DIOS TIENE PARA TI UNA COSECHA SOBRENATURAL SIN SIEMBRA PREVIA

Por Ritchie Pugliese

Para entender lo que el Espíritu Santo quiere hacer en esta hora, necesitamos remontarnos hacia tiempo atrás, más específicamente cuando Dios creó la tierra.

Cuando Dios inicialmente creó la tierra y todavía no había sido creado el hombre, la tierra producía de sí misma, sin necesidad del labrado del ser humano. Leemos en Génesis 2:4-10: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.”

La tierra al principio era sobrenaturalmente cuidada por Dios, pues la tierra era regada por un vapor o rocío. Esto sucedía porque no había sido creado al hombre, el cual sería el responsable del labrado de la tierra.

Una vez que el hombre fue creado, ya la tierra tenía a alguien que la cuidara. Dios plantó un huerto para que el hombre lo cuidara. No vemos ningún pasaje donde se diga específicamente que Adán sembraba para luego cosechar. En Génesis 2:15 leemos “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”

Luego del Diluvio, con la familia que había quedado, y con Noé a la cabeza, Dios establece el principio de la siembra y la cosecha. Leemos en Génesis 8:22 “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega,…”

A partir de ese momento el proceso “siembra-cosecha” estaba vigente para cada cosa de la vida, no solo para la agricultura. Sería un principio general que operaría debajo del cielo y en la esfera de la tierra. Según lo que el hombre sembrara, eso cosecharía. Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” 2 Corintios 9:6 dice también: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”

Todo proceso de la siembra y cosecha, si bien es sobrenatural para concebir su fruto, depende inicialmente del accionar o esfuerzo del ser humano, tanto para iniciar el proceso de siembra, su cuidado posterior, como para cosechar todo lo producido por la tierra.

En Génesis 26:12 “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová.”

Entonces, hasta aquí hemos visto como inicialmente Dios creó las plantas directamente sin el proceso de siembra y cosecha y luego del diluvio estableció el principio siembra-cosecha.

Todo proceso de siembra-cosecha tiene su lado sobrenatural pero se necesita de la “naturalidad” del ser humano, es decir, el ser humano necesita participar con su esfuerzo, capacidad y habilidad para sembrar y cosechar.

Lo que quiero enfatizar con esta enseñanza es que si bien Dios estipuló que el proceso siembra-cosecha sea sobrenatural con la coparticipación del ser humano en aportar su energía, capacidad, inteligencia, habilidad, destreza existe una clase de cosecha que no necesita de la siembra humana y de eso se trata esta enseñanza bíblica profética. ¡Dios puede alterar el proceso natural interviniendo con su sobrenaturalidad!

Además, Dios puede hacer que el proceso de siembra y cosecha sea simultáneo, a la misma vez. Esto lo vemos en Amós 9:13: “He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente”. Lo que sucede aquí es que mientras la persona siembra recibe la cosecha. ¡Esto “agriculturalmente” hablando no es posible, a menos que haya una intervención sobrenatural!

Dios tiene todo el poder de alterar un principio que él ha establecido, si lo desea y cree conveniente. Esto lo leemos en dos pasajes de las Sagradas Escrituras:

1) Mateo 25:24-26  ‘’Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.”

2) Lucas 19:21-22 “Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;”

Este obrar milagroso, donde el pueblo de Dios recibió la cosecha sin haber sembrado y solo por Gracia divina, lo vemos profetizado en Deuteronomio 6:10-12 y luego concretado en Josué 24:13. Leamos atentamente estos dos pasajes:

Leamos primero el pasaje profético de Deuteronomio 6:10-12: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”

Dios aquí les estaba anticipando o profetizando lo que haría con ellos. Note el énfasis del Señor para decirle a su pueblo que el haría todo eso sobrenaturalmente sin la ayuda o el mínimo esfuerzo humano: “que tú no edificaste” (v.10); “que tú no llenaste” (v.11); “que tú no cavaste” (v. 11); “que no plantaste” (v.11)

Leamos ahora el pasaje del cumplimiento de Josué 24:13: “Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.”

Aquí la palabra profética de Dios dada en Deuteronomio, ya se había cumplido para mostrar Su gracia, favor y misericordia, por eso les recuerda enfáticamente diciendo: “nada trabajasteis”; “no edificasteis”; “no plantasteis”

¡Esto es lo que  hoy Dios también quiere hacer con los suyos! ¿Puedes creerlo?

Por cierto, existen creyentes que tienen habilidades generales dadas por Dios, capacidades, inventiva e inteligencia para sembrar y cosechar, y hacer que sus negocios, emprendimientos o el ministerio prosperen.

Hay muchos creyentes que cualquier cosa que hacen con su esfuerzo se multiplica por así decirlo, “naturalmente” aunque ellos reconocen que esa virtud fue dada por Dios….pero también están esta otra clase de creyentes, y para ellos es esta palabra de Dios,  que tienen habilidades o capacidades más específicas y determinadas las cuales pueden ayudarles a prosperar si tienen el lugar y la posibilidad apropiada en determinado momento… pero en este momento de sus vidas están como detenidos, varados en el camino sin poder avanzar. Tienen toda clase de habilidades y capacidades pero la cosecha se ha demorado y no ha llegado.

Es probable que usted sea un creyente que tiene habilidades o capacidades pero por algún motivo, más allá de todo su esfuerzo, nada ha cosechado y se encuentra detenido, frustrado y estancado. Esta palabra es para todos aquellos que se identifican con lo que estoy diciendo, es para aquellos a los cuales una y otra vez el enemigo les dice en su mente: – No eres inteligente, no sirves para nada, no tienes capacidades para triunfar en la vida, tu destino es el fracaso.-

Lea lo que dice la Palabra de Dios en 1 Corintios 1:25-29: “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” Como dice Efesios 2:9 “no por obras, para que nadie se gloríe.”

A este pasaje increíble yo le agregaría lo que dice 2 Corintios 10:7 “Más el que se gloría, gloríese en el Señor;” ¿Para qué dice así la Palabra?  Para que nuestro gloriarse  esté enfocado únicamente en lo que Dios hace a través de nosotros, vasos frágiles, débiles, viles, menospreciados, que no somos nada en este mundo, según los parámetros de este mundo.

Dios en esta hora le está diciendo que aunque naturalmente usted sea lo que el enemigo le ha dicho, a pesar de eso, el Señor lo ha escogido a usted para manifestar a través suyo la cosecha sobrenatural sin siembra previa.

El mismo poder que Dios tuvo para bendecir a su pueblo en la antigüedad, sin que este hiciera algo, sigue vigente hoy para Su Iglesia. ¡Crea en esta hora con todo su ser que Dios lo hace en su vida! ¡Dios tiene preparada para usted una cosecha que no depende de su capacidad o esfuerzo humano sino de Su poder sobrenatural!

Le invito en esta hora a que se levante a declarar su confianza en el Señor de la cosecha sobrenatural. Dígale con sus palabras: – Te alabo y te bendigo Señor, porque no solo eres el Señor de la siembra y cosecha natural sino también el Señor que le da la cosecha sobrenatural a su pueblo sin que este haya hecho algo. En este momento declaro que tú tienes tanto pero tanto poder que eres capaz de de darme, suplirme, ayudarme, proveerme, sin necesidad de hacer absolutamente nada, excepto creer en tí. ¡Recibo esta palabra de fe para mi vida en esta hora, y en este momento declaro con fe que recibo lo que no he sembrado, lo que no he construido, lo que no he fundado, lo que no he edificado, lo que no he heredado, para que se sepa que solo tú eres el Señor de la cosecha sobrenatural sin siembra previa! ¡Aleluya! –

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