Recopilado por Ritchie Pugliese
La Palabra de Dios dice lo siguiente en Romanos 12:1-2
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
La Biblia nos enseña que Dios en el cielo no cambia, Él siempre es el mismo por los siglos de los siglos (Malaquías 3:6), pero que debajo del cielo si existen los cambios o tiempos de cambio (Eclesiastés 3:1).
Todo lo creado por Dios está regido y gobernado por los cambios, por ejemplo: Las estaciones del año, el ser humano que nace, crece, se reproduce, desarrolla, declina y muere, etc.
Nuestras vidas pueden experimentar cambios en la salud, en la faz financiera, en el carácter, en la mente, geográficos, culturales y por cierto los cambios del alma y del espíritu, entre otros. Todo lo que tiene vida experimenta cambios.
Existen varias clases de cambios:
a) Cambios para peor;
b) Cambios para mal;
c) Cambios para bien y
d) Cambios para mejor.
Existe un dicho que dice una gran verdad: “Cambiar y cambiar para mejor, son dos cosas completamente diferentes”. El deseo de Dios es que nosotros, sus hijos, seamos personas que no sólo cambiemos, sino que cambiemos para lo mejor. La Biblia llama a esto una transformación.
La palabra “transformación” en el original griego, deriva de la palabra “metamorfoos”, de donde sale la palabra “metamorfosis”, que es el proceso en el cual un simple gusano se transforma en una bella mariposa.
Muchas personas tienen la intención de cambiar para mejor, pero nunca lo logran porque no han aprendido lo que se llama “la dinámica del cambio”.
Principios indispensables para tener en cuenta y comprender el proceso o la dinámica del cambio:
Recuerde que el Señor en este tiempo nos está invitando a cambiar, ser transformados, para que vayamos de “gloria en gloria” (2 Corintios 3:18); de “fe en fe” (Romanos 1:17) y de “poder en poder” (Salmos 84:7). Para lograrlo necesitamos saber que:
A. Los cambios no son un suceso o acontecimiento de una sola vez en la vida, sino que se repiten en etapas o ciclos durante toda la vida.
B. Los cambios llevan tiempo, no suceden generalmente de inmediato.
C. Los cambios requieren hacer ajustes y correcciones.
D. Los cambios tienen que tener un blanco definido. (Por Ej.: Voy a cambiar mi carácter agresivo. Si tenemos varias cosas que cambiar poner un orden de prioridades para empezar por una a la vez).
E. Los cambios tienen que tener una meta principal: deben estar respaldados por la Palabra de Dios y glorificar a Cristo. Todo cambio que no se haga de esta manera es pura vanagloria.
Porque muchos se resisten al cambio
Algunas razones son:
1. Temor a lo desconocido
Cambiar implica moverse a nuevas áreas, desconocidas muchas veces, sin conocerlas de antemano. Implica salir del área de comodidad donde hemos vivido por mucho tiempo para hacer algo nuevo. Gracias a Dios que en 2 Timoteo 1:7 leemos que Dios no nos ha dado espíritu de cobardía o timidez, sino de poder para hacer los cambios que sean necesarios. Para poder cambiar se hace necesario actuar en fe, creyendo a lo que Dios dice Su Palabra, pues sin fe es imposible agradar al Señor (Hebreos 11:6)
2. El factor riesgo
No se puede cambiar sin tener que tomar riesgos. Uno ha visto que los cambios que deseo hacer, han funcionado bien en otros, pero no sabemos si será igual en nosotros. Siempre en el proceso hacia la victoria está implícito el riesgo hacia la derrota.
3. El medio ambiente que nos rodea
Llamamos así al lugar o atmósfera donde hemos crecido y vivido. Todo ese trasfondo nos ha creado una idea o patrón mental de cómo vivir para siempre. He leído que el elefante de circo, al que generalmente vemos bien tranquilo y atado solamente con un lazo aferrado a una estaca, no se suelta. ¿Cómo puede ser que el elefante no rompa el lazo con la fuerza que tiene y se escape? La respuesta es que desde pequeño el cuidador se toma el trabajo de entrenar al elefante, atándolo con algo resistente que no pueda romper. Al principio el elefante tira una y otra vez para romper la soga. Lo hace muchas veces, hasta que se da por vencido, se le ha formado en su mente el patrón “de que nunca romperá la cuerda”. Vivirá con ese patrón de pensamiento todos los días de su vida.
Gracias a Dios no estamos impotentes como el elefante. Podemos vencer el poder del medio ambiente con el poder de la Palabra poderosa y cambiante de Dios, pero debemos saber que muchas veces nuestros familiares y amigos (si bien ellos pueden ayudarnos a cambiar) también pueden impedirnos o frenarnos de realizar cambios trascendentales. Hebreos 11:15 dice: “pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron (el patrón del medio ambiente), ciertamente tendrían tiempo de volver (no intentar el cambio)”
4. El síndrome del éxito rápido o instantáneo
La sociedad nos ha hecho creer que se puede obtener éxito rápido, pero la realidad de la vida y la experiencia nos dice que es al revés. La espera y la paciencia, sumado al sacrificio, son ingredientes necesarios e indispensables en el proceso del cambio. Uno espera con paciencia porque sabe que logrará algo al final del recorrido. Gálatas 6:9 nos dice: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, sino desmayamos.” El pasaje habla de no cansarse ni desmayar, pues para cosechar primero hay que sembrar con sudor o sacrificio. Los cambios trascendentales, para mejor, siempre requieren sacrificio.
Las etapas o pasos en el proceso de cambio:
Dijimos anteriormente que el cambio es un proceso que requiere tiempo. Cada nivel de cambio puede tener un incremento de dificultades y problemas. Algunos cambios suceden más rápidos que otros, algunos son más dolorosos que otros y demandan un alto grado de esfuerzo. Cualquiera sea la situación que enfrentemos, necesitamos tener en cuenta los siguientes pasos para efectuar cambios significativos:
PASO 1: La mente
Si podemos cambiar la manera de pensar, podemos entonces cambiar todo lo demás. No se pueden realizar cambios trascendentales sin cambiar la forma de pensar. Para comenzar a cambiar la mente, el ingrediente de la información se hace necesario. El enemigo sabe esto y hará lo posible para que no recibamos información ni accedamos a ella. Oseas 4:6 dice “mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento” Cuando recibimos “luz” o información de algo, nuestros ojos se abren y podemos cambiar. Siempre la información nos da revelación; la revelación es el iniciador de la transformación; y la transformación es la avenida para la manifestación de Dios. Para poder informarnos correctamente tenemos que desear oír y aprender a oír. El Señor en su mensaje a la Iglesia en Apocalipsis le repite una y otra vez “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice…” (Vea Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29, 3:6, 13, 22)
PASO 2: Actitud
Luego de cambiar la mente o manera de pensar, lo siguiente y dificultoso para cambiar es la actitud. Nuestra actitud es la expresión de nuestro ser interior. La actitud es la diferencia entre ganar o perder; fallar o tener éxito. La actitud no es apariencia, habilidades. Ella puede ser negativa o positiva, de fe o de incredulidad, de victoria o derrota. Proverbios 18:14 dice: “El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más ¿quién soportará al ánimo angustiado?”
PASO 3: Estilo de vida
No se puede cambiar un estilo de vida, sin primero cambiar la mente y la actitud. El estilo de vida cambia cuando abrazamos la verdad de Dios, los principios de Su Palabra, y ésta llega a ser una manera de vivir. Juan 8:32 dice; “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. La vida cristiana no consiste en cumplir reglas religiosas sino en un impacto interior, por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, que transforma nuestra vida de adentro hacia afuera.
PASO 4: Cultura
Cuando la mente es renovada, la actitud cambiada, y el estilo de vida cambiado, todo eso llevará a afectar para bien nuestra cultura. Dicen los sociólogos que lleva entre cinco y siete años traer un cambio a una cultura establecida y enraizada por años. Por cierto, solos no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar nuestro mundo y el que nos rodea. Mateo 5:13-14 dice: “Vosotros sois la sal de la tierra…vosotros sois la luz del mundo…”
La rueda del cambio
Existen seis ciclos importantes, que cuando se los practican, originan un cambio significativo. Es como una rueda que se moverá y avanzará. Ellos son:
CICLO 1: Reconocer la necesidad del cambio
La idea aquí es mirarnos, como en un espejo imaginario, a nosotros mismos, para saber cómo estamos en el presente y ver que se hace vital, necesario e indispensable cambiar. Sería bueno hacerlo a solas y una vez que nos hemos visto, expresar con palabras y decir, por ejemplo: -“No puedo ni quiero seguir teniendo éste carácter explosivo, ésta actitud negativa, esos sentimientos rencorosos, etc. No quiero que ésta característica me siga perjudicando y destruyendo. Necesito cambiar por algo mejor, que sea saludable para mí, bendiga a otros y glorifique al Señor”-
CICLO 2: Visualizar el futuro
La idea es mirar por fe hacia adelante y expresar como nos gustaría llegar a ser. Este es quizás el eslabón más importante del proceso de cambio. Aquí uno puede estar en fe su futuro, lo cual lo llevará a desear realizar cambios trascendentales. Este es un paso que influenciará positivamente la decisión de cambiar. Aquí la idea es ver, por fe, los beneficios del cambio, como así también ver las consecuencias por no cambiar.
Ver por fe es imaginarnos hablando palabras que edifican, teniendo una actitud perdonadora y no rencorosa, rompiendo hábitos negativos y fluyendo con actitudes nuevas. Es vernos con la apariencia física adecuada, con el nivel de vida económico que Dios quiere, con la armonía y felicidad matrimonial que nunca antes hemos tenido, etc.
CICLO 3: Aceptar la necesidad de cambiar
Aquí es donde uno decide quedarse satisfecho como uno es, como está o si realmente quiere ver las cosas cambiar para mejor. Aquí es donde se tiene la certeza de fe que será necesario implementar cosas nuevas.
CICLO 4: Desear cambiar
En este punto la persona quiere realmente experimentar el cambio transcendental, pero siente impotencia pues no sabe cómo hacerlo. Es aquí donde se hace necesario buscar ayuda para que nos guíen y aconsejen apropiadamente. Los cambios trascendentales en Dios no se realizan a solas. Uno necesita:
a) La ayuda directa de Dios por medio de su Espíritu Santo
b) La ayuda de Dios a través de las autoridades espirituales de la Iglesia local y/o hermanos maduros en la fe. Es aquí donde debemos aprender a dejar la vergüenza de lado, buscar ayuda, abrir el corazón, escuchar con atención y aplicar lo que nos han enseñado y ministrado.
CICLO 5: Planear o trazar un plan de cambio
Aquí la persona desarrollará una estrategia de cambio, paso a paso, en forma ordenada y progresiva que lo llevará del desorden al orden, del desequilibrio al equilibrio; de lo negativo a lo positivo; de lo peor a lo bueno y a lo mejor. Para crear un nuevo patrón de vida o conducta, se requiere paciencia y perseverancia.
CICLO 6: Poner en práctica el plan
Aquí se hace necesario desarrollar el hábito de la obediencia a la estrategia trazada, cuando fue a pedir ayuda y consejo. Se hace necesario no dejarse llevar “por lo que siente” sino “por lo que debo o necesito hacer”
El Espíritu Santo, por medio de ésta enseñanza bíblica profunda le está diciendo en ésta hora que hay cosas que cambiar de su vida, matrimonio, negocios, ministerio, etc. Usted ya no puede seguir así. ¡Tiene que cambiar!
No se resista al cambio, permítale al Señor trabajar en su vida. Usted decida hacer su parte, creyendo lo que dice 2 Corintios 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el espíritu del Señor”
¡Este es el tiempo y ésta es su oportunidad para realizar cambios trascendentales y experimentar una poderosa transformación por la Gracia de Dios!