JERUSALÉN: LO QUE TODO CRISTIANO NECESITA SABER

Recopilado por Ritchie Pugliese

Jerusalén es mucho más que una ciudad judía. En realidad es una ciudad que tiene un valor espiritual muy grande, además de ser especial para Dios.

No se por cuál motivo, pero existen creyentes en Cristo que desconocen lo que significa y representa esta ciudad.

Por eso, lee con atención lo que sigue para que tú también puedas saber y valorar lo que hay detrás de esta histórica ciudad:

El origen de la palabra Jerusalén

Su nombre era solamente Salem (Hebreos 7:1), la cual fue conquistada por los Jebuseos poniéndole Jebus. Cuando la reconquistaron los israelitas la llamaron JERUSALÉN (Josué 18:28); que significa “ciudad de paz”.

Jerusalén fue muy importante para el pueblo de Israel ya que fue respetada y sobre todo que fue el lugar donde el pueblo iba a alabar y a glorificar el nombre de Dios porque ahí se construyó el templo de Dios (2º de Crónicas 6:1-6).

Fue el centro religioso de la nación y ahí reinó David siendo bendecido por Dios, logrando ser un gobierno estable y muy próspero en todos los aspectos.

Sin embargo esa ciudad de Dios (Salmo 87:3) con el tiempo sucumbió a causa del pecado del pueblo y vino un gran sufrimiento siendo la ciudad de Jerusalén destruida por los Caldeos (2º de Crónicas 36:17-19).

Una triste historia nos narran las Escrituras al grado que encontramos el Salmo 137 que habla de la angustia al ver a su casa Jerusalén, destruida. Es una plegaria en silencio porque reconocían que ellos habían sido los causantes de que ahora se encontraran en otra nación, ajenos a sus costumbres y a su lengua, pero sobre todo a su religión; esto les costó muchas lágrimas y años de angustia pero Dios nunca se olvidó de ellos ya que para el año 457 a.C. el pueblo por misericordia de Dios dispone de todos los medios para retornar a su casa, Jerusalén.

Pero ahora les costaría el doble de trabajo levantar la ciudad. Nehemías 2:17 nos narra los tiempos difíciles que les esperaban, pero el Eterno estaba allí para ayudarles y dirigirlos. “Los que edificaban en el muro, y los que llevaban cargas y los que cargaban, con la una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada” (Nehemías 4:17).

Pero el Señor había profetizado por el profeta Daniel que la reconstrucción se haría (Daniel 9:21-25). Y también dentro de estas profecías estaba señalando la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en el mundo, pero sobre todo enfoca parte de su mensaje a Jerusalén en los últimos días. En Mateo 24:9-10 leemos que entrando Jesús a Jerusalén donde él había de padecer y morir, lamentó la condición que vivía esta ciudad o gente y decirles que él había venido a enseñarles el camino de Dios pero por la dureza de su corazón rechazaron su Palabra y que eso les traería una vez más grandes consecuencias, como nos dice Lucas 13:34-35; “¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti: ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, os es dejada vuestra casa desierta: y os digo que no me veréis, hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor”.

A pesar de la advertencia de Jesús no lo escucharon y nuevamente se lamenta, pero ahora derramando sus lágrimas por la incredulidad de ellos (Lucas 19:41-44).

Pero a pesar de ello ordena que el evangelio comience en Jerusalén (Hechos 1:8), lo que fue una bendición para Israel siendo Jerusalén la cabeza del establecimiento de las primeras Iglesias de Dios (Hechos 15:4).

Jerusalén a través de los siglos

Hemos visto su historia, una historia trágica por la cual ha pasado como fue la destrucción de la ciudad en el año 70 d.C. y su diáspora por todo el mundo por causa de su pecado. También fueron los protagonistas del holocausto más grande y terrible que la humanidad haya tenido como fue la muerte de casi seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial (años 1939-1945).

Pero una vez más Dios hablaría a través de su Palabra diciendo: “Y tornaré el cautiverio de mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; y plantarán viñas, y beberán el vino de ellas; y harán huertos, y comerán del fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les dí, ha dicho Jehová Dios tuyo” (Amós 9:14-15).

Y fue así que llegó el día 14 de mayo de 1948 cuando Israel fue reconocido como una nación libre y soberana y le fue entregada su tierra, dando inicio el retorno del pueblo de Dios una vez más a Jerusalén, donde a través de los años han ido recobrando su territorio y han librado muchas guerras saliendo triunfantes porque el Eterno ha estado con ellos (Zacarías 2:5).

El presente de Jerusalén

Jerusalén ha sido un sinónimo de conflictos, sitios, guerras y batallas. Hoy día es la capital del Estado de Israel cuya existencia misma se ha visto amenazada por conflictos con las naciones vecinas.

Actualmente los palestinos piden ser reconocidos como un Estado y que les sea entregado más territorio; ante esta petición los Estados Unidos a través de su presidente George W. Bush han estado interviniendo entre las naciones para que se llegue a realizar la “Hoja de Ruta” que determina la existencia de 2 estados en Tierra Santa: Israel y Palestina.

Sin embargo, la mayoría del pueblo judío no está de acuerdo en ceder más territorio a cambio de paz.

El conflicto contemporáneo lleva más de 60 años, desde que fue fundado el Estado de Israel moderno; pero sus raíces se remontan muchos siglos atrás en la historia. Allí descubrimos un clima de males y de violencia que no difiere mucho de la situación actual en la Tierra Santa.

Por el momento y en el futuro previsible los habitantes locales, los residentes de la región, las naciones vecinas y aún los pueblos más lejanos siguen cumpliendo en parte una profecía bastante inquietante: “He aquí, yo pongo a Jerusalén por vaso de temblor a todos los pueblos de alrededor cuando estén en el sitio contra Judá y contra Jerusalén. Y será en aquel día, que yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos: todos los que se la cargaren, serán despedazados, bien que todas las gentes de la tierra se juntarán contra ella”. Zacarías 12:2 y 3.

Estos pasajes de Zacarías podemos aplicarlos en cierto modo desde que Israel fue reconocido como nación el 14 de mayo de 1948, cuando comenzó la intervención del Eterno a favor de Israel ya que desde ese tiempo ha peleado cuatro guerras importantes: 1.- La Guerra de Independencia (1948) 2.- La Campaña del Sinaí (1956) 3.- La Guerra de los Seis Días (1967) 4.- La Guerra de Yom Kippur (1973). Y vez tras vez las naciones vecinas árabes han querido desaparecer al pueblo de Israel y no lo han logrado.

El futuro de Jerusalén

La Biblia nos describe un futuro majestuoso con una vida pacífica en la ciudad de paz. Este es el futuro de Jerusalén predicho hace muchos siglos.

Hace cerca de 3000 años el rey David escribió: “Pedid la paz de Jerusalén: sean prosperados los que te aman. Haya paz en tu antemuro, y descanso en tus palacios”. (Salmo 122:6 y 7).

Esta súplica está cerca de cumplirse con el retorno de Nuestro Señor Jesucristo quien viene a establecer su reino en esta tierra. El profeta Zacarías escribe: “Así dice Jehová: Yo he restituido a Sión, y moraré en medio de Jerusalén: y Jerusalén se llamará Ciudad de Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad” (Zacarías 8:3).

Otras profecías nos dicen que Jerusalén será el centro de todas las naciones de la tierra. Desde puntos muy lejanos irán para aprender los caminos de Dios. “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa de Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Isaías 2:3).

En la profecía bíblica el término monte se utiliza para referirse a un reino o gobierno. Bajo el reinado del Señor Jesús las guerras, las armas, las fuerzas militares, serán cosas del pasado ya que nos dice el profeta Miqueas: “Y juzgará entre muchos pueblos, y corregirá fuertes gentes hasta muy lejos: y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces: no alzará espada gente contra gente, ni más se ensayarán para la guerra” (Miqueas 4:3).

La paz y la justicia serán administradas a todas las naciones desde Jerusalén.

Estas profecías se refieren a algo totalmente distinto de las condiciones actuales en la Tierra Santa.

En resumen, esta es la verdad acerca de la presencia duradera de Jerusalén en el mundo actual; pero como hemos leído a Jerusalén le espera un asombroso futuro. Estemos atentos a los acontecimientos en esta ciudad porque Jerusalén e Israel siempre serán noticia, pues no olvidemos estas palabras:

“Pedid por la paz de Jerusalén; Sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros,  Y el descanso dentro de tus palacios.” (Salmos 122:6-7),

Fuente: iglesiadedios.info/temas/jerusalem.html

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