la Palabra de Dios a nuestro favor, el juramento nos hace inmortales. Eso significa que no nos iremos de esta tierra sin recibir primero la promesa de Dios. ¿Se da cuenta porque necesitamos cambiar nuestro pronóstico reservado e inestable por las promesas seguras de Dios?
Luego el pasaje sigue diciendo: “te bendeciré con abundancia” y “te multiplicaré grandemente” No es solamente recibir una bendición, lo cual es algo glorioso, sino que también implica recibir una bendición sazonada con abundancia. La promesa de multiplicación ya de por si es gloriosa, ¡pero esta es una multiplicación grande!
Hasta aquí todo es glorioso, pero note lo que sigue diciendo el pasaje: “habiendo esperado con paciencia alcanzó la promesa”.
Aquí comienza nuestra batalla diaria donde se nos hace difícil dejar de vivir condicionados por los pronósticos humanos, donde se nos hace difícil vivir continuamente motivados por lo invisible de la promesa de Dios. En esa lucha interior entre lo que se ve (pronóstico negativo) y lo que no se ve (la promesa de Dios) existe el “factor tiempo” y eso en nuestro lenguaje significa esperar, esperar sin ver nada.
Para alcanzar la promesa no solo es necesario decidir esperar sino que también debemos decidir esperar con paciencia. Hay un dicho popular que dice “el que espera desespera” pero en el mundo espiritual “el que espera con paciencia alcanza la promesa”.
¡Cuando vivimos por fe cambiamos nuestro pronóstico reservado e inestable por una promesa firme de Dios!
En el banco celestial de Dios la promesa es como un cheque que tiene el sello con la firma de Dios y tiene escrita la promesa adecuada a la necesidad de cada persona. Para unos la promesa puede ser la salud, un mejor trabajo, el compañero de tu vida, un avance ministerial, etc.
Quizás argumentemos que si estuviéramos en otro lugar y condición las cosas hubieran sido diferentes pero piense en lo siguiente: Cuando Israel estuvo en el cautiverio en Babilonia, fue un tiempo difícil donde Dios trató con ellos. Humanamente hablando Israel tenía un “pronóstico reservado”, pues era un lugar lejano lleno de dificultad, pero vemos que en ese mismo lugar de cautiverio, Dios les dice en Jeremías 29:6-13: “Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”
Dios les dijo en otras palabras: – Mientras sigo tratando con ustedes en esta tierra lejana, hagan todo esto que les digo, porque a pesar del pronóstico negativo mi promesa va a funcionar. ¿Qué tenían que hacer ellos? Vivir confiados y hacer lo que tenían que hacer.
¿Que aprendemos aquí? Que en cualquier circunstancia, si hay una promesa, ella va a funcionar, porque tener una promesa es tener asegurado el futuro en Dios.
La promesa para ellos era edificar, plantar, casarse, engendrar hijos, multiplicarse…”ahí” (en el lugar de cautiverio).
Si la promesa nos alcanza, entonces no tendremos que salir de “allí”, donde estamos viviendo en este momento… allí en ese lugar Dios tiene promesa para ti. ¿Se da cuenta porque necesitamos cambiar nuestro pronóstico por una promesa de Dios?
La misericordia de Dios es tan pero tan grande que a pesar de nuestras limitaciones Dios piensa bien de nosotros. Si Dios piensa bien de nosotros, entonces significa que él tiene planes para con nosotros como lo dice Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Esta palabra que Dios les dio es una poderosa promesa que sigue vigente para nosotros hoy. La palabra “pensamientos” en el hebreo es “Mahashavah” y tiene ocho significados:
1. Dispositivo
2. Maquinaria
3. Plan
4. Buen consejo
5. Digno
6. Determinación
7. Diseño
8. Obra ingeniosa
Si tuviéramos que traducir la palabra “mahashavet” con una frase diríamos lo siguiente: “El dispositivo de Dios se ha activado”
¿Qué significa esto? Que Dios al pensar bien de nosotros, tiene planes con nosotros y por la obra del Espíritu el pensamiento o planes de Dios se activan en nosotros para que sucedan a pesar de los pronósticos adversos.
¡El Señor está activando su “mahashavet” en esta hora sobre nuestras vidas!
Quizás no entienda lo que estoy diciendo, por eso voy a dar un ejemplo muy práctico. ¿Recuerda a Rut la moabita? Cuando ella se quedó sola y abandonada luego de la muerte de su esposa, Noemí, su suegra le dijo que se volviera a su tierra. Rut entonces le dijo: “Tu Dios será mi Dios y tu pueblo será mi pueblo”. Noemí le había dicho que ella era una pobre mujer, sola, vieja que no tenía nada para ofrecerle, pero a ella no le importó la situación de Noemí sino que quería tener el mismo Dios que su suegra tenía… ¡esta actitud de fe en Dios hizo que se activara en ella el “mahashavet” (dispositivo de Dios)!
Cuando llegaron a Belén fueron a una hacienda, donde los cosechadores dejaban restos de la cosecha para que los pobres y las viudas se alimentaran. A medida que Rut caminaba por la hacienda, ella creyó que estaba allí, no para recoger las migajas o restos, sino para quedarse con todo, incluido el dueño de esas tierras. Al activarse el dispositivo de Dios en ella debido a su fe en el Señor, no fue la última sino la primera, no cosechó toda la vida los restos sino que fue la dueña y aún madre de un linaje eterno.
¿Puede entender lo que sucede cuando el “mahashavet” o dispositivo de Dios se activa en una persona?
Cuando Dios activa su palabra, ella está por encima de toda regla y pronóstico humano por más negativo que parezca. El pronóstico para Rut era que iba a vivir mendigando el resto de sus días, ¡pero Dios hizo todo lo contrario!
Dios nos está invitando en este tiempo a cambiar nuestro pronóstico por sus fieles promesas.
Algo para destacar en todo el proceso de materialización de la promesa es nuestra participación haciendo algo. Uno participa con el hacer y Dios hace lo imposible. Es en el movimiento confiado que Dios obra. Cuando cambiamos nuestro pronóstico por una promesa de Dios seguimos haciendo todo lo que viene a nuestras manos sin detenernos, creyendo que Dios intervendrá.
Es importante que, con una actitud de fe, pongamos manos a la obra haciendo lo que está a nuestro alcance. Ese movimiento sumado a la activación del “mahashavet” de Dios hará que alcancemos la promesa.
El hacer implica no solo “hacer algo” naturalmente sino también actuar espiritualmente hablando lo que Dios dice, orando, buscando su rostro, declarando, proclamando, porque si hay una promesa tenemos la certeza en Dios de que sucederá.
La Biblia dice: “La cual concertó con Abraham, Y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán Como porción de vuestra heredad. Cuando ellos eran pocos en número, Y forasteros en ella, Y andaban de nación en nación, De un reino a otro pueblo, No consintió que nadie los agraviase, Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.” (Salmos 105:9-15)
Note las palabras donde Dios asegura que la promesa que el da es verdadera: “pacto”; “juramento”; “decreto” “pacto sempiterno”. La promesa que ha dado no era solo para ellos sino para mil generaciones (ahí entramos usted y yo). ¿Qué les dijo? “a ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad”
¿Qué tiene que ver con nosotros hoy? Que así como Dios en la antigüedad le dio a su pueblo una tierra prometida, hoy nos ha otorgado a nosotros una “tierra de promesas” firmes y estables de la Palabra de Dios.
Además de su juramento, pacto decreto y pacto sempiterno, para mil generaciones, el Señor le ha dado a su pueblo un blindaje protector contra toda amenaza, dondequiera que fueran. Este es un blindaje de máxima protección para sus vidas, familias, casa, negocios, empresa, trabajo, cuerpo. Dios les prometió que nadie los iba a agraviar y que los que lo intentaran serían castigados.
Cuando el “mahashavet” de Dios se activa, prácticamente significa que Dios piensa bien de nosotros, tiene planes para que los llevemos a cabo con el propósito de “daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11) ¿Cuál es el fin que usted espera?
Declare y confíe que en este día: ¡El “mahashavet” de Dios se ha activado en mí! ¡Camine confiado y cambie su pronóstico reservado e inestable por las promesas firmes de Dios!