LA IMPARTICIÓN ESPIRITUAL

Por Ritchie Pugliese

¿Es necesario que alguien ore por nosotros para recibir más de la presencia de Dios?

¿Ha escuchado en algún momento frases similares a estas: “Cuando Dios quiera hacer algo en mí, no necesito que nadie ore por mi”; “Dios puede tocarme con su Espíritu directamente sin necesidad de que alguien ore por mi” o “Lo que Dios tiene para mí me lo va a dar él directamente y sin intermediarios” o “Yo no tengo que andar buscando a nadie que ore por mí para recibir algo de Dios”?

En la Iglesia de hoy existe una falta de comprensión escritural y espiritual acerca de lo que es la impartición espiritual.

¿Qué es la impartición espiritual?

Es lo que recibimos de Dios de dos únicas maneras: 1) directamente de Dios o 2) a través de los siervos de Dios.

Por cierto Dios no tiene ningún problema con esto, pues considera a ambas imparticiones como algo proveniente de sí mismo, pero nosotros tenemos problemas o reservas en aceptar recibir algo de Dios, especialmente si es a través de un siervo de Dios, una persona como nosotros.

Generalmente no tenemos problemas con recibir algo DIRECTAMENTE de Dios, pues los creyentes consideramos que es uno de los privilegios que gozamos por ser sus hijos, pero si somos sinceros debemos decir que sí tenemos serios inconvenientes con respecto a recibir algo de Dios a través de un ministro o siervo de Dios. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto?

Para comenzar debemos decir que los siervos o ministros del Señor (Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros según Efesios 4:11) no sólo son canales transmisores de la Palabra de Dios, sino también del poder del Espíritu Santo al pueblo. Hebreos 2:4 dice: “testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo  según su voluntad.”

Romanos 1:11 dice: “Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados;”  La palabra “comunicaros” en las traducciones inglesas más fieles al original griego se la traduce como “impartir”.

La Biblia dice en Efesios 4:11-12: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos par la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” El v. 12 dice que Dios puso a sus siervos, los ministros, para realizar lo siguiente con los creyentes en Cristo:

1. Perfeccionarlos para hacer la obra del ministerio o servicio;

2. Edificarlos o equiparlos para crecer espiritualmente

Sin lugar a dudas estas dos cosas se realizan por un lado con la autoridad de la Palabra de Dios, la cual es predicada y/o enseñada por los siervos de Dios, y por otro con el poder del Espíritu Santo el cual es impartido a los creyentes.

Comprender básicamente la obra del Espíritu Santo es necesario para poder entender lo que significa la impartición espiritual y lo que podemos recibir de Dios a través de un siervo de Dios.

El Espíritu Santo trabaja en la tierra realizando una triple obra; y para poder diferenciarlas se las define con tres palabras: 1) “con”; 2) “en”; 3) “sobre”. Echemos un vistazo brevemente sobre cada una de ellas:

1) El Espíritu Santo con nosotros (Juan 14:17)

Se refiere a la obra que el Espíritu Santo realiza sobre la tierra, para convencer al mundo de pecado, y hacer que la gente se convierta a Jesucristo y reciba la salvación eterna (Juan 1:12).

2) El Espíritu Santo en nosotros (Juan 14:17)

Se refiere a la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente. Este proceso se llama santificación, donde el creyente refleja la presencia y el carácter de Cristo, el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22).

3) El Espíritu Santo sobre nosotros (Lucas 24:49; Hechos 1:8)

Se refiere a la obra del Espíritu Santo sobre la vida del creyente para capacitarlo a cumplir una misión y servir eficientemente al Señor, para revelar el poder de Dios a través de los dones y gracias que ha recibido. En esta tercera obra del Espíritu Santo es donde Dios derrama de su unción y generalmente nos es impartida a través de un siervo de Dios.

Entonces, la secuencia de bendición siempre proviene de Dios, quien la envía a la tierra por medio de su Espíritu Santo a sus siervos o ministros para que ellos a su vez, puedan impartirlo a otros. ¿Resultado?  Dios es glorificado, el siervo de Dios es utilizado y el creyente es bendecido y equipado.

Lamentablemente, muchos no creen en la impartición de las cosas del Espíritu Santo a través de los siervos de Dios, y se pierden grandes bendiciones celestiales. Ellos argumentan: -Si Dios quiere hacer algo conmigo, que lo haga aquí directamente conmigo, sin tener que yo ir en busca de ningún siervo de Dios para que ore por mí. – ¿Le suena familiar esta frase?

He aprendido que estos argumentos pueden revelar dos cosas:

1) Ignorancia de lo que dice la Palabra de Dios acerca de lo que es la impartición de algo proveniente de Dios, a través de las autoridades espirituales;

2) Orgullo, soberbia y falta de humildad para someterse a una persona ungida por la presencia de Dios.

Para ser sinceros, generalmente nuestro problema principal es el del punto “2”, no tenemos la suficiente humildad para ir a buscar una bendición de Dios a través de otro siervo del Señor.

Aquí surge una pregunta para que nos respondamos ante el Señor: ¿Estoy dispuesto, con una actitud de humildad, a dejarme ministrar por un siervo de Dios a fin de recibir lo que Dios tiene para mí, o considero  que hacer eso me degrada, rebaja mi reputación o me hace sentir menos o inferior que los demás?

Una lección aprendida

Hace varios años aprendí esta lección. Estaba con un grupo de otros pastores buscando más de la presencia de Dios. Clamábamos a Dios para que él hiciera algo nuevo en nuestras vidas. Teníamos hambre y sed espiritual. A pesar de buscar a Dios a solas y estar derramándome en su presencia continuamente, no recibía nada, pero en cambio mi desesperación por recibir de Dios aumentaba más y más.

Un pastor amigo me comentó que un siervo ungido de Dios estaría ministrando en una ciudad que estaba a muchas millas de donde vivía. Por un lado me vino el pensamiento: “lo que Dios tiene para mí me lo va a dar directamente” y por otro el impulso del Espíritu Santo de viajar para ser ministrado por este siervo. En mi espíritu decidí que lo mejor era viajar hasta esa ciudad con el sólo propósito de recibir más de Dios.

Luego de haber viajado muchas millas para estar presente en una reunión y recibir más de la presencia del Espíritu Santo a través de la impartición de este siervo de Dios, estuve cenando y hablando con él, y le pregunté lo siguiente: -¿Por qué Dios permite que uno recibía algo de Él a través de otro ser humano y no lo hace directamente sin que nadie esté “en medio”? Este siervo, sonriendo, me dijo con sabiduría: -Dios lo hace para humillarnos y quebrantarnos, para vaciarnos de nosotros mismos a fin de ser llenos de Su presencia posteriormente. Se necesita mucha humildad para recibir a través de otro siervo de Dios -.

Esas palabras me dieron la respuesta que necesitaba y me hizo entender, una vez y para siempre, la importancia que tiene la impartición de la presencia de Dios a través de los siervos del Señor. ¡Dios usa a sus siervos como canales para bendecir a su pueblo, y si anhelamos recibir más de Dios debemos estar dispuestos a humillarnos y permitir que otra persona nos ministre! La otra pregunta que surge aquí es: ¿Estamos dispuestos a hacerlo o nuestro orgullo y soberbia interior nos harán perder lo que el Señor nos quería dar?

En la Biblia existen varios casos de personas que recibieron algo de Dios, a través de otros siervos del Señor:

             Josué recibió la investidura de Moisés para liderar a Israel (Josué 1)

¿Se imagina a Josué diciendo: – Moisés, no necesito recibir nada de ti, sino solo de Jehová directamente?

•             Los seguidores de David recibieron de su unción de valentía (1 Samuel 22:2; 23:8-39; 1 Crónicas 12)

¿Se imagina a los seguidores de David, negándose a recibir de David la unción de valentía argumentando que lo que tenían que recibir Dios se los iba a dar directamente a ellos?

•             Eliseo recibió el manto profético de Elías (2 Reyes 2)

¿Se imagina a Eliseo, pretendiendo recibir la doble unción sin pedírsela a Elías, argumentando que la recibiría directamente de Dios?

•             Jesús fue bautizado por Juan el Bautista (Lucas 4:21)

¿Se imagina al Señor Jesús negándose a ser bautizado, argumentando que como él era Dios no necesitaba que nadie lo bautizara?

•             Saulo, recién convertido fue ministrado por Ananías (Hechos 9:10-17)

¿Se imagina a Saulo, negándose a ser ministrado por Ananías, debido a que Dios se le reveló directamente y porque Ananías no era un pastor?

•             Los 12 apóstoles recibieron la gran comisión de Jesucristo (Mateo 10:1)

¿Se imagina a los 12 apóstoles negándose a recibir la Gran Comisión, argumentando que Dios se las iba a entregar sin ningún intermediario?

•             Timoteo recibió el manto apostólico y pastoral de Pablo (1 y 2 Timoteo)

¿Se imagina a Timoteo, negándose a recibir el manto apostólico, argumentando que lo que iba a recibir vendría directamente de Dios?

Ellos no lo hicieron, ¡pero pareciera que nosotros sí lo hacemos… por eso nos perdemos lo que Dios nos quiere dar!

Estos ejemplos, entre otros, nos muestran que Dios siempre tuvo muy en cuenta el asunto de la impartición espiritual a través de sus siervos. Es algo que continúa vigente hoy, sabiendo principalmente que la fuente de la bendición proviene de Dios y no del hombre. Él siervo de Dios es sólo un canal, un medio  transmisor. Por eso la Gloria le pertenece a Dios y no al canal transmisor.

Lamentablemente a veces por la inmadurez espiritual la gente pierde de vista el obrar de Dios y exalta al hombre, pero este es otro tema.

La impartición de Dios a través de sus siervos es semejante a cuando usted va a comer a un restaurante. El que trae la comida para que usted la disfrute es el mesero, pero el mérito del sabor de la comida no le pertenece. El mesero sólo fue el canal de transporte del sabroso menú. Usted no dice: -¡Qué increíble, cómo ha servido la comida el mesero! sino que se deleita diciendo: -¡Qué sabrosa estuvo la comida, qué bueno es el cocinero!

La impartición de Dios, a través de Sus siervos, también es similar al agua que corre por la tubería de la casa para que usted pueda ducharse y lavarse la cara cuando se levanta a la mañana. Usted no dice: -¡Qué tubería maravillosa! Sino más bien abre el grifo, utiliza el agua que necesita y dice: -¡Qué fresca y abundante es el agua! ¿Va entendiendo lo que significa la impartición de algo de Dios a través de otros de Sus siervos? ¡Enfóquese en lo principal y no en lo secundario y, seguramente, recibirá abundantes bendiciones de Dios para su vida, familia, negocio y ministerio!

La impartición de algo proveniente de Dios sobre la vida del creyente es una realidad. Puede que sea directamente de Dios o a través de otros siervos del Señor. ¡Lo más importantes es que no perdamos todo lo hermoso y poderoso que Dios nos quiere dar! ¿Estamos dispuestos?

Si bien Dios nos ministra individualmente en nuestro encuentro privado y a solas con él, cuando le buscamos para orar y tener comunión con él, generalmente Dios utilizará la impartición de una bendición a través de los siervos de Dios en las reuniones públicas.

¿Estamos dispuestos a hacer lo que bíblicamente sea necesario para recibir más de Dios, aunque eso signifique permitir que un siervo de Dios, una persona como nosotros, ore por nosotros, nos ministre e imparta la bendición de Dios? ¡Enfóquese en lo principal (Dios y todo lo precioso que tiene para darnos) y todo lo demás lo hará por añadidura!

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