LA CRISIS DE ENCONTRAR UN NUEVO LUGAR PARA CONGREGARSE

Cómo cerrar ciclos en buenos términos y comenzar uno nuevo con la bendición de Dios

Por Ritchie Pugliese

Una de las situaciones más comunes de la Iglesia moderna es aquella en la que un miembro de una iglesia local específica decide irse del lugar donde se congregaba y trasladarse a otra congregación.

Aparentemente no tiene nada de extraño este procedimiento, pero el problema radica que muchos creyentes, cuando deciden cambiar de congregación, en vez de retirarse correctamente y con una buena actitud, proceden erróneamente y se trasladan a otra congregación como si nada hubiera sucedido. ¿Dios puede pasar por alto esa actitud incorrecta?

Cualquier cristiano tiene la libertad de escoger un nuevo lugar donde congregarse, pero lo que creo que se hace necesario reflexionar es en la manera en la cual un creyente necesita dejar una iglesia para ir a colocarse bajo la autoridad de otro pastor en otra iglesia.

La pregunta que surge aquí es: ¿Cualquier reacción es justificable contra el pastor, por el solo hecho de que la persona se sienta enojada y haya decidido irse? Por el hecho de que una persona decida irse de la iglesia, ¿es necesario hacerlo enojada con el pastor o el liderazgo de esa iglesia local?

Dios en este tiempo nos quiere enseñar a “cerrar ciclos” en buenos términos, para que lo nuevo que emprendamos cuente con el favor y la bendición del Señor y no nos queden cuentas espirituales pendientes. Como cristianos que anhelamos agradar a Dios debemos decidir hacer las cosas a la manera de Dios, incluido el proceso de retirarse del lugar donde nos congregamos para comenzar una nueva etapa en otro lugar.

Recuerdo en mis años más jóvenes cuando me congregaba en una iglesia tradicional no abierta a la presencia del Espíritu Santo. En aquellos tiempos Dios comenzó a tratar con mi vida y mostrarme que existía mucho más espiritualmente de lo que había conocido y experimentado en esa congregación.

Esta búsqueda me llevo a recibir y tener genuinas experiencias espirituales con el Espíritu Santo que me han marcado para bien para toda la vida. Todo ese nuevo mover del Espíritu en mí hizo que el pastor de aquella congregación se predispusiera mal contra mí.

Nunca traté de ocasionar problemas a las autoridades espirituales en los lugares donde me he congregado, pero en aquella oportunidad lo que estaba experimentando, en forma directa e indirecta producía malestar en el pastor, pues en aquél entonces estaba cerrado al mover de Dios.

Luego de orar por un tiempo, interpreté que era necesario dejar ese lugar para no ocasionar mayores problemas. El día que fui a hablar con este pastor, para informarle que me retiraba de la iglesia, lo hice educadamente, midiendo las palabras que decía y con gran nerviosismo, pues había estado en ese lugar desde mi infancia.

El pastor estaba molesto hacia mí y no me trató muy cortésmente sino con un desprecio evidente. Salí de ese lugar aturdido por su reacción, pero por la misericordia de Dios no guardé ningún rencor hacia él, y ahora luego de muchos años veo la mano de Dios que me guardo de tener rencor hacia él.

Luego de un año de estar congregado en un nuevo lugar, un día mi “nuevo” pastor me dice: – Ritchie, estuve orando y el Señor me dijo que tienes que ir a ver a tu anterior pastor para pedirle perdón –. Al principio no tomé bien esa sugerencia, pero luego tomé las palabras de mi nuevo pastor como palabra de Dios.

A pesar de que yo creía que no había hecho nada malo contra aquél pastor, en fe decidí ir a verlo para pedirle perdón. Recuerdo que la entrevista fue breve pero suficiente como para humillarme voluntariamente ante mi “ex” pastor y pedirle disculpas.

Sinceramente no sabría cuál sería su reacción. No me olvido más de sus palabras. Él me dijo:- ¿Sabes una cosa? Tu hubieras sido de gran bendición si te hubieras quedado – El resultado de eso, fue que restauré mi relación con ese pastor, de tal manera ¡que cuando me case utilicé las instalaciones de su iglesia y no me cobró un centavo! Estoy seguro que eso sucedió por la misericordia de Dios, y porque tuve la actitud correcta.

La actitud correcta es lo que Dios espera de todo aquel que decida irse de su actual congregación y comenzar una nueva etapa en otro lugar.

Cuando uno habla con otros siervos de Dios sobre este tema, existe un consenso prácticamente general, triste pero real, que muchas personas antes de irse de la iglesia, aprovechan “su última oportunidad” para descargar toda su carnalidad e irrespetuosidad contra los siervos de Dios. Estos creyentes piensan que por retirarse de esa congregación ya no le deben respeto a esa autoridad espiritual y tienen el derecho de actuar imprudentemente. Muchas veces, uno puede estar en lo correcto pero puede hacer las cosas con el espíritu incorrecto. ¿Lo sabía?

Cuando un creyente decide dejar un lugar para congregarse en otro y se va de ese lugar de la manera incorrecta, deja un “agujero” abierto en su interior del cual el enemigo se valdrá para ganar acceso y hacer no solo que esa persona quede resentida en su corazón, sino también para que se desparrame ese espíritu incorrecto en el nuevo lugar donde se congregue. Cambiaremos de lugar pero iremos con la misma “atmósfera pesada espiritual” a otro lado, y eso nos impedirá ser de bendición en el nuevo lugar.

En el mundo espiritual sucede algo similar al mundo natural: Cuando uno no aprueba un examen y repite de año, aunque se cambie de escuela, igualmente tendrá que repetir el año.

Muchos cristianos creen que aunque se vayan de un lugar peleados con el pastor y diciendo cualquier cosa difamatoria contra el (esto sería no aprobar el examen y repetir el año), pueden tranquilamente iniciar una nueva vida en otra iglesia como si nada hubiera pasado (esto seria cambiar de escuela) y ser bendecidos.

Las malas actitudes revelan un corazon malo, lleno de pecado, y cualquier pecado que un creyente no confiesa y se aparta sigue estando presente en su vida, aunque cambie de pais, ciudad o congregación.

Lamentablemente existen creyentes que van de un lugar al otro repitiendo siempre lo mismo y nunca aprendiendo y aprobando la lección correcta.

Como siervo del Senor, siempre enseño a la gente que nunca traten de irse de una iglesia local peleados con el pastor, aunque crean “tener razón”. El hecho de “tener razon” no nos da la libertad para hacer lo que no corresponde.

Hoy día en la sociedad rebelde en la que vivimos, los parámetros de respeto y honra a las autoridades esta prácticamente olvidados y aun ridiculizados, y este espíritu, lamentablemente, está bien presente en nuestra iglesia moderna. Lo positivo de todo esto, es que si lo deseamos, podemos operar con un espiritu diferente, que agrade a Dios.

Quizás usted esté pensando en este momento: – Pastor Ritchie, ¿pero que pasa si yo tengo razón y es el pastor el que está equivocado? Aquí se hace necesario entender algo muy importante: La cuestión no es quién tiene la razón sino lo que Dios espera de un creyente en su actitud hacia las autoridades espirituales.

Existen en la Biblia dos puntos muy importantes para tener en cuenta:

a) Dios defiende a sus autoridades delegadas y les pide a los que están debajo de esa cobertura espiritual, respeto y obediencia.

El respeto y la obediencia no es por la persona, sino por la investidura espiritual que tiene la persona en el lugar de autoridad que ejerce. El siervo de Dios puede hacer lo bueno o lo malo, pero la actitud del que esté debajo de esa autoridad es respetar y obedecer a causa de la investidura que Dios le ha dado.

El no hacerlo trae serias consecuencias. Esto lo vemos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El caso de María, que no respetó la autoridad espiritual de Moises, la hizo llenarse de lepra, una figura del pecado, y tuvo que salir de la congregacion por un tiempo hasta que se arrepintiese. María se creyó con derechos de hermana de sangre y no lo respetó. Esto nos enseña que la investidura espiritual es superior a la relacion natural.

 b), Dios no solo las defiende a las autoridades espirituales, sino que también las disciplina cuando sea necesario.

Dios es el único que tiene autoridad para juzgar a sus autoridades espirituales, el es único que tiene autoridad para decir  “hizo lo correcto o hizo lo incorrecto”. También Dios corrige a sus siervos a través de otras autoridades espirituales que están sobre el pastor.

Aquellos que están debajo de una autoridad, no tienen la autoridad de juzgar al que está más arrriba. Siempre al que esta “arriba”, en una posición delegada de Dios, lo debe juzgar el que esta “mas arriba”. Este es un principio teocrático.

Cuando el Rey David adulteró con Betsabé no vino un campesino ni un sirviente de la casa a mostrarle su pecado y corregirle, sino un profeta, es decir una autoridad espiritual superior a la del rey. Si los creyentes entendieran lo que esto significa, nunca más se irían de una iglesia discutiendo, peleando y pretendiendo culpar al pastor de muchas cosas. Ellos se retirarian en paz, encomendando su causa a Aquél que pesa las acciones y es fiel y justo.

El problema radica que muchas de nuestras iglesias locales funcionan mas como democracias (gobierno del pueblo) que como teocracias (gobierno de Dios). La diferencia es notable. En la democracia es el pueblo el que hace lo que quiere con las autoridades, en una Teocracia es Dios en el cielo junto con sus autoridades delegadas en la tierra las que gobiernan. ¡Vaya diferencia! Por eso, ser una autoridad delegada de Dios requiere mucha responsabilidad y seriedad. ¡No es ningun juego representar al Señor y ser supervisado constantemente por su mirada escudriñadora! ¡Dios es santo y justo!

Cuando un creyente se pelea y le levanta la voz irrespetuosamente a una autoridad espiritual delegada de Dios, lo está haciendo contra Dios; cuando alguien habla mal o comparte con otros los “errores” y fallas del pastor, lo que ésta persona hace es ponerse en forma directa o indirecta en un espíritu contrario al del respeto y obediencia. ¡Se paga un alto precio espiritual por este tipo de comportamiento descontrolado!

Existen por todos lados pastores, ministros muy lastimados por la gente hoy dia. Muchos de ellos han decidido abandonar aún el ministerio y dedicarse a otra cosa.

Ahora bien, ¿Qué puede hacer un pastor herido, que ha sido agredido, injuriado por alguien o un grupo de personas rebeldes injustamente?:

1.            Refugiarse en el Señor

2.            Entender que todo esto forma parte de la vida ministerial

3.            Decidir perdonar a los que nos han tratado imprudentemente

4.            Dejar que el Espíritu Santo sane las heridas de su corazón

5.            Decidir no ejecutar futura venganza contra otros creyentes, sino siempre demostrar su autoridad espiritual.

6.            Creer que el Señor es el vengador de nuestras ofensas y agravios, no nosotros.

7.            Mirar hacia delante, creyendo que Dios traerá a su camino, creyentes con un corazón dispuesto a la obediencia y respeto hacia las autoridades espirituales.

¿Qué puede hacer un creyente cuando ha decidido irse de una congregación? ¿Cuál es la actitud correcta?:

1.            Orar al Señor. No tome determinaciones apuradas. En el apuro siempre está inmersa la imprudencia.

2.            Siga orando para tener paz interior y que realmente sea de Dios su decisión de salir de esa iglesia local para ir a otra.

3.            Vaya a hablar con el pastor. En caso de intentar varias veces y no ser recibido o atendido, salga del lugar pero comience a trabajar en su corazón en oración para que Dios le dé la gracia de perdonarlo, aunque le haya molestado esa actitud. Decida nunca más hablar del tema con nadie, especialmente con aquellos que aún siguen bajo la cobertura de ese pastor. Si nos descuidamos, podemos estar promoviendo descrédito, mala fama contra un siervo de Dios y estaremos en mayores problemas futuros con el Señor.

4.            Si tiene la posibilidad de hablar con el pastor, decida hablar con respeto, dejando sus nervios de lado, midiendo cada palabra que se dice, pues está frente a una autoridad delegada de Dios, aunque usted no lo quiera reconocer.

5.            Expresar su pensamiento y decidir cerrar la conversación en paz, y si es posible con una oración de ese pastor.

6.            Salir de esa iglesia y evitar tener contacto con la gente de esa iglesia para no seguir hablando del tema nunca más.

7.            Decidir no hablar más a las espaldas de ese pastor. ¡Asunto terminado, no más hablado!  No es de personas integras hablar a la espalda de otro.

8.            Colocarse bajo la cobertura de otro pastor y mantenga estos mismos parámetros durante toda su vida cristiana.

9.            Ármese del pensamiento que los siervos de Dios son personas falibles como cualquier otra. La distinción en ellos está en la Unción que han recibido, en su investidura espiritual, la cual debemos siempre respetar… aunque no tengamos las ganas de hacerlo.

Dios quiere ayudarnos a cerrar ciclos espirituales, con la actitud correcta. Se puede cerrar un ciclo en paz, sin darle lugar al diablo haciendo lo que Dios espera de nosotros para comenzar una nueva etapa en la vida. Depende de cada uno de nosotros, si estamos dispuestos.

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